La cabeza se llena de costras tras un implante capilar, ?c¨®mo hacen los famosos para disimularlo?
Cap¨ªtulo 7: Los protagonistas de esta odisea por recuperar el pelazo se enfrentan a cuatro tipos de postilla, ?cu¨¢les son normales y cu¨¢les no?
"Cualquiera puede estar seguro de s¨ª mismo con la cabeza llena de pelo. Pero un calvo seguro de s¨ª mismo, ah¨ª hay un diamante en bruto", Larry David.
Ya hace una semana que nos operamos. Poco a poco vamos recuperando nuestra vida laboral y social (que no es que tengamos mucha, no se imaginen a los Sujetos 1 y 2 enlazando ¨¢gapes y c¨®cteles con estrenos y cuchipandas sino m¨¢s bien pegando la hebra con la Sra. del estanco o yendo a recoger nuestro lote de verduras ecol¨®gicas a la cooperativa, ESA vida social).
Vida normal todav¨ªa no hacemos del todo. Seguimos durmiendo en el sof¨¢, el Sujeto 2 menos horas, una media de cuatro por noche, que el Sujeto 1, lo que puede deberse a cuestiones nerviosas, de facilidad de sue?o o a que quiz¨¢s el sof¨¢ de uno es manifiestamente mejor que el del otro. Nada grave salvo por las ojeras y la irritaci¨®n y la somnolencia, ?chucher¨ªa! Seguimos duch¨¢ndonos a medio gas y utilizando la t¨¦cnica del cazo para aclararnos la cabeza. Por supuesto, las costras de la parte superior ni las tocamos.
Cuando vamos a la cl¨ªnica a la revisi¨®n de la semana nos ri?en por haber actuado con exceso de celo: ya deber¨ªamos haber vuelto a dormir en nuestras camas y ya deber¨ªamos habernos enjabonado la zona donante. Los injertos se han consolidado completamente y ya podemos utilizar el rociador de la ducha, aunque sin aplicar una presio?n de agua excesiva.
Por lo visto, desde hace un par de d¨ªas podemos aplicarnos el champ¨² mediante suaves masajes circulares que facilitar¨¢n que se vayan desprendiendo las costras. Vale, tal vez hayamos actuado con precauci¨®n excesiva pero, como dice el refr¨¢n, "quien hace un cesto hace ciento" (no estamos seguros de que este sea el refr¨¢n adecuado) y para esto de las unidades foliculares trasplantadas somos muy mirados (eso sin contar con que dejar el sof¨¢ supone despedirse de las reposiciones de?Equipo de Investigaci¨®n, Pesadilla en la cocina y Pesca radical).
Estas costras son normales
Por lo dem¨¢s, estamos bien. No hay dolor. NO HAY DOLOR. S¨ª que persiste la sensaci¨®n de testa acartonada. Y tenemos la cabeza llena de costras, tanto en la zona receptora (peque?itas y oscuras) como en las zonas donantes (m¨¢s grandes y rojizas, tipo abrasi¨®n, como si se nos hubiera quedado un pie enganchado al estribo de una cu¨¢driga y hubi¨¦ramos rodado por la arena del coliseo dando vueltas sobre nuestra cabeza o as¨ª), ?somos literalmente unos costras!
En un par de d¨ªas, la zona transplantada se puebla de microcostras amarillentas, una por unidad folicular injertada, que se suman a las maxicostras a medio caer de la zona donante, somos el sue?o h¨²medo de Grissom el de CSI.
Dado nuestro lamentable aspecto, no salimos al mundo exterior sin cubrirnos la cabeza, m¨¢s que por pudor o precauci¨®n por ahorrarle a la gente la visi¨®n de nuestras castigadas cabezas. Hemos elegido un par de gorras azulonas modelo parpusa que nos hacen estar todav¨ªa m¨¢s hermanados, a¨²n dir¨ªamos m¨¢s, nos hemos convertido en los los Hern¨¢ndez y Fern¨¢ndez de la cuesti¨®n capilar.
El otro d¨ªa bajamos al colmadito y nos quedamos sorprendidos por ser el centro de todas las miradas. Lo achacamos a la camisa estampada, ya nos hab¨ªan advertido que era "bastante atrevida" ("una horterada", en honor a la verdad). Lo que en un principio nos parecieron gestos insinuantes y/o de admiraci¨®n resultaron ser m¨¢s bien miradas de espanto y/o curiosidad. De repente, ca¨ªmos en la cuenta: ?se nos hab¨ªa olvidado ponernos la gorra!
En cuesti¨®n de horas, las minicostritas amarillentas de la azotea empiezan a soltarse. En un arranque de entusiasmo, el Sujeto 2 baja al chino de la esquina a por una brocha con la que sacud¨ªrnoslas. Como golpe de efecto mola, pero es postureo, es m¨¢s efectiva la mano. Sin poder evitarlo, de vez en cuando nos hacemos lo que hemos bautizado alegremente como la?pasadinha (pasar la palma de la mano en un movimiento constante atr¨¢s-delante por la zona reci¨¦n implantada con la cabeza inclinada hacia abajo), lo que desata un fen¨®meno al que hemos denominado po¨¦ticamente "lluvia de costritas".
Caen a montones. Analizando el resultante de una de estas pasadinhas ("?parece az¨²car moreno!", "?me est¨¢s poniendo perdida la presentaci¨®n para Telef¨®nica!") comprobamos con horror que algunas de las costritas voladoras llevan adherido su correspondiente "pelo del nuevo", lo que desata un ataque de nervios GRADO 3 que no remite hasta que le mandamos a una de las enfermeras una foto (movida) del desastre v¨ªa WhatsApp y nos contesta de forma tranquilizadora: "ES NORMAL, CENUTRIOS".
