Extremo singular
Crean vinos ¨²nicos. Algunos de ellos, de los m¨¢s buscados del planeta. Trabajan en rincones dif¨ªciles, donde hay que luchar por cada botella. Son cinco mujeres, entre el Priorat, El Bierzo y la isla de La Palma, que buscan un camino m¨¢s arriesgado y sostenible de hacer las cosas en la vi?a y la bodega. Son la punta de una revoluci¨®n.
Esto empez¨® como un reportaje de mujeres que hacen vino para mutar a una historia de grandes vinos hechos por mujeres. De c¨®mo un grupo de profesionales de la viticultura, de Galicia a Andaluc¨ªa y de Catalu?a a Canarias, ha logrado en dos d¨¦cadas crear proyectos propios, originales, valientes y arriesgados; recuperar y dignificar variedades de uva denostadas (garnacha, cari?ena, menc¨ªa, godello, list¨¢n) y formas artesanales de trabajar la tierra que hab¨ªan quedado olvidadas tras la Guerra Civil; redescubrir y resucitar territorios perdidos, inaccesibles, en pendientes extremas y terrazas centenarias, siempre de riguroso secano, de una pobreza extrema, donde durante siglos solo se cultiv¨® el sufrido vi?edo (porque nada m¨¢s crec¨ªa) y fueron arrasados por la industrializaci¨®n del sector en los sesenta, cuando se buscaba producir millones de litros baratos destinados al granel. De luchar por la diferencia, la originalidad y la excelencia. Por una agricultura ecol¨®gica hasta sus ¨²ltimas consecuencias; por el paisaje y la sostenibilidad. ¡°La modernidad est¨¢ en la resurrecci¨®n del paisaje¡±, afirma la viticultora catalana Ester Nin entre sus vi?as salvajes de Mas d¡¯en Ca?ador.
¡°Yo vend¨ª todo lo que ten¨ªa, hasta mi coche. Quer¨ªa expresar en mis vinos un paisaje y una historia, los del Priorat¡±, afirma Daphne Glorian
?Y a partir de ah¨ª ¡ªde la tierra, la uva, la orientaci¨®n, el sol y la lluvia; de la ruleta rusa de la vendimia, ¡°cada a?o es un mundo, nunca sabes c¨®mo se va a expresar la tierra; es tu momento de m¨¢ximo estr¨¦s, tienes que coger lo que te da la naturaleza, interpretarlo y cuanto menos se note tu mano, mejor¡±, explica la viticultora Sara P¨¦rez¡ª, crear vinos ¨²nicos, caros, algunos ya m¨ªticos, que arrasan fuera de Espa?a. Especialmente en Estados Unidos y el mercado asi¨¢tico, donde se valora lo peque?o, original, puro y exclusivo. Y de perseverar para que esa v¨ªa que est¨¢n abriendo m¨¢s por la agricultura que por el marketing no se pierda. De atraer gente joven. Venga de donde venga, pero que se comprometa y tenga paciencia: la primera virtud del viticultor. Y viva de ello. Esta no es una historia de mujeres que hacen vino; es una historia de amor por el vino. Sus protagonistas son mujeres.
Tras las primeras conversaciones con las viticultoras protagonistas de esa revoluci¨®n, este periodista recibi¨® invariablemente una misma respuesta: no quer¨ªan formar parte de ¡°un reportaje que suponga un gueto de mujeres que hacemos vino¡±, seg¨²n contest¨® Sara P¨¦rez: ¡°Como si lo que hacemos fuera excepcional. Yo compito con hombres y mujeres. De todo el mundo. Que no me coloquen como un florero en un rinconcito¡±. Su vecina en el Priorat, Ester Nin, que elabora algunos de los vinos m¨¢s extremos de la comarca, fue m¨¢s lejos: ¡°No he visto nada m¨¢s machista que esa idea recurrente de los vinos hechos por mujeres¡±. ¡°A nadie se le ocurrir¨ªa hacer un art¨ªculo sobre hombres que hacen vino¡±, reflexionaba Ver¨®nica Ortega, que tiene sus vi?as en El Bierzo, ¡°ni un congreso de hombres que hacen vino. ?Por qu¨¦ un reportaje sobre un grupo de mujeres que elaboramos vino? ?Qu¨¦ tenemos de diferente? ?Sabe lo que m¨¢s odio?¡±.
