La locura ambiental de Erdogan: un estrecho artificial que rivalice con Suez y Panam¨¢
El Gobierno turco proyecta un canal mar¨ªtimo paralelo al B¨®sforo pese a las advertencias de cient¨ªficos y ecologistas, que temen alteraciones qu¨ªmicas en los mares Negro y M¨¢rmara, as¨ª como la destrucci¨®n de los acu¨ªferos y bosques que suministran agua y ox¨ªgeno a Estambul
Hace siete a?os, unas pocas semanas antes de las elecciones que le dar¨ªan su tercera mayor¨ªa absoluta, el mandatario turco Recep Tayyip Erdogan anunci¨® a bombo y platillo lo que ¨¦l mismo hab¨ªa definido como ¡°proyecto loco¡±: construir un canal mar¨ªtimo artificial que alivie de tr¨¢fico al B¨®sforo, que separa Europa y Asia y parte en dos Estambul, y evite as¨ª peligrosos accidentes n¨¢uticos en el que es uno de los estrechos m¨¢s congestionados del planeta. ¡°Hay un canal de Suez y un canal de Panam¨¢, si Dios quiere, tambi¨¦n habr¨¢ un canal Estambul¡±.
¡°Pasar¨¢ por aqu¨ª¡±, explica Tugay Yoldas se?alando detr¨¢s de la colina en la que pastan sus b¨²falas. El pasado diciembre se conoci¨®, siquiera esquem¨¢ticamente, la ruta definitiva del canal Estambul, y se prev¨¦ que las obras de construcci¨®n se inicien este a?o. Utilizar¨¢ como punto de partida la laguna de K¨¹?uk?ekmece, pegada al mar de M¨¢rmara; enlazar¨¢ con el embalse de Sazlidere y, posteriormente, se abrir¨¢ camino por tierra hasta llegar al mar Negro en un punto entre el nuevo gran aeropuerto de Estambul y el lago Terkos, unos 35 kil¨®metros al oeste de la desembocadura del B¨®sforo.
Atravesar¨¢ una zona que, todav¨ªa hoy, es un paraje de gran riqueza natural: extensos bosques de hayas, encinas, casta?os y tilos; lagos y embalses centenarios; tierras de pastos y labrant¨ªo; peque?as granjas y pueblos de pescadores. Yoldas, agricultor y ganadero, se lamenta del r¨¢pido avance de la gran ciudad, engullendo todo a su paso: ¡°Antes, desde G?kt¨¹rk [uno de los barrios reci¨¦n urbanizados de Estambul] hasta aqu¨ª, en el pueblo de Baklali, todo eran bosques y prados llenos reba?os de b¨²falos¡±. De hecho, en 1980, en Turqu¨ªa hab¨ªa un mill¨®n de ejemplares; hoy queda una d¨¦cima parte, en su mayor¨ªa en el extrarradio de Estambul. Yoldas, que siempre se ha dedicado a ello, envi¨® a su hija mayor a hacer unos cursos de formaci¨®n. Ahora es el orgullo de la familia, pues ha montado una peque?a f¨¢brica en la que procesar sus materias primas y venderlas: mantequilla, quesos, yogur de leche de b¨²fala... ¡°Pero si hacen el canal, todo esto se acab¨®. El Gobierno nos dar¨¢ lo que decida por las tierras y tendremos que irnos¡±.
Ya los trabajos del nuevo aeropuerto y de la autopista M¨¢rmara-Norte, que conectar¨¢ con el tercer puente sobre el B¨®sforo recientemente edificado han puesto en un brete la agricultura de la zona. ¡°Las obras nos llenan de polvo los campos, da?an el trigo y los frutales no germinan. Y si yo no planto el cereal, ?de qu¨¦ har¨¢s t¨² el pan?¡±, se queja una vecina de Baklali.
