¡°El paradigma de la conservaci¨®n no puede estar separado de la gente¡±
Yan Speranza, director de la Fundaci¨®n Mois¨¦s Bertoni, vincula el cuidado de la naturaleza en la Reserva de Mbaracay¨², en Paraguay al desarrollo econ¨®mico y social
Yan Speranza (Asunci¨®n, 1968) no para de trazar c¨ªrculos con el dedo en el aire y en la mesa que tiene delante mientras habla de la conservaci¨®n de la Reserva de Mbaracay¨², en Paraguay. Con este gesto, el director de la Fundaci¨®n Mois¨¦s Bertoni quiere subrayar su concepci¨®n inclusiva del desarrollo sostenible, una visi¨®n que integra el cuidado del medio ambiente con la creaci¨®n de valor econ¨®mico y social en el territorio.
Despu¨¦s de formarse en Administraci¨®n de empresas en Paraguay, fund¨® hasta tres compa?¨ªas. Ninguna relacionada con el medioambiente. Tard¨® alg¨²n tiempo en darse cuenta de que anidaba en su interior una semilla. ¡°Me considero una persona privilegiada. Tuve la posibilidad de estudiar, de salir, de viajar, de hacer cosas interesantes desde que era muy joven. Y me lanc¨¦ en esta aventura de la fundaci¨®n para devolver a la sociedad lo que me hab¨ªa dado, sent¨ªa esta exigencia dentro de m¨ª¡±, explica desde la sede de la Fundaci¨®n BBVA en Madrid, donde estuvo el mi¨¦rcoles para la entrega de los Premios a la Conservaci¨®n de la Biodiversidad. La Fundaci¨®n Bertoni result¨® ganadora de la secci¨®n internacional de la XIII edici¨®n del certamen, un reconocimiento que va acompa?ado de una dotaci¨®n de 250.000 euros.
La Reserva Natural del Bosque Mbaracay¨² ocupa un ¨¢rea de 64.000 hect¨¢reas y es uno de los focos de mayor biodiversidad terrestre del mundo. ¡°En los ¨²ltimos 70 a?os, se ha perdido alrededor del 93% de la superficie del bosque original, debido a la expansi¨®n de los asentamientos humanos y de la actividad agropecuaria¡±, asegura Speranza. ¡°Se trata de una zona bastante pobre, rural y con mucha ausencia del Estado en la que se va generando un proceso de desarrollo muy incipiente, sin mucho control¡±. Aqu¨ª viven cerca de 30.000 personas, entre las cuales hay comunidades ind¨ªgenas como los Ache.
Desde su creaci¨®n en 1981, la Fundaci¨®n siempre tuvo claro que era imposible desligar el cuidado de la naturaleza del destino de los habitantes de la zona. ¡°El paradigma de la conservaci¨®n no puede estar separado de la gente, como protegi¨¦ndose de la misma, sino que debemos seguir integr¨¢ndonos activamente a las comunidades¡±, sostiene el director.
Entendimos enseguida que los principales enemigos para la protecci¨®n de la naturaleza eran la pobreza, la falta de oportunidades y la ausencia del Estado
¡°Decidimos iniciar este proceso porque nos hab¨ªamos percatado de que la propiedad que hoy conforma la reserva estaba a punto de ser vendida a un grupo agr¨ªcola, algo muy frecuente en los ochenta¡±, recuerda Speranza. Naci¨® as¨ª una de las primeras reservas privadas del pa¨ªs. ¡°Entendimos enseguida que los principales enemigos para la protecci¨®n de la naturaleza eran la pobreza, la falta de oportunidades y la ausencia del Estado. Esto nos oblig¨® a reconocer que la conservaci¨®n no es algo separado de la gente, tal como se conceb¨ªa en las d¨¦cadas anteriores. Por supuesto que cuidamos de la reserva, pero no nos limitamos a ello. Nuestro modelo de protecci¨®n va mucho m¨¢s all¨¢. El desarrollo sostenible implica la creaci¨®n de valor ambiental, pero tambi¨¦n social y econ¨®mico¡±.
