El lujo de la alta relojer¨ªa
La gran casa francesa Herm¨¨s alberga en Bienne, un enclave estrat¨¦gico de Suiza, el cuartel general de su divisi¨®n relojera. Aqu¨ª han nacido piezas que se convirtieron en cl¨¢sicos. Y un peque?o ej¨¦rcito de artesanos con manos expertas sigue dando forma a la maquinaria de dise?os impecables. Entramos en un templo de excelencia manufacturera
SUELE DECIRSE que en las boutiques Herm¨¨s es imposible encontrar un solo ar?t¨ªculo que no sea del gusto m¨¢s exquisito. Y sus relojes no solo no constituyen una excepci¨®n, sino que conforman algo m¨¢s que simples instrumentos para medir el paso del tiempo.
Las firmas procedentes del sector de la moda y la artesan¨ªa no lo han tenido f¨¢cil para acceder al selecto club de la alta relojer¨ªa. En un mundo anclado en la tradici¨®n, con ritmos a menudo opuestos a los de las tendencias, por definici¨®n ef¨ªmera, los productos de las reci¨¦n llegadas sol¨ªan ser percibidos como meros complementos, m¨¢s o menos sofisticados, pero sin el pedigr¨ª necesario para codearse con los de las grandes manufacturas helv¨¦ticas. Cuando, en 1978, Jean-Louis Dumas, gran renovador de la firma parisiense, decidi¨® entrar en el negocio, la industria suiza capeaba como pod¨ªa un temporal que se iba a llevar por delante miles de empleos y varias ense?as centenarias. Era la amarga consecuencia de la fragmentaci¨®n de su tejido industrial, obsoleto y poco competitivo, que intentaba subir al tren de la producci¨®n en masa y de alta calidad en el momento en que la irrupci¨®n del cuarzo y la competencia japonesa vinieron a darle el golpe de gracia.
Herm¨¨s era por entonces una empresa con casi 150 a?os de his?toria y una filosof¨ªa basada en la excelencia artesana y el culto al detalle. Fundada como taller de guarnicioner¨ªa, la popularizaci¨®n del autom¨®vil la hab¨ªa empujado a comienzos del siglo XX a alternar la elaboraci¨®n de sillas de montar y arneses con la de maletas y art¨ªculos de viaje; primera de una serie de diversificaciones que luego engrosar¨ªan perfumer¨ªa, marroquiner¨ªa, seder¨ªa, pr¨ºt-¨¤-porter y joyer¨ªa.
Nada m¨¢s asumir la direcci¨®n, Dumas decidi¨® crear La Montre Herm¨¨s en Bienne, una de las capitales de la relojer¨ªa helv¨¦tica ¡ªdonde tambi¨¦n alberg¨® su sede el Grupo Swatch¡ª, y escogi¨® para su implantaci¨®n el tradicional modelo suizo del ¨¦tablisseur, o fabricante que ensambla los distintos componentes subcontratados a peque?os talleres independientes de su regi¨®n. Esto le permiti¨® acceder a una amplia gama de conocimientos y t¨¦cnicas esenciales, para concentrarse inmediatamente en la concepci¨®n de productos ¨²nicos. Su primer modelo fue el emblem¨¢tico Arceau, con caja en forma de estribo y esfera con n¨²meros inclinados, que contin¨²a en producci¨®n 40 a?os despu¨¦s. Le siguieron el Clipper y el Cape Cod, que tambi¨¦n eran relojes sin mayor complejidad t¨¦cnica, cuyo ¨¦xito inmediato se bas¨® en la originalidad del dise?o, la calidad de la factura y los materiales, y un precio ajustado.
Hasta 1999, La Montre Herm¨¨s solo produce relojes de cuarzo destinados a su clientela femenina. Ahora bien, a comienzos de los a?os noventa, la industria relojera hab¨ªa salido de la crisis tras un proceso de concentraci¨®n empresarial y una reorientaci¨®n hacia la gama alta. De la mano ¡ªsobre todo¡ª de tres grandes conglomerados de reciente creaci¨®n, Swatch Group, Richemont y LVMH, este reposicionamiento hab¨ªa tenido como protagonista al reloj mec¨¢nico, y concretamente al reloj mec¨¢nico con complicaciones. Esta circunstancia no pod¨ªa sino acentuar un viejo deseo de Herm¨¨s: conquistar definitivamente la legitimidad relojera a trav¨¦s de la fabricaci¨®n de guardatiempos mec¨¢nicos. El primero de ellos fue el Dressage, de 2003, un elegante tres agujas con mecanismo Vaucher.
