Por qu¨¦ las instituciones para menores no protegen a la infancia
En Am¨¦rica Latina y el Caribe, unos 240.000 adolescentes y ni?os viven en instituciones, hogares u orfanatos, pero esta soluci¨®n les expone a violaciones diversas de sus derechos
En Am¨¦rica Latina y el Caribe, unos 240.000 ni?os, ni?as y adolescentes viven actualmente en instituciones, hogares u orfanatos. De ellos, se estima que el 10% es menor de tres a?os y unos 50.000 tienen alguna discapacidad. Una realidad intolerable que tiene como v¨ªctimas a los m¨¢s vulnerables e indefensos de nuestras sociedades. Pero ?por qu¨¦ decimos no a que vivan en estas instituciones? ?Estamos en contra de los orfanatos? ?Acaso preferimos que haya ni?os en la calle? Evidentemente, no. Entonces, ?por qu¨¦ insistimos en que no existe ninguna raz¨®n objetiva para que contin¨²e habiendo ni?os menores de tres a?os internados? ?O que el encierro de ni?os, ni?as y adolescentes para su ¡°protecci¨®n¡± es inadmisible?
En primer lugar, y al contrario de lo que se suele pensar, la mayor¨ªa de los ni?os, ni?as y adolescentes institucionalizados no son hu¨¦rfanos, sino que tienen una familia y est¨¢n internados fundamentalmente por razones de pobreza, en algunos pa¨ªses llegando al 80% del total. Por falta de otra opci¨®n, la respuesta de las autoridades frente a las dificultades que enfrentan las familias es el env¨ªo a una instituci¨®n, mientras que lo que realmente responder¨ªa al inter¨¦s superior del ni?o, lo que respeta su derecho a vivir en una familia y lo que, adem¨¢s, es m¨¢s barato, es invertir esfuerzos y recursos para fortalecer y apoyar a esas familias, evitando en primer lugar la separaci¨®n entre padres e hijos.
Por supuesto, esto no siempre es posible y hay casos en los que un ni?o o ni?a no puede seguir viviendo con sus padres o no los tiene. Aqu¨ª es cuando hablamos de cuidado alternativo para el que se abren ante nosotros una serie de opciones, desde el cuidado por parte de la familia extendida (abuelos, t¨ªos, otros parientes), por parte de familias amigas no emparentadas con el ni?o, por parte de familias de acogida o adopci¨®n¡ y, finalmente, la institucionalizaci¨®n, que debe ser siempre el ¨²ltimo recurso temporal, por el menor tiempo posible y revisable peri¨®dicamente. Hay que privilegiar siempre las opciones de base familiar y aquellas que ofrezcan una soluci¨®n permanente.
La mayor¨ªa de los ni?os y adolescentes institucionalizados no son hu¨¦rfanos, sino que est¨¢n internados fundamentalmente por razones de pobreza
Adem¨¢s, porque los da?os emocionales y cognitivos causados por la permanencia a largo plazo en estas instituciones, sin la atenci¨®n individualizada que requieren, pueden llegar a ser irreversibles. La institucionalizaci¨®n deja a ni?os y ni?as expuestos a violaciones diversas de sus derechos, incluso una mayor exposici¨®n a violencia y abusos. El Informe mundial sobre la violencia contra ni?os y ni?as ha documentado que la violencia en las instituciones es seis veces m¨¢s frecuente que en los hogares de acogida y que la ni?ez institucionalizada tiene una probabilidad casi cuatro veces mayor de sufrir violencia sexual que aquella que tiene acceso a alternativas de protecci¨®n basadas en el cuidado familiar. Los estudios confirman que el cuidado institucional temprano da?a el desarrollo infantil en el ¨¢mbito social, cognitivo y de comportamiento. Los ni?os menores de tres a?os son particularmente vulnerables. De hecho, diversas investigaciones demuestran que los beb¨¦s que se cr¨ªan bajo cuidado residencial antes de los seis meses sufren un retraso en el desarrollo a largo plazo.
