El agricultor que desat¨® una peque?a revoluci¨®n org¨¢nica en Bali
I Made Jonita lucha contra los pesticidas sint¨¦ticos y cultiva el grano de arroz de la misma forma que sus antepasados para mejorar la econom¨ªa local a trav¨¦s del ecoturismo
El paisaje balin¨¦s, dominado por volcanes, y su clima tropical hacen de la isla indonesia un lugar id¨®neo para cultivar. Estas condiciones y un sistema de irrigaci¨®n ¨²nico en el mundo, conocido como subak ¡ªPatrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2012¡ª en el que todas las decisiones relacionadas con la agricultura se votan de forma democr¨¢tica por los campesinos en el templo, han convertido a los balineses en los productores m¨¢s prol¨ªficos del archipi¨¦lago. El producto estrella es el arroz, que no solo les sirve de alimento, sino que forma parte de todos los ritos espirituales a lo largo de sus vidas. Los habitantes hinduistas ¡ªla mayor¨ªa¡ª profesan, adem¨¢s, la filosof¨ªa Tri Hita Karana, de respeto extremo hacia los dioses, la naturaleza y los seres humanos para mantener la armon¨ªa entre los tres reinos en los que creen. Por eso, el activista y agricultor I Made Jonita, inici¨® hace tres a?os su lucha contra los pesticidas y agroqu¨ªmicos introducidos en la regi¨®n en los a?os setenta durante la Revoluci¨®n Verde, disparando la producci¨®n de alimentos y los beneficios de distintas multinacionales del sector.
¡°Si lo que comemos es bueno, tambi¨¦n lo ser¨¢ lo que pensemos y lo que hagamos¡±, sostiene Jonita, y agrega que ¡°parece evidente, pero la mayor¨ªa de la gente no lo sabe¡±. El peque?o productor de 46 a?os, que vive con su mujer y sus tres hijos en Pagi, una comunidad del interior de la isla, convenci¨® a la cooperativa de su zona para que le permitieran plantar el tradicional grano rojo balin¨¦s, sustituido hace a?os por ¡°un grano blanco que crece m¨¢s r¨¢pido, pero que requiere para su cultivo el uso de productos agroqu¨ªmicos¡±, en sus propias palabras. Jonita opt¨®, adem¨¢s, por desempe?ar esta empresa sin pesticidas y con fertilizantes naturales. Visto por muchos miembros de su comunidad como un loco al principio, el escepticismo se empez¨® a convertir en respeto cuando otro compa?ero sigui¨® sus pasos. Desde entonces, iniciaron una peque?a revoluci¨®n ecol¨®gica que ha seducido a 29 agricultores locales decididos a cultivar arroz de la forma en que lo hac¨ªan sus antepasados.
Sin la subak, Bali es como un cuerpo sin alma. Este sistema de ingenier¨ªa est¨¢ tambi¨¦n ligado a la espiritualidad local: los templos son el centro neur¨¢lgico del sistema de canales y presas que data del siglo IX y cubre m¨¢s de 19.000 hect¨¢reas en esta provincia. Las decisiones que afectan a sus recursos se toman cuando los miembros de esta y el sacerdote se re¨²nen, seg¨²n las fechas que aconseja el calendario balin¨¦s.
Antes de distribuir el agua entre los arrozales, el pedanta (alto sacerdote) la bendice en el templo con mantras (sonidos) y mudras (movimientos). ¡°Los balineses llaman a su rama de la religi¨®n hind¨² la Religi¨®n del Agua Sagrada. Este preciado recurso es un s¨ªmbolo de prosperidad¡±, seg¨²n explica la organizaci¨®n hinduista World Hindu Parisad en su p¨¢gina web y, a?ade, que ¡°est¨¢ peligro, pues cuando se ide¨® el sistema de subak no se pens¨® en el aumento del consumo diario¡±, debido a la llegada masiva de turistas.
El vigilante nocturno de las cosechas org¨¢nicas
La idea de Jonita, tras someterse a una votaci¨®n, se materializ¨® con Uma Wali, un sistema que agrupa a los agricultores en dos grupos, semiorg¨¢nico (usan agua que puede arrastrar pesticidas) y org¨¢nico (recurren a un manantial), antes de cada temporada de cosecha. ¡°Uma quiere decir campo de arroz y Wali, regreso a la naturaleza¡±, aclara Jonita con su hijo menor en brazos, un var¨®n tres a?os que, insiste, es "m¨¢s grande y fuerte" que sus otros hijos porque ha crecido comiendo el arroz rojo.
