La colecci¨®n de moda m¨¢s deseada se queda en Espa?a
La colecci¨®n del visionario Felipe Salgado que acaba de adquirir el Museo del Traje de Madrid es una de las m¨¢s importantes de Europa y ahora se convierte en bien de inter¨¦s cultural p¨²blico. Entre sus piezas, creaciones emblem¨¢ticas de dise?adores como Martin Margiela, Rei Kawakubo y Courr¨¨ges.
Ni el Victoria & Albert de Londres ni el Palais Galliera de Par¨ªs. Ni siquiera el excelso ModeMuseum de Amberes. A la colecci¨®n de moda atesorada durante tres d¨¦cadas largas por el periodista Felipe Salgado le hab¨ªan salido no pocos y atractivos pretendientes en los ¨²ltimos a?os, pero, definitiva y afortunadamente, se queda en Espa?a. El Estado la adquiri¨® para el Museo del Traje de Madrid a mediados del pasado diciembre, una operaci¨®n sin ruido medi¨¢tico no solo porque la instituci¨®n se lo haya callado p¨²blicamente (de momento), sino tambi¨¦n porque, al fin y al cabo, solo se trata de ropa. Y, sin embargo, el movimiento no puede resultar m¨¢s trascendente. El precio de la venta da cuenta de su alcance: alrededor de medio mill¨®n de euros se calcula, aunque la cifra tampoco se ha revelado de manera oficial. Ni la mitad de su valor estimado.
Lo excepcional de la transacci¨®n ¡ªrealizada por el Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deporte a trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, gestora del museo¡ª tiene que ver con el valor art¨ªstico y el significado cultural de las piezas: en total, 227, entre vestimenta, accesorios y joyer¨ªa. ¡°Esta compra debe ser contemplada con la mirada del historiador, casi del cr¨ªtico, y emparejarse con las pol¨ªticas de adquisici¨®n de arte contempor¨¢neo¡±, explica Juan Guti¨¦rrez, responsable de la colecci¨®n de Moda Contempor¨¢nea del Museo del Traje. ¡°En cierto sentido, estas prendas comunican mucho m¨¢s hoy que las obras del arte oficial, que parecen desligadas del devenir de la sociedad, mientras que el discurso de estos dise?adores nos hace reflexionar sobre cuestiones que nos conciernen directamente a todos, como los roles y pol¨ªticas de g¨¦nero, la sostenibilidad y la p¨¦rdida de valor de los objetos, el conflicto entre el control social y la libertad¡¡±.
Centrado en el dise?o de vanguardia del ¨²ltimo medio siglo, el bot¨ªn incluye desde etiquetas ya hist¨®ricas del relumbr¨®n de Courr¨¨ges hasta ense?as de culto actuales como Jacquemus o Steven Tai, pasando por Yohji Yamamoto y Marjan Pejoski. La sensibilidad de Sybilla y la bravura experimental de Elena Mart¨ªn Lamothe y Llu¨ªs Corujo ponen la guinda espa?ola. Aunque es el genio de Rei Kawakubo (Comme des Gar?ons), Raf Simons, Bless, Bernhard Willhelm y Martin Margiela el que articu?la la colecci¨®n. ¡°Lo que nos movi¨® a realizar la compra de manera m¨¢s decidida es la extraordinaria circunstancia de que algo as¨ª se encontrara en Espa?a. Era una oportunidad irrepetible¡±, contin¨²a Guti¨¦rrez.
La ¨²nica condici¨®n que puso Salgado para que su legado permaneciera en Espa?a es que no se quedara en Barcelona
Establecido como centro de investigaci¨®n del patrimonio etnol¨®gico en 2004, el actual Museo del Traje parece decidido as¨ª a cambiar polvo por brillo. ¡°Esta es una instituci¨®n joven que todav¨ªa est¨¢ defini¨¦ndose. Adem¨¢s, alberga unos contenidos muy diversos que complican precisar su car¨¢cter; sin ir m¨¢s lejos, aqu¨ª tambi¨¦n se custodia la colecci¨®n del antiguo y fundacional Museo del Pueblo Espa?ol¡±, concede el historiador y comisario, a¨²n consciente de que la alta costura sigue siendo uno de los pivotes del lugar. En la ¨²ltima d¨¦cada, el centro ha recibido donaciones de post¨ªn en esta categor¨ªa, como la del recientemente fallecido Hubert de ?Givenchy, que, en 2005, cedi¨® un vestido de raso rojo con el cuerpo cubierto de plumas que perteneci¨® a su musa, la actriz Audrey Hepburn. Tambi¨¦n se ha hecho con cl¨¢sicos del siglo XX por cuenta propia. Por ejemplo, los que atesoraban los coleccionistas romanos Enrico Quinto y Paolo Tinarelli: cerca de 900 conjuntos entre Poiret, Balenciaga, Dior, Madame Gr¨¨s, Valentino o Yves Saint Laurent, comprados en 2006.
