El misterio de a qui¨¦n va dirigida la peineta m¨¢s famosa de la historia
Rabioso y nihilista, Johnny Cash convirti¨® este gesto de desprecio en un s¨ªmbolo de rebeli¨®n. Pero, ?para qui¨¦n era?
No es una peineta, es mucho m¨¢s: un s¨ªmbolo de rebeli¨®n, de autoafirmaci¨®n y de individualismo. Est¨¢ ejecutada con una profunda rabia. El ce?o fruncido, la dentadura mordiendo con violencia el labio inferior. Y ese brazo estirado, con el dedo coraz¨®n el primer plano: "Que os den".?
Los Beatles cruzando Abbey Road. Bob Marley y su porro¡ Y Jonnhy Cash realizando su rabiosa peineta. Probablemente estas sean las tres instant¨¢neas m¨¢s famosas de la historia del rock. Desde luego son las m¨¢s reproducidas, las m¨¢s estampadas en camisetas y p¨®steres. Pero la imagen de Johnny Cash (Arkansas, 1932-Nashville, 2003), dechado de fiereza y nihilismo, tiene adem¨¢s el valor de guardar una de las historias m¨¢s misteriosas de la historia del rock. Tanto que, como en los buenos mitos, nadie sabe d¨®nde empieza la realidad y d¨®nde acaba la ficci¨®n sobre el momento en el que Johnny levanta, desafiante, su dedo coraz¨®n.
En 1968, Johnny Cash estaba intentado regresar al mundo de los vivos. A?os de consumo de estimulantes le hab¨ªan granjeado una leyenda tan negra como su inseparable guitarra D35. ?l mismo bromeaba acerca de su mala fama en su autobiograf¨ªa, publicada en Espa?a por Global Rhythm: ¡°Durante mis a?os de anfetamina pas¨¦ unas cuantas noches en la c¨¢rcel, pero nunca m¨¢s de una noche: siete incidentes en total, distintas fechas en distintos lugares donde la ley local decidi¨® que todos estar¨ªamos mejor si me encerraban bajo llave¡±.
Cash y su dedo coraz¨®n acabaron por convertirse en un icono, en un s¨ªmbolo de individualismo y lucha contra lo establecido. Y hasta hoy as¨ª ha seguido siendo.
El pueblo, sin embargo, le cre¨ªa un convicto, por su mala cabeza y por letras como la de Folsom Prison Blues, esa en la que escribi¨®: ¡°Dispar¨¦ a un hombre en Reno / solo por verle morir¡±. Era una canci¨®n de 1955, pero se hab¨ªa convertido en un himno detr¨¢s de los barrotes de medio EE. UU. Casi desde su primera emisi¨®n radiof¨®nica, las c¨¢rceles de todo el pa¨ªs le pidieron que la interpretara para sus reclusos. Y Cash, siempre piadoso con los d¨¦biles y los marginados, all¨¢ que iba a tocarla. En 1968 crey¨® que hab¨ªa llegado el momento de homenajear al lugar que tanto le hab¨ªa dado: grabar¨ªa un disco en directo en el penal de Folsom, el inmortal Johnny Cash at Folsom Prison.
A pesar de que la compa?¨ªa discogr¨¢fica no las ten¨ªa todas consigo, fue un ¨¦xito clamoroso. A Cash le dieron hasta un programa de televisi¨®n. Se cas¨® con la tambi¨¦n cantante de country June Carter, su segunda esposa. Pronto, la discogr¨¢fica le pidi¨® que repitiera, esta vez en el m¨ªtico penal de San Quint¨ªn, un a?o despu¨¦s. No solo habr¨ªa un equipo de grabaci¨®n para el pertinente disco, tambi¨¦n habr¨ªa uno de televisi¨®n de Granada Television. Y un fot¨®grafo, claro. El que la estrella quisiera. Y Johnny eligi¨® al que se consideraba el mejor, uno que le hab¨ªa presentado un tal Bob Dylan que de vender su imagen sab¨ªa bastante. Se trataba de Jim Marshall, el artista que inmortalizar¨ªa la peineta. Pero, ?a qui¨¦n iba dirigido ese gesto de desprecio?
TEOR?A N.?1: La peineta estaba destinada a los carceleros
La preferida por los mit¨®manos. Su principal apoyo es el testimonio de Merle Haggard, artista country que por la ¨¦poca todav¨ªa no hab¨ªa descubierto su talento musical, pero s¨ª su vocaci¨®n delictiva, por lo que asist¨ªa como p¨²blico involuntario (preso de San Quint¨ªn) al concierto. ¡°Cash hab¨ªa perdido la voz el d¨ªa anterior en San Francisco, y no pod¨ªa cantar muy bien. Pens¨¦ que pinchar¨ªa, pero se gan¨® a los presos. Mantuvo el tipo y la actitud: masc¨® chicle, se mostr¨® altivo y le hizo la peineta a los carceleros. Todo lo que los presos esper¨¢bamos que hiciera¡±.
