Esto es lo que debes saber sobre la felicidad
Se trata de experimentar la alegr¨ªa, el bienestar en todos los aspectos y la suave sensaci¨®n de que la vida es buena y de alg¨²n modo fluye sin demasiados vaivenes. ?Casi nada!
Si buscamos en Google, encontraremos libros sobre la felicidad escritos por fil¨®sofos, psic¨®logos, bi¨®logos y un largo etc¨¦tera de expertos. Y pese a que casi todas estas opiniones tienen algo de verdad, tambi¨¦n tienen algo de especulaci¨®n. La felicidad no es una ciencia exacta, de modo que es imposible encontrar una manual de instrucciones que nos permita alcanzarla o garantizarla a nuestros hijos.
El hecho de ser feliz consiste en algo tan sencillo -?y tan complejo!- como sentirse contento durante el mayor tiempo posible. En otras palabras, la felicidad se basa en experimentar la alegr¨ªa, el bienestar en todos los aspectos y la suave sensaci¨®n de que la vida es buena y de alg¨²n modo fluye sin demasiados vaivenes. ?Casi nada!
En realidad, la felicidad la crea el cerebro para nuestra consciencia, que a su vez tambi¨¦n se produce en el cerebro, aunque todav¨ªa no sepamos c¨®mo. Para simplificar, podr¨ªamos decir que la felicidad se debe a la activaci¨®n de ciertos neurotransmisores que interact¨²an con ciertas neuronas. LA felicidad es una reacci¨®n bioqu¨ªmica, despu¨¦s de todo.
Lo que debemos tener claro es que la felicidad es una cualidad inherentemente humana, as¨ª que puede ser exactamente igual de intensa en un pastor de Pakist¨¢n que en un futbolista al marcar el gol de la victoria. Pero la felicidad tambi¨¦n tiene un factor cultural ciertamente intenso, no siempre saludable. Y a menudo impuesto, sobre todo cuando hablamos de nuestros hijos.
Comprender la felicidad de nuestros hijos
En un estudio reciente con casi 200 ni?os preadolescentes de diez a once a?os y adolescentes de quince a diecis¨¦is a?os, los padres sobreestimaron la felicidad de sus hijos preadolescentes y subestimaron la felicidad de sus hijos adolescentes. Adem¨¢s, la felicidad y el bienestar de los padres ¨Crecogidos seis meses despu¨¦s¨C se correlacionaron significativamente con sus estimaciones de la felicidad de los ni?os y adolescentes (1). Existe, pues, un sesgo egoc¨¦ntrico a la hora de estimar la felicidad de nuestros hijos.
Como hemos visto, la felicidad de un ni?o es un estado de su mente, al igual que la tristeza es otro. Y es un estado subjetivo y relativo. Es subjetivo porque a las personas nos hacen felices distintas cosas: lo que para unos es signo de felicidad, para otros es de tristeza. Y es relativo porque no depende de un valor absoluto, como la temperatura.
De hecho, el sentimiento de felicidad lo definimos siempre en relaci¨®n con el entorno y lo que pensamos y esperamos sobre ¨¦l. Por ejemplo, en un ni?o el siglo XXI probablemente produzca la misma sensaci¨®n de felicidad tener un smartphone que en el siglo XII tener una espada de madera.
En suma, la felicidad, pese a lo que sostienen algunos charlatanes, no es cuantificable. No se puede medir en una escala absoluta. No hay manuales infalibles para encontrar la felicidad. Sin embargo, en el caso de nuestros hijos, s¨ª podemos dar algunas pistas que, como las descritas en Quiero que mi hijo sea feliz, desde luego no asegurar¨¢n su felicidad, pero que, en cualquier caso, ayudar¨¢n a la posibilidad de alcanzarla.
Tipos de felicidad
En t¨¦rminos generales, la ciencia distingue entre dos tipos de felicidad, que se influyen mutuamente.
- La felicidad hed¨®nica se relaciona con el bienestar subjetivo. Tiene tres componentes principales: dos emocionales o afectivos ¨Cpositivo y negativo¨C y uno cognitivo ¨Csatisfacci¨®n en la vida-. El bienestar subjetivo se interpreta casi siempre con una experiencia de alto afecto positivo, bajo afecto negativo y alta satisfacci¨®n con la vida propia. Es un estado que pueden alcanzar desde el CEO de una multinacional hasta el agricultor de una finca peque?a.
