Tristeza y estigma: la doble tragedia de las j¨®venes viudas de Afganist¨¢n
Tras d¨¦cadas de conflicto, en Afganist¨¢n hay 2,5 millones de viudas que sufren costumbres que las relegan al aislamiento y la pobreza
Cuando Nasrin, que entonces ten¨ªa 16 a?os, estuvo cinco d¨ªas sin noticias de su marido, supo que algo malo hab¨ªa pasado. Su esposo, que era polic¨ªa en la provincia de Kandahar, sol¨ªa volver a casa cada d¨ªa despu¨¦s del trabajo. El sexto d¨ªa, despu¨¦s de la oraci¨®n de la ma?ana, alguien llam¨® a la puerta. Era el cl¨¦rigo del pueblo acompa?ado por los ancianos. ¡°El cl¨¦rigo me dijo que sent¨ªa comunicarme que mi marido hab¨ªa muerto¡±, cuenta la joven viuda mientras reza junto a la tumba de su esposo en un cementerio de la ciudad.
Nasrin llevaba casada solamente siete meses cuando los talibanes mataron a su marido en un tiroteo mientras volv¨ªa del trabajo una noche de finales de noviembre de 2017. Esto significa que, adem¨¢s del duelo y la preocupaci¨®n por c¨®mo sobrevivir sin los ingresos que ¨¦l llevaba a casa, la joven es v¨ªctima de una cruel costumbre de la regi¨®n. En algunas zonas rurales de Afganist¨¢n, las comunidades pastunes creen que si un hombre sufre una tragedia durante los primeros 10 meses de matrimonio, es culpa de la esposa, que ha tra¨ªdo alguna maldici¨®n a la familia.
¡°Poco despu¨¦s de que muriese mi marido, empezaron a tratarme mal. No solo su familia, sino tambi¨¦n las mujeres del pueblo¡±, cuenta Nasrin. Explica que tuvo que sufrir las agresiones verbales de los vecinos y los golpes de los familiares del difunto. ¡°He sufrido dos tragedias. Una, la p¨¦rdida de mi esposo, con el que viv¨ªa muy feliz, siendo muy joven. La segunda es que no tuvimos hijos, as¨ª que tampoco tengo ninguna posibilidad de volver a casarme, ya que ahora tengo fama de ser una esposa que trae mala suerte¡±.
En cuatro d¨¦cadas de conflicto casi ininterrumpido, Afganist¨¢n se ha convertido en un pa¨ªs de viudas de guerra. No hay cifras oficiales sobre cu¨¢ntas mujeres han perdido a sus maridos en los combates, pero se calculan que son unos 2, 5 millones. El matrimonio precoz es corriente en las zonas rurales y en algunas ciudades del pa¨ªs, donde un tercio de las chicas se casa antes de cumplir 18 a?os, as¨ª que la media de edad de una viuda afgana es de tan solo 35.
Para estas j¨®venes, el fallecimiento del marido constituye una tragedia doble. Ignorantes de sus derechos y estigmatizadas por la tradici¨®n, a menudo se las condena a vivir el resto de su vida en la pobreza, solas y sin hijos.
¡°La imagen de la tristeza¡±
Alrededor del 94% de las viudas afganas no saben leer ni escribir, seg¨²n c¨¢lculos de Naciones Unidas. Como no pueden trabajar, tras la muerte del marido muchas de ellas quedan relegadas a la pobreza extrema. Adem¨¢s, las j¨®venes viudas de guerra sufren el derrumbamiento de los roles familiares, a menudo dictados por unas r¨ªgidas normas culturales. Las mujeres se suelen consagrar al cuidado del hogar y de los hijos, y dependen de los hombres para conseguir el alimento y un sitio donde vivir. Cuando una adolescente pierde a su marido, es muy dif¨ªcil que se adapte y asuma ambas funciones.
¡°Las chicas de entre 15 y 19 a?os son las principales v¨ªctimas de la guerra. Un enorme n¨²mero de viudas de guerra son adolescentes, no mujeres¡±, se?ala Uzma Azimi, una activista a favor de los derechos de las viudas.
Como son tan j¨®venes, es menos probable que sepan c¨®mo acceder a la ayuda que les corresponde y son m¨¢s vulnerables a las tradiciones opresivas que las condenan al aislamiento y la pobreza. El Gobierno afgano indemniza a las viudas, pero la falta de formaci¨®n hace que muchas j¨®venes que han perdido a su esposo no sepan ni siquiera que tienen derecho a ese aporte econ¨®mico, por no hablar de c¨®mo solicitarlo, afirma Azimi.
