Las embarazadas ya pueden comer huevos en Matutuine
Un proyecto espa?ol con las asociaciones de campesinas de Mozambique potencia el papel de la mujer y les ofrece nuevos cultivos y clases de nutrici¨®n sobre estos productos
Levantarse a las cuatro de la ma?ana, limpiar la casa, ir a por agua, coger la azada y marchar al campo, recoger le?a, volver a las tierras a recoger comida para ese d¨ªa y volver a casa a cocinar para el marido y los hijos. Esto es un d¨ªa normal para una mujer agricultora en Mozambique. ?Y el marido? ¡°Duerme y bebe¡±, responde Arminda Chilaule, de 62 a?os, vicepresidenta de la cooperativa de Matutuine, un distrito de Maputo. Un nuevo proyecto rural quiere dar el control a las mujeres que trabajan esta tierra y que son una mayor¨ªa abrumadora. A Chilaule la rodean sentadas en c¨ªrculo en la tierra nueve de las 23 f¨¦minas que forman una asociaci¨®n campesina de la zona y uno de los dos ¨²nicos agricultores que cultivan el campo. As¨ª sucede en todo el distrito, pero la cooperativa de Matutuine la preside un hombre.
Es estas comunidades ubicadas a tan solo media hora en coche del centro de la capital, siempre han sido ellas las que se han ocupado de la casa y de la tierra, pero ellos quienes toman las decisiones y se encargan del dinero. Ahora quieren cambiar esa realidad. ¡°La camponesa lleva mucho tiempo sufriendo porque quiere mejorar y no sabe c¨®mo, este es un paso m¨¢s hacia el futuro, tendremos m¨¢s capacidades¡±, a?ade Chilaule. El proyecto financiado por la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (Aecid) y CIC- Bata, una ONG cordobesa, forma en temas de igualdad y liderazgo, ense?a nuevas t¨¦cnicas de comercializaci¨®n y cultivo, da nociones legales y organiza debates sobre el papel de ellas en el campo. ¡°Los talleres est¨¢n abiertos a todos, pero es que ellos no vienen, o si lo hacen, ya no acuden a la segunda clase. Ellas son las que se adhieren al cambio¡±, sostiene el presidente de la cooperativa Joao Cosso, en un vehemente discurso. El sector agropecuario da trabajo a tres cuartas partes de la poblaci¨®n, pero no es muy competitivo ya que genera solo el 10% del PIB.
Los talleres est¨¢n abiertos a todos, pero es que ellos no vienen, o si lo hacen, ya no acuden a la segunda clase. Ellas son las que se adhieren al cambio
La otra pata de esta iniciativa ya es visible en el terreno de esta asociaci¨®n. Un pozo asoma al fondo de la finca y una valla en construcci¨®n marca la futura protecci¨®n contra jabal¨ªes y macacos. Las nuevas infraestructuras contribuir¨¢n a introducir nuevos cultivos en estas tierras, copadas por el de la mandioca. Las agricultoras tendr¨¢n a su disposici¨®n por primera vez cebollas, r¨¢banos, pimientos, pepinos, zanahorias¡ Las mujeres tambi¨¦n reciben clases de nutrici¨®n y cocina para saber incorporar estos alimentos a su dieta y a la de sus hijos. ¡°En los cursos tambi¨¦n se destierran mitos como que las embarazadas no pueden comer huevo porque el hijo ser¨¢ calvo o que los ni?os no deben ingerir carne¡±, detalla Luisa Fumo, la coordinadora del proyecto.
El programa est¨¢ dirigido por la cooperativa local que agrupa 250 campesinos y a 25 asociaciones y por ahora se ha comenzado a trabajar con cuatro de ellas. En todo este proceso hay muchos obst¨¢culos, porque ante la llegada de novedades, hay maridos que no solo no participan sino que tambi¨¦n impiden a sus mujeres sumarse a los cambios. El 48% de las ni?as se casa antes de los 18 a?os en el pa¨ªs, seg¨²n datos de ONU Mujeres. ¡°Ellos solo se suman cuando ven que el sistema funciona y da dinero. Tratamos de hablar con ellos para que no sea as¨ª, pero es dif¨ªcil¡±, asegura Pedro, agricultor de la asociaci¨®n. Judith, una compa?era, asiente cuando la coordinadora del proyecto pone como ejemplo que su esposo no la acompa?a cuando ella le pide ayuda. Mozambique tiene una de las leyes contra la violencia machista m¨¢s avanzadas de la regi¨®n, pero la poblaci¨®n desconoce los mecanismos para recurrir a ella, sobre todo en ¨¢reas rurales.
A escasos kil¨®metros al norte, otra de las asociaciones, compuesta por 19 mujeres, tiene toda la confianza en que esta iniciativa sirva para que sus hijos vuelvan a casa. ¡°?Queremos ver ya las cebollas!¡±, exclama Ines, una de las campesinas. La nueva generaci¨®n abandona Mozambique ante la falta de oportunidades que les ofrece una agricultura que ahora es pr¨¢cticamente de subsistencia. El pa¨ªs ocupa la posici¨®n 180 de 189 en el ?ndice de Desarrollo Humano. La reciente inauguraci¨®n de una carretera con fondos chinos acerca todav¨ªa m¨¢s las minas sudafricanas a los j¨®venes del pa¨ªs vecino. Roseta lo resume as¨ª: ¡°Quiero que mis hijos y mis nueras sigan trabajando el campo, porque nosotras vamos a desaparecer pero la tierra va a continuar aqu¨ª¡±.
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