1.300 millones de chinos quieren dejar de contaminar
El gigante asi¨¢tico se postula como la civilizaci¨®n ecol¨®gica del futuro y lo hace en nombre de Confucio
China, con m¨¢s de 1.300 millones de personas, es el pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo. Y es tambi¨¦n el que m¨¢s contamina: las emisiones de CO2 per c¨¢pita superan las de la UE. Sin embargo, el gobierno del gigante asi¨¢tico postula a su rep¨²blica como la civilizaci¨®n verde que liderar¨¢ la ecolog¨ªa global. "En 20 a?os, China ha logrado resultados econ¨®micos que a Occidente le costaron un siglo. Pero tambi¨¦n ha concentrado el equivalente a cien a?os de problemas ambientales¡±, apuntaba, en 2006, el entonces subdirector de la Administraci¨®n de Protecci¨®n Ambiental de China, Pan Yue, en el ensayo On Socialist Ecological Civilisation (Sobre la civilizaci¨®n eco- l¨®gica socialista). La etiqueta 'civilizaci¨®n ecol¨®gica' qued¨® recogida en el cap¨ªtulo octavo del informe del expresidente Hu Jintao, con motivo de la inauguraci¨®n del XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, en 2012, para referirse a la esperanza de una coexistencia armoniosa entre los seres humanos y la naturaleza.
El actual mandatario, Xi Jinping, ha rescatado la idea en los objetivos de su ¨²ltimo plan quinquenal, declarando que su Administraci¨®n intensificar¨¢ los esfuerzos para establecer un marco legal que facilite el desarrollo verde, circular y bajo en carbono; promueva la reforestaci¨®n, la conservaci¨®n y la restauraci¨®n de los humedales; y detenga y castigue todas las actividades que da?an el medioambiente, con el fin de contribuir al bienestar de los habitantes chinos y de la humanidad. Pero, ?tan loable objetivo encaja con ser la segunda econom¨ªa mundial?
Como recuerda Ernest Garcia, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa y Antropolog¨ªa Social de la Universidad de Valencia, la pretensi¨®n de China de convertirse en una civilizaci¨®n ecol¨®gica se interpreta como la adaptaci¨®n al contexto sociopol¨ªtico y cultural chino de los criterios que los soci¨®logos del medioambiente llaman modernizaci¨®n ecol¨®gica, crecimiento verde, econom¨ªa circular o desarrollo sostenible. "Estamos ante una versi¨®n nacional de la ilusi¨®n de que es posible tener a la vez m¨¢s desarrollo econ¨®mico y mejor medioambiente", valora el experto.
Un pu?ado de medidas para deshacerse de las mascarillas antipoluci¨®n
Con 133.000 millones de d¨®lares, China ha desbancado a Europa en la inversi¨®n en energ¨ªas renovables. Tambi¨¦n encabeza la inversi¨®n mundial en energ¨ªa solar, con 53 de los 98 gigavatios de todo el mundo aportados por el sol en 2017, como recoge el reciente informe Tendencias Globales de Inversi¨®n en Energ¨ªa Renovable 2018, de la ONU Medioambiente. El pa¨ªs es el mayor generador de energ¨ªa e¨®lica, con una producci¨®n que alcanz¨® los 305.700 millones de kilovatios/hora en 2017, seg¨²n la Administraci¨®n Nacional de Energ¨ªa. Desde 2014, la guerra contra la contaminaci¨®n, auspiciada por el gobierno chino, ha llevado a reducir una media del 32% de la concentraci¨®n de part¨ªculas finas en el aire en el pa¨ªs. Solo en la zona de Pek¨ªn se destinaron 120.000 millones de d¨®lares (unos 97.000 millones de euros) para disminuirla en un 25%. Para alcanzar esos retos, el listado de prohibiciones no para de crecer.
Los cient¨ªficos no quitan ojo a China (y hacen bien)
El gasto en investigaci¨®n representa en China el 2% desu Pib (datos de 2016), con 298.000 millones de euros cada a?o; y una media del 18,3% de crecimiento anual del gasto en i+d, frente al 1,4% de los dem¨¢s pa¨ªses de ingresos medios-altos."no son pioneros pero investigan bien. Y hay un gran inter¨¦s por abrirse a investigadores occidentales", explica Patricio Garc¨ªa-Fayos, del departamento de ecolog¨ªa vegetal en el Centro de investigaciones sobre desertificaci¨®n (Cide). Colabora con China enel estudio de la desertificaci¨®n que afecta a la meseta de loes: "aunque la propuesta deuna civilizaci¨®n ecol¨®gica pueda ser todav¨ªa una utop¨ªa, el inter¨¦s por la ciencia podr¨ªa dotar deun fondo realista a sus pretensiones", reflexiona.
En China ya no se pueden abrir nuevas centrales el¨¦ctricas que funcionen con carb¨®n en las regiones m¨¢s contaminadas, y las existentes deben reducir sus emisiones, en paralelo al recorte en la producci¨®n de hierro y acero y el cierre de minas de carb¨®n. Otras medidas complementarias atienden a la restricci¨®n del tr¨¢fico en las grandes urbes como Pek¨ªn, Shangh¨¢i y Cant¨®n, o a la prohibici¨®n del uso dom¨¦stico de calentadores de carb¨®n.