Ver¨®nica Ortega. Licenciada en Qu¨ªmica y Enolog¨ªa, gaditana, de 40 a?os, hija del matador de toros Rafael Ortega, lleg¨® a El Bierzo en 2010 dispuesta a emprender su proyecto personal. Hoy elabora 40.000 botellas al a?o de vinos tintos y blancos, con uvas menc¨ªa y godello cultivadas en distintos suelos y con diferentes orientaciones. Se form¨® en el Priorat junto a Daphne Glorian, Ester Nin y ?lvaro Palacios; pas¨® por Nueva Zelanda, el R¨®dano y Borgo?a, y en El Bierzo la apoyaron los m¨ªticos Ra¨²l P¨¦rez y Ricardo P¨¦rez Palacios.
¡ªD¨ªgame.
¡ªCuando escucho eso de que un vino es muy fe?menino. Me muero. Primero, no s¨¦ a qu¨¦ se refieren; y segundo, si est¨¢n hablando de un vino maduro, dulz¨®n, pesado y goloso, es justo el que no me gusta. Ni elaboro. Yo busco vinos frescos, finos, delicados, complejos, con mineralidad: el reflejo de esta tierra dura, con pocas horas de sol; donde se vive desde hace siglos en torno a la vi?a: Valtuille de Abajo (Le¨®n). Y esos vinos est¨¢n hechos por una mujer.
A Daphne Glorian, de 59 a?os, le provoca un ataque de risa la pregunta de qu¨¦ es para ella un vino femenino. Tarda en recuperarse. ¡°Qu¨¦ pretenden decir con eso, ?que un vino femenino es seductor, caliente y f¨¢cil? El vino lo hacen personas, no mujeres ni hombres. Y yo me ?diferencio por mi modelo. Y por mi paciencia. Y porque sigo en la agricultura las fases de la Luna. Y porque no uso fertilizantes. Y porque llevo en esto 30 a?os. No por mi g¨¦nero¡±.
Licenciada en Derecho, suiza de nacimiento, de pasaporte franc¨¦s, fue la creadora, en el coraz¨®n del Priorat, del tinto Clos Erasmus. Lo elabor¨® por primera vez en 1989. Formaba parte de aquel grupo de hippies que Ren¨¦ Barbier, un joven viticultor de generaciones afincado entre La Rioja y Catalu?a, hab¨ªa reclutado a finales de los ochenta para resucitar el Priorat, una comarca de Tarragona entre el Ebro y el Mediterr¨¢neo que durante siglos hab¨ªa vivido de la vi?a y estaba agonizando. Pero cuyo potencial era infinito. A juzgar por los ¨¦xitos que estaban cosechando en el mercado internacional desde finales de los setenta una nueva generaci¨®n de vinos distintos y provocadores que estaba plantando cara a los m¨ªticos gigantes de Burdeos: los supertoscanos italianos, los vinos de garaje de Saint-?milion franceses, los sorprendentes y car¨ªsimos californianos y algunas joyas centroeuropeas. A esa lista de vinos provocadores se sumar¨ªa en solo un par de a?os el Priorat.
Victoria Torres. Su familia se dedica a la vi?a en La Palma desde 1885. Ella se hizo cargo del negocio en 2015. Era la primera mujer en hacerlo en cinco generaciones. Elabora 20.000 botellas de tintos y blancos con uva procedente de siete fincas en el sur de la isla (con vi?as centenarias que crecen entre la ceniza volc¨¢nica) y el norte (en barrancos a 1.500 metros de altura). Estudi¨® Historia. Tiene 44 a?os. Lucha para que la viticultura no muera en la isla.