- La felicidad eudaim¨®nica se refiere a c¨®mo uno vive su propia vida en lugar de una b¨²squeda de bienestar per se . O por decirlo de otro modo: dar sentido, significado y prop¨®sito a la existencia de la persona, como, por ejemplo, ayudar a los dem¨¢s. Esta felicidad ser¨ªa a largo plazo, mientras que la hed¨®nica ser¨ªa a corto.
Desde esa perspectiva, la posibilidad de vivir bien involucra motivos, metas y comportamientos que satisfacen las necesidades psicol¨®gicas b¨¢sicas para la competencia en lo que hacemos, las relaciones con los dem¨¢s y la autonom¨ªa, entendida como una buena relaci¨®n con los dem¨¢s, adem¨¢s de una buena competencia en lo que desarrollamos. En definitiva, es una felicidad que consiste en tener y sentir un prop¨®sito en la vida de acuerdo con nuestros valores internos
El sentimiento de felicidad lo definimos siempre en relaci¨®n con el entorno y lo que pensamos y esperamos sobre ¨¦l
Buscar la felicidad
Ahora bien, la felicidad no es una loter¨ªa que nos toca o no, si bien puede haber m¨¢s predisposici¨®n hacia ella por nuestro temperamento, como veremos. Tampoco es un objeto esperando a que lo descubramos. Es m¨¢s bien un proceso de creaci¨®n o construcci¨®n, pues, depende en buena medida de nosotros mismos, de lo que pensamos y sobre todo de c¨®mo nos comportamos. Como afirma Sonja Lyubomirsky, profesora del Departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de California en su libro La ciencia de la Felicidad (2).
?La felicidad no est¨¢ all¨ª fuera, esperando que la encontremos y la descubramos. Y no est¨¢ all¨ª fuera por la sencilla raz¨®n de que est¨¢ dentro de nosotros. Por banal y estereotipado que parezca, la felicidad es, m¨¢s que nada, un estado mental, una manera de percibirnos y de concebirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea?.
Lyubomirsky ha constatado en sus investigaciones que el 50 ciento de la felicidad viene determinada por nuestro temperamento de nacimiento, es decir, en los genes que heredamos de nuestros padres. Es evidente que los ni?os que nazcan con un determinado valor de referencia m¨¢s alto tendr¨¢n ventaja sobre los que tengan un valor m¨¢s bajo a la hora de conseguir el bienestar y la felicidad asociada. Pero ¨Cy esto es muy importante¨C esa predisposici¨®n no es una garant¨ªa completa. Solo es una ventaja inicial. No todos los altos juegan bien al baloncesto. Y la felicidad no es determinista
Asimismo, el otro 50% de la felicidad no se reparte como solemos creer. Seg¨²n Lyubomirsky:
?Tan solo alrededor del 10% de la discrepancia en nuestros niveles de felicidad se explica por las diferencias en las circunstancias de la vida o sus situaciones, es decir, porque seamos ricos o pobres, estemos sanos o enfermos, seamos hermosos o poco agraciados, estemos casados o divorciados, etc. El 40% restante, es esa parte de nuestra felicidad que tenemos la posibilidad de cambiar mediante nuestra manera de actuar y de pensar, esa porci¨®n que representa el potencial de aumentar la felicidad duradera que reside en todos nosotros. No es una cifra peque?a, pero tampoco es una enormidad; es una cifra razonable y realista?.
Lo que m¨¢s nos cuesta creer es que solo el 10% de ella depende de las posesiones que tenemos, de las circunstancias que nos rodean o de lo sanos que estemos. Nuestra intuici¨®n y nuestro inconsciente siguen sin cre¨¦rselo y por eso nos relacionamos con nuestros hijos pensando que la aportaci¨®n de esos factores es mucho mayor. Dirigimos mucho esfuerzo hacia ellos cuando educamos. Y la ciencia ya ha demostrado que ese tipo de felicidad -que es mayoritariamente hed¨®nica, en efecto- se antoja muy poco duradera, ya sea con un smartphone o con un yate.
