Ense?ar finanzas a los ni?os para evitarles la ruina de adultos
Unas 55 personas se declaran en bancarrota cada d¨ªa en Malasia. La educaci¨®n en econom¨ªa desde la infancia es la manera de frenar estas cifras en el futuro
Una estudiante pide un cr¨¦dito para poder costearse la universidad, pero hasta que no acaba sus estudios no puede empezar a pagar la deuda. Para entonces la cifra es tan alta que es incapaz de devolverla. Un joven se ve presionado por el estilo de vida de sus amigos y se compra un coche m¨¢s caro de lo que se puede permitir. Despu¨¦s de dos a?os, incapaz de seguir pagando el pr¨¦stamo que solicit¨® al banco, se declara en bancarrota. Una pareja decide casarse, e influenciados por sus padres, piden un cr¨¦dito para celebrar una boda tradicional por todo lo alto. Tres a?os m¨¢s tarde, cuando ya son padres, se ven incapaces de cumplir el contrato y caen en la ruina.
Casos como estos son habituales en Malasia, un pa¨ªs donde el departamento de Insolvencia del Gobierno contabiliza 100.610 casos desde 2013 hasta diciembre de 2017. Es decir, 55 malasios se declararon en bancarrota de media cada d¨ªa. Aunque la cifra va en descenso (en 2017 fueron 1.361 casos menos que en 2016), la edad de los afectados se mantiene y seis de cada diez ten¨ªan entre 25 y 44 a?os cuando se vieron en esta situaci¨®n.
La principal raz¨®n es la imposibilidad de pagar los pr¨¦stamos que se solicitan durante esta etapa vital: m¨¢s de un cuarto de las personas que se declararon en bancarrota lo hicieron por la imposibilidad de pagar el del coche, y otro cuarto debido a los pr¨¦stamos personales solicitados para casarse o abonar la universidad. La hipoteca de la casa fue la causa del 17% y los pr¨¦stamos para negocios, la del 10%. Los malasios que se declaran en bancarrota no pueden viajar fuera del pa¨ªs ni ejercer ciertas profesiones como la abogac¨ªa o la medicina.
Nina Othman, fundadora de Grow the Goose, conoc¨ªa este problema de primera mano ya que tanto ella como su padre estuvieron cerca de arruinarse, pero nunca imagin¨® que acabar¨ªa dedic¨¢ndose a prevenirlo. En 2015 se encontraba en casa con su ni?a reci¨¦n nacida y sufriendo una ligera depresi¨®n post parto. Fue entonces cuando sus dos hijos mayores de cuatro y seis a?os le pidieron unos patines nuevos. ¡°Yo estaba bastante emocional en ese momento y mi respuesta fue decirles bruscamente: ¡®No nos vamos a gastar el dinero en eso ahora, lo necesitamos para todos los gastos del beb¨¦. Buscad vuestro propio dinero¡±, cuenta Nina.
¡°Sorprendentemente, los ni?os se lo tomaron en serio y me dijeron que quer¨ªan vender pollo frito los fines de semana porque les encantan unos dibujos animados en los que el ni?o ayuda a su madre a vender pollo en el mercado nocturno¡±. Finalmente, no fue pollo frito, sino unas salchichas saludables que elabora una amiga suya. ¡°Compart¨ª unas fotos en Facebook e Instagram explicando la idea y los fines de semana ¨ªbamos toda la familia a entregarlas a los compradores. En pocas semanas consiguieron el dinero para sus patines, lo compart¨ª en mis redes sociales y entonces me empezaron a preguntar: ¡®?Tienes un modelo para ense?ar esto a otros ni?os?¡¯. Algo se ilumin¨® en mi cabeza y les dije que s¨ª, que lo lanzar¨ªamos pr¨®ximamente. No ten¨ªa nada¡±.
A partir de entonces Nina empez¨® a darle vueltas a la idea de crear algo que empoderara financieramente a los menores y contribuyese a frenar las cifras de bancarrota que sufre su pa¨ªs. Tras un primer taller de dos d¨ªas para 30 chicos, decidi¨® que ten¨ªa que formarse en emprendimiento social. ¡°Yo no entend¨ªa el concepto y me un¨ª a una formaci¨®n de MaGIC, la agencia del Gobierno que promueve este modelo de negocio¡±. As¨ª naci¨® Grow the Goose, y cuando oy¨® hablar del programa de seis meses de formaci¨®n del foro sueco de emprendimiento social SeForum, supo que quer¨ªa formar parte.
El proyecto de Nina forma a los ni?os financieramente para que aprendan a ahorrar, ganar dinero e invertir de forma sostenible
¡°Quer¨ªa conocer c¨®mo lo hac¨ªan en otros pa¨ªses porque entonces solo hab¨ªa 150 proyectos en marcha en Malasia. Me present¨¦ y me seleccionaron¡±. Su idea fue una de las ocho participantes y la ¨²nica representante asi¨¢tica entre m¨¢s de 900 solicitudes procedentes de 90 pa¨ªses. ¡°Me di cuenta de todo lo que hab¨ªa por hacer, aprend¨ª sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y c¨®mo aplicarlos a Grow the Goose, sobre la necesidad de innovar socialmente... Volv¨ª y empec¨¦ a aplicarlo en los ni?os¡±.
