Varoufakis vuelve al lugar del crimen
El cuestionado estilo de vida del exministro de Finanzas griego que regresa a la pol¨ªtica como candidato al Parlamento Europeo por Alemania, el pa¨ªs que m¨¢s le atac¨® durante su mandato


M¨¢s que el ego desatado, el look chulesco de motero o sus indiscreciones sobre las reuniones del Eurogrupo, el economista y exministro griego de Finanzas?Yanis Varoufakis lamentar¨¢ mientras viva una portada que, en la cresta de la ola, le dedic¨® en marzo de 2015 la revista francesa Paris Match a ¨¦l y a su esposa, posando felices en su terraza con vistas a la Acr¨®polis (nada in¨¦dito, ni signo de especial distinci¨®n o riqueza, pues en Atenas muchas casas, lujosas y modestas, tienen acceso panor¨¢mico a ella). En las fotograf¨ªas del reportaje, concedido cuando como titular de Finanzas era responsable de unas conversaciones con la troika que embarrancaban por segundos, Varoufakis (Atenas, 1961) y la artista Danai Stratou, heredera de una familia bien, compart¨ªan un almuerzo bohemio y chic en la terraza; tocaban el piano y derrochaban unos aires tan de izquierda caviar que se le volvieron en contra al ministro y al Gobierno izquierdista al que pertenec¨ªa. Para sus enemigos ¡ªy algunos de sus presuntos amigos¡ª esa vida le descalificaba para exigir con tanta arrogancia a Europa el fin de la austeridad en Grecia.
Varoufakis se ha lamentado p¨²blicamente de la inconveniencia del reportaje; de hecho, poco despu¨¦s de publicarse dej¨® la casa con vistas a la Acr¨®polis ¡ªcasi una atracci¨®n tur¨ªstica¡ª por un amplio apartamento cerca de la Embajada americana, otra zona acomodada de Atenas. Porque lo que se dice tener, la pareja tiene donde elegir: adem¨¢s de los apartamentos citados, posee una hermosa casa de vacaciones en la isla de Egina, que, antes de ser ¨¦l ministro, Stratou hab¨ªa ense?ado varias veces en revistas de interiorismo. A diferencia de otros pol¨ªticos en Grecia ¡ªy ¨¦l nunca lo ha sido¡ª, Varoufakis no ha necesitado apropiarse de lo ajeno para conseguir su patrimonio: su prestigiado trabajo como economista, la publicaci¨®n de una docena de libros superventas y los bienes gananciales, le han procurado siempre un buen pasar. Como ha dicho muchas veces, nunca pretendi¨® hacer de la pol¨ªtica un modus vivendi porque ni lo necesitaba ni era lo suyo.
Pero hete aqu¨ª que, condenado casi al ostracismo en su pa¨ªs ¡ªnadie es profeta en su tierra, mucho menos alguien capaz de despertar tanta envidia¡ª e inquieto por el rumbo que ha tomado Europa, el pol¨¦mico economista, que ajust¨® cuentas con propios (Syriza) y extra?os (acreedores) al publicar sus memorias como ministro (Comportarse como adultos, editorial Deusto), se ha reenganchado en la pol¨ªtica para dar su ¡°batalla contra el establishment europeo¡±, que no es otro que el subt¨ªtulo de su vitri¨®lico libro. En febrero de 2016 cre¨®?junto con otros activistas antiausteridad la formaci¨®n paneuropea DiEM25 (Movimiento por la Democracia en Europa), una especie de Internacional progresista por la que se presentar¨¢ a las elecciones europeas de mayo¡ por Alemania. S¨ª, el pa¨ªs que m¨¢s atac¨® y del que recibi¨® m¨¢s andanadas?durante su ¨¦poca como ministro.

?Por qu¨¦ no en Grecia, se preguntar¨¢n algunos? Porque su pa¨ªs, del que nunca ha renegado, le ha tratado con un desd¨¦n rayano en la injusticia, empezando por las celadas de sus correligionarios del Gobierno, a los que acusa en el libro de segarle la hierba bajo los pies y de torpedear cada iniciativa suya ante la troika, hasta el punto de usar su propio ordenador port¨¢til en el despacho del ministerio por no fiarse de la privacidad del oficial. En manos de un equipo de asesores y asistentes impuesto por el Gobierno ¡ªsu director de comunicaci¨®n era de los m¨¢s papistas¡ª , a su jefe de filas y antiguo amigo, Alexis Tsipras, primer ministro griego, le describe como un Hamlet demediado, agobiado por el peso del poder y dubitativo en extremo. La lectura en clave interna de Comportarse como adultos no tiene desperdicio, por mucho ajuste de cuentas que resulte ser, algo que tampoco niega.
La duda no es una palabra que se cuente en el vocabulario de Varoufakis, y s¨ª al contrario el arrojo, el paso al frente. Como los que dio cuando, en la primavera de 2015, a¨²n ministro, un grupo de activistas antisistema irrumpieron con ganas de bronca en el restaurante de Exarjia (un barrio muy, pero que muy antisistema de Atenas) donde Varoufakis cenaba con su esposa y un amigo. Lejos de amedrentarse les hizo frente y, a¨²n peor, intent¨® convencerlos con argumentos, lo que encresp¨® m¨¢s a los j¨®venes. Su desd¨¦n hacia lo establecido, y su inconsciencia del peligro, le hab¨ªan hecho renunciar a la escolta, y sigui¨® traslad¨¢ndose en su moto negra, a lomos de la que a¨²n acude al teatro o a restaurantes con su esposa. Pero unas amenazas proferidas contra su hijastro adolescente hijo de Danai; ¡ª¨¦l tiene una hija en Australia, fruto de su primer matrimonio¡ª le hicieron tomarse la seguridad m¨¢s en serio mientras sal¨ªa como un jabato herido a defender al muchacho.
El hombre al que muchos en Bruselas y ¡ª?sobre todo en Berl¨ªn¡ª culpan de hacer perder un tiempo precioso a Grecia cuando esta pend¨ªa del hilo del Grexit?vuelve al lugar del crimen. A la pol¨ªtica. A Berl¨ªn. A Europa.?
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