Ortega Cano, la vida sin Roc¨ªo Jurado segunda parte
El torero se ha sobrepuesto a distintas crisis personales y profesionales desde la muerte de Roc¨ªo Jurado, hace 12 a?os. El d¨ªa 30 inicia una nueva vida, se casa
Dicen los aficionados a la tauromaquia que pocos toreros cogen el capote con el arte con que lo hac¨ªa el maestro Jos¨¦ Ortega Cano (Cartagena, 1953). Tras el fallecimiento de su mujer, Roc¨ªo Jurado, en 2006 esa mano a punto estuvo de perder la templanza, pero en estos 12 a?os, ha sabido mantenerse firme para lidiar con las embestidas personales, familiares y profesionales que han cercado al diestro. Ahora espera poder bajar la guardia por fin junto a su actual compa?era Ana Mar¨ªa Ald¨®n, con quien se casar¨¢ la semana que viene en Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz).
Con la muerte de la cantante, el torero, que hasta entonces hab¨ªa vivido parapetado tras su aura medi¨¢tica, se vio expuesto al brillo de los flashes que ya no pod¨ªan enfocar a La m¨¢s grande. All¨ª empez¨® el particular viacrucis del torero. Ortega asist¨ªa como un convidado de piedra al desmoronamiento de su n¨²cleo familiar m¨¢s ¨ªntimo, con el alejamiento de Roc¨ªo Carrasco de sus hermanos e hijos del matador, Jos¨¦ Fernando y Gloria Camila, primero, y a su propio desencuentro con el resto de los Mohedano, los hermanos de su mujer, despu¨¦s.
Ortega abandon¨® el chalet de La Moraleja -que le correspondi¨® a Carrasco en la herencia- y en las Navidades de 2006 se mud¨® a la finca Yerbabuena. En enero de 2007 se le vio acompa?ando a Jos¨¦ Fernando y Gloria Camila, que entonces ten¨ªan 13 y 10 a?os, respectivamente, al Colegio Internacional Europa, un centro biling¨¹e a las afueras de Sevilla. El torero se mostraba esperanzado con que los cr¨ªos pudieran adaptarse al cambio de vida. ¡°Les encanta Andaluc¨ªa¡±, explicaba.
El diestro aseguraba que quer¨ªa retomar la normalidad, pero ese mismo a?o, fallec¨ªa su madre do?a Juana, un contratiempo m¨¢s que aceleraba un proceso de decadencia personal que culmin¨® el 28 de mayo de 2011 en una carretera sevillana. Esa noche el coche del torero, que conduc¨ªa con una tasa de alcohol tres veces superior a la permitida, chocaba contra el de Carlos Parra, terminando con su vida. Ortega fue condenado a dos a?os y seis meses de prisi¨®n y acab¨® cumpliendo 14 meses en la c¨¢rcel de Zuera (Zaragoza).
Yerbabuena:punto y aparte
El tratamiento contra el c¨¢ncer al que se someti¨® Roc¨ªo Jurado en Houston (EE UU), que llev¨® al diestro a rehipotecar Yerbabuena, entre otras propiedades, para hacer frente a los gastos, y, m¨¢s tarde, la indemnizaci¨®n de 158.000 euros a la familia de Parra, obligaron a Ortega en 2013 a desprenderse de los terrenos, la vivienda y la ganader¨ªa de la finca sevillana. La venta por 5,8 millones de euros, no era solo una transacci¨®n para ganar liquidez, sino un simb¨®lico punto y a parte a una etapa de la vida del torero marcada por la impetuosa personalidad de la cantante.
En esa estaci¨®n de penitencia de su particular calvario, Ortega se encontr¨® en 2012 con Ana Mar¨ªa Ald¨®n, una sanluque?a con la que el diestro empez¨® a rehacer su vida. En febrero de 2013 nac¨ªa su hijo Jos¨¦ Mar¨ªa, el primero natural del diestro. Ese mismo a?o, el torero regres¨® a Sevilla para instalarse con su nueva familia. La pareja alquil¨® un ¨¢tico de unos 200 metros cuadrados cerca de la estaci¨®n de Santa Justa, que alternaba con la casa en Sanl¨²car de Ald¨®n. Poco despu¨¦s, se hac¨ªa con el cortijo La Moheda en Navalvillar de Pela (C¨¢ceres) por casi dos millones de euros. Una finca de 300 hect¨¢reas con cuadras, criadero de cerdos y ganado vacuno, conejos, perdices. No pudo estrenarla porque debi¨® entrar en prisi¨®n. Dos a?os despu¨¦s, tambi¨¦n se desprend¨ªa de ella.
