Osos y centralismo
Desde hace a?os, Valladolid es la ¨²nica provincia de las nueve de Castilla y Le¨®n que crece en t¨¦rminos demogr¨¢ficos y econ¨®micos
La descentralizaci¨®n del poder fue el principal argumento que se dio para la creaci¨®n de las autonom¨ªas, que supon¨ªa un cambio sustancial en una concepci¨®n centralista del Estado que los espa?oles copiamos de los franceses pero que acentuamos por nuestra cuenta tras siglos de monarqu¨ªas absolutistas y dictaduras. El resultado de esa descentralizaci¨®n, teniendo aspectos positivos, no solo no ha servido, sin embargo, para resolver los conflictos territoriales hist¨®ricos, como la realidad pol¨ªtica nos demuestra, sino que ni siquiera ha aligerado el centralismo de Madrid, que es la comunidad que m¨¢s crece. Y, por si fuera poco, a la vez ha creado otros centralismos que, a imagen y semejanza del de la capital, se han erigido en madrides en peque?o, perjudicando al resto de las provincias y las ciudades bajo su capitalidad. Zaragoza, Valencia, Sevilla, Palma de Mallorca o la misma Barcelona se han convertido de esa manera en lo que criticaban de Madrid, concentrando en ellas todo el poder transferido por el Estado central y el poco que ten¨ªan las provincias antes del nuevo modelo auton¨®mico.
Hay grados en esa concentraci¨®n del poder, pero donde m¨¢s se acent¨²a curiosamente es en las autonom¨ªas m¨¢s pobres, esas que resultaron de los sobrantes de la configuraci¨®n de las otras, como es el caso de las dos Castillas. Tanto Toledo como Valladolid acumulan todo el poder transferido salvo excepciones m¨¢s pintorescas que efectivas, relegando al resto de las provincias a un ostracismo que amenaza con dejarlas despobladas y en los huesos, como los datos tambi¨¦n demuestran desde hace tiempo. En Castilla y Le¨®n, por ejemplo, pr¨¢cticamente todas las instituciones p¨²blicas tienen su sede en Valladolid, lo que ha concentrado en esa ciudad la actividad econ¨®mica, social y hasta cultural de la autonom¨ªa, como ocurre a escala nacional con Madrid. Y ello en una comunidad que, por ser la suma de dos regiones precedentes, Castilla la Vieja (o lo que qued¨® de ella) y Le¨®n, constituye la m¨¢s numerosa en provincias y la m¨¢s extensa de toda Europa.
Los ejemplos del centralismo vallisoletano son infinitos y hasta chocarreros (la Orquesta Sinf¨®nica de Castilla y Le¨®n, con sede en Valladolid, c¨®mo no, no viaja al resto de las provincias, siendo los aficionados de estas los que han de desplazarse a la capital para poder disfrutarla, algunos desde 200 kil¨®metros), pero el ¨²ltimo que he conocido ilustra como muy pocos esa realidad: teniendo Le¨®n una de las m¨¢s antiguas y prestigiosas Facultades de Veterinaria de Espa?a, cuando, como esta semana, aparece el cad¨¢ver de un oso en las monta?as leonesas (junto con las de Asturias, su ¨²ltimo gran reducto), se lo traslada a Valladolid para hacerle las pruebas forenses para determinar la causa de la muerte. Algo que, l¨®gicamente, ha molestado mucho a los leoneses, que a la discriminaci¨®n que comparten con el resto de las provincias de la autonom¨ªa respecto de la capital suman el sentimiento de agravio de haber sido la ¨²nica regi¨®n hist¨®rica del pa¨ªs a la que se le neg¨® la posibilidad de tener una propia.
Para quien est¨¦ pensando que la historia del oso es anecd¨®tica le dar¨¦ un par de datos que le har¨¢n entender las cosas mejor: desde hace a?os, Valladolid es la ¨²nica provincia de las nueve de Castilla y Le¨®n que crece en t¨¦rminos demogr¨¢ficos y econ¨®micos (todas las dem¨¢s descienden) y, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la EPA ¡ªque apenas se diferencia de las anteriores¡ª, del total de los puestos de trabajo creados en el ¨²ltimo trimestre en la autonom¨ªa el 70% lo han sido en Valladolid.
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