Espa?a es un chollo
Quienes trabajan con menores no acompa?ados tiene dos opciones: ser agentes de fomento de la resiliencia o del empeoramiento de la conducta. Una reflexi¨®n sobre la urgencia de realizar un trabajo serio
Muchos se siguen preguntando c¨®mo pueden seguir llegando menores extranjeros no acompa?ados (Mena) a las costas espa?olas. ?Acaso no tiene familia? ?Acaso no tienen miedo? ?Qu¨¦ les lleva a venir?
Todas estas preguntas las responde el t¨ªtulo que lleva este art¨ªculo: las condiciones socioecon¨®micas de las que gozan los Menas que llegan a territorio espa?ol son mucho mejores que las de otros pa¨ªses europeos. En Espa?a, la protecci¨®n al menor es un tema que se toma muy en serio, aunque tambi¨¦n existen diferencias abismales entre comunidades aut¨®nomas. Esto explica tambi¨¦n el anhelo de estos ni?os en llegar a las comunidades aut¨®nomas de Catalu?a y Pa¨ªs Vasco. Estas condiciones socioecon¨®micas son, fundamentalmente, protecci¨®n en cuanto a las necesidades b¨¢sicas de alimentaci¨®n, vestimenta y paga; (sobre)protecci¨®n jur¨ªdica y, entre otros factores, recursos econ¨®micos y residenciales o de autonom¨ªa que ofrecen algunas regiones. Pero ?vale la pena?
Los menores extranjeros se embarcan en la aventura migratoria emborrachados por las fotograf¨ªas superficiales que algunos de sus paisanos suben a las redes sociales. En algunas im¨¢genes aparecen chicos apoyados en alg¨²n que otro Lamborghini que nunca han podido tocar fuera de sus imaginaciones y de la televisi¨®n. ?C¨®mo no van a querer venir si sus amigos y vecinos que eran personas normales y corrientes cuelgan fotos con buena presencia y en lugares modernos? Todos quieren probar la miel, aquel gratificante sabor que experimentamos al tocar nuestros sue?os. Porque muchos siempre han so?ado con pisar el Camp Nou o ver a famosos de cerca.
Adem¨¢s de la fascinaci¨®n de cumplir los sue?os de su infancia y adolescencia, a estos chavales les mueve la separaci¨®n de su n¨²cleo familiar para disfrutar as¨ª de una libertad sin l¨ªmites ni condiciones. Esto explica que en m¨¢s de un centenar de centros de protecci¨®n de menores se hayan registrado altercados, conflictos, amenazas y agresiones a los profesionales que all¨ª trabajan. No son chicos como la mayor¨ªa de su edad. Ellos han huido del mundo de la responsabilidad, la educaci¨®n y el respeto¡ Han dejado todo esto en sus pa¨ªses de origen junto a sus padres y familiares. Aqu¨ª pierden la noci¨®n del espacio y tiempo. Si Jamal era un ni?o t¨ªmido, educado y correcto en Marruecos, una vez en Espa?a se convierte en S¨²per Jamal, un adolescente que se encara con todo el mundo para marcar su territorio, porque aqu¨ª es ¨¦l quien escribe su historia, la historia que quiere vivir. Una historia alimentada por la fantas¨ªa de ser alguien que nunca hab¨ªa podido (o quiz¨¢ pueda) ser.
En muchos centros se observan involuciones en el desarrollo de los menores: llegan siendo unos trozos de pan y se van convirtiendo en potenciales delincuentes
En muchos centros se observan involuciones en el desarrollo de los menores: llegan siendo unos trozos de pan y se van convirtiendo en potenciales delincuentes. Esto tambi¨¦n tiene mucho que ver con la presi¨®n y la deseabilidad social: todos intentan demostrar que son alguien y que no quieren ser pisados por nadie pero, como en las leyes animales, acaba mandando el m¨¢s fuerte.
Los profesionales que trabajamos con este colectivo tenemos que pensar seriamente el papel que debemos desempe?ar en este fen¨®meno porque con facilidad se puede acabar desdoblando: por una parte podemos ser agentes de fomento de la resiliencia y, por otro, agentes de empeoramiento de la conducta. No todos los profesionales valemos para trabajar con Menas, eso es algo que tanto nosotros, como las empresas y la Administraci¨®n debemos tener claro. Si realmente nos preocupa el presente y el futuro de estos ni?os, debemos primero reclutar a un equipo capaz de realizar un trabajo con garant¨ªas porque, cuando salgan de los centros de protecci¨®n, convivir¨¢n con nosotros.
Creo que ya va siendo hora de coger el toro por los cuernos y comprometerse a realizar un trabajo serio. Probablemente haya posibles soluciones que no gusten a todos los agentes participes en la gesti¨®n de este colectivo pero, no perdamos el norte, mejor pensemos en el futuro de esos menores. ?Es mejor que se queden aqu¨ª o que sean devueltos a sus pa¨ªses de origen? Si se quedan aqu¨ª ?qu¨¦ garant¨ªas tendr¨¢n? Por lo contrario, si vuelven a sus pa¨ªses ?c¨®mo ser¨¢ la readaptaci¨®n? Esto es un trabajo a realizar en continuo acompa?amiento con los aludidos porque hay menores que pueden y quieren aprovechar su estancia aqu¨ª y otros que no muestran inter¨¦s en su futuro y lo que quieren es disfrutar del momento. Queda mucho por trabajo por hacer, empecemos hoy.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.