Del tes¨®n y la pasi¨®n de aquel grupo surgieron los vinos m¨¢s rompedores y seductores que jam¨¢s se hab¨ªan visto en Espa?a (con la excepci¨®n de Vega Sicilia, alg¨²n rioja de viejo cu?o y los grandes de Jerez). La clave era el vi?edo y el respeto al pasado. Iban a trabajar duro. Y venderlo caro. ¡°Cogimos un camino propio e hicimos algo diferente contra viento y marea. Contra los que nos desanimaban y dec¨ªan que c¨®mo alguien iba a pagar por un vino del Priorat ¡®de camionero¡¯ 10 veces m¨¢s que por un rioja¡±, recuerda Daphne Glorian. ¡°No nos rendimos. Y yo creo que eso es importante para las personas que empiezan en esto. Yo vend¨ª todo lo que ten¨ªa, hasta mi coche. Quer¨ªa buscar, expresar y comunicar un paisaje y una historia. Y lo consegu¨ª¡±. Hoy, sus botellas, no m¨¢s de 3.000 por a?ada, alcanzan los 600 euros. Hay lista de espera. En 1994, Clos Erasmus (¡°lo llam¨¦ as¨ª por Erasmo de R¨®terdam y su Elogio de la locura, y para la etiqueta copi¨¦ yo misma el retrato de Erasmo pintado por Holbein el Joven¡±) fue el primer vino espa?ol en conseguir 99 puntos de Robert Parker, el gur¨² mundial de la enolog¨ªa, en su calificaci¨®n en la revista The Wine Advocate. En 2004 y 2005 Daphne Glorian conseguir¨ªa los 100 puntos. Era la primera vez que Parker otorgaba su m¨¢xima puntuaci¨®n a un vino espa?ol. Todos quer¨ªan probar Clos Erasmus. Se hab¨ªa convertido en una leyenda.
Glorian vive cuatro meses al a?o en Gratallops. En una sofisticada vivienda de alt¨ªsimos techos construida en lo que fue una destiler¨ªa del pueblo abandonada en 1939. El resto del a?o circula por el planeta. Duerme muy poco y lee y trabaja mucho en la vi?a y la bodega. Una parte de su ¨¦xito se debe al misterio que rodea a Clos Erasmus y que ella se encarga de alimentar. Nunca da pistas de su trabajo. Todo en ella proyecta un aire de misterio y misticismo. Odia el trabajo comercial. Se sigue considerando una hippy. Sobre su mesa, ensalada, tortilla de patata y quesos y embutidos catalanes. Abre varias botellas. Algo le ocurre a una de ellas. Pega un grito. Y pasa de su espa?ol con acento inconcreto al cerrado catal¨¢n de la comarca: ¡°?No fotis tu, est¨¢ acorchado!¡±, y aparta tajante ese Erasmus. Y abre otro. ¡°Sobre el tema de la mujer, lo ¨²nico que puedo decir es que si va a Francia o a Italia, no ve ni una. Ni en el campo, ni en la bodega. Aqu¨ª est¨¢ pasando algo grande. En Espa?a hay una revoluci¨®n. Ahora nos tenemos que hacer tomar en serio. Como hicimos en el Priorat. Yo era t¨ªa, joven y de fuera. Y me cost¨®. Tienes que saber lo que tienes entre manos. Aprender. Cre¨¦rtelo. Es la clave¡±.
Daphne Glorian y Ester Nin. A la izquierda, Daphne, de 59 a?os, en su finca Les Vaques, en el Priorat. En 1989 elabor¨® sus primeras botellas de Clos Erasmus, hoy uno de los m¨¢s buscados del planeta, del que se producen 3.000 unidades. Junto a ella, Ester, de 46 a?os, bi¨®loga y en¨®loga, lleg¨® al Priorat en 2000. Practica una agricultura biodin¨¢mica, entre la ecolog¨ªa y el esoterismo. El resultado son tres tintos de parcela inimitables.
Frente a ella en la enorme mesa de madera est¨¢ Ester Nin, de 46 a?os, con una bandana en la frente y una melena convertida en un bosque de rastas. Llevan juntas 15 vendimias. Trabaja a su lado desde 2003. Al a?o siguiente comenz¨® su proyecto personal, Nit de Nin, en vi?as extremas. Hay que jugarse la vida para acceder a ellas. Peque?as parcelas donde no entra la qu¨ªmica y se labra con mula, como La Coma d¡¯en Romeu, Mas d¡¯en Ca?ador o Planetes, de las que salen tres tintos ¨²nicos. Tres vinos que no se pueden explicar sin el entorno en el que nacen. No podr¨ªan surgir de ning¨²n otro lado. Nin aplica a su trabajo en la vi?a una agricultura biodin¨¢mica. Entre la ecolog¨ªa y el esoterismo. Mima la tierra. La cuida y cura con tisanas. Nada de herbicidas ni abonos inorg¨¢nicos. Una pr¨¢ctica com¨²n en todas las profesionales de este reportaje, que no conciben la qu¨ªmica en sus cultivos.
