¡®Montessorizar¡¯ la escuela p¨²blica
No existen datos del n¨²mero de escuelas p¨²blicas que han podido integrar esta pedagog¨ªa en el aula, ya que la mayor¨ªa de los cambios parten de la ilusi¨®n de un docente
?ngela Velayos decidi¨® hace seis a?os dar una vuelta a sus clases de infantil en un colegio p¨²blico de Valdemoro, del que prefiere no dar el nombre, y junto a su compa?ero de ciclo se lanz¨® a montessorizar las aulas. Comenzaron en el nivel de tres a?os y continuaron hasta los cinco, combinando la metodolog¨ªa Montessori con proyectos de trabajo. Esta, seg¨²n aparece en la web de la fundaci¨®n que lleva el nombre de la pedagoga italiana Mar¨ªa Montessori,?prepara el aula a la medida de los ni?os, con estanter¨ªas bajas y distintas medidas de mesas y sillas donde se sientan los ni?os individualmente o en grupos. Adem¨¢s, est¨¢ subdividida en ¨¢reas tem¨¢ticas donde se exponen los materiales y la bibliograf¨ªa. ?El resultado? Una experiencia que ?ngela define como ¡°muy enriquecedora¡± para toda la comunidad educativa, no solo para los alumnos. El camino, eso s¨ª, no es f¨¢cil ¨Cni r¨¢pido¨C ya que para introducir la pedagog¨ªa Montessori en un aula no solo se requiere de formaci¨®n por parte de los docentes sobre c¨®mo trabajar en el aula o c¨®mo utilizar los materiales, tambi¨¦n es necesario un cambio de mirada a la infancia.
Qu¨¦ necesita una escuela para montessorizarse
No existen datos, ni siquiera aproximados, del n¨²mero de escuelas p¨²blicas que han podido integrar esta pedagog¨ªa en el aula, ya que la mayor¨ªa de los cambios parten de la ilusi¨®n y del inter¨¦s de un docente o equipo de docentes. Pedro Valenzuela es maestro y Gu¨ªa Montessori, y en los ¨²ltimos cuatro a?os ha participado en m¨¢s de 40 formaciones a docentes con una duraci¨®n variable, en funci¨®n de la formaci¨®n que se requiere. ¡°Hay quienes quieren conocer unas pinceladas del m¨¦todo para ver ¡°si les llama la atenci¨®n¡± y hay otros centros que quieren llevar a su d¨ªa a d¨ªa pr¨¢cticas relacionadas con la metodolog¨ªa, para esto ¨²ltimo, evidentemente, se necesitan formaciones m¨¢s prolongadas en el tiempo¡±, cuenta. Es en esos centros en los que se desea integrar esta pedagog¨ªa creada hace 100 a?os por Mar¨ªa Montessori, donde hay que luchar contra la r¨ªgida estructura de la escuela p¨²blica, adem¨¢s de vencer las dudas y la inseguridad iniciales de los docentes. ¡°Pese a las dificultades, si hay un equipo directivo que sepa hacia donde quiere dirigir el rumbo de su escuela y un equipo profesional comprometido y cohesionado, es posible¡±, explica a El Pa¨ªs.
Hace siete a?os, la inquietud por otras pedagog¨ªas y el deseo de un cambio real condujo al equipo de infantil del colegio p¨²blico Ricardo Codorn¨ªu hasta la filosof¨ªa Montessori. Cuenta Jos¨¦ Antonio Mi?arro Ros, director del centro, ubicado en Alhama de Murcia, que el reto era investigar c¨®mo podr¨ªan introducir la pedagog¨ªa en el aula en una escuela p¨²blica. Ten¨ªan la ilusi¨®n y las ganas de darle al ni?o ¡°el espacio y el reconocimiento que se merece en las instituciones educativas¡±. A partir de ah¨ª, comenzaron a trabajar para cambiar las cosas. Y el primer paso fue la formaci¨®n. ¡°La formacio?n del profesorado es imprescindible para introducir esta metodologi?a¡±, explica Jos¨¦ Antonio Mi?arro, y fue precisamente Pedro Valenzuela quien les ayud¨® a hacerlo posible.
