?Llega el ODSwashing?
Los ODS suponen una Agenda transformadora y positiva. Si se cumplen en tiempo y de forma universal y efectiva, ser¨ªa lo mejor que le podr¨ªa pasar a este mundo en riesgo
Vaya, ya viene alguien a aguar la fiesta con lo bien que pintaba el baile en la sala de la Agenda 2030. Pues tal vez, pero antes de que piensen eso, d¨¦jenme establecer unas premisas a modo de credo.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) suponen una Agenda transformadora y positiva. Si se cumpliera en tiempo, y de forma universal y efectiva, ser¨ªa lo mejor que le podr¨ªa pasar a este mundo en riesgo. La humanidad habr¨ªa dado un paso de gigante para ubicarnos en un ¡°espacio justo y seguro¡± para todas, que viene dado por los l¨ªmites del planeta, la garant¨ªa de los derechos humanos y el freno al acaparamiento destructor de poder, recursos naturales y riqueza.
Hay un buen n¨²mero de empresas, gobiernos, organizaciones y, sobre todo, personas dentro de estas instituciones, que han asumido la Agenda y la empujan con tanta determinaci¨®n como inteligencia, haciendo un buen uso del poder. Creo que es posible, no solo imprescindible, avanzar en la Agenda. Y no de forma testimonial sino relevante. M¨¢s nos vale que sea as¨ª.
Dicho esto, hay un serio riesgo de tomarse la Agenda a la ligera y, lo que es peor, de utilizarla como una moda, como lo m¨¢s ¡®cool¡¯ en la arena internacional, para mostrarse a la ¨²ltima y reverdecer el perfil o la marca. Ya pas¨® en alguna medida con su predecesora, los Objetivos de Desarrollo del Milenio hasta 2015. La diferencia es que esta era una agenda de arriba abajo, de quien tiene a quien no, de poner recursos en pol¨ªticas sociales para reducir la pobreza sin apenas indagar en las causas de la misma.
Los ODS son otra cosa. Universales, porque afectan por igual a cualquier pa¨ªs, poblaci¨®n o colectivo -de hecho, Espa?a tiene retos nacionales m¨¢s que exigentes por alcanzar-. Y estructurales, ya que s¨ª van a las causas m¨¢s all¨¢ de la falta de financiaci¨®n. Abordan la desigualdad, el modelo productivo, la fiscalidad, la calidad del empleo, el cambio clim¨¢tico y la transici¨®n energ¨¦tica. Todo con la aspiraci¨®n de combatir la pobreza a trav¨¦s de un desarrollo sostenible y duradero.
Pues bien, se atisban algunos comportamientos inconsistentes con la profundidad y dureza de la Agenda. Para las organizaciones sociales, los ODS se pueden quedar solo en un veh¨ªculo m¨¢s para exigir avances en pol¨ªticas concretas. Que nos sea f¨¢cil explicar nuestro trabajo a partir de los Objetivos no nos exime de una mirada profunda a nuestros programas y su contribuci¨®n real a los cambios sist¨¦micos que la Agenda exige.
Para administraciones p¨²blicas y empresas, la tentaci¨®n es considerar que asumir los ODS consiste en realizar una lista aseada de las acciones que ya realizan en torno a cada Objetivo. Eso s¨ª, con discursos y comunicaci¨®n que magnifiquen su compromiso. Claro que todas las empresas, salvo las m¨¢s nocivas, y desde luego las administraciones, realizan acciones que aportan a uno u otro ODS, pero estos son tan amplios y generales que es terriblemente f¨¢cil y tentador apuntarse tantos y hacer fuegos artificiales.
Yendo m¨¢s all¨¢, algunas empresas y universidades apuestan por contribuir en su campo a trav¨¦s de la innovaci¨®n tecnol¨®gica. El despliegue de alianzas donde todos aportan valor a?adido, las pol¨ªticas palanca que impulsan cambios, y la difusi¨®n de la Agenda 2030 para que la implicaci¨®n ciudadana crezca, son piezas importantes y que escuchamos con mucha frecuencia. Bien.
Sin embargo, no todo es ventajoso y positivo. Supone un reto, aunque abordable desde la tecnolog¨ªa, conseguible si todas nos subimos al barco y navegamos. Es imposible conseguir los ODS, ni siquiera parcialmente, sin las renuncias que supone abordar de forma integral la actuaci¨®n de cada actor. Un gobierno no puede contar solo con los ministerios sociales y sectoriales para esto. Sin la implicaci¨®n dura de los ministerios econ¨®micos no habr¨¢ logros significativos. Los discursos se agotan pronto y la necesidad de ver cambios efectivos para las personas se acent¨²a.
Una empresa energ¨¦tica no puede aportar a los ODS su generaci¨®n e innovaci¨®n verde mientras presiona para impedir el autoconsumo y mantiene el grueso de su producci¨®n con f¨®siles. Un gobierno resulta menos cre¨ªble en su apuesta por los ODS si sigue subvencionando el carb¨®n o vendiendo bombas a pa¨ªses en conflicto que cometen atrocidades. Creerse el ODS 10 -reducci¨®n de la desigualdad- implica salir de para¨ªsos fiscales y abandonar la elusi¨®n a trav¨¦s de ingenier¨ªa fiscal. Supone acabar ya con la brecha salarial de g¨¦nero, dejar de subcontratar en precario y al menos plantearse si una diferencia salarial de 1 a 300 dentro de una misma empresa es sostenible, ¨¦tica y socialmente. Implica revisar el modelo de negocio central de cada empresa a la luz de unos Objetivos que son exigentes y que requieren de metas e indicadores precisos para validar las contribuciones.
Est¨¢ bien, la coherencia absoluta es imposible para nadie, acept¨¦moslo. Entonces, la medida del compromiso vendr¨¢ dada por las renuncias, por la tensi¨®n e incluso el conflicto dentro de las empresas e instituciones, por el enfado de algunos grupos de votantes o accionistas o directivos, afectados por cambios indispensables. No todo es win-win: la pobreza y la desigualdad extrema se perpet¨²an por estructuras de poder y privilegio que es necesario transformar. Lo siento, no todo es bonito ni mucho menos f¨¢cil; algunas medidas tendr¨¢n que ser win-lose.
Preguntemos a quien afirma estar comprometido con los ODS: ?a qu¨¦ vas a renunciar? Si la respuesta es una salida adelante a trav¨¦s de acciones sociales, alianzas e innovaciones, y todo ello dicho combinando las 20 palabras predecibles y frente a un anuncio colorido de la marca con los 17 ODS, estamos ante un serio riesgo de ODS washing.
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