Rugby para reinsertar a los presos m¨¢s violentos

Un pabell¨®n de una c¨¢rcel bonaerense llena de reclusos violentos. Un abogado de clase acomodada aficionado al rugby. Una visita casual. Hace nueve a?os, el equipo que surgi¨® en ese penal se ha convertido en un modelo de convivencia y de reinserci¨®n. Hoy ese deporte articula la vida de 1.400 presos en 43 prisiones argentinas
EDUARDO ODERIGO ten¨ªa una vida. Hasta 2009 esa vida era esta: despertar en su casa de barrio cerrado en San Fernando ¡ªuna localidad en el elegante corredor norte del conurbano, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires¡ª; desayunar con sus hijos y su mujer, Magdalena Moreno Vivot; subir a su flamante camioneta Hyundai H-1 con capacidad para nueve personas y emprender el viaje de 40 minutos hasta el centro de la capital argentina. Entrar a un edificio de principios del siglo XX, llegar al estudio jur¨ªdico fundado por su abuelo en 1960, ejercer su profesi¨®n de abogado penalista hasta las seis de la tarde, regresar, acompa?ar a sus hijas a jugar al hockey; jugar ¨¦l mismo al rugby en el San ?Isidro Club (SIC), uno de los m¨¢s tradicionales del pa¨ªs; ir a misa a la catedral de San Isidro los fines de semana. Desde las 9.30 de un martes de marzo de 2009 esa vida dej¨® de existir.
La cancha es puro pasto sint¨¦tico, verde de intensidad qu¨ªmica. El alambre que la rodea tiene m¨¢s de dos metros y termina en rollos r¨ªgidos erizados de p¨²as. En uno de los extremos hay una parrilla para hacer asados bajo un techo a dos aguas. A un lado, un inodoro a cielo abierto rodeado por una pared baja que llega a la cintura, sin puerta ni techo: aqu¨ª no se permite la privacidad. Alrededor, muros de siete metros interrumpidos por torretas desde las que observan guardias con armas largas. Uno de los muros est¨¢ pintado de amarillo y en letras negras se lee: ESPARTANOS. En la cancha, equipados con protectores bucales y cascos, m¨¢s de 100 hombres se arrojan unos contra otros en embestidas de t¨¦cnica controlada. Tienen un promedio de 25 a?os. Sus condenas rara vez bajan de siete.
El ¨ªndice de reincidencia delictiva es del 67% en Argentina. Pero en el equipo de rugby del penal es solo del 5%
El complejo penitenciario de San Mart¨ªn, en la localidad de Jos¨¦ Le¨®n Su¨¢rez, partido de San Mart¨ªn, a 45 minutos del centro de Buenos Aires, est¨¢ rodeado por un basural de 500 hect¨¢reas y formado por tres unidades penitenciarias: la 46, la 47 y la 48. La 48, de m¨¢xima seguridad, fue construida para 480 internos, pero su poblaci¨®n es de 866. All¨ª se pueden hacer talleres de teatro, m¨²sica, dibujo, colegio primario y secundario, y las carreras de Sociolog¨ªa y Trabajo Social dictadas por la Universidad Nacional de San Mart¨ªn, todas actividades usuales en prisiones argentinas que se realizan, en parte, con el fin de otorgar herramientas para el momento de la libertad. As¨ª y todo, el ¨ªndice de reincidencia es, en todo el pa¨ªs, del 67%: de 100 internos que recuperan la libertad, 67 regresan a la c¨¢rcel por haber cometido otro delito. Pero en marzo de 2009 un hombre lleg¨® a este penal y redujo esos ¨ªndices de manera dr¨¢stica, ense?ando a los presos m¨¢s violentos uno de los deportes m¨¢s agresivos ¡ªy elitistas¡ª del mundo: el rugby. Por amor al pr¨®jimo, pero tambi¨¦n en defensa propia.

Su¨¦ter beis, camisa clara, pantalones de vestir. El pelo corto refulgente y blanco. Eduardo Coco Oderigo tiene 47 a?os. No es alto ni excesivamente musculoso. Est¨¢ sentado a la mesa de una sala de juntas en el estudio de abogac¨ªa que fund¨® su abuelo Mario, abogado y juez prestigioso, y que ahora est¨¢ a cargo de su padre. Es un lunes de julio y repite la historia que ha contado tantas veces. Empieza, como siempre, por la frase:
¡ªYo ten¨ªa un amigo que quer¨ªa conocer una c¨¢rcel.
