Visibilizar los rostros de la desigualdad
Acabar con la pobreza no es posible sin atacar las disparidades; especialmente en las regiones rurales en las que la vulnerabilidad es extrema
Desde 1980, el 1% de las personas m¨¢s ricas del mundo ha recibido el doble de ingresos que el 50% de la poblaci¨®n m¨¢s pobre. Los datos del Informe sobre desigualdad mundial de 2018 son elocuentes en este sentido: el crecimiento econ¨®mico de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas ha favorecido fundamentalmente a un 1% de la poblaci¨®n que se ha enriquecido exponencialmente dejando en el camino a millones de personas.
Esa gran concentraci¨®n de ingresos ha despertado un enorme inter¨¦s; los focos acad¨¦micos y period¨ªsticos se han dirigido al v¨¦rtice de la pir¨¢mide. La base, sin embargo, ha quedado desplazada en un segundo plano sin recibir la atenci¨®n que merece. M¨¢s de 800 millones de personas sufren pobreza extrema; dos tercios de ellas viven en zonas rurales y dependen del cultivo de la tierra para su subsistencia. La tendencia de mejora de las cifras del hambre se revirti¨® de manera preocupante en 2017. Seg¨²n datos del ¨²ltimo informe de la FAO sobre la seguridad alimentaria y la nutrici¨®n en el mundo, el n¨²mero de personas hambrientas ha pasado de 777 millones en 2015 a 815 millones en 2016. Personas que no solo quedan relegadas a la base de la pir¨¢mide, sino tambi¨¦n a rincones a los que no llega la luz de los an¨¢lisis y los datos.
Acabar con la pobreza no es posible sin atacar las desigualdades; especialmente aquellas que se producen en las regiones rurales en las que la vulnerabilidad es extrema. Y atacar las desigualdades pasa necesariamente por enfrentar sus m¨²ltiples dimensiones. El acceso a la tierra, por ejemplo, es clave para entender la relaci¨®n entre unos estratos de la pir¨¢mide social y otros. Como tambi¨¦n lo es el acceso a los recursos financieros, al cr¨¦dito o a insumos para la producci¨®n agr¨ªcola como las semillas o los fertilizantes. La desigualdad tambi¨¦n tiene que ver con la capacidad asociativa, con la resiliencia colectiva, y la posibilidad de sobreponerse a situaciones de desigualdad, vulnerabilidad y marginalidad. Sin olvidar que todo ello est¨¢ directamente relacionado con la posici¨®n que los distintos grupos sociales ¡ªmujeres, ind¨ªgenas, j¨®venes¡¡ª ocupan en el interior las comunidades y c¨®mo ello determina sus condiciones de vida.
Las poblaciones m¨¢s pobres no son homog¨¦neas; existen grupos sociales que sufren discriminaci¨®n en sus propios entornos. Tambi¨¦n en la base de la pir¨¢mide hay desigualdades, aunque no siempre se observen y se entiendan a la luz de los datos. Mejorar la vida de los m¨¢s vulnerables exige abordar las restricciones sist¨¦micas que enfrentan de manera espec¨ªfica; desvelar aquellas situaciones de privaci¨®n y vulnerabilidad que constri?en sus derechos. No hacerlo dejar¨ªa en mano de las personas m¨¢s ricas los beneficios del crecimiento econ¨®mico.
Es necesario contar con cifras, investigaciones y an¨¢lisis que iluminen los rincones en los que se esconden las mayores desigualdades
Los procesos de evaluaci¨®n son clave para arrojar claridad en este camino. En un momento en el que la desigualdad alcanza enormes dimensiones, visibilizar sus m¨²ltiples rostros es esencial. Es necesario contar con cifras, investigaciones y an¨¢lisis que iluminen los rincones en los que se esconden las mayores desigualdades. Es preciso hablar con las personas m¨¢s pobres, conocer sus necesidades; entender que la pobreza que sufren no es un fen¨®meno individual sino colectivo y que tiene que ver con relaciones y estructuras sociales. De este modo, contaremos con piezas esenciales para construir los cimientos de iniciativas que promuevan procesos democr¨¢ticos de crecimiento econ¨®mico y justicia social.
Las situaciones actuales de desigualdad extrema pueden tener consecuencias sociales de radicalizaci¨®n y conflicto. Evitar esta deriva es posible si somos capaces de explicar de manera rigurosa qu¨¦ es lo que est¨¢ ocurriendo en aquellos lugares y espacios en los que la desigualdad hace m¨¢s mella. Estos an¨¢lisis nos permitir¨¢n identificar opciones pol¨ªticas con un efecto redistributivo que contribuyan al avance de que quienes est¨¢n en la base de la pir¨¢mide. Visibilizar a las personas que sufren hambre y pobreza extrema; identificar las aristas de sus condiciones de vida son pasos fundamentales para frenar la desigualdad y avanzar firmemente en el camino del bienestar y la justicia social. Los niveles de desigualdad son insostenibles; en nuestra mano est¨¢ propiciar un giro de tim¨®n que nos permita entender sus causas y actuar sobre sus consecuencias.
Oscar A. Garc¨ªa es director de la Oficina de Evaluaci¨®n Independiente del Fondo Internacional de Desarrollo Agr¨ªcola (FIDA). La Oficina organiza estos d¨ªas en Roma la conferencia Desigualdades rurales: evaluando los enfoques para superar las disparidades.
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