Hay un aliento divino que viaj¨® en los barcos de esclavos
La espiritualidad africana siempre vivi¨® en Am¨¦rica. Cristina de Middel y Bruno Morais muestran fotos de pr¨¢cticas y rituales comunes en Francia y en M¨¦xico
?frica, la fotograf¨ªa africana, y en ella, una parte del alma de su continente, est¨¢n presentes cada verano en Les Rencontres de la Photographie de Arles, en Francia, quiz¨¢ el festival internacional de fotograf¨ªa m¨¢s reputado en Europa, que se celebra desde 1970 y que el a?o pasado convoc¨® a 125 mil espectadores. Esta vez, el esp¨ªritu de ?frica llega a trav¨¦s de Am¨¦rica, gracias a la exposici¨®n Medianoche en el cruce de caminos, de Cristina de Middel & Bruno Morais, comisariada por Claudi Carreras Guill¨¦n.
Porque el sentir profundo de la poblaci¨®n americana est¨¢ ¨ªntimamente ligado al de los ancestros africanos, la mirada de De Middel y su socio brasile?o se detiene en la espiritualidad africana y en la manera en que esta renace cada d¨ªa al otro lado del Atl¨¢ntico. Los fot¨®grafos visibilizan las ra¨ªces de esas creencias degradadas y envilecidas por los dogmas religiosos impuestos por las mayor¨ªas monote¨ªstas.
La fot¨®grafa de Alicante y su marido Bruno eligen puestas en escena en Ben¨ªn, Cuba, Brasil y Hait¨ª, que cuelgan sin informaci¨®n geogr¨¢fica, para que el espectador constate que las distancias convencionales pueden desenmascararse. Son im¨¢genes imborrables, de poes¨ªa alejada de cualquier pintura naturalista, que dan cuenta de paisajes y leyendas populares. Se trata de recreaciones nada literales que, bien parten de objetos y personas como los gemelos portadores de la buena fortuna, los cuerpos de hombres-cabra y los amuletos de la buena suerte, bien narran sensaciones como la inutilidad de creer en las apariencias, incluso las del sol y la luna.
Sabemos que en los rituales caribe?os y de Brasil o Uruguay sigue vivo el aliento espiritual que trajeron quienes llegaban hacinados en barcos, y se aferraban a la vida, transmitiendo la fuerza de sus divinidades. Morais y Cristina De Middel, la alicantina que el a?o pasado gan¨® el Premio Nacional de Fotograf¨ªa en Espa?a, van en busca de las expresiones que adopta Eshu ¨Cla fuerza din¨¢mica que dirige todos los movimientos de la vida¨C en cada sociedad, a uno y otro lado del Oc¨¦ano.
Eshu es el ¡°¨²nico mensajero entre los Dioses y los hombres¡± en las cuatro orillas (Benin, Cuba, Brasil y Hait¨ª), quiz¨¢ porque viaj¨® por las rutas del comercio de esclavos, y los acompa?¨®. Dicen que ¡°el guardi¨¢n de las calles¡± es imprevisible y representa todos los cambios, incluso la ambig¨¹edad; que detecta la oportunidad, pone en cuesti¨®n las certezas y nos empuja a confrontarnos con los dilemas necesarios para avanzar como humanidad, en palabras del comisario espa?ol que presenta la muestra.
¡°Hoy Eshu ha matado a un p¨¢jaro con una piedra que tir¨® ayer¡±, reza una de las leyendas que se intercala entre las fotos montadas como en un laberinto de callejuelas irregulares, cercadas por bastidores de madera de pino barata, como si de una favela de R¨ªo o una barriada en Coton¨² se tratase. La piedra que Eshu tir¨® ayer podr¨ªa haber sido lanzada en ?frica y matar a un p¨¢jaro del cielo cubano. As¨ª las cosas, sus causas lejanas y sus efectos presentes. As¨ª las leyendas y los nombres de familia. As¨ª los bisabuelos y los nietos-p¨¢jaros accidentales que cayeron en una orilla o en otra.
Es posible que de este esp¨ªritu no se hable a viva voz: se sabe que, en especial, los africanos han aprendido a mencionar discretamente sus lazos con lo sobrenatural, para no ganarse las burlas del colonizador. El caso es que Eshu es, sin ir m¨¢s lejos, el responsable de la adivinaci¨®n yoruba, un sistema de creencias sin culpabilidad ni para¨ªso ni redenci¨®n y que, en cambio, sacraliza el estrecho v¨ªnculo humano con la naturaleza, seg¨²n la explicaci¨®n de los autores.
Por ejemplo, el personaje Eshu no difiere demasiado en ninguna de las cuatro orillas, confiesan los fot¨®grafos, cuyas im¨¢genes transmiten peque?os fragmentos on¨ªricos de ese caos que Eshu ha creado como ¨²nica posibilidad de evoluci¨®n de la humanidad. Comentan que el t¨®tem de Benin puede adoptar diferentes manifestaciones en cada pa¨ªs: ser un ni?o en Cuba o un personaje sin g¨¦nero ni masculino ni femenino en el rito Umbanda o un anciano en Hait¨ª: Papa Legba.
Tras su exitosa y recordada serie Afronautas, De Middel y Morais respond¨ªan, en una entrevista con la web Afrique in visu, que su inter¨¦s no resid¨ªa en la religi¨®n en s¨ª misma, sino en ¡°la capacidad del ser humano a creer en relatos que le explican el mundo que le rodea¡±. Esto incluye la religiosidad africana, denostada, dec¨ªan, casi tanto como los relatos y las cosmogon¨ªas ind¨ªgenas en Am¨¦rica Latina: ¡°Cuando te adentras en ese universo, descubres un sistema de conocimientos complejo, pertinente e integrado a los desaf¨ªos contempor¨¢neos a los que tenemos que hacer frente como civilizaci¨®n¡±.
Hablar de los rituales y el arte que han tra¨ªdo hasta aqu¨ª esas creencias es el mejor modo de hacer una lectura no oscurantista de la espiritualidad africana. De ah¨ª el valor de estos registros art¨ªsticos creados a partir de una indagaci¨®n casi antropol¨®gica en la esencia de la herencia cultural africana y toda la f¨¦rtil conciencia compartida con Latinoam¨¦rica.
La exposici¨®n estar¨¢ abierta al p¨²bico hasta el 23 de septiembre, en la ciudad provenzal a orillas del R¨®dano (en Arles se consigue adem¨¢s un libro de peque?a tirada), pero las obras tambi¨¦n pueden verse, desde principios de agosto, en el Centro de la Imagen de M¨¦xico DF, en el marco de una exposici¨®n colectiva llamada La tercera ra¨ªz.
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