Un dilema period¨ªstico con una ¨²nica salida: publicar el art¨ªculo
El anonimato es siempre un problema para la prensa, pero en el caso de la carta sobre Trump est¨¢ justificado
Margaret Sullivan, una de las m¨¢s aceradas analistas de los medios de comunicaci¨®n de EE UU desde las p¨¢ginas de The Washington Post, escribi¨® anoche en Twitter: ¡°Es un buen d¨ªa para no ser defensora del lector de The New York Times¡±. De hecho, ocup¨® ese cargo durante a?os y hubiese tenido que lidiar hoy con un complejo dilema period¨ªstico. Sullivan se refer¨ªa a la publicaci¨®n de un art¨ªculo de opini¨®n an¨®nimo en el que un alto funcionario relata c¨®mo miembros del c¨ªrculo de poder de la Casa Blanca boicotean al presidente Donald Trump para evitar que sus err¨¢ticas y locas decisiones lleven al desastre al pa¨ªs.
La utilizaci¨®n de fuentes an¨®nimas resulta siempre un problema en periodismo, pero lo es especialmente en The New York Times. Tras dos crisis monumentales que hicieron tambalearse su prestigio ¨Clas mentiras de un reportero que se parapet¨® detr¨¢s de fuentes sin identificar y los errores sobre la existencia de armas de destrucci¨®n masiva en Irak que justificaron la invasi¨®n de 2003¨C, el diario estableci¨® unos protocolos draconianos que obligan a identificar a las fuentes en casi todos los casos.
En ese contexto, un art¨ªculo de opini¨®n sin firma es excepcional, ¡°un atolladero con implicaciones ¨¦ticas y tal vez legales¡±, como ha escrito Sullivan. Las reglas que permiten saltarse la identificaci¨®n de las fuentes incluyen la protecci¨®n de la persona que filtra la informaci¨®n. Se debe, adem¨¢s, justificar siempre ante los lectores el motivo del anonimato. En este caso, se cumplen: el autor (o la autora) hubiese sido despedido o demandado y la transparencia est¨¢ siendo total.
Por otro lado, es esencial que la fuente sea an¨®nima para los lectores, pero no para los periodistas que manejan la informaci¨®n: los jefes de opini¨®n conocen al autor del art¨ªculo y han trabajado con ¨¦l antes de publicarlo. Uno de los responsables de la secci¨®n de opini¨®n, James Dao, explic¨® a la CNN que el autor contact¨® con ¨¦l a trav¨¦s de un intermediario de su m¨¢xima confianza y que el texto pas¨® por un proceso de verificaci¨®n. ¡°Sentimos que era un art¨ªculo muy poderoso, escrito por alguien que ten¨ªa algo importante que decir y que hablaba desde su ¨¦tica personal y su conciencia¡±.
The New York Times tiene una estructura de mando muy particular porque la separaci¨®n de informaci¨®n y opini¨®n es radical: son independientes. Cada parte tiene su director y ambos responden ante el editor, pero trabajan por separado. Los periodistas del diario se enteraron como los dem¨¢s de la publicaci¨®n de esa bomba: a trav¨¦s de un urgente en el m¨®vil. La m¨¢xima paradoja ser¨ªa que el propio diario lograse la exclusiva de identificar al autor del art¨ªculo, algo que puede ocurrir. No es tampoco la primera vez que se publica un art¨ªculo de este tipo: en junio se hizo con el testimonio an¨®nimo de un inmigrante irregular salvadore?o.
Una vez que se comprueba que la informaci¨®n es verdadera y que se establece su relevancia, no existe otro camino posible m¨¢s que publicarlo. Cuando el m¨ªtico Ben Bradlee ¨Cel director de The Washington Post que impuls¨® la investigaci¨®n del Watergate¨C trataba de convencer a la editora Katharine Graham de la necesidad de publicar los papeles del Pent¨¢gono sobre la guerra de Vietnam, le dijo: ¡°No publicar la informaci¨®n cuando la tenemos es como no salvar a un hombre que se estuviera ahogando o como no decir la verdad¡±. Tener ese testimonio sobre lo que ocurre en la Casa Blanca, haber logrado comprobar que es cierto y no publicarlo hubiese representado, efectivamente, mentir a los lectores.
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