He sufrido dos tragedias. Una, la p¨¦rdida de mi esposo. La segunda es que no tuvimos hijos, as¨ª que tampoco tengo ninguna posibilidad de volver a casarme, ya que ahora tengo fama de ser una esposa que trae mala suerte
Incluso aunque una viuda conozca sus derechos, el conservadurismo de las costumbres puede impedir que obtenga la compensaci¨®n que le corresponde. Seg¨²n las normas culturales de las comunidades pastunes rurales, cuando una mujer pierde a su marido tiene que pasar un a?o de luto antes de que un cu?ado casado la tome como segunda esposa, independientemente de la diferencia de edad entre ambos. Toda la herencia o los bienes a los que tenga acceso la mujer pasan a ser propiedad del nuevo marido.
La tradici¨®n tambi¨¦n condena a las viudas al aislamiento social, lo cual puede ser particularmente destructivo para una joven. ¡°Cuando su marido fallece, las viudas adolescentes pierden toda su libertad. Son la imagen de la tristeza¡±, denuncia Azimi. ¡°No se les permite ir a bodas, hablar en voz alta o divertirse. La cultura afgana proh¨ªbe incluso que las viudas lleven ropa de color, joyas y maquillaje¡±.
La activista se?ala que Afganist¨¢n tiene una de las tasas de viudedad m¨¢s altas del mundo en relaci¨®n con el tama?o de su poblaci¨®n, e insta al Gobierno a crear leyes espec¨ªficas que protejan a las mujeres de las costumbres que las explotan cuando su marido fallece.
Pero Azimi sabe que una nueva ley no ser¨¢ demasiado eficaz si los ancianos de los pueblos no se implican tambi¨¦n en la defensa de los derechos de las viudas. ¡°En las zonas rurales, la mayor¨ªa de estas mujeres apenas tienen acceso a los tribunales, y creen en el sistema de justicia tribal¡±, explica. ¡°Los ancianos de las tribus deber¨ªan reformar las tradiciones a trav¨¦s de la Jirga ¡ªel tribunal tribal de Afganist¨¢n¡ª e impedir las pr¨¢cticas crueles contra las viudas¡±.
Asimismo, quiere que el Gobierno otorgue m¨¢s dinero para ayudar a las mujeres que han perdido a sus esposos, y con ellos, su ¨²nica fuente de ingresos. ¡°Las indemnizaciones no resuelven definitivamente los problemas econ¨®micos. El Gobierno debe facilitarles a todas la posibilidad de tener un empleo¡±.
Condenadas a seguir siendo pobres
F¨¢tima tiene 18 a?os y es madre de dos hijos. Lleva viuda un a?o, desde que su esposo muri¨® en una explosi¨®n en Helmand el d¨ªa de su segundo aniversario. La pareja lo hab¨ªa celebrado por la ma?ana, antes de que el marido se marchase a su trabajo en una inmobiliaria. Volvi¨® por la noche en un ata¨²d.
Los ancianos de las tribus deber¨ªan reformar las tradiciones e impedir las pr¨¢cticas crueles contra las viudas
Como tantas otras viudas j¨®venes, F¨¢tima a duras penas logra mantener a su familia. Su situaci¨®n se ve agravada por las estrictas ideas de su comunidad sobre lo que les est¨¢ permitido hacer a las mujeres, aun cuando se convierten en la fuente de ingresos de la familia. ¡°Desde que perdimos a la ¨²nica persona que tra¨ªa un salario no he recibido ninguna ayuda del Gobierno. Tambi¨¦n me ha sido muy dif¨ªcil asumir el papel de mi marido porque las viudas estamos obligadas por unas pr¨¢cticas culturales muy r¨ªgidas¡±, se lamenta.
Al principio, F¨¢tima intent¨® conseguir trabajo en una oficina del Gobierno, pero nadie la contrataba porque no ten¨ªa estudios ni experiencia. ¡°Ahora mendigo por las calles. Pido a los extra?os que me ayuden para que mis hijos sobrevivan¡±.
Los nombres de algunas personas se han cambiado para proteger su identidad.
Este texto fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la p¨¢gina web de Newsdeeply en este enlace.
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