Dior y su oda al cuerpo liberado
La marca francesa inaugura los desfiles de la Semana de la Moda en Par¨ªs con una colecci¨®n inspirada en el mundo de la danza contempor¨¢nea y sus grandes figuras
De repente, la moda se puso a bailar. Dior abri¨® ayer los desfiles de pr¨ºt-¨¤-porter en Par¨ªs con una colecci¨®n para la primavera-verano de 2019 inspirada en el universo de la danza contempor¨¢nea y en figuras que revolucionaron esa disciplina, como Isadora Duncan, Loie Fuller o Pina Bausch, que usaron el movimiento de sus cuerpos como met¨¢fora de la liberaci¨®n de la mujer. La directora art¨ªstica de la firma, Maria Grazia Chiuri, decidi¨® cambiar el habitual decorado del museo Rodin por el hip¨®dromo de Longchamp, en pleno Bois de Boulogne, el gran parque construido en el siglo XIX que marca la frontera oeste de la capital francesa, lo que dejaba intuir una colecci¨®n l¨¢nguida, proustiana y repleta de siluetas ecuestres.
El resultado no tuvo nada que ver. Una famosa cita de Duncan presid¨ªa la entrada del desfile, que tuvo lugar en un cub¨ªculo gigante plantado en medio de la naturaleza. ¡°La danza es el movimiento del universo concentrado en un solo individuo¡±, rezaba.
En el interior solo se escuchaba el sonido de un metr¨®nomo, halos de luz vertical sobre las tablas de madera y una niebla el¨¦ctrica que lo envolv¨ªa todo. En esa oscuridad casi total, la core¨®grafa israel¨ª Sharon Eyal, formada en la compa?¨ªa Batsheva ¡ªque fund¨® otra pionera como Martha Graham¡ª, orquest¨® un gran espect¨¢culo bajo una lluvia de p¨¦talos, que interpretaron ocho bailarines cubiertos con leotardos pintados, mientras las modelos desfilaban con las prendas de la colecci¨®n.
Chiuri ahond¨® en la cl¨¢sica silueta de la bailarina, que ya hab¨ªa inspirado alguna colecci¨®n en su etapa final en Valentino, a trav¨¦s de maillots, tut¨²s y faldas plisadas, en tonos blancos, negros y crudos, en los que abundaron las transparencias y las rejillas, los escotes diana y los cortes de toga. Su colecci¨®n fue algo parecido a una oda a la emancipaci¨®n del cuerpo.
En sus nuevos vestidos para Dior, el cors¨¦ de anta?o desaparece para dejar su lugar a una versi¨®n sublimada del body de bailarina, que tambi¨¦n se ci?e al cuerpo y lo dibuja con elegancia, pero que tiene el m¨¦rito a?adido de acompa?ar el movimiento en lugar de impedirlo.
Los materiales, entre los que predominaron el tul y la gasa, se distingu¨ªan por su evanescencia. No as¨ª las mujeres que los luc¨ªan, en las que no hab¨ªa ni rastro de la fragilidad impostada de la bailarina cl¨¢sica. Las modelos pisaban fuerte y avanzaban con andares decididos, solas o en compa?¨ªa de otros, pese a calzar zapatillas de ballet.
Como necesario contrapunto, la colecci¨®n incluy¨® tambi¨¦n algunas prendas menos inspiradas en el mundo del ballet, entre las que hab¨ªa estampados florales, tibios descoloridos y alguna reminiscencia hippy, adem¨¢s de los gui?os recurrentes al tailleur bar, el vestido de chaqueta ajustada en la cintura que ide¨® el fundador de la firma durante la posguerra, que Chiuri revisit¨® esta vez con tejidos m¨¢s ligeros.
La dise?adora se reserv¨® para el final un vestido teatral y vaporoso que hubiera podido figurar en su ¨²ltima colecci¨®n de alta costura. Con ella ya pareci¨® emprender este mismo camino, aunque en sentido opuesto, para proponer una moda de una extrema sofisticaci¨®n y sentido de la artesan¨ªa, pero marcada por un minimalismo que permite que la mujer deje de sentirse enclaustrada en su uniforme y se reencuentre con su cuerpo.
Fue una colecci¨®n m¨¢s coherente e inteligible que de costumbre, menos amparada en los aspavientos conceptuales en los que Chiuri se ha escudado en sus piezas de las ¨²ltimas temporadas.
Pareci¨® llena de ideas sencillas, naturales y bien ejecutadas, que rozaron ese punto intermedio, siempre tan dif¨ªcil de alcanzar, en el que la tradici¨®n se encuentra con la vanguardia.
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