Los psic¨®logos lo llaman adaptaci¨®n hedonista. Esa felicidad, pues, dura cierto tiempo y enseguida queremos algo mejor. Queremos m¨¢s y m¨¢s, est¨ªmulo tras est¨ªmulo. En los ni?os lo observamos claramente con los juguetes nuevos. Juegan con ellos el primer d¨ªa, trastean un poco el segundo y suelen abandonarlos al poco tiempo. Y as¨ª al final terminamos por tener ni?os a los que solo les produce placer abrir los regalos, esto es, ni?os potencialmente infelices, pues jam¨¢s se sentir¨¢n satisfechos.
La felicidad de nuestros hijos
El objetivo de los padres, pues, jam¨¢s debe encaminarse sea feliz en determinados momentos gracias a elementos externos, como una chucher¨ªa o una consola de videojuegos. Se trata de ayudar al ni?o a que en su cerebro se desarrollen herramientas que permitan que sus emociones y procesos cognitivos caminen en la direcci¨®n correcta sin necesidad de est¨ªmulos externos, lo cual, en una sociedad de consumo, es bastante dif¨ªcil.
Seg¨²n el psic¨®logo Martin Seligman, las dos ¨²ltimas generaciones de homosapiens hemos crecido en un ambiente correctivo y compensatorio: los padres corrigen las cosas que hacen mal los ni?os para as¨ª tener ni?os ejemplares. Por ejemplo, si nuestro hijo saca un cinco en Matem¨¢ticas, que no le gusta, y un siete en Dibujo, que le gusta, probablemente, puestos a elegir, fomentaremos que mejore el cinco en Matem¨¢ticas para que en el futuro tenga dos sietes. Es un error, pues precisamente la felicidad para el ni?o se encuentra en mejorar en Dibujo, que es vocacional, desde el siete hasta el nueve y dejar el cinco donde estaba. De esta forma, adem¨¢s, cabe la posibilidad de que sea un gran ilustrador. En el otro caso tan solo conseguiremos un matem¨¢tico mediocre y un dibujante frustrado.
En este sentido, la infancia debe considerarse una etapa en s¨ª misma y no un paso intermedio, una ¨¦poca, dem¨¢s, particularmente valiosa para ser feliz. Y lo que es a¨²n m¨¢s importante: una etapa en la que se debe aprender a encontrar la felicidad. Deseamos sinceramente que nuestros hijos sean felices, pero es importante tener claro que son seres independientes, con personalidad propia. Lo normal ¨Cafortunadamente¨C es no coincidir en las cosas que nos hacen felices con las que les hacen felices a ellos. Es inevitable que haya influencias, pero su felicidad se basa en su propia competencia, sus propias relaciones, su autonom¨ªa, sus valores o sus objetivos en la vida. Y eso requiere tener un criterio propio. No respetar ese hecho, lo que no debe confundirse con la permisividad, es, en definitiva, una de las causas de mayor infelicidad infantil, como veremos detalladamente en nuestro pr¨®ximo art¨ªculo, donde, adem¨¢s, daremos voz a los expertos.
Valores de la felicidad
Los estudios cient¨ªficos definen cuatro valores que se relacionan positivamente con la satisfacci¨®n vital:
Confianza. Esperar los mejor y trabajar para conseguirlo.
Entusiasmo. Contemplar la vida con excitaci¨®n, optimismo y energ¨ªa
Amor. La valoraci¨®n afectiva de las relaciones cercana con otros
Gratitud. Darse cuenta de lo que sucede y agradecer las buenas cosas que pasan
Es m¨¢s, estos caracteres, cuando se desarrollan, son fuertes predictores de autoeficacia, es decir, refuerzan la creencia de un ni?o en sus capacidades y/o habilidades para producir los efectos deseados con sus propias acciones.
(1) L?PEZ-P?REZ, B. y WILSON, E. L. ?Parent-child discrepancies in the assessment of children¡¯s and adolescents¡¯ happiness?. Journal of Experimental Child Psychology , 139, 249¨C255. 2015.
(2) LYUBOMIRSKY, Sonja. The How of Happiness. Penguin Books (2008).
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