Islas arrasadas buscan agricultura resistente

Dominica es un microestado. Poco m¨¢s grande que Ibiza, con 73.000 habitantes y un PIB menor que el presupuesto de la ciudad de M¨¢laga. Despu¨¦s de los servicios financieros (no aparece en la lista de para¨ªsos fiscales de la UE), su principal motor econ¨®mico es la agricultura, que se centra en las bananas, seguidas por los taros y los pomelos y emplea a casi cuatro de cada 10 dominiqueses. Esa misma agricultura que el pasado septiembre fue devastada junto al resto de la isla con el paso del hurac¨¢n Mar¨ªa. "Hemos sufrido muchos huracanes, pero antes no destru¨ªan toda la isla", lamentaba este mi¨¦rcoles en Montego Bay (Jamaica) Johnson Drigo, su ministro de Agricultura y Pesca. "El cambio clim¨¢tico nos est¨¢ afectando seriamente".

En la conferencia de la FAO (agencia de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura) para Am¨¦rica Latina y el Caribe resulta dif¨ªcil encontrar un ministro, embajador o canciller que no saque a colaci¨®n el cambio clim¨¢tico. Imposible, si son delegados de alguna de las islas caribe?as. "Nuestros agricultores son peque?os productores familiares, que sufren constantemente sequ¨ªas, lluvias, huracanes... Y cuando pierden el 80% o el 90% de sus cosechas, se convierte en un gran problema", explica Ezechiel Joseph, ministro de Santa Luc¨ªa, otro Estado insular.

¡°La pregunta ya no es si alg¨²n hurac¨¢n, inundaci¨®n o sequ¨ªa arruinar¨¢ las cosechas, sino cu¨¢ndo lo har¨¢¡±

En archipi¨¦lagos como estos, los destrozos, las inundaciones o la falta de agua tiran por tierra su limitad¨ªsima capacidad de producir comida. Las islas caribe?as se gastan al a?o unos 4.000 millones de euros en importar alimentos, y muchas (como Jamaica, Bahamas, Trinidad y Tobago o Guyana) se ven obligadas a comprar fuera la gran mayor¨ªa de lo que consumen. "En estos pa¨ªses perdemos un 6% del PIB cada a?o por culpa de desastres naturales", sostiene Jose Alpuche, alto cargo del Gobierno de Belice un peque?o Estado centroamericano que se asoma al Caribe. A las tormentas y tifones cada vez m¨¢s frecuentes ¡ªHait¨ª es un buen ejemplo¡ª se suman los periodos de sequ¨ªa, que ya llegan pr¨¢cticamente cada a?o y tambi¨¦n afectan profundanente a otros pa¨ªses como El Salvador o Guatemala.

Una forma de reducir el impacto econ¨®mico es que los agricultores aseguren su cosecha. "Pero en Belice ning¨²n peque?o productor puede permitirse pagar un seguro", lamenta Alpuche. En el debate en Jamaica, los delegados han coincidido en la necesidad de facilitar el acceso a este tipo de p¨®lizas. Pero para eso, como para casi todas las dem¨¢s acciones propuestas, hacen falta recursos. Esto es, un dinero que no abunda en la regi¨®n. "Nuestra econom¨ªa es muy peque?a. Volveremos a depender de las agencias y los pa¨ªses donantes para abrir este nuevo cap¨ªtulo", se resignaba Drigo.

El funcionario de Belice se?alaba sin complejos la "tremenda brecha" de financiaci¨®n que afrontan para adaptarse al cambio clim¨¢tico y mitigar sus efectos. El subdirector general de la FAO, Julio Berdegu¨¦, la estimaba al inicio de la conferencia en al menos 80.000 millones de euros para toda Am¨¦rica Latina y el Caribe. Pero no parece que los fondos vayan a fluir f¨¢cilmente, porque los Estados de la zona no son vistos como prioritarios por la cooperaci¨®n internacional. "?C¨®mo puede ser que a peque?os Estados insulares con tanto problemas se nos trate como a cualquier pa¨ªs de renta media alta?", se pregunta Alpuche.

¡°Perdemos un 6% del PIB cada a?o por los desastres naturales¡±

Esa ayuda econ¨®mica servir¨ªa ¡ªo servir¨¢, seg¨²n los m¨¢s optimistas¡ª para transformar un actividad productiva en decadencia en un sector agr¨ªcola clim¨¢ticamente inteligente (variedades m¨¢s resistentes a la escasez o el exceso de agua, t¨¦cnicas para aprovechar la misma...), en diversificar la producci¨®n, reforzar las instalaciones ("nada aguanta un hurac¨¢n de nivel 5, pero al reconstruir establos y granjas debemos prepararlas para uno de nivel 3", dec¨ªa el dominiqu¨¦s Drigo), introducir tecnolog¨ªa para predecir, prevenir y curar...

A la espera de aportaciones, los pa¨ªses empiezan a poner de su parte, y piden a los agricultores y ganaderos que hagan lo propio. "Por eso, una de las cosas m¨¢s urgentes es garantizar y aclarar la propiedad de la tierra", argumentaba Clarence Rambharat, ministro de Trinidad y Tobago. "Solo los agricultores que tengan claro que el terreno ser¨¢ suyo durante largo tiempo invertir¨¢n tiempo y dinero en prepararse para los efectos del cambio clim¨¢tico", razonaba. Y, seg¨²n han coincidido los presentes, cada d¨ªa que pasa aumenta el riesgo. Porque, como expon¨ªa crudamente Alpuche, de Belice, la pregunta ya no es "si" alg¨²n hurac¨¢n, inundaci¨®n o sequ¨ªa arruinar¨¢ las cosechas, sino "cu¨¢ndo lo har¨¢".

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