La de Salgado no ser¨¢ su mayor adquisici¨®n en t¨¦rminos cuantitativos, pero s¨ª significa un salto cualitativo. ¡°Creemos que es necesario prestarle especial atenci¨®n a las manifestaciones de la moda de vanguardia, que pueden funcionar perfectamente en un museo, sobre todo en uno abierto a la sociedad como quiere ser el nuestro¡±, afirma Guti¨¦rrez.
Pero ?c¨®mo puede ser un espacio por definici¨®n destinado a la conservaci¨®n y exhibici¨®n del pasado el destinatario de unas prendas que todav¨ªa podr¨ªan tener vida funcional, esto es, que cualquiera podr¨ªa llevar ahora mismo por la calle? ¡°Hemos tenido en cuenta el criterio de futuro. Estoy seguro de que se revalorizar¨¢n con el tiempo¡±, expone el comisario.
Hay piezas significativas como un conjunto de la revolucionaria tercera colecci¨®n de Martin Margiela ¡ªla de la primavera-verano 1990¡ª, codiciado por la directora del MoMu de Amberes, Kaat Debo, ya que al parecer ni la emblem¨¢tica casa que fundara el belga lo conserva completo en sus archivos. Tambi¨¦n cuenta con el gorro-peluca de piel del t¨¢ndem alem¨¢n Bless o el vestido de lienzos rectangulares de Sybilla, el mismo que luce la modelo Cristina Barrera en la c¨¦lebre imagen de la campa?a Moda espa?ola, fotografiada por Ouka Leele en 1986. Esta colecci¨®n ayudar¨¢ a completar la narraci¨®n de un museo que, aun contando con uno de los fondos m¨¢s importantes de Europa, no llena la ausencia de moda masculina y la escasa representaci¨®n de firmas de vanguardia que han acercado el dise?o al arte conceptual.
¡°No solo es un reflejo de mi vida profesional, sino adem¨¢s una expresi¨®n de qui¨¦n soy y de mis emociones¡±, dice de su legado el propio Felipe Salgado, un profesional del sector de renombre internacional. ¡°Cada vez que he comprado algo es porque sent¨ªa que me hablaba directamente, de una manera visceral, ya fuera por razones culturales o puramente sentimentales¡±, explica el coleccionista. ¡°La ¨²nica moda que me interesa es aquella que conecta con su tiempo, algo de lo que hoy la industria parece incapaz¡±. Lo cierto es que hay que conocer la figura de este zamorano de 55 a?os, radicado en Barcelona, para comprender el alcance de su aportaci¨®n a la moda de este pa¨ªs. A ¨¦l se le debe, en gran parte, la introducci¨®n del dise?o de vanguardia a principios de los noventa, primero como periodista ¡ªde la m¨ªtica Ajoblanco a la moderna B-Guided, pasando por la edici¨®n francesa de Glamour¡ª y despu¨¦s como empresario. Hasta su cierre en 2016, su showroom en la Ronda de la Universitat condal fue el faro que ilumin¨® el trabajo de dos generaciones de informadores, editores y estilistas. Que sea una de las pocas personas de las que haya noticia con l¨ªnea directa con el mism¨ªsimo Martin Margiela quiere decir mucho. A pesar de haber desarrollado pr¨¢cticamente todo su trabajo en Barcelona, Salgado ten¨ªa muy clara una condici¨®n para que su legado permaneciera en Espa?a: que no se quedara en Catalu?a. Los motivos, dice, no son pol¨ªticos. La raz¨®n reside en su proverbial desencuentro con los poderes f¨¢cticos de la moda catalana. ¡°Siempre me trataron como un cero a la izquierda, ignorando todo cuanto he hecho¡±, sentencia.
Lo curioso del caso es que su colecci¨®n saliera de la comunidad rumbo a Madrid el 12 de diciembre, en pleno momento ¨¢lgido del proc¨¦s y pocos d¨ªas despu¨¦s del traslado del tesoro de Sijena. ¡°No hay la m¨¢s m¨ªnima implicaci¨®n pol¨ªtica en esta compra¡±, tercia Juan Guti¨¦rrez. ¡°Para nosotros, esto es un patrimonio internacional, que no puede sujetarse a intereses politizados. La moda se mueve con el mercado global y las dem¨¢s cuestiones son secundarias. La fecha de la compra tiene m¨¢s que ver con el cierre del a?o econ¨®mico que con otra cosa, y no creo que nadie haya pensado en relacionar esto con el proc¨¦s catal¨¢n¡ O eso espero¡±.
A¨²n en fase de catalogaci¨®n, la colecci¨®n de Felipe Salgado comenzar¨¢ a verse en la muestra permanente del Museo del Traje tras la rotaci¨®n que se har¨¢ este verano. ¡°Hay mucha filosof¨ªa en estos creadores, de ah¨ª que la carga de contenidos que pueden facilitar abre muchas posibilidades para establecer distintas l¨ªneas expositivas¡±, concluye Juan Guti¨¦rrez, que a¨²n tiene entre manos la controvertida exhibici¨®n temporal dedicada al guardarropa de Carmen Lomana, primer golpe de efecto de una nueva estrategia para ganarle audiencia a la instituci¨®n, que el a?o pasado recibi¨® poco m¨¢s de 100.000 visitantes.
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