Su familia se dedicaba a la vi?a en el Pened¨¨s. Ester, tras estudiar Biolog¨ªa y Enolog¨ªa, opt¨® en el a?o 2000 por el Priorat. ¡°Aqu¨ª busqu¨¦ mi camino. Sin interferencias de nadie. Con tres barricas. Y de prestado. Quer¨ªa hacer una agricultura biodin¨¢mica. Y eso que ten¨ªa mala fama. Se pensaba que eran vinos con defectos. Cuando, por ejemplo, la Roman¨¦e-Conti, el vino m¨¢s m¨ªtico y caro del planeta [una botella nunca cuesta menos de 12.000 euros], es biodin¨¢mico. Yo buscaba un producto propio. En el que me reflejara. Un estilo distinto. Y no era f¨¢cil. Las mujeres hemos estado durante siglos ausentes del mundo del vino. No hab¨ªa proyectos propios. Hab¨ªa, en todo caso, mujeres que trabajaban en bodegas familiares. Pero cuando mor¨ªa el padre, la propiedad pasaba al var¨®n. Nunca tuvieron la oportunidad de demostrar de lo que eran capaces¡±. Como resume Sara P¨¦rez, ¡°en el mundo rural el patrimonio era para el hijo. Las pocas mujeres que lideraban el campo estaban mal vistas. Separadas sin hijos o solteras. No tuvieron ni una oportunidad. En este negocio nunca se ha esperado nada de nosotras. Por eso podemos llegar m¨¢s lejos sin ataduras. Podemos hacer lo que nos d¨¦ la gana. Somos libres¡±.
¡°Somos una generaci¨®n que est¨¢ haciendo vino desde el vientre, no desde la cabeza. Somos m¨¢s libres¡±, asegura la viticultora?Sara P¨¦rez
Cuando se habla de viticultura heroica, en territorios inh¨®spitos, con pendientes de v¨¦rtigo, terrazas colgadas sobre el mar y vi?as de un siglo que no ?sufrieron la plaga de la filoxera (que acab¨® con todo el vi?edo europeo en el ¨²ltimo tercio del siglo XIX), donde salen vinos diferentes a todo lo conocido, hay que visualizar las islas Canarias. Encabezan una revoluci¨®n de originalidad y valent¨ªa, con proyectos como los de Env¨ªnate, Ignios, Puro Rofe, Suertes del Marqu¨¦s o los que crea Victoria Torres en la isla de La Palma, en plena reserva de la biosfera y en las proximidades del mayor cr¨¢ter volc¨¢nico del planeta, la Caldera de Taburiente.
El renqueante Nissan Patrol que no superar¨¢ la pr¨®xima ITV rezonga en las vertiginosas pendientes del barranco de Garom¨¦, en la zona de Tahonero, en el norte de La Palma. Supera un mar de nubes. Se hace el sol. Conduce Vicky Torres, de 44 a?os. Sus manos sobre el volante est¨¢n negras de tierra y uvas. ¡°Mi t¨ªa me las mira y me dice: ¡®Pobrecita, c¨®mo se te est¨¢n quedando¡±. Este camino interminable y aislado desemboca en sus vi?as m¨¢s escondidas. A 1.500 metros de altura. Su proyecto m¨¢s personal. Su familia lleva en el negocio desde 1885. Ella, que hab¨ªa estudiado Historia y Ciencias N¨¢uticas, se hizo inopinadamente con la bodega, tras la muerte de su padre en 2015. Y con el vi?edo. M¨¢s all¨¢ de ganar dinero, la obsesi¨®n de Vicky (quinta generaci¨®n de viticultores, la primera mujer a cargo del negocio) es recuperar la fisonom¨ªa natural que ten¨ªa su isla antes de la invasi¨®n de las plataneras y la introducci¨®n del regad¨ªo en los a?os sesenta. Documentar lo que est¨¢ en v¨ªas de desaparici¨®n. Y luchar porque su oficio no se pierda. Un reto al que se enfrenta en solitario. ¡°Aqu¨ª hace falta compromiso, visi¨®n y sostenibilidad. Y veo mucha miop¨ªa. Hay d¨ªas que me desmoralizo¡±.
