Fruta fea para los ni?os de los suburbios de Nairobi
En Kenia, cada d¨ªa 75 toneladas de alimentos acaban en el basurero solo por razones est¨¦ticas. Parte de ellos se est¨¢n sirviendo en los men¨²s escolares de los barrios m¨¢s desfavorecidos del pa¨ªs
Faith tiene hambre. Desde que se levant¨®, a las cuatro y media de la madrugada, no ha probado bocado. Y ha hecho muchas cosas. Ha caminado dos horas para llegar a la escuela. Ha correteado por el descampado y ha atendido en clase. En la de matem¨¢ticas. Y en la de ingl¨¦s. Faith, 12 a?os y unas ganas enormes por sonre¨ªr, quiere ser una buena estudiante. Pero tiene hambre. Y as¨ª no hay quien se concentre en la pizarra. Lo que le dan en la escuela de Mcedo, en los subirbios de Nairobi, la capital de Kenia, es a menudo lo ¨²nico que come en el d¨ªa.
¡°S¨ª, muchos d¨ªas es lo ¨²nico que como¡±, reconoce mientras espera, con su jersey ra¨ªdo en el pecho, a que le llegue su raci¨®n. Hoy, como casi siempre, toca githeri, una mezcla de ma¨ªz y alubias hervidas. Tambi¨¦n hay naranjas. Y a Faith le encantan las naranjas. ¡°Mucho. Mucho¡±, farfulla en ingl¨¦s. A su espalda, una veintena de chicos, todos menores de 14 a?os, aguardan en la fila su plato de githeri. A algunos, como a Morientos Avugwi, el mayor de cinco hermanos, se les escapa una de esas barrigas hinchadas con las que ironiza la desnutrici¨®n. Mientras espera por su cuenco azul, infla los carrillos. Como si as¨ª pudiese enga?ar al hambre. Morientos Avugwi tiene hambre.
¡°Estamos hartas del githeri, es todos los d¨ªas lo mismo. Queremos algo m¨¢s. Queremos pollo¡±, se escucha desde el otro lado del patio. Es una voz que en realidad son cuatro, la de Lucy, la de Cynthia, la de Violet y la de Lydia, que es la que habla por todas. Son las compa?eras de clase de Faith. Ellas tambi¨¦n tienen hambre.
Mathare, una sucesi¨®n de slums en la periferia de Nairobi, es desde hace tiempo una de esas ciudades de sombra en las que familias llegadas desde las zonas rurales tratan de conquistar un futuro. ¡°Nosotros llegamos hace 10 a?os desde una aldea de Kisumu¡±, en la ribera del lago Victoria, a este lado de la frontera con Uganda. Lo dice Milicent, la madre de Lydia. Pensaban que en Nairobi habr¨ªa m¨¢s oportunidades, pero a d¨ªa de hoy apenas tienen que llevarse a la boca. ¡°El padre est¨¢ intentando ganar algo de dinero, pero no siempre lo consigue¡±. Trabajos precarios, en la construcci¨®n o en lo que salga, que no dan para los seis miembros de la familia. En Mathare es lo que hay: hambre.
Las sonrisas en Mathare cuestan 0,016 euros
A la escuela de Mcedo acuden a diario 485 chicos de la barriada. M¨¢s de 300 comen aqu¨ª gracias al programa de men¨²s escolares apoyado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) desde 1980. En 2009, el Gobierno de Kenia se hizo cargo del grueso del proyecto, del que se benefician 1,2 millones estudiantes, mientras el PMA se mantiene como responsable de los complementos alimentarios de las zonas m¨¢s complicadas: los cuatro condados afectados por la sequ¨ªa, Garissa, Mandera, Turkana y Wajir, y los barrios chabolistas de Nairobi. En total, 393.904 alumnos que reciben su raci¨®n diaria de cereales, legumbres, verduras y, desde mediados de 2016, fruta fresca.
¡°Los men¨²s escolares son una red de seguridad muy efectiva: atraen y retienen a los alumnos en la escuela, contribuyen a aliviar el hambre a corto plazo y para muchos ni?os suponen una parte importante de su ingesta diaria de energ¨ªa y nutrientes", destaca el PMA. En la pr¨¢ctica se trata que los alumnos de Mcedo no piensen en otra cosa que seguir estudiando. Y que cada vez obtengan mejores resultados. ¡°Antes se enfermaban m¨¢s, ten¨ªan menos fuerzas. Ahora se les ve con energ¨ªa. Adem¨¢s, ayuda a luchar contra el abandono escolar: si no vienen al colegio, no les damos comida¡±, asegura Mark Okwiri, el jefe de estudios.