La formaci¨®n de los maestros en esta pedagog¨ªa supone una transformaci¨®n no solo a nivel profesional sino tambi¨¦n en el ¨¢mbito personal: requiere de una reflexio?n profunda acerca de la forma en la que miramos la infancia. ¡°En el aula no solo transformas el ambiente f¨ªsico, las ¨¢reas de trabajo, los materiales o la disposici¨®n de las mesas y sillas, tambi¨¦n conlleva un an¨¢lisis y un cambio en la manera de relacionarnos con los alumnos¡±, cuenta ?ngela Velayos. Para la maestra uno de los principales cambios es precisamente que se establece una relaci¨®n m¨¢s respetuosa con los ni?os al no haber ni gritos, ni premios ni castigos. Tambi¨¦n se tiene muy en cuenta la individualidad de cada ni?o. ¡°El papel del adulto cambia y hay que hacer grandes esfuerzos para desaprender y volver a aprender a relacionarnos de una forma diferente. Pasa a ser fundamental la escucha activa, tener momentos en el aula para que ellos se expresen. Hay libertad pero con unos l¨ªmites muy claros, los cuales le dan seguridad al ni?o y le permiten desarrollar el autocontrol¡±, a?ade.
El ambiente f¨ªsico: transformar el aula y los materiales
En el C.E.I.P Antonio Machado de Talavera de la Reina (Toledo), las maestras de Educaci¨®n Infantil, Elvira Mor¨¢n y Bel¨¦n Moreno, comenzaron a transformar sus aulas el pasado curso. Lo hicieron convencidas de que aunque lento, es un cambio necesario para adaptarse a una sociedad como la actual. ¡°Nuestra pr¨¢ctica educativa se ha de adaptar a los cambios, dando respuesta a las demandas sociales¡±, dicen. Como los docentes del Ricardo Codorn¨ªu y del colegio p¨²blico de Valdemoro, se formaron y reorganizaron las aulas: ahora disponen de espacios amplios y di¨¢fanos, con materiales dispuestos al alcance de los ni?os y libertad para manejarlos.
Y es que el espacio y los materiales tambi¨¦n cambian, y aqu¨ª est¨¢ otro de los retos a los que se enfrentan los docentes: c¨®mo transformar el aula con los recursos con los que cuentan. En el C.E.I.P Ricardo Codorn¨ªu eliminaron parte del material impreso que los alumnos adquir¨ªan y elaboraron un material propio de distintas ¨¢reas, introdujeron dentro de su metodologi?a el trabajo por rincones ¨C matema?ticas, lenguaje, sensoriales y vida pra?ctica¨C y adquirieron algunos materiales Montessori que consideraron adecuados para suplir determinadas ¡°carencias a nivel sensorial, emocional, creativo, de autonomi?a y de pensamiento divergente¡± que hab¨ªan observado en sus alumnos. Saben que no es f¨¢cil conseguir una integraci¨®n completa pero opinan que ¡°los pequen?os cambios que impregnan el di?a a di?a en las aulas, forman una gran diferencia cuando se suman¡±.
?Qu¨¦? inversio?n econ¨®mica requiere este cambio? En primer lugar, supone un coste la formaci¨®n del equipo docente que, en muchos casos, se cubre a trav¨¦s de cursos financiados desde las propias consejer¨ªas; aunque en otros s¨ª hay una inversi¨®n en talleres, cursos y seminarios que sale del bolsillo de los docentes. Los espacios, materiales y recursos tambi¨¦n van a requerir de cierta financiaci¨®n inicial. En el colegio de Valdemoro, fueron las familias de los alumnos de infantil las que aportaron el dinero para comprar el material. ¡°En realidad, la inversi¨®n no es tan elevada como puede parecer porque solo se compra un material de cada y se gasta mucho menos en material fungible. Adem¨¢s, como no hab¨ªa libros el ahorro fue considerable¡±, apunta ?ngela.