Cultiva y cuida sus siete vi?as: unas sobre el mar, azotadas por el viento, sobre un terreno negro de ceniza volc¨¢nica (el pic¨®n); otras agrestes y perdidas entre precipicios y viejos frutales. Las entiende e interpreta; las vendimia y elabora en la vieja bodega familiar, en cuyas puertas ha escrito con tiza versos de Walt Whitman para conjurar la soledad. Logra 20.000 botellas de grandes tintos y blancos con variedades locales (albillo, list¨¢n, malvas¨ªa, negramoll) y un aire personal e intransferible. Ha empezado a entender sus uvas desde abajo, desde la sencillez, para contemplar y comprender c¨®mo evolucionan a cada altura, orientaci¨®n y suelo, ya sea en un terru?o pedregoso o cubierto de pic¨®n. Arrastra un eterno gesto de cansancio.
¡°Redescubr¨ª este oficio en 2007. Aunque mi padre durante a?os solo me dejaba ocuparme de la bodega y no del campo, que es lo que me apasiona: donde se hace el vino es en la vi?a, no en una barrica. Mi problema es el aislamiento. Estoy en un sitio perdido, en una isla peque?a en mitad del Atl¨¢ntico. No tengo a quien consultar. No hay viticultores de menos de 70 a?os. Cuando uno muere, desaparece un pedazo de nuestra historia. Lo m¨ªo es un ejercicio de prueba y error. Me equivoco todo el rato. Intento ir m¨¢s all¨¢ y a veces me quedo en nada. Y adem¨¢s tengo la presi¨®n del entorno: me siento observada, marcada y cuestionada. Y no soy una ni?a. La clave es que venga gente de fuera que ame esto y comparta mi proyecto. La viticultura en La Palma puede renacer con forasteros, con ideas nuevas, con pasi¨®n y riesgo, como pas¨® en el Priorat. Internet est¨¢ siendo mi ventana al mundo. Sobre todo para saber que cuento con las otras chicas, con mis compa?eras del vino de toda Espa?a¡±.
Hace unos meses, Sara P¨¦rez, de 46 a?os, vol¨® desde el Priorat hasta La Palma para pasar unas horas con Vicky. En los territorios de ambas hay que trabajar duro para sacar poco. Pero muy bueno. Hubo entre ambas una s¨²bita conexi¨®n personal. Bi¨®loga y fil¨®sofa, en el negocio del vino desde 1996, con cuatro hijos, P¨¦rez es una de las figuras m¨¢s s¨®lidas de la viticultura en Espa?a. Entre Porrera y Falset, gestiona la bodega familiar Mas Martinet y su proyecto personal, Venus-La Universal. Tiene un discurso elaborado que desarrolla en las laderas de su finca Els Escur?ons, del que salen no m¨¢s de 3.000 botellas del ?tinto del mismo nombre entre un suelo de pizarras de 400.000 a?os. ¡°Somos una generaci¨®n que est¨¢ haciendo vino desde el vientre, no desde la cabeza. El vino perfecto, sin aristas, me aburre profundamente. Y yo creo que a todas nosotras. Frente a ese modelo, arriesgamos. No buscamos recetas ni vinos sin alma. Tampoco queremos estar de moda. Vamos m¨¢s lejos. Somos valientes. Estamos dispuestas a equivocarnos. No tenemos nada que perder¡±.
¡ª?Por qu¨¦?
¡ªEl negocio del vino ha sido heteropatriarcal. Tanto en la vi?a como en la bodega. En el campo no hab¨ªa mujeres. Y es ah¨ª donde te juegas hacer un gran vino. All¨ª podas y vendimias. Tampoco hemos tenido a mujeres como referentes. Hemos buscado nuestro camino cada una por su cuenta; en su territorio; con sus variedades. Y ahora, gracias a la rapidez en las comunicaciones, hemos construido una red. Algo informal, pero muy gratificante, porque cada una est¨¢ en una punta, pero, por primera vez, compartimos muchas cosas.