No es un rugbier talentoso. A los 19 estuvo a punto de entrar en la primera divisi¨®n del SIC, pero empez¨® a jugar mal y ese puesto qued¨® cada vez m¨¢s lejos. Su amigo Jos¨¦ Cilley, en cambio, era un gran jugador, afecto a las cr¨®nicas policiales, y quer¨ªa conocer una c¨¢rcel. De modo que le pidi¨® a Oderigo que lo llevara. Un d¨ªa de marzo de 2009 Oderigo se cans¨® de la insistencia y lo llev¨® al complejo penitenciario de San Mart¨ªn, s¨®lo porque quedaba cerca de su casa. Se present¨® en la guardia, dijo que hab¨ªa sido secretario de juzgado ¡ªlo cual era verdad¡ª y que quer¨ªa conocer. Los recibi¨® el director. Ese fue el principio del fin de su vida tal como la conoc¨ªa.
¡ªNos llev¨® al penal 47. Vi caras complicadas. Pens¨¦: ¡°Hay que hacer algo, porque esta gente sale y te mata¡±. Una semana despu¨¦s, un viernes, sal¨ª del estudio para volver a mi casa, pero dobl¨¦ a la izquierda. En todo sentido. Me fui a la c¨¢rcel del fondo.
La del fondo era la unidad 48, alta seguridad, ?pabellones espeluznantes. Ten¨ªa un motivo para ir all¨ª: el canto de sirena de una cancha que el director hab¨ªa mencionado en la primera visita. Se la mostraron. Vio un descampado pedregoso, una superficie ajada como una espalda deforme. Sin pensarlo, dijo: ¡°Quiero ense?arles a los presos a jugar al rugby¡±. El director dijo: ¡°Ni se le ocurra. A esta gente no se le puede ense?ar un deporte violento¡±.
¡ªLe dije que el rugby no era lo que ¨¦l pensaba, que tiene muchos valores, la solidaridad, el respeto. Me pregunt¨®: ¡°?Cu¨¢ndo ven¨ªs?¡±. Le dije: ¡°El martes a las 9.30¡±.
Pas¨® el fin de semana. El lunes, al revisar la agenda, Oderigo vio la anotaci¨®n: martes, rugby, penal.
¡ªLlam¨¦ a este amigo con el que hab¨ªa ido la primera vez, a ver si me acompa?aba. Y me dijo: ¡°Ni en pedo. ?Por qu¨¦ no llam¨¢s al Longa?¡±. Y llam¨¦ al Longa, Santiago Artese, otro compa?ero del SIC. Y me dijo: ¡°Vamos¡±.
El martes a las nueve de la ma?ana estaban en el penal. El director, que no hab¨ªa cre¨ªdo que Oderigo cumpliera su palabra, puso trabas, pero, finalmente, los llev¨® a la cancha. Les dijo que estaban los presos del pabell¨®n evang¨¦lico, de muy buena conducta, y todo lo dem¨¢s, que era el infierno. En especial el pabell¨®n 12, poblado por criminales conducidos por un tipo llamado el Gordis.

¡ªLe dije: ¡°Tr¨¢eme a los evang¨¦licos¡±. Se fue a buscarlos. En la cancha hab¨ªa dos presos. Nos dijeron que iban a buscar a otros y volvieron con nueve. Y vuelve el director con un evang¨¦lico. Cuando ve a estos otros me dice: ¡°Son los peores del pabell¨®n 12. No puedo responder por esta gente¡±. Se fue y se llev¨® a los guardias. Miro a los presos y les digo: ¡°Vayan corriendo y vuelvan¡±. Nada. Entonces empec¨¦ a los gritos: ¡°?Todos corriendo para all¨¢ y vuelvan!¡±.
Quiz¨¢ desorientados por ese hombre que se atrev¨ªa a darles ¨®rdenes, corrieron. Despu¨¦s, Oderigo les ense?¨® a taclear, un movimiento que consiste, b¨¢sicamente, en derribar con el cuerpo a un jugador del equipo contrario.
¡ªLes encant¨®. Cuando terminamos, las caras eran otras. Nos preguntaron si ¨ªbamos a volver. Yo no estaba pensando. Les dije: ¡°Todos los martes¡±.
El martes siguiente, Oderigo y Artese volvieron. En la cancha no hab¨ªa 10 presos sino 24, todos del pabell¨®n 12. Antes de empezar, uno de ellos dijo que ve¨ªa siempre la pel¨ªcula 300, que cuenta la batalla de las Term¨®pilas en la que diversos pueblos de Grecia se unen para rechazar la invasi¨®n persa, entre ellos un grupo de 300 espartanos. ¡°El equipo se tiene que llamar Espartanos¡±, dijo el hombre, que era el Gordis, 16 a?os de condena por matar a un polic¨ªa, experto en robo de camiones blindados. A todos les pareci¨® bien. Desde entonces, Oderigo fue al penal 48 a ense?ar rugby cada martes. Durante 2009 lo acompa?¨® Santiago Artese, en 2010 Benjam¨ªn Renard, en 2011 Diego Claisse, en 2012 Jos¨¦ Barbaccia, amigos y conocidos del SIC, abogados algunos, rugbiers todos, que al cabo de un tiempo renunciaban. El ¨²nico que segu¨ªa era Oderigo, con 20 internos que viv¨ªan en pabellones arrasados por drogas, muertos y falta de comida.
