La primera mujer
EL PA?S avanza el pr¨®logo de Mar¨ªa S¨¢nchez para 'Diario rural', de Susan Fenimore Cooper, un ensayo que la convirti¨®, a?os antes que Thoreau, en pionera de la literatura que reivindica la ecolog¨ªa y la sostenibilidad
?Qu¨¦ ser¨ªa de este libro si no lo hubiera escrito una mujer?
Esta es una de las cuestiones que m¨¢s me planteo ¨²ltimamente acerca de los libros escritos por mujeres que suelen ocupar los lugares m¨¢s lejanos de las bibliotecas, que se encuentran perdidos, descatalogados, olvidados. Diario rural, de Susan Fenimore Cooper, es uno de estos libros. Publicado por primera vez en 1850 ¡ªy con apenas diez ediciones repartidas en el tiempo durante dos siglos¡ª, es un ejemplo de c¨®mo, por el simple hecho de ser su autora mujer, un libro no recibe la atenci¨®n ni el reconocimiento justo que merece. Susan no era una escritora cualquiera; de hecho, no solo era escritora. Ten¨ªa formaci¨®n en historia y arte, sab¨ªa idiomas y lleg¨® a estudiar bot¨¢nica y zoolog¨ªa. Pero tambi¨¦n era ?hija de?. Su padre, James Fenimore Cooper, fue uno de los escritores americanos de aventuras m¨¢s reconocidos, autor de libros como El cazador de ciervos y El ¨²ltimo mohicano. Es importante traer este peque?o detalle hasta aqu¨ª porque los que nos preceden a veces nos sustentan y ense?an, pero tambi¨¦n a veces eclipsan, y sin querer, aunque nunca lo sabremos, dejan a la sombra.
Diario rural. Apuntes de una naturalista (Primavera-Verano)
Susan Fenimore Cooper
Traducci¨®n del ingl¨¦s de Esther Cruz Santaella
320 p¨¢ginas | 22€
Un dato curioso acerca de muchas autoras que escriben sobre naturaleza es que heredan este v¨ªnculo al medio, y a los animales, por el padre o por el abuelo. Siguen el camino que marcan los hombres de la familia, pero se convierten en las primeras mujeres en escribir sobre el terreno de una manera diferente, con un estilo totalmente renovador y nuevo. Es el caso de Susan Fenimore Cooper con este libro, y de obras que se han editado recientemente en nuestro pa¨ªs como La memoria secreta de las hojas, de Hope Jahren, y El ingenio de los p¨¢jaros, de Jennifer Ackerman. Mujeres que, siguiendo la estela de las profesiones o aficiones de los padres, prosiguen con ellas a trav¨¦s de la escritura. Tambi¨¦n todas comparten una admiraci¨®n y un sentimiento de amor profundo hacia ellos. En el caso de Susan: es tan grande el apego y el amor hacia el padre, que no llega a casarse porque ¨¦l consideraba que ning¨²n pretendiente estaba a la altura de su querida hija y, cuando este muere, ella deja de escribir y se dedica por completo a salvaguardar la obra del padre, y a la beneficencia. Su obra literaria desaparece con el padre, lo que nos lleva irremediablemente a preguntarnos: ?c¨®mo hubiera sido la carrera literaria de Susan Fenimore Cooper sin la figura de su padre? ?Habr¨ªa ido a m¨¢s? ?Y si se hubiera casado? ?Habr¨ªa pasado de ser eclipsada por el padre a convertirse en una sombra atenta y obediente al marido? ?Habr¨ªa crecido su escritura sin la figura masculina?