Parte de la inversi¨®n econ¨®mica del colegio Antonio Machado ha sido aportado por las propias maestras para poder seguir adelante con el proyecto. Dicen Elvira Mor¨¢n y Bel¨¦n Moreno que los ni?os son los que cada d¨ªa les demuestran los resultados de su trabajo y es eso lo que alimenta sus ganas de seguir adelante, independientemente del esfuerzo personal y econ¨®mico que requiere. En el Ricardo Codorn¨ªu fueron las familias del AMPA y el propio centro quienes sufragaron el gasto para la adquisicio?n del material especializado. Pero, m¨¢s all¨¢ de lo econ¨®mico, para Jos¨¦ Antonio Mi?arro hay una inversio?n difi?cil de cuantificar, aunque imprescindible, que es la del tiempo que deben invertir los docentes en formarse y aprender, ¡°adema?s del esfuerzo que conlleva un cambio de mentalidad de este calibre en cuanto a la concepcio?n de los procesos de ensen?anza y aprendizaje con el an?adido de reorientar el protagonismo de dichos procesos hacia los nin?os y nin?as¡±.
Un cambio cocinado ¡°a fuego lento¡±
Seg¨²n Pedro Valenzuela, otro de los retos, quiz¨¢ el mayor al que se enfrentan los docentes, es el de superar la creencia de que existen ¡°varitas m¨¢gicas¡± que consiguen que el d¨ªa a d¨ªa en el aula cambie de un d¨ªa para otro. ¡°Hablamos de una educaci¨®n que se cuece ¡°a fuego lento¡±, que necesita conocer al ni?o, qui¨¦n es realmente, y a partir de ah¨ª acompa?arlo en su desarrollo, y cuyos resultados se observan m¨¢s a largo que a corto plazo, y esto es algo que cuesta integrar en una sociedad tan l¨ªquida como en la que vivimos actualmente, donde todo va tan r¨¢pido, donde la inmediatez en cuanto a los resultados parece estar convirti¨¦ndose en una rutina¡±, explica Valenzuela.
Sobre si se puede realmente montessorizar al 100% un aula en la escuela p¨²blica actualmente, Pedro Valenzuela cree que aunque las estructuras sobre las que se sustentan las escuelas Montessori y la escuela p¨²blica difieren en algunos aspectos, ¡°no existe ninguna que no se pueda subsanar con un buen proyecto educativo¡±. Pero vuelve a insistir: ¡°Son los docentes, bajo su criterio profesional los que deciden en ¨²ltima instancia qu¨¦ aspectos les pueden ser de val¨ªa para su d¨ªa a d¨ªa, y acaban incorpor¨¢ndolos a sus aulas. Pero esto requiere pensar siempre a largo plazo y que el proceso sea acompa?ado bajo la supervisi¨®n de personas formadas en el m¨¦todo Montessori que ofrezcan el rigor y no la moda¡±.
Lo mejor, para Valenzuela, est¨¢ por venir: ¡°En los pr¨®ximos a?os se convertir¨¢ en un recurso muy atractivo, pues es incre¨ªble el potencial de una metodolog¨ªa en la que las ni?as y ni?os son los protagonistas. Hablamos de una educaci¨®n para la vida, de una filosof¨ªa de vida, que puede hacer de esta una sociedad mejor¡±. Tambi¨¦n ?ngela Velayos es optimista. En la actualidad no solo es tutora en un colegio en Chapiner¨ªa, en el que est¨¢ implementando la metodolog¨ªa Montessori en primero de Primaria, tambi¨¦n imparte cursos de formaci¨®n tanto en colegios como en escuelas p¨²blicas y dice que tiene la sensaci¨®n de ¡°cada vez hay m¨¢s profesionales conscientes de que es necesario un cambio a nivel metodol¨®gico y de relaci¨®n con los alumnos¡±. Tambi¨¦n cree que las familias son cada vez m¨¢s conscientes de esta necesidad de cambio y son muchas las que buscan una educaci¨®n distinta a la ¡°tradicional¡±. ¡°Este cambio est¨¢ llegando desde abajo, desde los maestros y educadores, pero es necesario un mayor apoyo desde las administraciones. Mi deseo es que poco a poco, y entre todos, hagamos que este modelo educativo sea una opci¨®n tambi¨¦n en la escuela p¨²blica, accesible a todos, independientemente del nivel econ¨®mico de las familias¡±, concluye.
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