Entonces nos echamos hist¨¦ricamente a llorar ¡ªgimoteando (Sujeto 1), sollozando (Sujeto 2) y haciendo pucheros (Sujetos 1 y 2)¡ª de alivio y felicidad. A partir de entonces y durante unos d¨ªas, incorporamos a nuestro repertorio de trucos de bar la "lluvia de costritas", para pasmo y horror de la mayor¨ªa de nuestros testigos, ?ser¨¢n melindres, qu¨¦ poco sentido del espect¨¢culo!
La revisi¨®n de los 15 d¨ªas: la postilla que no es normal e inyecciones de plasma
Un s¨¢bado nos animamos a dar una vuelta, as¨ª que nos calzamos la gorra, nos echamos unas gotitas de aloe vera detr¨¢s de las orejas y, ?a la calle! Las reacciones de nuestros amigos discurren entre el jolgorio, la curiosidad, el entusiasmo, la piedad y la retranca, normalmente todo a la vez y en bucle. Agotador. Capitalizamos las conversaciones, nos someten a un tercer grado, aunque resistimos y ponemos punto final a los interrogatorios con un lac¨®nico "leed el blog". Ese d¨ªa nos sacan un par de parecidos: Michael Stype, el cantante de REM (en fase calva, suponemos) y, a¨²n peor, Fito Cabrales. Entre unas cosas y otras (reducci¨®n dr¨¢stica de la ingesta de espirituosos y nicotina), somos los primeros en retirarnos.
Dado que el Sujeto 1 le lleva dos d¨ªas de ventaja al Sujeto 2, el primero se ha convertido en el gur¨² del segundo, es su mentor, su referente, su modelo, su faro y su conejillo de indias. Mantienen una relaci¨®n epistolar digital que ya quisieran Borges y Bioy Casares, no menos de 40 whatsapps al d¨ªa con todo tipo de cuestiones: "?Cu¨¢nto has dormido?", "?a qu¨¦ hora tomaste los gr¨¢nulos?", "?debo lavarme la cabeza hoy?", "?es cierto que si echas unas gotas de vinagre en el cubo de fregar queda el parqu¨¦ reluciente?"...
A pesar de la ventaja, cuando acudimos a la revisi¨®n de los 15 d¨ªas el Sujeto 2 tiene las costras mucho mejor que el Sujeto 1. De hecho, el Sujeto 1 tiene una megacostra en el parietal derecho realmente inquietante. De hecho (2), se han visto dragones de Komodo viejos y baqueteados en mil batallas con una piel de aspecto mucho m¨¢s suaveeee que la megacostra del Sujeto 1. Las enfermeras ponen el grito en el cielo. "?Como no has venido antes!", dicen.
As¨ª que toca eliminar la costra con mimo, suero para reblandecerla y la ayuda de unas pinzas. Despu¨¦s nos ponen unas inyecciones de plasma. Nos sacan sangre, la meten en una centrifugadora y as¨ª se separan los gl¨®bulos del plasma, que queda arriba. Es un factor de crecimiento que favorece la cicatrizaci¨®n y el desarrollo del pelo. "Oro l¨ªquido", lo llama la doctora. El plasma te lo ponen mediante pinchazos en el cuero cabelludo. Es lo m¨¢s dolorosos del proceso, tanto los pinchazos como el hielo que se aplica primero para insensibilizar algo la parte pinchada. Aguantamos como titanes sin torcer apenas el gesto, todo sea por tener la cabeza en condiciones.
La pr¨®xima semana, m¨¢s aventuras y, garantizado, menos costras.
Canci¨®n sugerida ¡ª 'Knockers' (aldabas), de The Darkness
Al Sujeto 1 y al Sujeto 2 les gusta pensar que la frase capital de la canci¨®n, "I just love what you've done with your hair oh yeah" ("me encanta lo que has hecho con tu pelo, oh s¨ª"), esa gloriosa y prof¨¦tica frase, Justin Hawkins nos la canta ¡ªa puro falsete¡ª directamente a nosotros y no a la odalisca de baratillo a la que en realidad est¨¢ dedicada.
ANEXO ¡ª EL TRAMPANTOJO CAPILAR, EL TRUCO DE LOS FAMOSOS
Si el Sujeto 1 y el Sujeto 2 est¨¢n en un estado ¡ªentre el pelo en ca¨ªda libre de la zona receptora y con las zonas donantes a medio poblar y a¨²n irritadas¡ª imposible de disimular como no sea con alg¨²n tipo de gorro..., ?c¨®mo diablos hacen los personajes cuya actividad requiere de exposici¨®n p¨²blica para que nadie se d¨¦ cuenta?
"En la ¨²ltima gala de los Goya hab¨ªa cinco operados por nosotros, y dos de ellos muy recientes", nos cuenta la doctora Linzoain. ?Y c¨®mo lo hacen? ?Magia negra?
Aunque existen otras t¨¦cnicas de disimule moment¨¢neo como el maquillaje y el espray (que pintan el cuero cabelludo y evitan as¨ª que, bajo los focos, se vea el cart¨®n), seg¨²n la doctora lo m¨¢s efectivo hoy por hoy son unas diminutas fibras de queratina micronizadas y antial¨¦rgicas que se adhieren al cabello existente por la electricidad est¨¢tica del mismo.
Son muy sencillas de poner y muy sencillas de quitar, ya que se van con el lavado normal del cabello. Las hay en una amplia gama de colores y su precio es razonable. Obviamente, son soluciones puntuales que al menor descuido nos pueden dejar con el cr¨¢neo al aire, pero para resolver la papeleta si se tienen compromisos o no se quiere confesar que uno se ha sometido a una operaci¨®n de transplante capilar son una opci¨®n totalmente v¨¢lida.
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