¡ªCuando supieron que era abogado, empezaron: ¡°?No te pod¨¦s ocupar de mi causa?¡±. Les empec¨¦ a decir: ¡°No quiero que te vayas ni un solo d¨ªa antes. Ac¨¢ soy entrenador, no soy abogado¡±. Mis amigos me dec¨ªan: ¡°Est¨¢s loco, te van a matar¡±. Pero los tipos volv¨ªan.
En 2013 Oderigo organiz¨® un partido contra jueces y fiscales. Algunos hab¨ªan condenado a prisi¨®n a los espartanos
En 2011 pidi¨® permiso para salir con 20 presos a jugar en clubes contra equipos profesionales. Se lo dieron y organiz¨® un partido contra la Polic¨ªa Metropolitana. Desde entonces, cada tres meses, 20 espartanos salieron a jugar fuera del penal. En 2012 consigui¨® que el Servicio Penitenciario cediera un pabell¨®n s¨®lo para quienes entrenaban: el n¨²mero 8, un edificio desmantelado. Treinta internos se mudaron a la desastrosa tierra prometida donde un preso apodado El Diente arm¨® reglas precarias: ¡°No se puede pelear, no se pueden tener armas punzantes, vale drogarse pero en la celda y sin molestar a nadie¡±. En 2013, Oderigo organiz¨® un partido contra jueces y fiscales, entre los cuales varios hab¨ªan condenado a prisi¨®n a los espartanos.
¡ªTodo era muy mal visto. Mis amigos me dec¨ªan: ¡°Que se pudran, estos tipos te ven afuera y te matan¡±. Y yo les dec¨ªa: ¡°Ya s¨¦. Y para que no te maten hago esto¡±.
Oderigo vivi¨® su infancia en Mart¨ªnez, una localidad en las afueras de la ciudad de Buenos Aires donde habitan muchas familias cuyo ¨¢rbol geneal¨®gico se hunde en los inicios del pa¨ªs. Estudi¨® abogac¨ªa mientras trabajaba como meritorio en los tribunales, sin sueldo y porque la idea de llegar a ser juez lo entusiasmaba. A los 22 conoci¨® a Male: Magdalena Moreno Vivot. Se casaron poco despu¨¦s. Ella, que ten¨ªa siete hermanos, quer¨ªa siete hijos. A ¨¦l le pareci¨® sensacional. Se mudaron a un departamento prestado de 28 metros. All¨ª naci¨® Walo. Siguieron ?ngeles, Felicitas, los mellizos Javier y Rafael. Para 2001, Oderigo hab¨ªa construido una casa enorme, donde viv¨ªa, y era secretario de juzgado.

¡ªEl siguiente paso era postularse para ser juez. Pero ten¨¦s que tener un contacto pol¨ªtico. El presidente era De la R¨²a. Pap¨¢ lo conoce desde chico. Y hacer 15 a?os de carrera para terminar llamando al amigo de pap¨¢¡ No. As¨ª que en 2003 renunci¨¦ y empec¨¦ a trabajar en el estudio.
Los hijos, mientras, llegaron hasta el n¨²mero de ocho: Benjam¨ªn, Juanita, Pedro. Y Ram¨®n, que muri¨®.
¡ªTuvimos nueve. Ochos hijos vivos y un hijo muerto, santo.
Muchas historias de su vida parecen patrocinadas por una entidad misteriosa que ense?a con sacrificio y dolor. Ram¨®n y Benjam¨ªn eran gemelos, pero durante el embarazo se detect¨® que Ram¨®n no produc¨ªa l¨ªquido amni¨®tico y les anticiparon que iba a morir. El otro gemelo empez¨® a generar l¨ªquido de manera descomunal, al coste de una actividad cardiaca que amenazaba con aniquilarlo. Ambos nacieron vivos a los siete meses y medio, Ram¨®n muy grave. Oderigo lo bautiz¨® siguiendo las instrucciones que un cura le pas¨® por tel¨¦fono.
¡ªY al d¨ªa siguiente muri¨®. La alegr¨ªa de tener ocho hijos y un santo¡ es mucho.
¡ªSos muy creyente.

¡ªNo s¨¦ si ¡°muy¡±. La gente ve un tipo de pelo cortito, jugador de rugby, mujer, ocho hijos, que va a misa los domingos, y piensa: ¡°Este debe ser de los nuestros. ?Quer¨¦s venir?¡±. ?No! No quiero ir a ning¨²n lado con vos.
