Las abejas y la guerra fr¨ªa
Estos insectos tienen su propio lenguaje. Son capaces de tomar decisiones de forma asamblearia. Saben c¨®mo convencer a la colmena. Y alguna vez en la historia se han visto envueltos en conflictos diplom¨¢ticos.
DEFINIR LA INTELIGENCIA es algo dif¨ªcil. ?Qu¨¦ es lo que nos hace a los humanos superiores a otros animales? ?Ser capaces de usar herramientas? Muchos monos utilizan palos para sacar hormigas y as¨ª poder comer. ?Tener un lenguaje y comunicarnos? Much¨ªsimos animales lo hacen, incluso algunos como los mam¨ªferos marinos tienen hasta idiomas y dialectos. ?Ser capaces de tomar decisiones en grupo de forma asamblearia y consensuada? ?Somos los ¨²nicos que utilizamos la democracia? Pues resulta que tampoco. Entre otras especies, las laboriosas abejas nos llevan millones de a?os de ventaja.
Aunque Arist¨®teles ya mencionaba en el siglo IV antes de Cristo el baile de las abejas, fue el zo¨®logo alem¨¢n y premio Nobel Karl von Frisch (en el siglo XX) quien descubri¨® que cuando este insecto encontraba flores con polen era capaz de comunicar al resto del enjambre la posici¨®n donde se encontraba. La informaci¨®n se transmit¨ªa en forma de coreograf¨ªa con un paso en zigzag en una direcci¨®n determinada y vuelta al lugar de inicio. El ¨¢ngulo respecto al sol de la direcci¨®n del baile representa el rumbo que hay que seguir para encontrar las flores, y el movimiento del abdomen, la distancia. Cuanto m¨¢s r¨¢pido sea ese movimiento, a m¨¢s distancia se situar¨¢ la fuente de alimento. En el interior de una colmena no hay luz, por lo que las obreras notan ese baile por tacto y empiezan a copiarlo para transmitir la informaci¨®n al resto de las abejas.
En fechas previas a la migraci¨®n, las abejas se ponen de acuerdo para elegir la mejor ubicaci¨®n de la nueva colmena
Martin Lindauer, un disc¨ªpulo de Karl von Frisch, observ¨® que en los panales de vez en cuando aparec¨ªan obreras danzando, pero que no iban sucias de polen, como es natural en una abeja que acaba de descubrir flores, sino de barro o polvo. Entonces descubri¨® que eran lo que llam¨® abejas exploradoras. Cuando nac¨ªan varias reinas, su misi¨®n consist¨ªa en buscar una nueva ubicaci¨®n para la migraci¨®n y formar una nueva colmena. Su emplazamiento es un asunto de vital importancia. Si el lugar es demasiado c¨¢lido o fr¨ªo, grande o peque?o, o si no tiene flores alrededor, la colonia se morir¨¢ de hambre o fr¨ªo. Hay que tener en cuenta que las abejas no hibernan y pueden colonizar climas fr¨ªos. Lindauer y otros cient¨ªficos descubrieron que, en las fechas previas a la migraci¨®n, diferentes exploradoras buscaban incansablemente localizaciones para la nueva colmena. Las principales variables eran el volumen del hueco, la superficie de la abertura y la orientaci¨®n de la entrada. Si el hueco es muy peque?o, la colonia no puede crecer lo suficiente, pero si es muy grande, ser¨¢ dif¨ªcil mantener la temperatura. Respecto a la orientaci¨®n, los experimentos se realizaron en zonas fr¨ªas de Alemania y Estados Unidos, por lo que las abejas buscaban entradas orientadas hacia el Sur para tener m¨¢s horas de sol y evitar que se congele la entrada. Pod¨ªa darse el caso de que diferentes exploradoras descubrieran localizaciones muy buenas. En estas circunstancias, cada insecto trataba de convencer al enjambre de que su sitio era el mejor.
La migraci¨®n se produc¨ªa cuando toda la colonia hab¨ªa alcanzado un acuerdo. En ocasiones los investigadores observaron que alg¨²n enjambre no llegaba a un consenso y acababa separ¨¢ndose, algo que sol¨ªa ser catastr¨®fico, ya que cuanto m¨¢s tiempo estuvieran sin fijar un nido, m¨¢s
vulnerables eran.
Las abejas estuvieron a punto de causar una crisis pol¨ªtica. Fue en 1981, cuando Alexander M. Haig, secretario de Estado de Ronald Reagan, denunci¨® que la Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa estado enviando armas qu¨ªmicas a Laos y Camboya. Esto supon¨ªa una violaci¨®n de la Convenci¨®n de Ginebra, y Estados Unidos estaba dispuesto a dar una respuesta proporcional. La prueba definitiva era una fina lluvia amarilla de gotas de unos seis mil¨ªmetros que se encontraron en diferentes lugares de la selva de Tailandia en la zona fronteriza con estos dos pa¨ªses comunistas. Por suerte, poco tiempo antes, el entom¨®logo Thomas D. Seeley hab¨ªa publicado un art¨ªculo en la revista Ecological Monographs en el que describ¨ªa varias especies de abejas asi¨¢ticas. Entre los datos aportados hab¨ªa una descripci¨®n del tama?o y forma de las heces, que coincid¨ªa sospechosamente con las pruebas inequ¨ªvocas de armamento qu¨ªmico. La informaci¨®n lleg¨® al Pent¨¢gono. Estados Unidos opt¨® por retirar discretamente la acusaci¨®n de violar el Tratado de Ginebra, y el trabajo de un entom¨®logo evit¨® lo que pudo haber sido un conflicto armado por unas deposiciones de abeja.?
El calor del enjambre
El enjambre, adem¨¢s de ser asambleario, puede comportarse como un ¨²nico organismo. La temperatura de una colonia se encuentra entre 34 y 36 grados independientemente de la temperatura exterior. Esto se consigue por el calor que desprenden las reacciones metab¨®licas y se ajusta por el consumo de miel. Cuando el calor es excesivo, refrescan agitando las alas, y al igual que nosotros respondemos con fiebre a una infecci¨®n, las abejas pueden subir la temperatura cuando detectan una infecci¨®n por un hongo para tratar de matarlo. Y no solo regulan la temperatura. Cuando la acumulaci¨®n de CO2 supera el 1%, las abejas ventilan la colonia.
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