La NASA quiere enviar seres humanos a Venus: por qu¨¦ es una idea brillante
La idea de la misi¨®n HAVOC es usar la densa atm¨®sfera del planeta como base para la exploraci¨®n
La ciencia ficci¨®n popular de principios del siglo XX describ¨ªa a Venus como una especie de pa¨ªs de las maravillas con temperaturas c¨¢lidas y agradables, bosques, pantanos e incluso dinosaurios. En 1950, el Planetario Hayden del Museo Americano de Historia Natural ofrec¨ªa reservas para la primera misi¨®n tur¨ªstica espacial, mucho antes de la ¨¦poca moderna de Blue Origins, SpaceX y Virgin Galactic. Lo ¨²nico que uno ten¨ªa que hacer era facilitar su direcci¨®n y marcar la casilla de su destino preferido, entre los que estaba Venus.
Hoy en d¨ªa, es poco probable que los que quieren ser turistas espaciales sue?en con ir a Venus. Como han demostrado numerosas misiones en las ¨²ltimas d¨¦cadas, el planeta no es un para¨ªso, sino m¨¢s bien un mundo infernal de temperaturas extremas, con una atm¨®sfera t¨®xica y corrosiva y unas presiones aplastantes en la superficie. A pesar de ello, la NASA trabaja actualmente en una misi¨®n tripulada conceptual a Venus llamada HAVOC (siglas en ingl¨¦s de Concepto Operacional a Gran Altitud en Venus).
Pero ?c¨®mo puede ser siquiera posible esta misi¨®n? Las temperaturas en la superficie del planeta (unos 460¡ãC) son en realidad m¨¢s elevadas que las de Mercurio, aunque Venus est¨¢ aproximadamente al doble de distancia del sol. Son m¨¢s elevadas que el punto de fusi¨®n de muchos metales, incluidos el bismuto y el plomo, que incluso pueden caer como ¡°nieve¡± sobre los picos monta?osos m¨¢s altos. La superficie es un paisaje ¨¢rido y rocoso formado por extensas llanuras de roca bas¨¢ltica salpicadas de formaciones volc¨¢nicas, y varias regiones monta?osas tan grandes como continentes.?
El planeta no es un para¨ªso, sino m¨¢s bien un mundo infernal de temperaturas extremas, con una atm¨®sfera t¨®xica y corrosiva y unas presiones aplastantes en la superficie
Tambi¨¦n es joven desde el punto de vista geol¨®gico y ha sufrido episodios de renovaciones de la superficie catastr¨®ficas. Estos episodios extremos est¨¢n causados por la acumulaci¨®n de calor debajo de la superficie, que al final hace que se funda, expulse el calor y se vuelva a solidificar. Sin duda, es una perspectiva aterradora para cualquier visitante.
Flotar en la atm¨®sfera
Por suerte, la idea que hay detr¨¢s de la nueva misi¨®n de la NASA no es desembarcar a gente en la superficie, sino usar su densa atm¨®sfera como base para la exploraci¨®n. Todav¨ªa no se ha anunciado p¨²blicamente una fecha exacta para una misi¨®n tipo HAVOC. Es un plan a largo plazo que depender¨¢ primero de que las peque?as misiones de prueba tengan ¨¦xito. Ahora mismo, con la tecnolog¨ªa actual, esta misi¨®n es realmente posible. El plan es utilizar naves espaciales que pueden mantenerse volando en la atm¨®sfera superior durante largos periodos de tiempo.
Por sorprendente que pueda parecer, la atm¨®sfera superior de Venus es el lugar m¨¢s parecido a la Tierra en el sistema solar. Entre 50 y 60 km de altitud, la presi¨®n y la temperatura pueden ser comparables a las de algunas regiones de la atm¨®sfera inferior de la Tierra. La presi¨®n atmosf¨¦rica en la atm¨®sfera venusiana a 55 km es aproximadamente la mitad que la de la presi¨®n al nivel del mar en la Tierra. De hecho, se estar¨ªa bien sin un traje de presi¨®n porque equivale m¨¢s o menos a la presi¨®n del aire que hay en la cumbre del monte Kilimanjaro. Y tampoco har¨ªa falta aislarse ya que la temperatura all¨ª oscila entre los 20? y los 30¡ã C.
La atm¨®sfera por encima de esta altitud tambi¨¦n es suficientemente densa para proteger a los astronautas de la radiaci¨®n ionizante del espacio. El hecho de que el Sol est¨¦ m¨¢s pr¨®ximo permite que haya una mayor radiaci¨®n solar que en la Tierra, la cual se puede emplear para generar energ¨ªa (aproximadamente 1,4 veces m¨¢s).
