El populismo y la psicosis social
Tanto Vox como el Partido Popular fomentan temerariamente el alarmismo, la inseguridad y el miedo a la inmigraci¨®n. Instinto e ilustraci¨®n pelean con fuerzas desiguales cuando una sociedad se siente en peligro
La pujanza del populismo de extrema derecha no se explica sin la estimulaci¨®n irresponsable pero consciente de la psicosis social. Se trata de tergiversar y distorsionar algunos problemas reales y sensibles ¡ªla violencia, la inmigraci¨®n, la globalizaci¨®n¡ª para rebuscar en los instintos y en las soluciones milagrosas. De hecho, la irrupci¨®n de Vox en la cotidianidad pol¨ªtica responde al lenguaje desacomplejado de un l¨ªder y un partido que exageran las amenazas y las abstracciones para luego prometer dome?arlas con la cualificaci¨®n autoritaria de los sheriffs justicieros.
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Lo ha demostrado el oportunismo con que Santiago Abascal, secundado por otros l¨ªderes ¡°homologados¡±, ha aprovechado el crimen de Laura Luelmo para reclamar la cadena perpetua y atribuirse el liderazgo de los humores revanchistas. No ya desmintiendo que exista en Espa?a un problema de violencia de g¨¦nero, sino describiendo el escarmiento del reo ¡ª¡°que se pudra en la c¨¢rcel¡±¡ª y trasladando a la opini¨®n p¨²blica un clima de inseguridad que tambi¨¦n le resulta propicio para recrearse en el fantasma amorfo y ubicuo de la inmigraci¨®n ilegal. ¡°Inmigraci¨®n ilegal¡± es un concepto en s¨ª mismo intimidatorio. Apela al imaginario del miedo invasor. Y se escabulle de otras connotaciones m¨¢s prosaicas, administrativas y humanitarias que contradicen el alarmismo. Un inmigrante ilegal, por ejemplo, es el superviviente de una patera. O el trabajador de ultramar que vino en avi¨®n y al que le ha caducado el visado tur¨ªstico.
El problema de Espa?a y la inmigraci¨®n no radica en su ferocidad, sino en la escasez. M¨¢s todav¨ªa cuando los ¨ªndices de natalidad ¡°nacionales¡± son los m¨¢s bajos desde 1941 o cuando Espa?a se ha desentendido c¨ªnicamente de las crisis migratorias contempor¨¢neas, incluida la pasividad o la indolencia cuando se trataba de asumir las cuotas derivadas del conflicto sirio.
No hay proporci¨®n entre el problema real y la percepci¨®n del problema, ni con la inmigraci¨®n, ni con la violencia, ni con la econom¨ªa ni con la unidad de Espa?a, pero se han arraigado un desasosiego y una congoja al que sirven de trampol¨ªn las soluciones providenciales.
El fen¨®meno de Trump o de Bolsonaro se antoja similar al de Le Pen o de Salvini en la detecci¨®n de los humores sociales y en la prescripci¨®n de los placebos. Participan de un estado de emergencia que propicia el remedio mesi¨¢nico a la superstici¨®n arcaica. El enemigo exterior tanto adquiere cuerpo en la reacci¨®n al extranjero como en la aprensi¨®n del asesino embozado al acecho. El miedo funciona como reacci¨®n primera y primaria del instinto de supervivencia, razones por las cuales una sociedad intimidada puede condescender con la restricci¨®n de las libertades y del garantismo. Las c¨¢maras vulneran la intimidad, pero contribuyen a la serenidad del paseo. Proporcionan al Estado la injerencia pan¨®ptica de la que alertaba premonitoriamente Michel Foucault.
Las estad¨ªsticas acreditan que Espa?a opone a la psicosis un baj¨ªsimo ¨ªndice de criminalidad
Es la derivada peligrosa, temeraria, que incorporan los l¨ªderes autoritarios en sus discursos de ley, orden e identidad. Desdibujar una democracia para hacerla m¨¢s segura. Convertirse ellos en el ant¨ªdoto al p¨¢nico que propagan: el monstruo de Europa, los musulmanes incorregibles, la globalizaci¨®n. Abascal lo ha entendido en cabeza de sus mejores evangelistas: tanto la autoridad militar de Javier Ortega como el credo religioso de Roc¨ªo Monasterio reconstruyen un modelo de Estado firme, oscurantista y confesional cuya nostalgia entronca con el lepenismo del para¨ªso perdido.