Consideramos a Henry D. Thoreau el padre por excelencia de dos t¨¦rminos que hoy en d¨ªa han vuelto a estar en boga: Nature Writing y Environmentalist. Tenemos a Walden como una obra sin precedentes, un manual ¨²nico de defensa de la naturaleza y una cr¨ªtica feroz que cuestiona los modelos de producci¨®n y la sociedad. Un ensayo que termina convirtiendo a su autor en uno de los padres fundadores de la literatura de Estados Unidos, y que lo presenta como un t¨®tem imprescindible de la literatura. Es imposible no relacionar a Susan Fenimore Cooper con Thoreau al leer Diario rural, tras celebrar tanto a Walden y a su autor. Aunque parten de premisas y lugares diferentes, comparten muchos puntos en com¨²n: ambos escriben sobre lo que les rodea. Siendo el medio natural esencial en su obra, reflexionan, contemplan, narran a partir de lo que ven de una forma que se deja mecer a veces por la ficci¨®n, y que tambi¨¦n llega a ser, a menudo, po¨¦tica. Y por supuesto, cada uno ¡ªa su manera¡ª apuesta por la conservaci¨®n de la naturaleza y advierte sobre el peligro que supone para el medio la acci¨®n del hombre sin medida. Dos escritores que brillan por su conciencia ambiental como nunca antes hab¨ªa sucedido en la historia de la literatura de su pa¨ªs. Pero esto nos lleva a la siguiente pregunta: ?por qu¨¦ reconocemos y nos es tan familiar Walden, y no ocurre as¨ª con Diario rural?
Publicado en 1850, es un ejemplo de c¨®mo, por ser su autora mujer, un libro no recibe la atenci¨®n ni el reconocimiento que merece
S¨ª, Diario rural se public¨® cuatro a?os antes que Walden. ?Qu¨¦ curioso, verdad? Sabemos que Thoreau ley¨® Diario rural, y que en uno de los medios en los que colaboraba hizo alguna menci¨®n sin pena ni gloria al libro de Susan. Hoy sabemos que lo ley¨®. Vuelve el g¨¦nero a marcar la escritura y a cuestionarnos una vez m¨¢s: ?y si Diario rural hubiera sido escrito por un hombre? ?Se habr¨ªa cuestionado a Thoreau? ?Se habr¨ªa hablado de una obra fundamental que lo preced¨ªa y que claramente hab¨ªa sido influencia y semilla?
Con Diario rural, Susan Fenimore Cooper se convierte sin saberlo en una pionera de la conservaci¨®n y la ecolog¨ªa. En estas p¨¢ginas encontramos pasajes llenos de una fuerza arrolladora que podr¨ªan ser perfectamente partes de poemas. Es imposible no acordarse de Emily Dickinson conforme crece la lectura. La Susan narradora no habla, no ordena, no dicta. Nos incluye a todos nosotros en su cuaderno. Nos apela, con una escritura llena de sensibilidad y luz. Su palabra incisa, pero calma, serena, est¨¢ llena de tonos, ritmos, colores, murmullos. Aqu¨ª los ¨¢rboles y los animales se dejan mecer por una escritora naturalista que, atenta, describe como nadie los cambios de estaci¨®n, las migraciones de las aves, la llegada del fr¨ªo, el orden natural de las cosas, las canciones que suceden d¨ªa tras d¨ªa en su entorno. Susan, como espectadora, no solo escribe sobre el medio que la rodea, sino que involucra a los habitantes y los mezcla con pasajes de literatura, con cuentos populares y costumbres. Su conciencia ambiental inunda cada una de las p¨¢ginas de Diario rural, convirti¨¦ndola a ella, y no a Thoreau, en la primera persona en Estados Unidos en escribir un ensayo sobre la naturaleza. Porque Susan no solo describe: aboga por la conservaci¨®n de la vida vegetal y animal que la rodea, advierte de las consecuencias de la industrializaci¨®n y del uso de recursos naturales por parte del hombre sin mesura. Se aventura, incluso, observando a los p¨¢jaros que llegan con el cambio de estaci¨®n, a predecir la desaparici¨®n de especies por culpa de la actuaci¨®n del hombre sobre la tierra. Y aboga, como no se hab¨ªa hecho, por una acci¨®n medida del hombre sobre medio. Susan Fenimore Cooper utiliza por primera vez una palabra que no para de repetirse en nuestro d¨ªa a d¨ªa: sostenibilidad. Y escribe tambi¨¦n para un ma?ana, porque no deja de pensar en lo que dejaremos para las generaciones futuras si no cuidamos nosotros, con nuestras acciones en el d¨ªa a d¨ªa, la naturaleza.