De todas maneras, reza a diario; su mujer les lee la Biblia a todos antes de dormir, y en los Espartanos cunde un folclore de intercesiones milagrosas. El 9 de enero de 2013 Oderigo dorm¨ªa cuando, a las tres de la madrugada, son¨® el tel¨¦fono: era su cu?ada para contarle que hab¨ªa so?ado que la Virgen le anunciaba: ¡°Decile a Coco que lo estoy esperando¡±. El colg¨® indignado. Poco despu¨¦s, el padre de unos compa?eros de colegio de sus hijos le propuso ir a rezar con los presos. ?l dijo: ¡°Dale¡±.
¡ªEmpezaron a pedir cosas que empezaron a concederse. Y empezaron a venir personas de la calle a rezar con ellos. Uno de los que ven¨ªan fue a ver al Papa, y le habl¨® de los Espartanos. El Papa le dijo: ¡°Les quiero mandar un mensaje. Hay un canto de los que suben la monta?a que dice que ¡®en el arte de ascender lo importante no es no caer, sino no permanecer ca¨ªdo¡±. Ese mensaje fue el 9 de enero de 2014. Un a?o exacto desde el sue?o de mi cu?ada. Despu¨¦s de eso, Espartanos explot¨®.
En 2015 el n¨²mero de jugadores pas¨® de 20 a m¨¢s de 50. En 2016 el proyecto lleg¨® a 20 penales del interior del pa¨ªs. En 2017, a 43. Hoy hay 1.400 jugadores y 250 voluntarios en Argentina. En el penal 48, los espartanos son 230; los voluntarios que los entrenan, 20; y 80 personas llegan para participar del rezo de los viernes. Este a?o consiguieron dos pabellones m¨¢s ¡ªel 10 y el 12¡ª y los mismos internos decidieron que all¨ª no se admiten drogas, ni peleas, ni armas punzantes. En 2014, al rugby y los rezos se sum¨® el empleo. Uno de los voluntarios le dijo a Oderigo: ¡°?Cu¨¢ndo sale Fulano? Yo lo llevar¨ªa a trabajar a mi compa?¨ªa¡±. Y Oderigo dijo lo que dice siempre: ¡°Dale¡±.

¡ªHoy hay casi 80 espartanos trabajando en 50 empresas, y se generaron m¨¢s de 100 puestos de trabajo. ?Sab¨¦s cu¨¢ntos juicios laborales hay? Cero. Ninguno.
Oderigo va a la c¨¢rcel a entrenar a los presos cada martes, participa del rezo de los viernes, viaja una vez por semana a alg¨²n penal del interior (convocado por voluntarios que quieren implementar all¨ª el proyecto) y a pa¨ªses como Chile, Uruguay, Italia y Espa?a (donde, desde los primeros meses de este a?o, el programa Espartanos empez¨® a implementarse en el penal de El Dueso, en Santo?a). Trabajando como abogado hab¨ªa conseguido cosas: mantener a ocho hijos, enviarlos a un gran colegio, mudarse a un barrio cerrado. Desde hace dos a?os todas esas cosas est¨¢n en peligro.
¡ªLe dedico el 80% de mi tiempo a Espartanos. Los clientes llaman cada vez menos. Ten¨ªa ahorros, pero gast¨¦ mucho m¨¢s de lo que entraba. El a?o pasado dije: ¡°Tengo que cambiar a los chicos de colegio. Mudarme a un departamento¡±. Me empezaron a llamar para dar charlas en empresas y me quer¨ªan pagar. Yo dec¨ªa: ¡°?Cobrar? Ni loco¡±. Despu¨¦s me llamaron del Gobierno. Me ofrecieron ser procurador penitenciario federal con un sueldo alt¨ªsimo, 400 empleados a cargo. Pero no me gustaba. Dije que no. Me dijeron: ¡°Hac¨¦ una fundaci¨®n¡±. Y yo dije ¡°no¡±, porque hab¨ªa visto que mucha gente hace fundaciones por la plata. Al final, Male me convenci¨®. Hicimos la fundaci¨®n, que me paga el colegio de los chicos y la medicina prepaga. Con eso, m¨¢s algo del estudio, llego a fin de mes.
Oderigo es abogado y procede de una acomodada familia de juristas. Tiene ocho hijos y todos los martes va a entrenar al equipo
Cuando los espartanos salen de la c¨¢rcel, la fundaci¨®n les consigue tareas simples como cortar el pasto o lavar autos. Si cumplen con esos trabajos-filtro, los derivan a empresas como la petrolera YPF, la cadena de comida Subway, la distribuidora de indumentaria deportiva Das. Al principio, las empresas eran de amigos de Oderigo, pero ahora 50 compa?¨ªas dan trabajo a exespartanos. Seg¨²n datos de la fundaci¨®n, de 95 que salieron en libertad en 2016, s¨®lo 7 volvieron a la c¨¢rcel. Eso significa que el programa tiene apenas un 5% de reincidencia. Por ese n¨²mero Oderigo est¨¢ dispuesto a darlo todo.