Las estad¨ªsticas acreditan que Espa?a opone a la psicosis un baj¨ªsimo ¨ªndice de criminalidad. Tenemos un c¨®digo penal dur¨ªsimo. Y lejos de aumentar, han descendido los casos de cr¨ªmenes contra mujeres en los ¨²ltimos a?os. Existe la violencia machista. Est¨¢ descrita, diagnosticada. Y opera en una gradaci¨®n polifac¨¦tica, de la violencia invisible a la m¨¢s expl¨ªcita, pero el crimen de Laura ha precipitado una sensaci¨®n un¨¢nime e hiperb¨®lica de acuerdo con la cual las mujeres no pueden a salir a correr en nuestras calles.
La percepci¨®n del problema vuelve a imponerse al problema. Y no es cuesti¨®n de amalgamar conflictos distintos y soluciones diferentes, sino de plantear la distancia que existe entre el bienestar que disfrutamos respecto a la psicosis atmosf¨¦rica que lo amenaza. Sobre todo cuando est¨¢ inducida desde la irresponsabilidad y desde el oportunismo pol¨ªtico. La inmigraci¨®n es otra vez el mejor ejemplo, tanto por la manipulaci¨®n del populismo ¡ªPablo Casado juega muchas veces al alarmismo¡ª como por la negligencia pedag¨®gica y la perspectiva buenista de los partidos convencionales. Es evidente que Espa?a tiene puntos de tensi¨®n migratoria ¡ªCeuta, Melilla, Almer¨ªa...¡ª, como es evidente que existen conflictos de integraci¨®n y de convivencia que la socialdemocracia ha descuidado en su propia embriaguez cultural, pero el escarmiento del Brexit y la victoria de Trump demuestran que la xenofobia se arraiga donde menos impacto migratorio existe.
La paradoja del ¡°momento populista¡± consiste en que tiene mucho de populista y poco de momento
All¨ª donde m¨¢s heterogeneidad y mezcla existe ¡ªlas grandes urbes¡ª, menos operan los fen¨®menos mesi¨¢nicos y supremacistas. Trump es un cuerpo extra?o en Washington, del mismo modo que Emmanuel Macron obtuvo en Par¨ªs el 90% de los votos frente a la propagaci¨®n apocal¨ªptica de Marine Le Men. Estamos no en la edad de las metr¨®polis, sino de las megal¨®polis, similares a las antiguas en la expectativa de la autonom¨ªa, pero dotadas de enormes cualidades financieras, tecnol¨®gicas¡ y pedag¨®gicas.
Pedag¨®gicas quiere decir que el h¨¢bitat urbano en su propia heterogeneidad cultural, ¨¦tnica, identitaria, favorece la instrucci¨®n, la convivencia y hasta la tolerancia. No es el ciudadano el que hace a la ciudad, sino la ciudad la que hace al ciudadano en cuanto espacio complejo y hasta cosmopolita que fomenta el intercambio. Se entiende as¨ª que el nacionalismo catal¨¢n provenga del campo y del tractor, del ensimismamiento rural. Y se comprende que Abascal hiciera su campa?a a caballo, ¡°reconquistando¡± desde su montura y su parodia montaraz la tierra prometida de la que urgen evacuar los turbantes y las medias lunas.
Instinto e ilustraci¨®n pelean con fuerzas desiguales cuando una sociedad se siente en peligro. No importa que haya razones, sino sensaciones, percepciones propicias a la deformaci¨®n de la realidad. Las propias cualidades cat¨¢rticas que la opini¨®n p¨²blica atribuye a la prisi¨®n permanente revisable establecen el remedio milagrero o la aspiraci¨®n maximalista ¡ªe infantil¡ª de extirpar el mal del comportamiento humano. No, no se habr¨ªa evitado el crimen brutal de Laura de haber existido la novedad legislativa hace diez o veinte a?os. El asesinato previo que cometi¨® Bernardo Montoya no forma parte de los supuestos en que se aplica la prisi¨®n permanente revisable. Tampoco le disuadi¨® de llevarlo a cabo haber expiado 15 a?os en prisi¨®n.
La alternativa no consiste en resignarse ni en condescender a la carro?a, pero s¨ª en admitir las zonas de sombra del ser humano y las imperfecciones de la democracia. La manera m¨¢s vil de cuestionarla consiste en subordinar el garantismo conceptual y los deberes constitucionales ¡ªtambi¨¦n los de la reinserci¨®n y de la reeducaci¨®n¡ª al p¨¢nico social y a la expectativa justiciera. La paradoja del ¡°momento populista¡± consiste en que tiene mucho de populista y poco de momento porque ha venido a instalarse. Vox es la expresi¨®n no de un programa pol¨ªtico ni de una ideolog¨ªa ¡ªaunque los tenga¡ª, sino del subconsciente de una sociedad que busca un m¨¦dium para ahuyentar a los fantasmas.
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