Manual para que las tierras sigan siendo de sus due?os

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El representante del Gobierno de Brasil aguanta las embestidas con cara de p¨®ker. En el turno de preguntas, varios activistas presentes en la sala de reuniones, donde hay unas 40 personas, le recriminan que el Ejecutivo brasile?o diga una cosa y haga otra en lo que se refiere a la protecci¨®n y el respeto a las tierras de los pueblos ind¨ªgenas. Cuando le llega el turno de palabra, elude los ataques diciendo que la agencia gubernamental a la que representa no se encarga de ese asunto en concreto.

El asunto en concreto era el derecho a la tierra de los pueblos ind¨ªgenas, pero pod¨ªa haber sido cualquier otro relacionado con la alimentaci¨®n. Esta semana la sede romana de la FAO (la agencia de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura), acoge conferencias, charlas y eventos que re¨²nen a Gobiernos y activistas, empresas y ONG, diplom¨¢ticos y agricultores para debatir sobre el futuro y el presente de la alimentaci¨®n. Es la 44? sesi¨®n del Comit¨¦ de Seguridad Alimentaria de las Naciones Unidas.

Al d¨ªa siguiente, martes, ocurre una escena similar. Esta vez ante un p¨²blico numeroso, y en un evento retransmitido por streaming. Un representante de los agricultores de Sierra Leona pide explicaciones a su ministro?¡ªpresente en la tribuna junto al comisario europeo Neven Mimica y el director general de la FAO, Jos¨¦ Graziano da Silva¡ª por un proyecto de ley que, seg¨²n ¨¦l, acabar¨¢ con la movilizaci¨®n de las ONG del pa¨ªs africano.

El tema de ambas intervenciones era ¡ªun nombre escueto, como acostumbran las organizaciones internacionales¡ª la efectividad de las Directrices voluntarias sobre la gobernanza de la tenencia de la tierra, la pesca y los bosques en el contexto de la seguridad alimentaria nacional. Estas directrices fueron respaldadas hace cinco a?os por el mismo Comit¨¦ que se re¨²ne estos d¨ªas y en el mismo edificio. Son una gu¨ªa para los pa¨ªses, sobre c¨®mo abordar la regulaci¨®n del derecho a cultivar una tierra, pescar en unas aguas o gestionar un bosque, en un tiempo en el que la apropiaci¨®n de tierras por parte de inversores extranjeros o grandes empresas es una obscena realidad.

¡°Estamos solo en el principio del proceso¡±, dec¨ªa Graziano da Silva.?

Helmer Vel¨¢squez, director de una red de ONG guatemaltecas y ponente en la primera sesi¨®n, se?ala que hay vac¨ªos en las directrices y denuncia que los abusos para despojar de sus tierras a los pueblos ind¨ªgenas y otros leg¨ªtimos propietarios persisten en Guatemala y en muchos otros pa¨ªses. Un informe de la ONG Global Witness calcula que 200 activistas fueron asesinados el a?o pasado por defender sus territorios y recursos naturales. La mayor¨ªa murieron en Am¨¦rica Latina (49, solo en Brasil) y cuatro de cada 10 eran ind¨ªgenas, generalmente los pueblos m¨¢s afectados por esta depredaci¨®n.

Por todo ello, el balance de estos cinco a?os es agridulce. Porque son muchos (133) los pa¨ªses que trabajan con ellas o las han incluido en sus leyes ¡ªal fin y al cabo, son voluntarias¡ª, pero no tantos los que efectivamente han puesto en pr¨¢ctica unas reglas que, entre otras cosas, exigen proteger especialmente a las mujeres, que en muchos pa¨ªses tienen dificultades enormes para preservar sus derechos. Porque se han realizado, seg¨²n la FAO, m¨¢s de 400 programas para hacer efectivos esos principios, pero las denuncias de atropellos se siguen sucediendo. "Estamos solo en el principio del proceso", dec¨ªa Graziano da Silva. "Pero estas directrices ya son una herramienta esencial", sobre todo en situaciones de conflicto.

"Todo avance es un avance", reconoc¨ªa Chantal Jacovetti, de la V¨ªa Campesina en Mal¨ª. "Las directrices llegaron tras un momento de crisis econ¨®mica, alimentaria, pol¨ªtica... y se aceler¨® en el reconocimiento de una legitimidad que no exist¨ªa", apuntaba. Pero tambi¨¦n insist¨ªa en lo que queda por recorrer, y en la urgencia de identificar lo que no funciona y acabar con la violencia. "Desde una oficina no saben lo que est¨¢ ocurriendo. Pero se mata, se acosa. Dejemos de darnos palmaditas en la espalda. Hace falta que se diga que no pueden llegar la polic¨ªa o milicias privadas y apropiarse de las tierras. Si no, el problema no se resolver¨¢".