El camino que bordea la autopista y lleva al complejo penitenciario de San Mart¨ªn es de tierra. En d¨ªas de lluvia la mezcla de barro y pozos debe de ser impresionante. Pero hoy hay sol.
¡ª?Hacia d¨®nde se dirige? ¡ªpregunta un guardia.
¡ªMe invit¨® Coco. Voy a rugby.
Entrar en un penal de m¨¢xima seguridad es dif¨ªcil, pero el nombre de Oderigo abre las puertas. Es martes, 9.30. El guardia camina hasta una puerta de metal, golpea, la puerta se desliza con un quejido torvo. Al otro lado, el cielo abierto, los alambres alt¨ªsimos, la cancha. M¨¢s de 100 hombres se arrojan sobre un bal¨®n como si fuera una ojiva cuyo estallido hubiera que impedir. En el centro, Oderigo arenga con severidad y entusiasmo:
¡ª?M¨¢s cintura, m¨¢s cintura!
Gabriel M¨¢rquez apenas pasa de los 20 a?os, est¨¢ detenido por robo con intento de homicidio y habla con una percusi¨®n acelerada sobre la que desliza un discurso que detiene, sorprendido, ante alguna pregunta fuera de guion. Entonces mira como queriendo entender d¨®nde est¨¢ el truco, pero despu¨¦s sonr¨ªe y se le dibuja un hoyuelo infantil.

¡ªCuando salga, me voy a levantar para llevarle el pan a mi hija. Jam¨¢s voy a volver a esto. Es horrible. Aunque hemos hecho cosas incre¨ªbles. Jugamos contra los jueces y los fiscales, porque el rugby tiene ese ambiente de gente importante, ?no? Los pobres no juegan al rugby. ?O no? ¡ªdice, y se queda mirando la cancha como si estuviera encandilado.
Son varios los que cuentan el mito del Colo: lo cuentan Oderigo, la mujer de Oderigo, el padre de Oderigo. Ese mito dice que el Colo trabaja en la misma gasolinera de YPF que rob¨® antes de caer preso.
¡ªNo ¡ªdice el Colo¡ª. Pero a ocho cuadras hay una que s¨ª rob¨¦. Me regustaba robar estaciones, supermercados. Porque la plata es de los empresarios y mi manera de pensar era que yo no perjudicaba a nadie.
El Colo se llama Mat¨ªas Nuesch Lanchi. Pas¨® siete a?os en la c¨¢rcel y lleg¨® a las celdas de confinamiento de la unidad 48 en 2013 por haber herido ¡ªsiete pu?aladas en el est¨®mago¡ª a otro interno. Brill¨® en la primera de Espartanos durante a?os. Se tatu¨® en la base del cuello dos frases: ¡°Lo importante no es no caer, sino no permanecer ca¨ªdos¡± y ¡°Gracias, Coco¡±. Sali¨® en enero de 2017 y lleg¨® a tener tres trabajos hasta quedarse s¨®lo con el de YPF, donde maneja grandes cantidades de dinero como encargado. Tiene tres hijos y vive con dos, que lo ayudan a construir su casa en un lote que est¨¢ pagando. Cuando todav¨ªa entrenaba en Espartanos, se quebr¨® tibia, peron¨¦ y le qued¨® la pierna cinco cent¨ªmetros m¨¢s corta. Jorge Mendiz¨¢bal consigui¨® la pr¨®tesis que hubo que ponerle para que pudiera caminar.
¡ªEl Colo es un hijo para m¨ª.
Jorge Mendiz¨¢bal es el due?o en Argentina de la franquicia de Subway. Cinco locales propios, 200 franquiciados. Lleg¨® a Espartanos hace cuatro a?os en medio de una crisis familiar.

¡ªQuisieron secuestrar a mi mujer y a mis hijos. No pudieron, pero me dejaron un desastre. Mi hija ve¨ªa ?ladrones a cada rato. Mi mujer ten¨ªa ataques de p¨¢nico. Yo estaba envenenado. Un d¨ªa me encontr¨¦ a Coco y me dijo que fuera a entrenar. Mi mujer me dijo: ¡°Vas a ayudar a esos tipos que nos quisieron secuestrar, hay que matarlos a todos¡±. Y yo le dec¨ªa: ¡°Si vos supieras la historia de estos pibes¡±. Yo estoy convencido de que esto no es m¨¦rito ni de Coco ni de nadie. Hay alguien arriba que va guiando. Yo emple¨¦ a unos 15 espartanos. Tuve gente que ha sido gerente de local, que ?manejaba plata.
Mendiz¨¢bal tiene sus propias sincron¨ªas santas. El 8 de diciembre de 2016, D¨ªa de la Virgen, la Fundaci¨®n Espartanos decidi¨® que hab¨ªa que transformar la cancha de tierra en una de pasto sint¨¦tico. Dice que se lo pidieron a la Virgen en el rezo del viernes. Una semana despu¨¦s los llam¨® una mujer de la Fundaci¨®n Banco Provincia diciendo que ten¨ªan que donar 750.000 pesos (unos 16.200 euros) a alg¨²n proyecto porque, si no, se perd¨ªa el presupuesto. Era el monto de la mitad de la cancha.