Si lo que comemos es bueno, tambi¨¦n lo ser¨¢ lo que pensemos y lo que hagamos
La cooperativa se ha visto recompensada por esta transici¨®n org¨¢nica, ya que los que cultivan de esta forma se ahorran m¨¢s del 25% en cada cosecha al no tener que hacerse con nuevas semillas, ni comprar fertilizantes. Adem¨¢s, el gobierno local les ¡°don¨® pesticidas naturales, fertilizante org¨¢nico y 20 vacas¡±, que Jonita ha incorporado a su equipo para encargarse del esti¨¦rcol.
La transici¨®n org¨¢nica de Pagi se encontr¨® con una piedra en el camino: una plaga de ratas invadi¨® los arrozales y arruin¨® la primera cosecha. Lo que podr¨ªa haber sido el final de esta utop¨ªa, se convirti¨® en un reto que consiguieron superar sin el uso de productos sint¨¦ticos. Tras tardes de reuniones, los miembros de la cooperativa optaron por incorporar a su ecosistema a un depredador natural, el Tyto alba (lechuza com¨²n). Un aliado con visi¨®n nocturna que salv¨® la siguiente cosecha y al que hoy rinden homenaje perpetuo gracias a decenas de l¨¢mparas con forma de b¨²ho que decoran la calle principal de Pagi y a una asociaci¨®n de conservaci¨®n del animal, que bautizaron como TuwuT.
Un giro hacia el turismo ecol¨®gico
Tras el ¨¦xito del proyecto, los agricultores que se adhirieron al sistema de Uma Wali comenzaron a percibir peque?as ayudas econ¨®micas del Gobierno aunque, afirma Jonita, ¡°no las suficientes como para poder implementar en otras zonas de la isla su proyecto¡±. Sin embargo, la ambici¨®n del activista no termina con un cambio en la forma de cultivar el arroz y espera ¡°atraer a turistas de todo el mundo que quieran aprender sobre la cultura local y sobre c¨®mo cultivar de forma tradicional¡± y que, adem¨¢s ¡°coman all¨ª¡±.
Cada vez m¨¢s balineses optan por vender sus tierras, en lugar de cultivarlas. Entre 1.000 y 3.000 hect¨¢reas agr¨ªcolas se convierten cada a?o a actividades tur¨ªsticas. ¡°Hoy en d¨ªa nadie quiere ser granjero. Disfrutamos del arroz que producen Tailandia y Vietnam. Aunque Indonesia tiene tierras aptas para el cultivo, no las utilizamos adecuadamente¡±, razona Wawan Sujarwo, etnobot¨¢nico indonesio.
El principal motivo son los bajos ingresos de los agricultores que, ¡°con el cultivo de arroz ganan unas 3,5 millones de rupias mensuales (unos 196 euros) por cada hect¨¢rea¡±, algo que podr¨ªa mejorar con el cultivo de arroz org¨¢nico, ya que ¡°pueden ganar hasta un 60% m¨¢s¡±, seg¨²n informa el etnobot¨¢nico, presidente del Centro de Investigaci¨®n sobre la subak de la Universidad de Udayan. Jonita, por su parte, pretende vender el producto directamente a sus consumidores, creando as¨ª un lazo directo con ellos, para evitar que un intermediario se lucre y tratar de mejorar la econom¨ªa de sus vecinos, todos ellos peque?os agricultores. Una idea verde que espera ¡°se propague, primero entre las subak vecinas y, despu¨¦s, por toda la isla¡±.
La industria del turismo, da?ada desde finales de 2017 por el temor a una posible gran erupci¨®n del volc¨¢n Agung, atrae a millones de visitantes cada a?o a la isla de los dioses, muchos de ellos interesados por la oferta en ecoturismo, un modelo que trata de evitar da?os al medioambiente y que se ha popularizado en los ¨²ltimos a?os. En Bali, algunos comercios ya utilizan ramas del arbusto herb¨¢ceo C¨¢rica Papaya en lugar de pajitas, la organizaci¨®n Bye Bye Plastic Bags pretender eliminar las bolsas de pl¨¢stico en toda la provincia durante 2018 y los estudiantes de Green School van al colegio en un autob¨²s propulsado por biofuel, entre otras iniciativas locales.
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