La nave espacial conceptual flotar¨ªa alrededor del planeta empujada por el viento. Para facilitar esto, se podr¨ªa llenar con una mezcla de gases respirables como el ox¨ªgeno y el nitr¨®geno, lo que le proporcionar¨ªa flotabilidad. Esto es posible porque el aire respirable es menos denso que en la atm¨®sfera de Venus y, por tanto, ser¨ªa un gas de elevaci¨®n.
La atm¨®sfera de Venus est¨¢ formada por un 97% de di¨®xido de carbono, aproximadamente un 3% de nitr¨®geno y cantidades traza de otros gases. Como todo el mundo sabe, contiene una pizca de ¨¢cido sulf¨²rico que forma nubes densas, y es uno de los principales elementos que crean su visible brillo cuando se observa desde la Tierra. De hecho, el planeta refleja m¨¢s o menos el 75% de la luz que recibe del Sol. Esta capa de nubes muy reflectante se encuentra a una altitud de entre 45 y 65 km, con una bruma de gotitas de ¨¢cido sulf¨²rico por debajo hasta unos 30 km. Por tanto, el dise?o de la nave especial tendr¨ªa que resistir el efecto corrosivo de este ¨¢cido.
Afortunadamente, ya disponemos de la tecnolog¨ªa necesaria para solucionar el problema de la acidez. Varios materiales que se comercializan, como el tefl¨®n y algunos pl¨¢sticos, tienen una alta resistencia al ¨¢cido y podr¨ªan utilizarse para el revestimiento exterior de la aeronave. Teniendo en cuenta todos estos elementos, ser¨ªa posible pasearse por una plataforma fuera de la aeronave, llevando solo una reserva de aire y un traje de protecci¨®n qu¨ªmica.
?Vida en Venus?
La superficie de Venus se cartografi¨® desde su ¨®rbita con un radar en la misi¨®n Magallanes estadounidense. Sin embargo, solo se visitaron algunos lugares de la superficie durante la serie de misiones Venera de sondas sovi¨¦ticas a finales de la d¨¦cada de 1970. Estas sondas trajeron las primeras ¨C y hasta el momento ¨²nicas ¨C im¨¢genes de la superficie de Venus. Desde luego, las condiciones en la superficie parecen totalmente inhabitables para cualquier tipo de vida.
No obstante, la atm¨®sfera superior es otra historia. Algunos tipos de organismos extrem¨®filos que ya existen en la Tierra podr¨ªan soportar las condiciones en la atm¨®sfera a la altitud a la que podr¨ªa volar la HAVOC. Ciertas especies como el Acidianus infernus se pueden encontrar en lagos altamente ¨¢cidos de Islandia e Italia. Tambi¨¦n se ha descubierto que existen microbios a¨¦reos en las nubes de la Tierra. Nada de esto demuestra que exista vida en la atm¨®sfera de Venus, pero es una posibilidad que podr¨ªa investigar una misi¨®n como la HAVOC.
Las condiciones clim¨¢ticas actuales y la composici¨®n de la atm¨®sfera se deben a un efecto invernadero desbocado (un efecto invernadero extremo que no se puede cambiar) que transform¨® el planeta, un mundo ¡°gemelo¡± acogedor como la Tierra al principio de su historia. Aunque actualmente no se prev¨¦ que la Tierra se enfrente a un escenario extremo parecido, demuestra que se pueden producir cambios dr¨¢sticos en un clima planetario cuando se dan ciertas condiciones f¨ªsicas.
Si probamos nuestros modelos clim¨¢ticos actuales usando los extremos que se observan en Venus, podemos determinar con m¨¢s precisi¨®n c¨®mo los diferentes efectos que alteran el clima pueden producir cambios dr¨¢sticos. Por tanto, Venus nos proporciona un medio para probar los extremos de nuestros modelos clim¨¢ticos actuales, con todas las consecuencias inherentes para la salud ecol¨®gica de nuestro planeta.
Todav¨ªa conocemos relativamente pocas cosas sobre Venus, a pesar de que es nuestro vecino planetario m¨¢s cercano. A la larga, aprender c¨®mo dos planetas tan parecidos pueden tener unos pasados tan diferentes nos ayudar¨¢ a entender la evoluci¨®n del sistema solar, y quiz¨¢s incluso la de otros sistemas estelares.
Gareth Dorrian es investigador asociado posdoctoral de Ciencia Espacial de la Universidad de Nottingham Trent.?Ian Whittaker es profesor de la Universidad de Nottingham Trent.
Cl¨¢usula de divulgaci¨®n. Los autores no son asalariados, ni consultores, ni poseen acciones, ni reciben financiaci¨®n de ninguna compa?¨ªa u organizaci¨®n que pueda obtener beneficio de este art¨ªculo, y han declarado carecer de v¨ªnculos relevantes m¨¢s all¨¢ del cargo acad¨¦mico citado anteriormente.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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