No en mi barrio
Un documental sobre la gentrificaci¨®n en la era de la aporofobia y el apartheid de las clases humildes.
En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, la gentrificaci¨®n se ha convertido en una norma en las principales ciudades del mundo como un fen¨®meno global muy ligado a las desigualdades, la injusticia y la pobreza. En pocos a?os, hemos visto como se transformaban y aburguesaban, aunque no sin resistencia popular, la Barceloneta o el Raval de Barcelona o el centro de Madrid, amenazando barrios multiculturales como el de Lavapi¨¦s. Tenemos m¨²ltiples ejemplos de vecindarios antiguamente poblados por residentes de bajos ingresos donde los habitantes y negocios de larga duraci¨®n son desplazados por tiendas, oficinas, pisos tur¨ªsticos, coworkings, hubs de innovaci¨®n y modernas cadenas multinacionales del caf¨¦ para bolsillos pudientes.
Pero no se trata solo de una reestructuraci¨®n econ¨®mica de los barrios, sino de la marginaci¨®n de comunidades que, tal y como pudimos ver en los altercados de la semana pasada en Lavapi¨¦s tras la muerte de un ciudadano senegal¨¦s ¨C en un barrio d¨®nde m¨¢s del 22% de los vecinos son de origen extranjero¨C, a menudo son racializadas y criminalizadas. Se podr¨ªa decir que muchos de los nuevos residentes en los barrios gentrificados, as¨ª como algunos inversores con ¨¢nimo de lucro y tecn¨®cratas de la planificaci¨®n urbana neoliberal, sufren de aporofobia o lo que se conoce como fobia a las personas pobres o desfavorecidas. Es a lo que la fil¨®sofa valenciana Adela Cortina se refiere cuando dice que lo que molesta de los migrantes no es que sean extranjeros, sino que sean pobres.
Una de las voces m¨¢s cr¨ªticas y versadas de Seres Urbanos, Manuel Delgado, habla de ello como el fen¨®meno que perpetra un espacio p¨²blico inexistente donde solo tiene cabida "una clase media universal y feliz, a solas consigo misma en un mundo sin conflictos y sin miseria". Si nos fijamos, cuando hay una mayor gentrificaci¨®n en los barrios, y por lo tanto una mayor criminalizaci¨®n de la pobreza, a parte de una consecuente expulsi¨®n hacia el extrarradio a partir del incremento del precio de los alquileres, tambi¨¦n se produce una mayor afluencia de fuerzas de seguridad y fuerzas del orden ante denuncias recurrentes de los nuevos vecinos por ruido o actividades que si bien antes eran consideradas "normales", ahora se vuelven "sospechosas". En algunas ciudades de Estados Unidos, por ejemplo, este fen¨®meno es visto como una nueva forma de colonizaci¨®n, donde los nuevos vecinos se muestran incapaces de comprender o respetar las normas sociales de su nuevo vecindario e imponen su propia forma de vida. Para muchos, esto es una nueva forma de apartheid urbano.
"No en mi barrio"
Durante m¨¢s de 3 a?os, el sudafricano Kurt Orderson sigui¨® al colectivo de vigilancia contra la gentrificaci¨®n y la brutalidad policial Wecopwatch de Nueva York, especialmente, tras el ascenso al poder del magnate inmobiliario Donald Trump. Tambi¨¦n rastre¨® el legado del Apartheid en la planificaci¨®n urbana de Ciudad del Cabo, donde reside, y analiz¨® como sus huellas siguen latentes en la gentrificaci¨®n moderna de barrios como Woodstock. Conectando historias intergeneracionales de vecinos que luchan por el derecho a su ciudad, su documental Not In My Neighbourhood ¨Co No en mi barrio¨C, cuenta la lucha de los ciudadanos contra la naturaleza interseccional de la gentrificaci¨®n en Ciudad del Cabo, Sao Paulo y Nueva York.
La cinta, de 90 minutos de duraci¨®n, explora los efectos de diversas formas de violencia espacial sobre la mentalidad social de los ciudadanos, mostrando c¨®mo las distintas comunidades articulan una respuesta a un tejido urbano cambiante. Retratando a sus personajes como ciudadanos activos y en pie por el derecho a la ciudad, el director Kurt Orderson invita al espectador a realizar un viaje por la vida cotidiana de las urbes y muestra c¨®mo sus residentes experimentan y combaten la violencia espacial a diario. Orderson nos muestra c¨®mo, a medida que las ciudades de todo el mundo se catapultan a s¨ª mismas como ciudades globales, el coste social es incalculable.
Explorando los puntos de disputa entre los marginados y los privilegiados de las ciudades, Not In My Neighbourhood expone las culturas paralelas dentro de nuevos espacios f¨ªsicos compartidos, donde se evidencian conflictos entre sistemas de valores diferentes y tensiones derivadas de las pr¨¢cticas neoliberales del uso de la tierra. Tres ejemplos en los que encontraremos sobrados paralelismos con nuestros propios barrios. Porque las historias de exclusi¨®n y resistencia se repiten, lamentablemente, entre los Seres Urbanos de todo el mundo.
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