La Fundaci¨®n, entre otras actividades, coordina programas de desarrollo rural en los que participan unas 3.000 familias campesinas ind¨ªgenas para que puedan mejorar su producci¨®n; as¨ª como iniciativas para el fortalecimiento de capacidades del Gobierno local e investigaci¨®n cient¨ªfica. Speranza est¨¢ especialmente orgulloso del programa de educaci¨®n. ¡°De cada 100 ni?os que empiezan la primaria en Paraguay, solo 40 terminan la secundaria. Las cifras son especialmente demoledoras en las zonas rurales¡±. Hay muchas causas: baja calidad de la ense?anza, falta de infraestructuras, excesiva distancia de la escuela, gastos a los que no todos pueden hacer frente.
¡°Para muchas familias campesinas es preferible que los hijos ayuden en la casa una vez que hayan aprendido a leer y a escribir. Sobre todo las chicas. Por eso decidimos abrir una escuela para ellas¡±, cuenta el director de la Fundaci¨®n. All¨ª las alumnas aprenden de producci¨®n agropecuaria o de hosteler¨ªa y turismo, una industria con un alto potencial en la regi¨®n. Las estudiantes pagan unos siete euros mensuales ¡ªo, en caso de no poder hacer frente al desembolso de esta suma, compensan con productos alimentarios¡ª para el internado en el que van a clase y se alojan, evitando as¨ª desplazamientos de varios kil¨®metros. Actualmente, el centro alberga a 152 chicas.
Una parte importante de la financiaci¨®n llega a trav¨¦s de las ¡°empresas sociales¡±, como las define Speranza, impulsadas por la Fundaci¨®n. Una de ellas es un hotel en el que las estudiantes de la escuela tienen posibilidad de poner en pr¨¢ctica lo que aprenden. ¡°Recibimos alrededor de 2.000 turistas a la reserva cada a?o, pero nuestro objetivo es atraer m¨¢s visitantes a la regi¨®n¡±.
Otro ejemplo de emprendimiento con fuerte impacto socio, econ¨®mico y ambiental es la reutilizaci¨®n de la sangre proveniente de la industria c¨¢rnica. ¡°Hace unos ocho a?os, cuando arrancamos con este servicio, la sangre se tiraba directamente a los cursos de agua y esto generaba un problema muy grande de contaminaci¨®n¡±, recuerda Speranza. Ahora, en cambio, unos obreros especializados se encargan de recoger este producto y convertirlo en un polvo para alimentar a animales que se exporta a nueve pa¨ªses del mundo. Cada a?o, la empresa procesa 15 millones de litros de sangre. La venta de yerba mate sigue el mismo modelo. ¡°Compramos el producto a un precio ventajoso para los campesinos, que se encargan de cultivar el bajo monte ocup¨¢ndose al mismo tiempo del mantenimiento del bosque".
¡°Pensamos siempre a largo plazo¡±, se?ala el director de la Fundaci¨®n. ¡°El desarrollo territorial y los cambios culturales llevan tiempo. Paraguay es un pa¨ªs que no est¨¢ en el radar internacional, pero creemos que tenemos algo muy lindo que mostrar al resto del mundo¡±.
El a?o pasado fue especialmente nefasto para los defensores del medio ambiente en Am¨¦rica Latina, con un aumento de asesinatos de ecologistas. Los problemas de seguridad alcanzaron tambi¨¦n la Reserva de Mbaracay¨², en la que fueron abatidos dos guardabosques, probablemente a mano de cazadores furtivos. ¡°Recibimos relativamente poco apoyo por parte del Estado¡±, lamenta Speranza. ¡°El Estado est¨¢ ausente en esta zona, pero precisamos de su colaboraci¨®n en este ¨¢mbito¡±.
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