¡°En 2009, el Ayuntamiento Metropolitano de Estambul public¨® su nuevo plan de urbanismo tras consultar a un amplio grupo de expertos. En ¨¦l se detalla que la expansi¨®n urbana de la ciudad deb¨ªa hacerse en el eje costero este-oeste y evitar edificar hacia los bosques del norte. Tambi¨¦n se llamaba a controlar la poblaci¨®n, estableciendo un tope de 16 millones de habitantes¡±, explica Akif Atlar, de la C¨¢mara de Urbanistas de Estambul. Se ha hecho todo lo contrario. La autopista, el puente, el aeropuerto -que ser¨¢ uno de los mayores del mundo- y el canal, parte de la nueva fiebre por los proyectos fara¨®nicos que ha caracterizado el ¨²ltimo lustro en Turqu¨ªa, se centran en esas ¨¢reas del norte de Estambul atrayendo nuevos vecinos a la zona: ¡°Estambul, que en 1950 ten¨ªa un mill¨®n de habitantes, se acerca hoy a los 20 millones y se halla en un momento muy delicado para su sostenibilidad¡±.
Sostenibilidad que pone en peligro el canal. ¡°Dividir¨¢ en dos la parte europea de Estambul, que se convertir¨¢ en una isla, y eso acabar¨¢ con la unidad del ecosistema en la zona¡±, denuncia Sel?uk Ko?um, de la plataforma Salvemos los Bosques del Norte: ¡°Durante siglos nadie os¨® tocar estos bosques, porque son la reserva de agua y el pulm¨®n de Estambul. Su fuente de vida¡±.
Especulaci¨®n
En Durusu y otros peque?os pueblos que se convertir¨¢n en ribere?os del nuevo estrecho proliferan las inmobiliarias en las que se exhiben im¨¢genes creadas por ordenador de las zonas verdes, grandes edificios y centros de convenciones que bordear¨¢n el canal Estambul. Las tierras se han revalorizado -hasta 10 y 20 veces su valor de hace siete a?os- e inversores en busca de negocio han comenzado a comprar parcelas. ¡°Hasta ahora, la compa?¨ªa de aguas prohib¨ªa edificar en los alrededores para no da?ar las aguas subterr¨¢neas. Yo quiero ser moderadamente optimista, pero, quieras o no, con el canal vendr¨¢ m¨¢s gente a vivir y eso afectar¨¢ a las aguas¡±, asegura Alper Akg¨¹n quien, como antes su padre y muchos de sus vecinos, trabaja en la cercana planta del lago Terkos desde el que, cada segundo, bombean 1.575 litros de agua para el consumo de Estambul.
La planta funciona desde finales del siglo XIX, cuando fue edificada por ingenieros franceses para aliviar los problemas de abastecimiento de la entonces capital otomana. Hoy, Terkos suministra del 47% del agua corriente que consume la megal¨®polis turca, pero, de acuerdo con los estudios del profesor Cemal Saydam, experto en oceanograf¨ªa y una de las personas que m¨¢s ha estudiado el proyecto del canal Estambul, las obras podr¨ªan provocar filtraciones de agua salada en los acu¨ªferos y aguas subterr¨¢neas, echando a perder el lago. Algo que, unido a la destrucci¨®n de Sazlidere, que provee a Estambul del 2,5 % de su agua, dejar¨ªa a la ciudad sin la mitad del suministro.