Susan no solo describe: aboga por la conservaci¨®n de la vida que la rodea, advierte de las consecuencias de la industrializaci¨®n y del uso sin mesura de recursos naturales
Pero las sombras no son permanentes: siempre llega el d¨ªa que les toca marcharse y dar paso a la luz. Aunque tarde, al fin se reconoce a Susan Fenimore Cooper como la primera en escribir sobre el medio ambiente que le rodeaba, aunando territorio, persona y naturaleza como nadie. Plantando sobre el papel de manera clara y concisa los problemas ambientales que empezaban a traslucir en su ¨¦poca, y cuestionando la huella del hombre sobre el territorio, apostando por la conservaci¨®n del medio rural y de lo salvaje como clave para el futuro.
Diario rural no fue su ¨²nico libro. Escribi¨® primero una novela de car¨¢cter social, Elinor Wyllys, y numerosos art¨ªculos y colaboraciones. Cooper fue una visionaria que tambi¨¦n alcanzaba con su escritura la posici¨®n de la mujer en la sociedad. En 1870, en una carta que se publica en Harper¡¯s New Weekly Magazine, se posiciona en contra del voto femenino porque piensa que con ello no est¨¢ poniendo sobre la mesa algo fundamental para las mujeres de su ¨¦poca: tener el mismo acceso a la educaci¨®n y a los puestos de trabajo que ocupaban los hombres y cobrar lo mismo que ellos. ?El aspecto verdaderamente crucial en lo que respecta a la actual posici¨®n de las mujeres en Estados Unidos es la cuesti¨®n del trabajo y de los salarios. Es eso lo que afecta al bolsillo del hombre. Y el bolsillo es la parte m¨¢s sensible de muchos hombres, aunque no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. No cabe duda ninguna de que las mujeres, ahora mismo, se est¨¢n viendo apartadas de ciertas ocupaciones, para las que est¨¢n bien adaptadas, por el ego¨ªsmo de algunos hombres?.
La eclips¨® su padre, James Fenimore Cooper, autor de libros de aventuras como El cazador de ciervos y El ¨²ltimo mohicano
Podemos afirmar que Susan Fenimore Cooper, atendiendo a su posici¨®n y a su ¨¦poca, era una mujer con conciencia de g¨¦nero, feminista y ecologista. Una escritora que atravesaba el paisaje con una voz personal y brillante, adelant¨¢ndose a sus contempor¨¢neos de g¨¦nero masculino que le arrebataron a ella el lugar de madre de la escritura de la naturaleza y de textos-germen por el conservacionismo, la biodiversidad y la conciencia ambiental colectiva. La primera mujer que, como tantas, se queda a la sombra, en silencio, dejando suceder por el tiempo y la sociedad de la que formaba. En Diario rural, escribe: ?Los prados que nos rodean [los talaron] nuestros padres?.
Me reconforta pensar que quiz¨¢s a Susan le gustar¨ªa saber que hoy, al fin, volvemos la vista atr¨¢s y renombramos, buscamos, sacamos a la luz y recuperamos la voz de tantas mujeres. Tantas mujeres que fueron las primeras en abrir el campo a otras formas de mirar y permanecieron, injustamente, demasiado tiempo silenciadas y apartadas en la sombra.
Mar¨ªa S¨¢nchez es veterinaria de campo y escritora. Autora de Cuaderno de Campo (La Bella Varsovia) y de Tierra de mujeres, un ensayo de pr¨®xima publicaci¨®n en Seix Barral.
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