En la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe se observa un uso desproporcionado de la institucionalizaci¨®n. En muchos casos son enviados por sus propios padres con la mejor de las intenciones, con el deseo de garantizarles el acceso a servicios que ellos no pueden cubrir; en otros, simplemente porque no existen alternativas de base familiar a los orfanatos; a veces, por la discriminaci¨®n que sufren las madres solteras; en otros casos son organizaciones religiosas u ONG, muchas veces extranjeras, que pretenden hacer un bien con la creaci¨®n de hogares (pese a que en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados esta pr¨¢ctica se est¨¢ abandonando); en otros, se trata de un negocio que mueve mucho dinero, en ocasiones ligado a la demanda de beb¨¦s para adopci¨®n. Sea cual sea la causa, es responsabilidad del Estado garantizar el derecho del ni?o a una familia e impedir que crezca en una instituci¨®n de tipo residencial.
Las instituciones suelen restringir los derechos de las ni?as y los ni?os y el contacto con familiares y allegados, generando una situaci¨®n de aislamiento. Otro de los aspectos preocupantes de la regi¨®n es el que refiere a la existencia de instituciones muy grandes, especialmente en el caso de ni?as, ni?os y adolescentes que requieren cuidados particulares, como es el caso de menores de tres a?os o con discapacidad. Es en estas ¡°macroinstituciones¡± donde regularmente se repiten los mayores casos de violaciones de derechos y tragedias, como la que hace un a?o, el 8 de marzo de 2017, cost¨® la vida a 41 ni?as en el Hogar Seguro Virgen de la Asunci¨®n de Guatemala. O la que ocurri¨® en noviembre de 2015 en Belice, en la que murieron otras tres adolescentes en un incendio. Esto es intolerable y nunca m¨¢s deber¨ªa suceder.
Los estudios confirman que el cuidado institucional temprano da?a el desarrollo infantil a nivel social, cognitivo y de comportamiento
En conformidad con la Convenci¨®n sobre los Derechos del Ni?os, los Gobiernos deben asumir sus obligaciones con respecto de la garant¨ªa del derecho a vivir en familia y reafirmar su compromiso de orientar sus pol¨ªticas hacia el apoyo a los cuidadores en sus responsabilidades de crianza. Ejemplos de otras regiones indican que una reforma total del sistema es posible, como por ejemplo en Ruman¨ªa, donde hubo una reducci¨®n de 90.000 ni?os institucionalizados en 1989 a 9.000 en la actualidad. Nicaragua, que en los ¨²ltimos 10 a?os ha logrado reducir el n¨²mero de ni?os institucionalizados un 80%, puede servir de ejemplo para aquellos que piensan que no es posible. S¨ª es posible. Lo que hace falta es una voluntad pol¨ªtica decidida para dar el paso y asegurar que los ni?os, ni?as y adolescentes m¨¢s vulnerables de nuestra Am¨¦rica no vean doblemente atropellados sus derechos, primero por las duras circunstancias que les ha tocado vivir, y luego por los Estados que tienen la obligaci¨®n de protegerles.
Ya es hora de cambiar. Pong¨¢monos en su lugar. Pensemos que ese ni?o, esa ni?a, ese adolescente es nuestro hijo, nuestra sobrina, nuestra nieta¡ y que pasa un d¨ªa tras otro, un mes tras otro, un a?o tras otro, encerrado junto a muchos otros ni?os y ni?as en un lugar que no puede ofrecerle los est¨ªmulos, cuidados y atenci¨®n individualizados que necesitan, sin oportunidades de socializaci¨®n y desarrollo verdadero. ?Lo aceptar¨ªamos? Si no lo queremos para nuestros hijos e hijas, no lo permitamos para los dem¨¢s. Terminar con la institucionalizaci¨®n no solo es posible, sino tambi¨¦n deseable. Se lo debemos a los m¨¢s indefensos, a los m¨¢s vulnerables. Se lo debemos a todos los ni?os y ni?as de Latinoam¨¦rica y el Caribe. Y por eso no nos cansaremos de decir no a la institucionalizaci¨®n.
Jos¨¦ Bergua es asesor regional de Protecci¨®n de la Infancia Unicef Am¨¦rica Latina y el Caribe.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.