Pese a todo, la superpotencia consume m¨¢s de la mitad del carb¨®n del mundo
Y un tercio del petr¨®leo y un 60% del cemento. Esto se debe a que fomentar una civilizaci¨®n eco- l¨®gica es un objetivo subordinado a otros, como continuar con el crecimiento econ¨®mico o la expansi¨®n comercial a trav¨¦s de la nueva ruta de la seda; a generalizar la agricultura moderna, que implica el uso de sustancias qu¨ªmicas y combustibles f¨®siles como el petr¨®leo y el gas natural (China produce el 24% de los granos del mundo, con el 35% del consumo mundial de fertilizantes); y tambi¨¦n a frenar el envejecimiento de la poblaci¨®n, eliminando la pol¨ªtica del hijo ¨²nico y apostando por aumentar la natalidad.
"El tama?o de la poblaci¨®n humana deber¨ªa ser mucho menor al actual, y el modelo de desarrollo otro", recalca David Vieites, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ª cas (CSIC) en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Entonces, ?la tecnolog¨ªa para la modernizaci¨®n eco- l¨®gica no es suficiente? "Es cierto que China est¨¢ instalando mucha energ¨ªa e¨®lica y solar. De hecho, est¨¢ adaptando mucho de lo bueno y de lo mal¨ªsimo para el medioambiente. Los objetivos para 2030 ¡ªque el 20% de la electricidad proceda de fuentes renovables, que se estabilicen las emisiones de gases de efecto invernadero y que se refuerce la red de espacios naturales protegidos¡ª son positivos, aunque se parecen bastante a los de la UE, y quedan muy lejos de lo necesario para impulsar una finalidad tan altisonante", estima el soci¨®logo Ernest Garcia.
La narrativa que presenta la sostenibilidad como un principio inherente a la tradici¨®n cultural china, con pinceladas del confucianismo y contrapuesta a la dominaci¨®n de la naturaleza de Europa y Estados Unidos, tampoco convence a los expertos. "No difiere ni va m¨¢s lejos que otras elaboraciones, como los referentes ind¨ªgenas a la Madre Tierra en el discurso de la Am¨¦rica andina o la invocaci¨®n de Francisco de As¨ªs para una propuesta de ecolog¨ªa integral del Papa Francisco", recuerda Garcia.
No ver¨¢ a un chino en bici
Pocos dudan de que colocar el respeto al medioambiente en la esfera pol¨ªtica ayuda a lucir una buena imagen. ?Es lo que realmente est¨¢ haciendo China en su declaraci¨®n de intenciones ambientales? "Su poblaci¨®n sufre unos niveles de contaminaci¨®n muy por encima de los m¨¢ximos recomendados, y con casos de c¨¢ncer de pulm¨®n disparados, por ejemplo. Necesitan dar la imagen de que van hacia un modelo m¨¢s sostenible, y nada mejor que poner la palabra ecolog¨ªa para que suene bien", sostiene Vieites.
Pero vayamos a lo que se puede palpar. El cambio de dieta de los ciudadanos chinos, en la que el vacuno alcanza el 10% de las carnes de consumo en el pa¨ªs, es un claro impedimento para la anhelada civilizaci¨®n verde, desliza el investigador Vieites. En 10 a?os, la producci¨®n de carne de ternera ha aumentado un 22%, seg¨²n la Asociaci¨®n China de la Carne. En 2015, el pa¨ªs produjo 6,9 millones de toneladas, pero ni siquiera el ganado local es capaz de satisfacer la demanda. De hecho, el mercado chino es el principal destino de las exportaciones de carne vacuna argentina, con el 45% de las ventas, e importa de todo el mundo alrededor de 950.000 toneladas de res con hueso. "Traer m¨¢s carne implica sustraer m¨¢s espacio a selvas o bosques", a?ade el investigador. Adem¨¢s, el parque automovil¨ªstico chino no para de crecer: el n¨²mero total de veh¨ªculos a motor alcanz¨® los 300 millones de unidades (hay m¨¢s coches y motos en China que personas en la mayor¨ªa de los pa¨ªses), y en el primer trimestre de 2017 hubo 8,2 millones de matriculaciones nuevas.
Aun as¨ª, hay que aplaudir el gesto
"Nuestras palabras tienen peso y nuestras acciones deben tener ¨¦xito", sentenci¨® en el marco del Acuerdo de Par¨ªs contra el Cambio Clim¨¢tico (2016) el primer ministr0 chino, Li Keqiang, tras recordar que su pa¨ªs hab¨ªa sido uno de los primeros en presentar ante la ONU un plan de acci¨®n sobre su compromiso con la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y contra el calentamiento global. Todo, en oposici¨®n a la Administraci¨®n de Trump, que ha sacado a EE UU del acuerdo al amparo del eslogan America rst (Am¨¦rica primero).
Para el ambient¨®logo Andreu Escriv¨¤, autor de Encara no ¨¦s tard (A¨²n no es tarde), de Edicions Bromera-PUV, la aspiraci¨®n china resulta interesante como acicate para el resto. "Est¨¢ en una fase de oportunidad de liderar el capitalismo verde. En Europa nos creemos que somos los que m¨¢s sabemos, pero estamos igual que hace una d¨¦cada. Por eso, como revulsivo para el mundo occidental y como recuperaci¨®n de la voluntad de ese liderazgo, puede ser interesante", resalta Escriv¨¤.
Ser¨ªa, eso s¨ª, un mero est¨ªmulo. "No hay actividad econ¨®mica cuyo desarrollo no tenga huella. Se puede hacer mejor o peor, la huella puede ser grande o peque?a, pero la huella ecol¨®gica que mejore el entorno todav¨ªa pertenece al mundo de la teor¨ªa y la especulaci¨®n", concluye Fernando Valladares, investigador del CSIC y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
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