¡ªTerminamos en 2017 con los guardias y los presos pintando la cancha. Hay que tener cuidado cuando en una c¨¢rcel le ped¨ªs algo a la Virgen, porque lo cumple con creces.
¡ªGracias a Esparta estoy vivo. Pero yo ten¨ªa que estar muerto.
Emiliano Garrido trabaja desde hace dos a?os y medio en el club Santa B¨¢rbara. Consigui¨® el empleo una semana despu¨¦s de salir del penal por contactos de Oderigo. Lo que lo llev¨® a la c¨¢rcel durante cinco a?os ¡ªrobo calificado con lesiones graves¡ª fue que entr¨® a robar la casa del intendente de San Isidro, en las afueras de la capital. Cuando lleg¨® a la 48 lo mandaron a limpiar el espacio en el que los presos arrojan la basura.
¡ªLes decimos los pulmones. Estaba todo lleno de gusanos. Y me vio Coco. Dijo: ¡°?Quer¨¦s entrenar? A partir de ahora, sos un espartano. Nadie va a tirar la mugre ac¨¢¡±. As¨ª que conseguimos abono, semilla, y donde hab¨ªa mugre pusimos plantas de tomate.
Pero, al acercarse el momento de la libertad, Garrido no se puso contento: cuando saliera iba a tener que matar a un tipo.
¡°Yo pensaba que ellos nos robaban a los pobres, pero ?qui¨¦n me iba a dar una oportunidad? ?El Gobierno, la juez?¡±
¡ªYo le hab¨ªa robado. O lo mataba yo a ¨¦l, o me mataba a m¨ª. Cuando me faltaban dos meses para salir me avisaron que lo hab¨ªan matado. Me puse recontento. Sal¨ª, me cas¨¦, tengo cuatro hijos. A este club vienen un mont¨®n de famosos, jugadores de f¨²tbol. Cuando robaba, me cagaba de risa. Dec¨ªa: ¡°Estos oligarcas de mierda, les rompo la cabeza¡±. Ahora digo: ¡°Mir¨¢ esta gente, todas las horas que laburan¡±. Yo pensaba que ellos nos robaban a los pobres, pero ?qui¨¦n me iba a dar una oportunidad? ?El Gobierno, la juez, la Iglesia? Me la dieron Coco y su gente. Ahora estoy en el parque, despu¨¦s limpio los ba?os y me voy a mi casa. Y si Dios quiere, cuando mi hija cumpla 15 le hago una fiesta en un barco.
Es viernes, diez y media de la ma?ana, y dos chicas j¨®venes, un hombre con una guitarra y una mujer con poncho de lana cruda esperan en la puerta del penal. A¨²n no se puede entrar porque hubo un enfrentamiento en los pabellones. Sin embargo, nadie parece preocupado. Despu¨¦s de un rato, el guardia se acerca.
¡ªYa pueden pasar.
Al otro lado de la puerta est¨¢ Gabriel M¨¢rquez con una sonrisa descomunal.
-Hola, c¨®mo est¨¢n. Coco me dijo que los lleve a los pabellones.
Camina por los pasillos y se detiene frente a una puerta cerrada sobre la que se ve el n¨²mero 8.
¡ª???Encargado del ochooooo!!! ¡ªgrita, y un guardia aparece de inmediato y abre la puerta.
El lugar est¨¢ tibio, con las hornallas de una cocina encendidas, las paredes cubiertas por dibujos de jugadores de rugby con rostros aguerridos. En el patio, un amplio c¨ªrculo de presos rodea una mesa. Sobre ella, la figura de yeso de la Virgen del Rugby. Detr¨¢s, un hombre habla a ritmo acelerado, forzando nexos entre cosas que no parecen tenerlo.
¡ªYo le quiero pedir a Dios, le quiero pedir a la Virgen del Rugby. Yo hace 25 a?os que no tengo a mi pap¨¢. Yo no lo quiero perdonar. Los momentos que estoy pasando ahora nadie los sabe. No quiero agarrar un arma y volver a robar. Prefiero ir a trabajar. Pero qu¨¦ se le va a hacer, queda en manos de Dios.
Gabriel M¨¢rquez dice, por lo bajo:
¡ªEs un exespartano que est¨¢ en libertad. El sobrino lastim¨® a una persona y sali¨® herido de un enfrentamiento. Est¨¢ pasando por un momento dif¨ªcil. ?Vamos al otro pabell¨®n?

