Talla de dibujos en dientes de cachalote: el arte que muere
John van Opstal es el ¨²ltimo superviviente de un ancestral oficio en las Azores: el 'scrimshaw'
CAMBIAN LAS COSTUMBRES, mueren los oficios. Como el arte del scrimshaw. La extinci¨®n de esta modalidad de talla de dibujos en dientes de cachalote se debe al transcurrir de los tiempos, pero tambi¨¦n a la falta de aprendices y al fin de la materia prima ?fundamental: el marfil de los ?cet¨¢ceos. En la isla de Faial, en el archipi¨¦lago portugu¨¦s de Azores, rinden homenaje a esta destreza. Horta, la capital, fue su mayor ?exponente durante los siglos XIX y XX. Floreci¨® al albur de los pescadores balleneros y de los marineros que atravesaban el Atl¨¢ntico y efectuaban aqu¨ª su primera parada. Un contexto que inmortaliz¨® Herman Melville en Moby Dick, donde algunos adivinan ecos de ?locales como el Peter Caf¨¦ Sport, m¨ªtico establecimiento frente al puerto de Horta.
Su planta de arriba es un museo que atesora centenares de piezas de scrimshaw. Algunas instrumentales, como las agujas o los dedales para costura, y otras con una simple funci¨®n ornamental. ¡°Era habitual encargarlas como recuerdo o amuleto¡±, explica Sonia Rosa, gu¨ªa de 29 a?os. Desconoce la t¨¦cnica. ¡°Apenas la han desarrollado unos pocos. Se ense?aba de padres a hijos. O la aprend¨ªan durante las traves¨ªas en barco. Antes, el Ayuntamiento organizaba alg¨²n taller. Ahora, nada¡±, se?ala su compa?ero Flavino Costa, de 56 a?os.
Apuntan estos trabajadores que en la actualidad a¨²n existe un maestro en Faial. El ¨²ltimo. Vive en direcci¨®n opuesta al lugar m¨¢s transitado: la playa de Porto Pim, evocada por Antonio Tabucchi en uno de sus relatos. Se llama John van Opstal y es holand¨¦s. Nacido en Rotterdam en 1938, se estableci¨® en Horta hace 35 a?os. Le convencieron las ganas de abandonar un empleo de comercial, el af¨¢n por mejorar sus facultades pict¨®ricas y ¡°una mujer bonita¡±.
¡°Nada m¨¢s llegar empec¨¦ a fijarme y preguntar a otros. Cada d¨ªa hac¨ªa un diente¡±, rememora Van Opstal. Pronto gan¨® pericia. Y le cayeron sus primeros encargos. ¡°De repente, era famoso. Ven¨ªa gente de todo el mundo a por mis obras¡±, comenta. Por esta casa en lo alto de una loma han pasado ¡ªseg¨²n sus c¨¢lculos¡ª m¨¢s de 30.000 personas. Una peque?a estancia exhibe parte de sus reliquias, que pueden costar centenares e incluso miles de euros, dependiendo del tama?o o del dise?o. Lucen principalmente retratos o su escena favorita: la imagen de un bote, una ballena y el mar. ¡°Pero si quieres, cabe un vida entera¡±, explica.
Con la adhesi¨®n portuguesa a la Comunidad Econ¨®mica Europea en 1986 se detuvo la pesca de cet¨¢ceos. Y con ella, el futuro de este arte. ¡°Permanecer¨¢ como algo de culto¡±, advierte Van Opstal, ¡°y eso que la inversi¨®n es m¨ªnima: una aguja, tinta y la pieza¡±, lamenta. Aquejado por la edad y una movilidad reducida, su actividad ya es residual. La ¨²ltima creaci¨®n, no obstante, anda fresca: la acab¨® hace tres semanas. ¡°El scrimshaw ha muerto¡±, concluye sin pena, ¡°como lo haremos nosotros y como pasa a diario con tantos oficios. Lo normal¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.