Las pifias de nuestra (in)cultura popular en el ¨¢rea de la salud
Pese a estar rodeados por las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, seguimos siendo animales de costumbres
Estamos en plena era de la informaci¨®n. Las nuevas tecnolog¨ªas, con Internet como su m¨¢ximo exponente, nos permiten tener al alcance de la mano, y con tan solo unos pocos clics, vastos conocimientos de cualquier tem¨¢tica y ¨¦poca y en cualquier idioma. Nunca antes en la historia de la humanidad hab¨ªa sido tan f¨¢cil acceder a tantos y tan diversos contenidos que, de imprimirse, llenar¨ªan miles de bibliotecas. Sin embargo, hay una gran diferencia entre tener acceso a gran cantidad de informaci¨®n y estar bien informado. Pese a estar rodeados por las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, seguimos siendo animales de costumbres. As¨ª, muchas viejas tradiciones, expresiones, refranes, y el boca a boca de la cultura popular siguen todav¨ªa muy presentes entre nosotros.
Precisamente, la salud y la medicina, por ser temas de gran importancia para casi todo el mundo, tienen un hueco muy importante en nuestra cultura popular. Como se suele decir: "De f¨²tbol y de medicina, todo el mundo opina". No es, por tanto, de extra?ar que abunden incontables referencias a la salud en nuestro refranero, muchas de ellas de sentido com¨²n como "La salud es un tesoro que vale m¨¢s que el oro." Desafortunadamente, tambi¨¦n existen muchos errores en nuestra (in)cultura popular en el ¨¢mbito de la salud y ¨¦stos se transmiten durante d¨¦cadas e incluso siglos, quedando establecidos en nuestra sociedad, a modo de memes culturales. Acerqu¨¦monos, pues, a aquellos especialmente populares que patinan estrepitosamente en aportarnos sabidur¨ªa y veamos en qu¨¦ fallan.
"Si escuece es que cura"
C¨¦lebre m¨¢xima y t¨ªpica frase de madre/abuela donde las haya, nos remonta a aquellos nost¨¢lgicos tiempos de nuestra infancia y sus traum¨¢ticas heridas. Aunque ya no se usan tanto como anta?o, el agua oxigenada y el alcohol han sido hist¨®ricamente los principales recursos para desinfectar heridas abiertas y sangrantes. Cualquiera que las haya usado para tal fin conoce el agudo escozor que se siente al aplicarlos. Para justificar tal padecimiento y acallar quejas y lloros de ni?os, decir la frase "si escuece es que cura" era casi un ritual. Desafortunadamente para todos, no era verdad. Tales sustancias agreden a los tejidos expuestos en la herida, provocando dolor, dificultando la cicatrizaci¨®n y, por tanto, retrasando su curaci¨®n. Por esa y otras razones, en la actualidad se recomiendan otros productos mucho menos agresivos como la a clorhexidina o la povidona yodada.
"He cogido fr¨ªo y me he resfriado"
Es pr¨¢cticamente imposible atravesar el invierno sin escuchar una o varias veces esta frase. La idea est¨¢ totalmente infiltrada en nuestra cultura, a pesar de que es completamente err¨®nea y confunde causa con consecuencia. Lo que cogemos, en realidad, cuando nos resfriamos es un virus y, como consecuencia de ello, uno de los primeros s¨ªntomas es la sensaci¨®n de fr¨ªo, junto con una posible febr¨ªcula (elevaci¨®n leve de la temperatura corporal). La frase de marras tendr¨ªa el mismo sentido que decir "he cogido mocos y me he resfriado".
"C¨®rtate el pelo para que crezca con m¨¢s fuerza"
En el ¨¢mbito peluquero, esta es la frase que ha marcado y marca una tendencia mucho m¨¢s fuerte y duradera que cualquier moda de peinado y con las mismas razones l¨®gicas detr¨¢s: ninguna. El pelo humano, concretamente el tallo piloso, est¨¢ compuesto por la prote¨ªna fibrosa queratina alfa y c¨¦lulas muertas. S¨ª, el pelo no es algo que est¨¦ vivo a pesar de los muchos esfuerzos publicitarios que existan para "nutrirlo". Cortar fibras de queratina con c¨¦lulas muertas no tiene absolutamente ninguna influencia en la producci¨®n de pelo. ?sta tiene lugar en el bulbo piloso (la base del pelo) bajo la piel y, ah¨ª s¨ª, hay c¨¦lulas madre que producen nuestro odiado o amado pelo y no se ven afectadas lo m¨¢s m¨ªnimo por nuestros esfuerzos con la tijera.
"Los humanos s¨®lo utilizamos el 10 % del cerebro"
Ser¨ªa bonito si fuera verdad, porque dar¨ªa un rayo de luz de esperanza sobre las posibilidades intelectuales de millones de personas. Desafortunadamente, usamos el 100 % de nuestro cerebro aunque, eso s¨ª, no de forma simult¨¢nea. De hecho, usar el 100 % del cerebro al mismo tiempo distar¨ªa mucho de pensar como Einstein: estar¨ªamos padeciendo, en realidad, un gran ataque epil¨¦ptico. Al igual que ocurre con nuestros m¨²sculos, que somos capaces de usar cualquiera de ellos en cualquier momento pero no todos al mismo tiempo, utilizamos consciente o inconscientemente diferentes regiones de nuestro cerebro seg¨²n la actividad que realicemos. Es algo que conocemos muy bien gracias a pruebas como las resonancias magn¨¦ticas funcionales que permiten hacer estudios de la actividad del cerebro. As¨ª pues, no hay ninguna regi¨®n inutilizada en nuestro ¨®rgano pensante en condiciones normales, salvo aquellas que puedan quedar seriamente afectadas por un ictus, por ejemplo.
"No leas con tan poca luz, que te vas a dejar la vista"
Otra frase t¨ªpica de nuestra infancia y de uso generalizado por progenitores de diferentes generaciones que ve¨ªan y ven con preocupaci¨®n la lectura en condiciones de poca luz. Como bien saben los oftalm¨®logos, la lectura u otras actividades en las que se fijen los ojos con poca iluminaci¨®n no afecta en ning¨²n momento a la capacidad de visi¨®n del ojo. Sin embargo, s¨ª que se puede provocar fatiga visual, como consecuencia de exigir a los m¨²sculos del ojo enfocar de cerca durante largo tiempo, sin que la iluminaci¨®n sea el factor responsable. Es lo que le ocurre a muchas personas cuando trabajan durante muchas horas frente a la pantalla del ordenador, por ejemplo. Es cuando aparece entonces la visi¨®n borrosa, el enrojecimiento y picor en los ojos, entre otros s¨ªntomas. Aun as¨ª, es una situaci¨®n transitoria que se recupera con el descanso y no va a mayores.
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