TEOR?A N.?2: La peineta estaba destinada al equipo de televisi¨®n
La preferida por los odia-medios. Sostenida por el propio Johnny Cash, que escribi¨® las siguientes palabras en el librillo de la reedici¨®n del disco Johnny Cash at San Quentin en 2000: ¡°En un momento del concierto me apart¨¦ del micr¨®fono y grit¨¦: ¡®?Salid del escenario! ?No puedo ver al p¨²blico! Nadie se movi¨®, as¨ª que les hice una peineta. De ah¨ª la fotograf¨ªa¡±. Buen intento, Johnny, pero mala memoria: su versi¨®n no acaba de ajustarse a la realidad -tal y como ha demostrado su fan Adam Gimbel-, por una sencilla raz¨®n: no lleva la misma ropa del concierto, su inefable traje negro, sino un mono de presidiario. La foto estar¨ªa tomada, pues, durante un ensayo sin p¨²blico. El mono, por cierto, saldr¨ªa a subasta a un precio de 5.000 d¨®lares (4.200 euros) en 2010¡ se vendi¨® por 50.000 (42.400 euros).
Sea como fuere, el ¨¦xito de la peineta se hizo esperar. De hecho, la fotograf¨ªa solo existi¨® en el archivo y los ojos de Jim Marshall durante d¨¦cadas. Marshall sab¨ªa que Cash era un hombre extremadamente pudoroso y obsesionado con las buenas maneras. Hab¨ªa alguna que otra reproducci¨®n, pero casi circulaban como si se tratara de contrabando. Hasta que, harto de verla reproducida, Jim Marshall decidi¨® publicarla por vez primera en su libro de fotograf¨ªas Not fade away, en 1997. A Marshall le preguntaron por aquella magn¨¦tica imagen, claro. Si ya era cascarrabias en 1969, no lo iba a ser menos en 1997: ¡°He olvidado por qu¨¦ hizo una peineta en esta foto. Puede que estuviera dirigida al equipo de televisi¨®n que lo filmaba, o que yo le pidiera que se lo hiciera a los guardas. Fuera por lo que fuera, se ha convertido en una instant¨¢nea muy famosa e ic¨®nica¡±.
La foto reaparec¨ªa en un momento perfecto. Tras una larga traves¨ªa por el desierto, tras el olvido de toda una generaci¨®n, Johnny Cash, El Hombre de Negro, estaba de vuelta. El productor Rick Rubin le hab¨ªa hecho grabar el disco American Recordings en el sal¨®n de su casa, en 1994. Se trataba de un pu?ado de canciones propias y ajenas que consiguieron que los mel¨®manos redescubrieran y se enamoraran de aquel fen¨®meno de voz cavernosa.
Y bueno, pas¨® lo de siempre: toda esa industria que le hab¨ªa dado la espalda durante d¨¦cadas, de repente, eran los mejores amigos y admiradores de Cash. ?Si hasta Metallica siguieron sus pasos y grabaron el v¨ªdeo de St. Anger en San Quint¨ªn! ?Si hasta Los Simpson le pidieron a Cash que doblara a un coyote trist¨®n en un episodio!
A la gente que le rodeaba, que le hab¨ªa aguantado sus cuelgues y depresiones, aquello le hac¨ªa sangrar las ojos. Rick Rubin decidi¨® demostr¨¢rselo gr¨¢ficamente. Tras ganar el Grammy al Mejor Disco de Country por Unchained en 1998, public¨® un anuncio con la de la foto de la peineta y la leyenda: ¡°American Recordings y Johnny Cash quieren darle las gracias a la escena de Nashville y a las radios de m¨²sica country por su apoyo¡±. Pura iron¨ªa, claro.
En el documental Johnny Cash vs Music Row, Rubin comentaba la g¨¦nesis de aquella bofetada al sistema: ¡°Cash me dijo que no me iba a decir que lo hiciera, pero que desde luego tampoco me iba a decir que no lo hiciera. De hecho, escribimos juntos el texto que acompa?¨® a la foto de la peineta. Hablamos largo y tendido de aquel anuncio¡±.
El desprecio a la industria se transform¨® en amor de los fans an¨®nimos y famosos: por todas partes los miembros de las bandas imitaban el ce?o fruncido, la boca entreabierta, el dedo alzado¡ Elton John compr¨® los negativos. Cash y su dedo coraz¨®n acabaron por convertirse en un icono de la historia del rock, en un s¨ªmbolo de individualismo y lucha contra lo establecido. Y hasta hoy as¨ª ha seguido siendo. La peineta de Johnny Cash es, probablemente, la m¨¢s famosa del mundo¡ para desgracia de todos los que la han hecho desde entonces, desde Liam Gallagher a Luis B¨¢rcenas.
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