Victoria en la derrota

El Brexit es una derrota en s¨ª mismo. Una derrota deseada y decidida, auto infligida. Salir vencedor de una derrota es una tarea que pocos pueden permitirse. Theresa May lo est¨¢ intentando y puede que lo consiga. El m¨¦rito ser¨¢ enorme para alguien que no hizo ni siquiera campa?a en aquel desdichado refer¨¦ndum y luego recogi¨® la bandera que hab¨ªan dejado tirada en la calle los m¨¢s fervientes partidarios del divorcio.

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Reino Unido y la UE alcanzan un principio de acuerdo sobre el Brexit

Ahora es f¨¢cil cargar las tintas contra la primera ministra, pero nadie m¨¢s se atrevi¨® a liderar una tarea tan tit¨¢nica como deshacer el camino andado por Reino Unido desde hace 45 a?os. La se?ora May tuvo que superar, para empezar, las mentiras de la campa?a del Brexit, que promet¨ªan el milagro de comerse el pastel y seguir conservando el pastel, tal como reconoci¨® con desverg¨¹enza el ef¨ªmero ministro de Exteriores Boris Johnson. Luego tuvo que tragar los sapos de sus propias tergiversaciones, forzada por un cierre de filas de la UE que fue m¨¢s all¨¢ de los c¨¢lculos brit¨¢nicos. May quer¨ªa un acuerdo inicial con Bruselas antes de presentar la propuesta de divorcio contemplada por el art¨ªculo 50 del Tratado de la UE, para evitar la perentoriedad de los dos a?os de plazo para la negociaci¨®n y obtener as¨ª m¨¢s margen para un acuerdo definitivo. No lo obtuvo y se vio obligada a presentar la petici¨®n, que entrar¨¢ en vigor el 29 de marzo de 2019, dos a?os despu¨¦s, a menos que un acuerdo transitorio como el que se negocia ahora permita prolongar el per¨ªodo.

Tampoco se sali¨® con su prop¨®sito de negociarlo todo junto, el acuerdo transitorio y el definitivo: primero deber¨¢ cerrar el Brexit y luego empezar la negociaci¨®n definitiva, cuya culminaci¨®n deber¨¢ coincidir con el final de la etapa transitoria. La espera valdr¨¢ tambi¨¦n para los acuerdos comerciales bilaterales con los socios globales, que no podr¨¢ cerrar hasta que no tenga el acuerdo definitivo con la UE y termine la etapa provisional de participaci¨®n en la uni¨®n aduanera, al contrario de lo que se propon¨ªa inicialmente.

Su Brexit es ciertamente un Brexit, que satisface las pulsiones eur¨®fobas, aunque no sale gratis, como ped¨ªan las pulsiones m¨¢s vengativas con Europa, ni ha podido escoger a la carta las libertades que le interesaban del mercado ¨²nico. Pero no es un Brexit duro, sino d¨¦bil y an¨¦mico. No es tampoco un Brexit solo de nombre (un Brino: in the name only). Si fuera as¨ª no producir¨ªa p¨¦rdidas como las que ya se han producido y las que vendr¨¢n. Para los brit¨¢nicos ante todo, pero no solo. Una uni¨®n de los europeos sin los brit¨¢nicos es menos uni¨®n y menos europea. Y solo se remedia recosiendo r¨¢pidamente lo que se va a romper, como urge en materia de seguridad y de defensa.?

De momento, y si sale, se salvan los muebles: no habr¨¢ frontera dura entre las dos Irlandas y Reino Unido seguir¨¢ en la uni¨®n aduanera. Todo queda a expensas de la negociaci¨®n definitiva que ahora empieza. M¨¢s que blando ser¨¢ un Brexit largo y enojoso. Con un final malo para todos. No hay Brexit bueno. Y siendo malo, es mejor que llegar al 29 de marzo sin acuerdo, el Brexit catastr¨®fico, tal como albergan los corazones m¨¢s negros de la eurofobia.