En el pabell¨®n 12, en el pasillo en el que est¨¢n las celdas, uno de los internos lee maquinalmente las normas de convivencia de los Espartanos a dos chicas que est¨¢n de visita:
¡ªRespeto mutuo, entrenamiento de rugby semanal, no ingerir pastillas, que es droga, y cero faca, que son elementos punzantes. Ac¨¢ tenemos los 16 valores del rugby ¡ªdice, se?alando carteles sobre cada una de las celdas¡ª. Obediencia: hacer lo que el otro manda¡
El patio est¨¢ sumido en un silencio pueblerino. Los internos y los visitantes est¨¢n de pie, tomados por la cintura y con la cabeza gacha, en lo que parece un gigantesco acto de contrici¨®n. Una mujer con gafas de sol colocadas sobre el pelo dice:
¡ªMe llamo Ofelia. Me hace much¨ªsimo bien venir y estar con ustedes. Me voy con una paz enorme.
Todos dicen: ¡°Am¨¦n¡±. Despu¨¦s rezan en loop el ?padrenuestro y el avemar¨ªa.
Un martes de entrenamiento, Oderigo llega trotando desde la cancha y se?ala una peque?a construcci¨®n en la que guardan los botines:
¡ªVen¨ª que te presento a Jes¨²s.
Jes¨²s est¨¢ tomando mate. Ahora no entrena, pero pas¨® a?os jugando entre los mejores de Espartanos.
¡ªVine porque est¨¢ mi hermano Cristian. Lleg¨® hace poco, est¨¢ en el pabell¨®n 12. Yo estoy en el 11 ¡ªdice, entrecerrando los ojos con dram¨¢tica resignaci¨®n¡ª. No es de Espartanos. Son todos perros salvajes ah¨ª.

Jes¨²s es la falla del sistema. Y Esparta es dura con sus hijos d¨ªscolos. En 2016, Oderigo se impuso llevar a los Espartanos a ver al Papa. Formaron una comitiva de 10 espartanos en libertad y 20 personas m¨¢s, entre ellos empresarios, un juez y el jefe y el subjefe del penal. En octubre de 2016 partieron hacia Roma llevando, de regalo, una imagen de la Virgen del Rugby.
¡ªElegimos a un espartano para que se la diera al Papa ¡ªdice Oderigo¡ª. Y Jes¨²s fue¡
¡ª¡ el elegido para darle la Virgen ¡ªdice Jes¨²s, con la mirada baja.
Despu¨¦s de haber estado siete a?os preso, de formar parte de Espartanos, de haber salido en libertad, de haber visitado al Papa, de haber pasado meses trabajando en el club Santa B¨¢rbara, una noche Jes¨²s le rob¨® un celular a un barrendero. Lo agarraron cien metros m¨¢s adelante. Ahora va a pasar tres a?os en un pabell¨®n aterrador.
¡ªYo vengo preso desde los 13 a?os. Tengo un pap¨¢ adicto a la coca¨ªna, una mam¨¢ alcoh¨®lica. Mi abuela me sacaba a pedir limosna y yo me mor¨ªa de verg¨¹enza, porque ¨ªbamos cerca de mi colegio y me ve¨ªan mis compa?eritos. Despu¨¦s empec¨¦ a robar la caja de los locales donde iba a pedir. Y despu¨¦s me compr¨¦ un 22 y empec¨¦ a robar con arma. Hay cosas que hoy dec¨ªs: ¡°No las hago¡±, ma?ana dec¨ªs: ¡°No s¨¦¡± y en una semana dec¨ªs: ¡°Bueno, dale¡±.
¡ª?Y vos a qu¨¦ le dir¨ªas: ¡°Eso no lo hago¡±?
¡ªNo violar¨ªa. No matar¨ªa si no me quisieran matar. Un poco de violencia se ejerce siempre. Agarr¨¢s al hijo de una persona y dec¨ªs: ¡°Dame todo o te chumbo al pendejo, te lo reviento¡±. Es todo psicol¨®gico. Pero a veces es mejor que te metan un ca?azo en la cabeza a que te agarren a tu hijo y le metan un fierro adentro de la boca. ?Vos que preferir¨ªas?
Despu¨¦s, como si se hubiera dado cuenta de algo, dice:
¡ªY hoy me pongo como l¨ªmite que no quiero delinquir m¨¢s.
Hace a?os, la primera vez que Jes¨²s vio a Oderigo en la cancha, pens¨®: ¡°Este viene a investigarnos¡±.
Lo que se acerca es una cicatriz. Tajos desde el b¨ªceps hasta la mu?eca. Cuarenta y tres pu?aladas en el abdomen
¡ªPero me se?al¨® a un gordo y me dijo: ¡°And¨¢ y tiralo. Vos pod¨¦s¡±. Fui corriendo y me tir¨¦ contra el gordo. Y se cay¨®. A m¨ª, que todo el tiempo me hab¨ªan dicho ¡°lacra inmunda¡±, vino Coco y me dijo que pod¨ªa hacer algo. Yo era arcilla y el tipo me iba moldeando. Yo no sab¨ªa hacer una mierda, y aprend¨ª un deporte que es para ricos. Y me hizo ver que no todos los que tienen mucha plata son malas personas. Yo tengo fe en que Coco lo va a sacar adelante a mi hermano.
