Corregir el rumbo en la lucha contra la pobreza

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Para romper el c¨ªrculo vicioso de la transmisi¨®n de la pobreza de padres a hijos, los programas de protecci¨®n social apostaron en los a?os noventa por fomentar la acumulaci¨®n de capital humano entre los ni?os. Se trataba de hacer que la poblaci¨®n infantil cumpliera los protocolos sanitarios y nutricionales y asistiera a las escuelas con el objeto de que ni?os m¨¢s sanos y mejor preparados pudieran llegar a la vida adulta en condiciones m¨¢s favorables que sus padres. Ello les permitir¨ªa obtener mejores ingresos a trav¨¦s de sus propios esfuerzos.

Con ese fin se empezaron a transferir ingresos en efectivo a las familias en situaci¨®n de pobreza condicionando esa ayuda monetaria al cumplimiento de una serie de requisitos. Inicialmente las condicionalidades se centraron en la salud materno infantil, nutrici¨®n y vacunaci¨®n para ni?os en edad preescolar y en la asistencia a la educaci¨®n b¨¢sica. 20 a?os despu¨¦s de la introducci¨®n de estos programas, pocos dudan de su contribuci¨®n en aliviar la situaci¨®n de los m¨¢s desfavorecidos.

Hoy en d¨ªa los 50 millones de ni?os menores de cinco a?os que viven en Am¨¦rica Latina y el Caribe se encuentran en mejores condiciones que hace unas d¨¦cadas, tienen menos probabilidades de morir en el parto o en la primera infancia, est¨¢n mejor alimentados, sufren menos enfermedades y asisten mayoritariamente a la escuela.

Los programas de transferencias condicionadas se caracterizaron desde sus inicios por el ¨¦nfasis que ponen en medir sus efectos en la poblaci¨®n. Ello lo realizan a trav¨¦s de rigurosas evaluaciones de impacto que les permiten crear evidencia muy valiosa para los proyectos de desarrollo. Sin embargo, son pocas las ocasiones en que se puede observar un ciclo continuo de generaci¨®n de evidencia, toma de decisiones y verificaci¨®n de que esas decisiones fueron las adecuadas.

En Honduras, Bono Vida Mejor es uno de los programas prioritarios de alivio a la pobreza y acumulaci¨®n de capital humano. El programa da una transferencia de ingreso condicionada a que los hogares beneficiarios visiten los centros de salud y sus hijos tengan una asistencia escolar de al menos el 80%. En 2013, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el gobierno hondure?o lo someti¨® a una rigurosa evaluaci¨®n que demostr¨® que dicho programa hab¨ªa supuesto importantes beneficios en reducci¨®n de pobreza y en asistencia a la escuela y, sin embargo, su incidencia en indicadores de salud hab¨ªa sido inferior.

Los subsidios generalizados a servicios como la electricidad o el agua, suelen ser ineficientes

Al analizar las causas de esta realidad se vio que uno de los motivos de esta disparidad era que los hogares que formaban parte del programa recib¨ªan un monto fijo si al menos uno de los ni?os cumpl¨ªa con alguna de las condiciones. Por ejemplo, si una familia ten¨ªa un ni?o asistiendo a la escuela primaria (la tasa de asistencia a primaria en Honduras est¨¢ por encima del 90%) esta era condici¨®n suficiente para que el hogar recibiera el monto total de la transferencia (equivalente a unos 110 euros) cada cuatro meses sin importar si los ni?os en el hogar hab¨ªan ido al centro de salud.

Para corregir este problema, en 2015 se aprob¨® un nuevo reglamento del programa: a partir de ese momento cada ni?o del hogar beneficiario deber¨ªa cumplir con las condiciones que corresponden a su edad y recibir¨ªa un monto calculado individualmente. En 2017 se realiz¨® una nueva evaluaci¨®n y si bien los impactos del programa en t¨¦rminos de pobreza y educaci¨®n segu¨ªan siendo muy claros y relevantes, en el ¨¢rea de salud se hab¨ªan producido importantes cambios: la asistencia a controles de salud se hab¨ªa incrementado en casi un 25% y se apreciaban claras mejor¨ªas en la incidencia de las enfermedades diarreicas y respiratorias agudas e incluso una reducci¨®n sustancial en la tasa de anemia.

Existen numerosas opciones de redistribuci¨®n de los ingresos para corregir los ¨ªndices de pobreza y muchas de ellas, como los subsidios generalizados a servicios como la electricidad o el agua, suelen ser ineficientes. El Bono Vida Mejor y sus transferencias condicionadas es un ejemplo claro de un esquema que adem¨¢s de ser eficaz en t¨¦rminos redistributivos ha tenido logros importantes mejorando la salud entre los grupos m¨¢s vulnerables del pa¨ªs. Sin embargo, esos logros se dan como resultado de un an¨¢lisis riguroso de los resultados obtenidos, de una profunda reflexi¨®n sobre lo que funciona y lo que no y de un ajuste en consecuencia.

Que algo funcione no quiere decir que no se pueda mejorar. En el caso de los programas de transferencias condicionadas, es importante adaptar las obligaciones que tienen que cumplir los beneficiarios para hacer frente a los nuevos factores que obstaculizan la acumulaci¨®n de capital humano entre los j¨®venes. La evaluaci¨®n y la innovaci¨®n ser¨¢n las que marquen el camino para que la lucha contra la pobreza siga avanzando en la direcci¨®n deseada.

Luis Tejerina es especialista l¨ªder en protecci¨®n social y salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

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