La c¨¢rcel, como en los cuentos moralizantes, cambi¨® a Ortega, seg¨²n ¨¦l mismo ha reconocido en varias entrevistas, pero no calm¨® los sobresaltos familiares. Su entrada en prisi¨®n coincidi¨® con uno de los peores momentos en la vida de su hijo Jos¨¦ Fernando. Su adolescencia err¨¢tica, jalonada por episodios de droga, violencia, estancias intermitentes en prisi¨®n y centros de desintoxicaci¨®n, y con una tormentosa relaci¨®n sentimental con hija de fondo, todo puntualmente retransmitido por los medios, se ha convertido en el principal lastre con el que debe cargar Ortega en su senda para retomar la normalidad.
Si Jos¨¦ Fernando es la cruz, Gloria Camila, aparentemente es la cara. La joven se matricul¨® junto a la futura mujer de su padre en la Escuela de Dise?o IADE, en un curso de m¨¢s de 5.000 euros que ha ayudado a sufragar el propio Ortega. La hija del diestro invirti¨® parte de la herencia que recibi¨® de su madre en la compra de un ¨¢tico con piscina en Sevilla, una ciudad a la que est¨¢ muy apegada. En pleno centro de la capital andaluza y emulando las inquietudes emprendedoras de su padre que tambi¨¦n le ayud¨® econ¨®micamente, abri¨® en 2015 una tienda de moda, Santa Marta, en la que un retrato de Roc¨ªo Jurado era uno de los principales reclamos. Un a?o despu¨¦s trataba de reflotar el negocio cambiando el nombre de la tienda y, con ¨¦l, el estilo y los precios de la ropa. Tampoco hubo suerte y a principios de 2017 echaba el cierre. El ¨²ltimo d¨ªa, hasta el mismo torero ejerci¨® de dependiente. La natural timidez de Ortega tiene que enfrentarse ahora con la constante presencia medi¨¢tica de su hija, que ha entrado en la espiral de realities en la que parecen haber ca¨ªdo muchos de los clanes familiares de este pa¨ªs.
San Sebasti¨¢n de los Reyes, donde todo confluye
Aunque Yerbabuena goza del aura y el misticismo asociado a la familia Jurado, lo cierto es que tanto la vida personal, como la profesional de Ortega est¨¢n mucho m¨¢s vinculadas con la localidad madrile?a de San Sebasti¨¢n de los Reyes, donde el torero debut¨®, se cort¨® la coleta por en¨¦sima vez con 63 a?os y donde tiene basadas buena parte de sus empresas. All¨ª posee una vivienda y all¨ª abri¨® hace casi un cuarto de siglo El rinc¨®n de Ortega Cano, un restaurante de corte taurino, que cuenta con otra sucursal en la misma localidad. Es cierto que su mano ha demostrado ser m¨¢s h¨¢bil con el capote que con los negocios, pero, a lo largo de su vida, el torero ha sabido diversificar sus inversiones no solo en el sector de la restauraci¨®n, sino en el ganadero, el automovil¨ªstico y hasta el canino, a trav¨¦s de distintas sociedades.
En 2016, adquiri¨® una finca r¨²stica de 12.000 metros cuadrados, tambi¨¦n en San Sebasti¨¢n de los Reyes que el diestro quiere destinar a una granja escuela para ni?os y en la que le gustar¨ªa acabar viviendo con su hijo peque?o para que pueda criarse en el campo, como sus otros hijos lo hicieron en Yerbabuena. Mientras todo queda listo para la mudanza, Ortega vive con Ald¨®n y el peque?o Jos¨¦ Mar¨ªa en Sanl¨²car.
Como en su vida personal, en la profesional tambi¨¦n ha tenido sinsabores. Sus aventuras como apoderado nunca terminaron de cuajar y la de empresario taurino tambi¨¦n parece err¨¢tica. Aunque como administrador sigue tratando de reflotar las plazas de toros de Benidorm y Plasencia, en 2017 tuvo que renunciar a la de Cieza y un a?o antes a la del Puerto de Santamar¨ªa, donde se recuerda su paso con cari?o.
Antes que Ortega, otros toreros han querido mantener su querencia por los ruedos prolongando su carrera detr¨¢s de los burladeros y, como ¨¦l, muchos tambi¨¦n han pinchado en hueso. La diferencia es que la vida del diestro est¨¢ expuesta a los paparazzi y los objetivos distorsionan, agrandan, empeque?ecen o velan los ¨¦xitos y los fracasos. El matador se siente c¨®modo cerca del albero ¨Cen la plaza o en homenajes a compa?eros de profesi¨®n¨C. Los brillos que le gustan son los del traje de luces. El d¨ªa 30, sin embargo, ser¨¢n otras, la de los flashes de los fot¨®grafos, las que iluminar¨¢n su boda con Ald¨®n, un nuevo capote al que el torero pueda aferrarse de nuevo.
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