Sara P¨¦rez afirma que en esa comunidad ninguna busca protagonismo, sino colaborar. No hay lugar para liderazgos. ¡°No se trata de competir, sino de ir m¨¢s lejos. De escapar de tu zona de confort. De echarle dos ovarios y pasar de las recetas al uso y no rectificar, sino asumir. No es un concurso de egos e individualidades, sino ganas de hacerlo en conjunto mejor que nunca. Aqu¨ª no sobra nadie. Entre los nombres que las viticultoras de este reportaje destacan y repiten, las que asumen, seg¨²n Sara P¨¦rez, ¡°un riesgo brutal¡±, est¨¢n Anna Espelt, en el Empord¨¤; Iria Otero, en R¨ªas Baixas; Charlotte Allen, en Arribes del Duero; Irene Alemany, en el Pened¨¨s; Beatriz Herranz, en La Seca; Julieta Casado, en Bullas; Laura Casado, en Ribeira Sacra; Pili Sanmart¨ªn, en Terra Alta, o Mar¨ªa Jos¨¦ L¨®pez de Heredia, en La Rioja. Su modelo es el mismo. Recuperar, resucitar, reivindicar el pasado y apostar por el entorno. Hay muchas mujeres m¨¢s.
Sara P¨¦rez. Bi¨®loga y fil¨®sofa, de 46 a?os, comenz¨® a trabajar en 1996 en la bodega familiar del Priorat, Mas Martinet. Forma parte de la segunda generaci¨®n de nuevos viticultores de esa comarca. En 1999 inici¨® su proyecto propio bajo el sello Venus-La Universal. Busca vinos que no sean perfectos, pero que tengan alma. Est¨¢ dispuesta a ?equivocarse en ese camino. En la imagen, junto a su becaria Sandra Lozano.
Entre ellas, algunas con un periplo vital tan ?peculiar como el de Ver¨®nica Ortega, de 40 a?os, gaditana, licenciada en Qu¨ªmica y Enolog¨ªa e hija del ?matador de toros Rafael Ortega. Ver¨®nica vive y trabaja en Valtuille de Abajo (Le¨®n), el epicentro vi?t¨ªcola de la comarca de El Bierzo, una aldea con 150 habitantes y nueve bodegas, donde elabora 40.000 botellas de tintos y blancos. Un d¨ªa dej¨® Andaluc¨ªa y nunca m¨¢s volvi¨®. Aterriz¨® en esta tierra en 2010. Hab¨ªa sido ?formada por Ester Nin, Daphne Glorian y ?lvaro Palacios en el Priorat, y por Ra¨²l P¨¦rez y Ricardo P¨¦rez Palacios en El Bierzo; hab¨ªa trabajado en Nueva Zelanda, el ?R¨®dano y en Roman¨¦e-Conti. ¡°Y quer¨ªa hacer algo propio. De otra forma. Y vivir de ello. No me importaba d¨®nde. Me vine aqu¨ª sola. S¨ª, este trabajo exige mucho f¨ªsicamente. ?Y qu¨¦?¡±, explica mientras recorre su vi?edo, el Couso, labrado y cultivado como se hizo hist¨®ricamente en este territorio berciano. ¡°En Valtuille encontr¨¦ todos los elementos para hacer grandes vinos: vi?edo viejo, suelos diferentes con los que experimentar; una uva, la menc¨ªa, que proyecta muy bien la variedad de esta tierra, y una cultura muy potente del vino. Un mundo perfecto. Aqu¨ª me voy a quedar¡±.
No hacen vinos de mujeres ni para mujeres. Hacen vinos. Algunos muy grandes. Que ya circulan por todo el planeta. No dise?an, se arriesgan. Aman la tierra y su oficio. Cada una tiene su registro y su personalidad. Creen en el trabajo en equipo y ninguna se siente el eje de ning¨²n movimiento. Reivindican, pero no pierden ni un segundo en lamentos. Tienen toda la ilusi¨®n. Siguen luchando. Son extremas y singulares.
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