La paradoja del botijo
?C¨®mo es posible que un botijo refresque el agua incluso estando al sol?
Varios lectores han argumentado que el sorprendente efecto refrescante del abanico (?c¨®mo puede refrescar si se limita a mover el aire, con lo que incluso aporta energ¨ªa?), del que nos ocupamos la semana pasada, se debe a que la leve corriente que produce facilita la evaporaci¨®n del sudor. Lo cual es verdad, pero no toda la verdad: el alivio que aporta el abanico se debe, sobre todo, a que renueva el aire que envuelve a quien se abanica. El aire es mal conductor t¨¦rmico, por lo que retiene, cual abrigo invisible, el calor que emite el cuerpo. El abanico o el ventilador hacen que esa envoltura gaseosa se renueve antes de recalentarse, lo que favorece notablemente la disipaci¨®n del calor corporal. Siempre, claro est¨¢, que la temperatura ambiente sea inferior a la del cuerpo. Si el aire est¨¢ a m¨¢s de 36? cent¨ªgrados, removerlo solo refrescar¨ªa, en todo caso, en la medida en que ello pudiera favorecer la evaporaci¨®n del sudor.
No somos conscientes de lo mal conductor que es el aire porque suele estar en constante movimiento y transmite el calor por convecci¨®n; pero cuando el aire est¨¢ atrapado, como en un termo o entre los dos cristales de una ventana ¡°climalit¡±, es un magn¨ªfico aislante. E incluso cuando solo est¨¢ retenido parcialmente, como en un jersey de lana o en un edred¨®n, donde un tejido grueso y tupido dificulta su circulaci¨®n, mantiene eficazmente el calor. De hecho, en la mayor¨ªa de los aislamientos es el aire, atrapado en distintas estructuras o materiales porosos, el verdadero aislante t¨¦rmico.
Teniendo en cuenta lo anterior, ?qu¨¦ es m¨¢s fresca, una camiseta de manga corta o una camisa de manga larga (ambas de algod¨®n)? ?Qu¨¦ abriga m¨¢s, una manta de dos cent¨ªmetros de grosor o dos mantas de un cent¨ªmetro? ?Abriga un jersey de lana en el agua? ?Podemos abrigarnos con un peri¨®dico?
El mecanismo del botijo
Y si es sorprendente que el abanico refresque, lo es a¨²n m¨¢s que el botijo enfr¨ªe el agua, incluso estando al sol. ?C¨®mo es posible?
¡°M¨¢s simple que el mecanismo de un botijo¡± es un conocido dicho popular que no le hace justicia al humilde recipiente de barro poroso, pues su estructura es simple, s¨ª, pero su mecanismo de refrigeraci¨®n no lo es tanto, y ha merecido ser objeto de meticulosos estudios cient¨ªficos. La clave est¨¢ en la evaporaci¨®n del agua que impregna el barro poroso, que le ¡°roba¡± al agua del interior el denominado ¡°calor de evaporaci¨®n¡±, o sea, la energ¨ªa que necesita para pasar de l¨ªquido a vapor (por la misma raz¨®n sentimos fr¨ªo al frotar la piel con alcohol, que se evapora r¨¢pidamente).
A condici¨®n de que sean blancos o muy claros (y por eso la mayor¨ªa lo son), los botijos pueden refrescar el agua incluso a pleno sol, pues casi no absorben la radiaci¨®n solar, y parte del calor debido a la temperatura ambiente lo disipan por evaporaci¨®n. Siempre que el clima no sea muy h¨²medo, pues en ese caso la evaporaci¨®n es m¨ªnima, al estar el aire saturado de vapor de agua. Por eso el botijo no ha tenido ¨¦xito en el tr¨®pico.
Y volviendo al abanico, otro popular y refrescante objeto de honda raigambre hispana, ?tendr¨ªa sentido abanicar un botijo?
Carlo Frabetti es escritor y matem¨¢tico, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado m¨¢s de 50 obras de divulgaci¨®n cient¨ªfica para adultos, ni?os y j¨®venes, entre ellos Maldita f¨ªsica, Malditas matem¨¢ticas o El gran juego. Fue guionista de La bola de cristal
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