Cristian, su hermano, es uno de los presos m¨¢s ?violentos de la provincia. Pas¨® por muchos penales, siempre en celdas de confinamiento solitario. Hasta que los Espartanos dijeron: ¡°Es hermano de un hermano. Que lo traigan ac¨¢¡±.
¡ª?Te llev¨¢s bien con Cristian?
¡ªNo, nos llevamos como el culo. Es ese que est¨¢ ah¨ª. ?Cristian!
Lo que se acerca es una cicatriz. Tajos desde el b¨ªceps hasta la mu?eca. La marca de un intento de deg¨¹ello en la garganta. Cuarenta y tres pu?aladas en el abdomen. Los m¨²sculos son planchas de acero bajo la piel correosa.
¡ªLos cortes me los hice cuando estuve detenido en institutos de menores, de los 16 a los 18 ¡ªdice Cristian¡ª. A lo mejor esto es una oportunidad. O un matatiempo. Cu¨¢nta gente hay que tiene todo y no se conforma.
¡ª?Qu¨¦ te conformar¨ªa a vos, qu¨¦ quisieras tener?
¡ª?Que quisiera tener? ¡ªpregunta, desorientado, como si no hubiera entendido¡ª. No s¨¦ ¡ªdice, mirando a su hermano¡ª. No tengo familia, no tengo hijos. Tengo 30 a?os y soy solo.
¡ªUn trabajo ¡ªlo ayuda Jes¨²s.
¡ªUn trabajo ¡ªdice Cristian¡ª. Y el d¨ªa de ma?ana sal¨ªs y pod¨¦s ayudar a otros.
¡ªLa clave es la disciplina ¡ªdice Jes¨²s.
¡ªClaro ¡ªdice Cristian, la sonrisa una mueca licuada.
Junto a la cancha hay una construcci¨®n que pasa casi inadvertida. No tiene ventanas sino ranuras delgadas casi a la altura del techo. All¨ª funcionan las celdas de confinamiento solitario donde los presos permanecen castigados durante semanas. Sin mantas, sin luz, casi sin comida. La construcci¨®n est¨¢ pintada de rosa claro, de inocente verde pastel. ?
Pasi¨®n por la Virgen del Rugby
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LARRIVI?RE-SAINT-SAVIN representa la fiel pasi¨®n al rugby en el sur de Francia, meritorio rival del f¨²tbol como deporte hegem¨®nico y fuente inagotable de jugadores. All¨ª fue trasladado en 1956 el p¨¢rroco Michel Devert, cuya circunstancia personal se transform¨® en s¨ªmbolo mundial. Ten¨ªa buena relaci¨®n con la Federaci¨®n Francesa de Rugby de aquella ¨¦poca, un deporte todav¨ªa a d¨¦cadas de asomarse al profesionalismo, y cuando descubri¨® una capilla en ruinas que tard¨® una d¨¦cada en rehabilitar, ya ten¨ªa un objetivo. As¨ª surgi¨® la capilla de Notre Dame du Rugby (Nuestra Se?ora del Rugby), el origen de un culto que ha llegado a Argentina como la Virgen del Rugby con un mensaje que mezcla la devoci¨®n con el bien com¨²n, aprovechando un deporte que prima lo colectivo.
La capilla se transform¨® en santuario y sus cuatro vitrales muestran los s¨ªmbolos de la Virgen y Jes¨²s junto a jugadas representativas del rugby como la mel¨¦ o scrum, que representa el agrupamiento de los ocho delanteros de cada equipo, o el saque de touch o line, un env¨ªo desde la banda hacia una plataforma que forman varios compa?eros para alcanzar el bal¨®n.
En el transcurso de su viaje por Francia, el sacerdote argentino Jorge Murias visit¨® la capilla y propuso a la imagen como patrona del Movimiento Cristiano para Gente de Rugby. La idea lleg¨® a Carlos Uranga, que trabaj¨® con Los Pumas ¡ªla selecci¨®n argentina¡ª como traductor de franc¨¦s. Hizo un encargo a una empresa fabricante de estatuas y empez¨® a regalarlas por diferentes clubes del pa¨ªs.
Una de las plegarias dice as¨ª: ¡°Qu¨¦date al lado nuestro para sostener nuestras fuerzas y nuestras voluntades tendidas hacia la victoria. Pero tambi¨¦n, qu¨¦date con nosotros, en el terrible scrum [mel¨¦] de la existencia, para que salgamos vencedores del gran juego de la vida, dando el ejemplo, como en la cancha, de coraje, de ganas, de esp¨ªritu de equipo, en una palabra, de un ideal a imagen del tuyo¡±.
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