Al otro lado de la cocina, una estancia coloreada por el humo negro que emana de la lumbre, Milicent asiente con la cabeza. ¡°Es verdad, los ni?os se sienten mejor desde que est¨¢ en marcha el programa¡±. Ella es una de las madres voluntarias que acude cada d¨ªa al centro escolar a preparar el men¨² para para los m¨¢s de 300 alumnos. Entre ellos, dos de sus hijas.
Incorporar fruta fresca ayuda a aumentar el valor nutricional de los men¨²s escolares, a menudo la ¨²nica comida diaria de muchos chicos
Llenar de sonrisas Mathere cuesta dos chelines. 0,016 euros al cambio. Es el precio que tiene incorporar las frutas frescas al programa. En total, cada men¨² cuesta 11 chelines al d¨ªa (0,08 euros). Una vez al trimestre, Okwiri organiza un concurso entre los proveedores locales para adquirir, con los fondos del PMA, sal, aceite, alubias y ma¨ªz. ¡°Las verduras las compramos cada semana, tambi¨¦n en el mercado local¡±, se?ala. Esta f¨®rmula, de la que se sirven 88 de las 91 escuelas ¡ªcon 80.000 estudiantes en total¡ª adheridas a la iniciativa en los suburbios de Nairobi, sirve adem¨¢s de catalizador para la econom¨ªa vecinal, pues son los productores locales los que venden sus cultivos a la escuela.
El problema, apuntan los t¨¦cnicos de la agencia internacional, es la fluctuaci¨®n de los precios y las limitaciones de muchos centros para guardar los alimentos y prepararlos cada d¨ªa. No en todas las escuelas hay personas como Milicent, dispuestas a pasar la ma?ana cocinando para los ni?os del barrio.
75 toneladas de frutas tiradas a diario?
En un pa¨ªs donde casi la mitad de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de la pobreza y uno de cada cuatro ni?os sufre problemas de crecimiento retardado a causa de la malnutrici¨®n, cada d¨ªa se rechazan 75 toneladas de frutas y verduras cultivadas para su exportaci¨®n por no cumplir los est¨¢ndares est¨¦ticos. Esa cantidad equivale a, por ejemplo, 600.000 tomates.
El pa¨ªs africano es uno de los grandes suministradores de frutas y hortalizas al mercado europeo. El 43,6% de los repollos importados por la Uni¨®n Europea proceden de Kenia. El sector hortofrut¨ªcola supone el 23% del PIB y da empleo, directa e indirectamente, a ocho millones de personas. Sin embargo, casi la mitad de los cultivos, el 44,5% seg¨²n un informe de Feedback Global, son rechazados para su exportaci¨®n por su aspecto: por ser demasiado grandes o peque?os, por tener manchas, imperfecciones, porque su color no es el deseado o, simplemente, porque su forma no resulta atractiva.
El programa de men¨²s escolares es una herramienta contra la desnutrici¨®n y contra el abandono escolar
Sin embargo, ¡°son perfectamente aptos para el consumo¡±. Feos pero nutritivos. Hasta ahora, contin¨²a Dina Aburmishan, nutricionista del PMA, algunos de estos excedentes eran enviados a orfanatos o utilizados para alimentar animales, aunque la mayor¨ªa acababan inevitablemente en los vertederos.
El pasado curso, la agencia puso en marcha una iniciativa piloto bautizada como Transformers para aprovechar estos cultivos rechazados por su aspecto. Varias empresas exportadoras pusieron a disposici¨®n sus productos, que eran enviados a una empresa de catering encargada de elaborar los men¨²s escolares para tres escuelas de Nairobi con 2.200 alumnos.
Est¨¢ previsto que este verano el Gobierno keniano se haga cargo de la alimentaci¨®n de las 1.095 escuelas que todav¨ªa est¨¢n bajo el mandato del PMA. A Faith poco le importa quien se encargue de la comida mientras sigan trayendo naranjas. ¡°Me gustan mucho¡±, insiste. El timbre de la tarde ha sonado ya y los estudiantes de Mcedo salen a la carrera. Algunos juegan al f¨²tbol en el descampado, mientras otros se entretienen con el pilla-pilla entre peque?as monta?as de basura.
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