Para consolidar el proceso de adquisici¨®n de este nuevo savoir faire, Herm¨¨s puso en marcha a partir de 2006 una estrategia de integraci¨®n de sus proveedores que ya hab¨ªa aplicado d¨¦cadas atr¨¢s en las seder¨ªas lionesas. El primero es precisamente Vaucher, fabricante de mecanismos de alta calidad que suministra tambi¨¦n a Audemars Piguet y a Richard Mille. Sigue el traslado a Bienne del taller de fabricaci¨®n de correas de pieles ex¨®ticas, hasta entonces en Par¨ªs; la compra de Nat¨¦ber, especialista en esferas, y la de Joseph Erard, fabricante de bo?tiers o cajas de reloj.
Esta estrategia es habitual en una ¨¦poca que, tras la compra de ?bauches SA ¡ªdespu¨¦s ETASA¡ª por parte del Grupo Swatch, ha visto c¨®mo numerosas marcas tradicionales integran a sus proveedores para asegurarse el suministro de componentes y limitar su dependencia del exterior. Por otra parte, durante la primera mitad del siglo XX, algunas de las grandes manufacturas pioneras se hab¨ªan ganado aunque solo fuera un ¨¢pice de su prestigio gracias a la utilizaci¨®n de ¨¦bauches, mecanismos en bruto fabricados por terceros ¡ªPiguet, Lemania, LeCoultre¡ª que luego ellas remataban y decoraban en sus propios talleres.
Fruto de una cultura empresarial basada en el largo plazo, este proceder obtuvo sus primeras recompensas a partir de 2011, a?o de la presentaci¨®n del modelo Arceau Tiempo Suspendido ¡ªLe Temps Suspendu¡ª, galardonado con el Gran Premio de Relojer¨ªa de Ginebra ¡ªGPHG¡ª, algo inimaginable para una marca que 35 a?os antes solo fabricaba correas. En 2015 repitieron con el Slim Calendario Perpetuo.
Pero el mayor logro de Herm¨¨s en el campo de la relojer¨ªa no son los premios recibidos, sino haber sabido dar forma a algo nuevo a partir de t¨¦cnicas ancestrales, as¨ª como haber reunido un peque?o ej¨¦rcito de artesanos que, inclinados sobre sus bancos de trabajo, llevan la b¨²squeda de la perfecci¨®n hasta lugares a los que no alcanza la vista. El relojero decora partes del mecanismo que solo descubrir¨¢ otro relojero a?os despu¨¦s, cuando tenga que desmontarlo para una revisi¨®n. La talabartera remata las correas con una ¡°H¡± en la cara interna de la trabilla que ning¨²n cliente ver¨¢ jam¨¢s. Pueden parecer gestos in¨²tiles, pero sin duda son gestos hermosos que, por lo que representan, llevan el producto a otra dimensi¨®n. Y la l¨®gica de los creativos de Herm¨¨s no est¨¢ muy alejada.
Aunque en nuestros d¨ªas la relojer¨ªa mec¨¢nica ha perdido su principal raz¨®n de ser en favor de la electr¨®nica, la mayor¨ªa de las marcas siguen basando su marketing en conceptos como ¡°precisi¨®n¡± o ¡°fiabilidad¡±. Herm¨¨s renuncia a ello y crea una l¨ªnea de relojes cuya finalidad principal no es dar la hora, sino despertar emociones. Lo que hace de estos relojes algo ¨²nico es que tras ellos hay una invitaci¨®n a pensar el tiempo de otra manera, al menos por un rato. De hecho, el tiempo Herm¨¨s es m¨¢s bien un par¨¦ntesis de no-tiempo, un espacio para la fantas¨ªa y la libertad personal, cargado de lirismo y ajeno a cualquier medici¨®n.
En el Arceau Tiempo Suspendido ¡ªLe Temps Suspendu¡ª, un m¨®dulo retr¨®grado desarrollado por Agenhor hace posible que, tras accionar un pulsador, las agujas horaria y minutera se inmovilicen en una posici¨®n imaginaria. Cuando se acciona de nuevo el pulsador, vuelven a indicar la hora real, pero nosotros le habremos robado unos instantes preciosos a la ineluctable mec¨¢nica del tiempo.
El Slim Hora Impaciente ¡ªL¡¯Heure Impatiente¡ª, de nuevo con un m¨®dulo Agenhor, es capaz de anticipar un evento que se producir¨¢ en un plazo inferior a 12 horas. Una hora antes, la manecilla retr¨®grada comienza una cuenta regresiva. Cuando se completan los 60 minutos, una soner¨ªa indica que ha llegado ese momento tan esperado. Ninguna de estas complicaciones, objeto de varias patentes, tiene precedentes en la historia de la relojer¨ªa.
En palabras de Laurent Dordet, CEO de La Montre Herm¨¨s, ¡°nuestra pol¨ªtica es entrar en un negocio ¨²nicamente cuando estamos seguros de aportar algo distinto, y entonces nuestra ambici¨®n es llegar a estar entre los mejores¡±. Prueba superada. No hay muchas marcas capaces de crear piezas tan intemporales como el Cape Cod o el Slim de tres agujas y al mismo tiempo demostrar la creatividad y la inteligencia relojera que ofrece la colecci¨®n Herm¨¨s.?
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