Actualmente imparte diferentes talleres, organiza mercadillos con los negocios sociales de los ni?os e incluso dirige un campamento tem¨¢tico en la naturaleza. Todo ello dirigido a formarles financieramente para que aprendan a ahorrar de forma diligente, ganar dinero responsablemente e invertir de forma sostenible. ¡°Les ayudamos a identificar sus pasiones, sus sue?os, sus objetivos en la vida y c¨®mo pueden desarrollarlos y al mismo tiempo, ayudar a otras personas y al planeta¡±, explica Nina.
A trav¨¦s del fondo Magic Goose, al que destina el 60% de sus ganancias, es capaz de llegar a comunidades que de otra forma no tendr¨ªan acceso a sus formaciones. De momento, han impartido talleres a j¨®venes malasios indocumentados porque no fueron registrados al nacer y, por tanto, est¨¢n excluidos del sistema educativo y tambi¨¦n en varias comunidades Orang Asli, los pueblos originarios de Malasia. ¡°La ¨²nica diferencia entre los talleres por los que las familias pagan y los que hacemos gracias al fondo es que, en los primeros, los ni?os han estado m¨¢s abiertos al mundo y se atreven a so?ar a lo grande. Sin embargo, tambi¨¦n reconocemos en ellos una necesidad muy grande de atenci¨®n y tiempo por parte de sus padres¡±.
Nina sabe que el apoyo de los padres para dar continuidad a lo aprendido es fundamental para hacer realidad sus ideas de proyectos. Como Sara Ann, que tiene nueve a?os y viaj¨® en dos ocasiones con su madre desde el norte del pa¨ªs a Kuala Lumpur para asistir a los talleres de Grow the Goose. Cuando conoci¨® los ODS, decidi¨® que quer¨ªa contribuir al n¨²mero 3, Salud y Bienestar y desde entonces fabrica y vende jabones con un peque?o juguete dentro para animar a ni?os y ni?as m¨¢s peque?os a lavarse las manos. ¡°Se le ocurri¨® porque vive en una zona rural y ve¨ªa que muchos enfermaban por la falta de higiene. Tambi¨¦n da charlas a las clases de educaci¨®n infantil y ha sido invitada al hospital local para hablar de su proyecto¡±, explica Nina.
O como Iszuddin Izham, de 11 a?os, que tras ver un v¨ªdeo sobre el riesgo de extinci¨®n de las tortugas la¨²d decidi¨® que ten¨ªa que hacer algo. Con la ayuda de Grow the goose, aprendi¨® que haciendo lo que m¨¢s le gusta ¡ªcocinar galletas¡ª pod¨ªa recaudar fondos para su conservaci¨®n. Adem¨¢s de venderlas, ha publicado su propio libro de recetas, imparte clases de cocina y ha conseguido que se le unan varios amigos a su misi¨®n: ¡°Que las tortugas la¨²d vivan muchos a?os¡±.
Los malasios que se declaran en bancarrota no pueden viajar fuera del pa¨ªs ni ejercer ciertas profesiones como la abogac¨ªa o la medicina
Para llegar a esto, Nina sabe que lo primero es ayudar a los ni?os y ni?as a mirarse a ellos mismos para ser capaces de identificar sus sue?os y emociones. En Banting, una zona rural al sur de Kuala Lumpur donde entre la jungla que a¨²n resiste a las plantaciones de palma se erige una escuela para 150 alumnos Orang Asli. Al llegar no hay electricidad y Nina ha de trasladar el taller a la cantina, donde corre un poco m¨¢s de aire para poder sobrellevar el calor.
A pesar de la verg¨¹enza del comienzo, Nina consigue que los chavales de entre 10 y 11 a?os vayan participando y compartiendo sus emociones: ¡°A m¨ª me hace feliz nadar en el lago¡±, dice un ni?o y los dem¨¢s asienten. ¡°A m¨ª me pone triste la muerte, mi perro muri¨® y me dio mucha pena¡±, comparte otra ni?a. ¡°Yo me siento orgullosa cuando saco un sobresaliente¡±, dice otra. Esto tiene especial m¨¦rito, ya que seg¨²n cifras del Gobierno, solo el 36% de los estudiantes Orang Asli de primaria llegar¨¢n a empezar la educaci¨®n secundaria. ¡°Aqu¨ª tengo que ir m¨¢s despacio y dividirlo en varios d¨ªas por su nivel educativo, as¨ª que hoy solo vamos a hacer la primera parte¡±, dice Nina que con mucha paciencia va animando a unos y otros a reflexionar sobre qu¨¦ les hace sentir felices, tristes, enfadados y orgullosos.
Vuelve la electricidad y la clase se desplaza al aula donde Nina comparte las historias de otros ni?os y ni?as como Sara o Iszuddin, que han identificado qu¨¦ les gusta hacer y han aprendido c¨®mo a trav¨¦s de ello pueden ganar dinero, ahorrar y ayudar a otros. Al final, se extienden cartas con diferentes dibujos en el suelo y cada uno elige la que cree que representa algo que han aprendido en el d¨ªa. Uno de los alumnos elige la bombilla y dice: ¡°Hoy nos han ense?ado a pensar¡±. Nina sonr¨ªe y pide un aplauso para ¨¦l.
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