Equilibrio de los mares
Pero a Saydam y a otros expertos les aterra m¨¢s otra de las consecuencias: la alteraci¨®n de la composici¨®n qu¨ªmica de los mares que unir¨¢. Lo que hace caracter¨ªstico al mar Negro es su baja salinidad, muy inferior a la de la cuenca mediterr¨¢nea a la que pertenece, gracias a la contribuci¨®n de los r¨ªos Don, Dni¨¦per y Danubio. Es el principal caladero de los pa¨ªses ribere?os: el 75 % del pescado que consume Turqu¨ªa procede de este mar. Pero es, adem¨¢s, un mar casi interior: la ¨²nica conexi¨®n con el exterior es a trav¨¦s del B¨®sforo, por el que desagua en el mar de M¨¢rmara (cuyo nivel se encuentra 30 cent¨ªmetros m¨¢s bajo) y que, a su vez, mediante una corriente de agua subterr¨¢nea, lleva agua salada al mar Negro, si bien en una cantidad menor a la que recibe. ¡°Es un mecanismo muy especial que mantiene el equilibrio de la flora y fauna de ambos mares¡±, sostiene Saydam en uno de sus art¨ªculos divulgativos: ¡°?Y qu¨¦ ocurre cuando pones un segundo desag¨¹e en una piscina?¡±. Pues que se vac¨ªa m¨¢s r¨¢pido. El profesor turco calcula que, de construirse el canal Estambul, el nivel de las aguas del mar Negro podr¨ªa reducirse unos diez cent¨ªmetros o m¨¢s; tambi¨¦n aumentar¨ªa su contenido en sal. Adem¨¢s da?ar¨¢ el mar de M¨¢rmara, al que compara con un ¡°enfermo de asma cr¨®nico¡± por la falta de ox¨ªgeno debido a la contaminaci¨®n. Con el canal, arguye el ocean¨®grafo, se reducir¨ªan a¨²n m¨¢s la aportaci¨®n de ox¨ªgeno y aumentar¨ªa la concentraci¨®n de sulfuro de hidr¨®geno. En definitiva, para Saydam, la construcci¨®n del estrecho artificial ser¨ªa un ¡°escenario catastr¨®fico¡±.
El urbanista Atlar, con todo, no cree que finalmente se lleve a cabo. No porque a Erdogan le preocupen especialmente las consecuencias ecol¨®gicas, sino por una cuesti¨®n de n¨²meros. Los c¨¢lculos m¨¢s optimistas estiman que la obra saldr¨ªa por unos 40.000 millones d¨®lares; dinero que, seg¨²n la prensa progubernamental, aportar¨ªan inversores ¨¢rabes. Un reportaje de la cadena TGRT defini¨® el canal como ¡°una m¨¢quina de imprimir dinero¡± gracias a los 160 buques que lo atravesar¨¢n al d¨ªa -un nivel ligeramente superior a los que transitan actualmente por el B¨®sforo- con lo que la infraestructura quedar¨¢ amortizada en cinco a?os. Pero resta saber (el Ministerio de Transportes no ha respondido a las peticiones de entrevista de El Pa¨ªs), c¨®mo convencer¨¢ Turqu¨ªa a las navieras de que utilicen el canal Estambul. Desde 1936, la Convenci¨®n Internacional de Montreux impone la libre navegaci¨®n de los buques mercantes a trav¨¦s de los estrechos del B¨®sforo y los Dardanelos, que une los mares Egeo y M¨¢rmara, y Turqu¨ªa no puede gravar el paso de barcos comerciales ni impedirlo, excepto en caso de malas condiciones atmosf¨¦ricas. Las arcas turcas tan solo recaudan algo de dinero por el paso de barcos con mercanc¨ªas peligrosas, as¨ª que, ?por qu¨¦ van a utilizar los buques un nuevo canal de pago cuando tienen uno gratuito a 30 kil¨®metros? Como mucho, Turqu¨ªa podr¨ªa ofrecerles mayor rapidez, una especie de fast-lane para acceder al Mar Negro, en lugar de tener que esperar varios d¨ªas varados en alta mar a esperar turno en el saturado B¨®sforo.
¡°Los recursos econ¨®micos que requiere la obra son inmensos, as¨ª que t¨¦cnicamente no ser¨¢n capaces de hacerla, se limitar¨¢n a utilizar el proyecto para recalificar los terrenos del norte de Estambul¡±, cree Atlar. Si bien concede que voluntad pol¨ªtica para ejecutar tan fara¨®nica infraestructura s¨ª la hay. Ya lo avis¨® Erdogan hace unos a?os: ¡°Quer¨¢is o no, el canal se har¨¢. Porque mi pueblo as¨ª lo quiere¡±.
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