Un hombre ¡®trans¡¯ sobre el cuadril¨¢tero
Thomas Page McBee naci¨® en un cuerpo de mujer. Tras costosas cirug¨ªas de reasignaci¨®n sexual, se convirti¨® en quien es hoy: un escritor que bucea en su biograf¨ªa para reflexionar sobre el g¨¦nero y la identidad. En su ¨²ltimo libro, narra su experiencia como boxeador 'amateur' y cuestiona la relaci¨®n entre masculinidad y violencia.
La de Thomas Page McBee es la historia de una doble transformaci¨®n: la primera de ellas, de mujer a hombre, y la segunda, de hombre a hombre. Una la emprendi¨® al final de la veintena y la culmin¨® hace siete a?os, en 2012, al recibir, despu¨¦s de haber invertido miles de d¨®lares en complicadas cirug¨ªas, de dos visitas a un tribunal de validaci¨®n, de dos evaluaciones f¨ªsicas y un certificado m¨¦dico y de autoinyectarse casi 100 miligramos de testosterona en el muslo cada semana, un nuevo documento de identidad en el que por fin se acreditaba que no era la mujer que hab¨ªa nacido, sino un hombre. La otra transformaci¨®n la emprendi¨® a partir de ese momento y termin¨® a finales de noviembre de 2015 en la lona de un cuadril¨¢tero del Madison Square Garden, en Nueva York, cuando pele¨® en un combate ben¨¦fico, porque ese d¨ªa Thomas Page McBee se convirti¨® en el primer transexual en competir como boxeador en el santuario del boxeo en Norteam¨¦rica. Perdi¨® el combate, pero fue un triunfo vital.
Sobre esas transformaciones, sobre los permanentes cambios de los que se nutre la experiencia del ser humano, sobre el modo en que un cuerpo puede pasar de sentirse amenazado a ser una amenaza, sobre las apariencias y la empat¨ªa habla en su libro Un hombre de verdad (Temas de Hoy, 2019), un ejercicio confesional y emocionante que ha cosechado elogios de los cr¨ªticos en Estados Unidos y Reino Unido, y que llega el 15 de enero al mercado espa?ol con la aspiraci¨®n de convertirse en una lectura capaz de vislumbrar una nueva manera de entender la masculinidad y de dar una perspectiva honesta sobre las intersecciones entre la violencia y la identidad. En ¨¦l se revelan verdades y sentimientos, y se narra no solo el proceso por el cual Page McBee lleg¨® a boxear, sino c¨®mo fue el camino de aceptaci¨®n y de aprobaci¨®n de s¨ª mismo en una sociedad hostil.
En un solitario caf¨¦ de Brooklyn una luminosa ma?ana oto?al, despu¨¦s de haber entrenado en un parque vecino, Thomas Page McBee, un joven de apariencia fr¨¢gil, muy conversador y cercano, al que cuesta imaginar luchando en un ring, recuerda la tarde de 2014 en la que por casualidad se hizo una pregunta que fue el origen del libro y tambi¨¦n el motivo de que acabara entrenando en el reputado gimnasio Mendez de Manhattan: ?qu¨¦ lleva a un hombre a golpear a otro? Aquella tarde, Thomas Page McBee tuvo un percance en la calle Orchard del Lower East Side: experiment¨® la violencia con un tipo que, sin venir a cuento y a causa de un malentendido, le amenaz¨® e intent¨® agredirle. Ese fue el detonante que llev¨® a Thomas a convertirse en boxeador, tratar de entender el origen de la violencia, de d¨®nde nace el deseo de un hombre de agredir a otro hombre. ¡°Ahora s¨¦ que el chico quer¨ªa golpearme para defender su lugar en la sociedad¡±, dice. ¡°?l se sent¨ªa amenazado en su masculinidad y solo pod¨ªa reconquistarla a trav¨¦s de golpear o dominar¡±.
¡°Lo t¨®xico no es la masculinidad, sino la manera en que se ense?a: a esconder los sentimientos, a dominar, a no estar conectado con la empat¨ªa¡±
Una vez tomada la decisi¨®n de convertirse en p¨²gil, entre su pasado y su nuevo cuerpo surgieron grietas que le obligaron a construir un puente. ¡°No tengo duda de que mi vida es lo que pasa despu¨¦s de mi transformaci¨®n¡±, comenta. ¡°Pero mi pasado siempre est¨¢ vivo, tengo que afrontarlo de manera que pueda funcionar en mi nueva vida¡±.
Thomas Page McBee naci¨® por primera vez en Hickory, Carolina del Norte, en 1981. Creci¨® como ni?a sinti¨¦ndose ni?o, hasta que 27 a?os despu¨¦s inici¨® el proceso de transformaci¨®n, por lo que Thomas Page McBee naci¨® por segunda vez en 2012, a los 31 a?os. Entonces ya era periodista. Se mud¨® a Nueva York y empez¨® a colaborar en medios como VICE, Playboy, Glamour o The New York Times. Fue editor de la p¨¢gina web de noticias Quartz. En 2014 public¨® Man Alive, su primer libro, una ?autobiograf¨ªa en la que relataba su transformaci¨®n, se enfrentaba a la experiencia de la virilidad desde un punto cero y confesaba la tormentosa relaci¨®n vivida con su padrastro, los acosos a los que le someti¨® en la infancia, as¨ª como el abordaje, a punta de pistola, que sufri¨® por accidente a los 29 a?os. Dos actos de violencia que han marcado su vida y su manera de escribir. El libro fue galardonado con el Lambda, premio literario a obras sobre la comunidad LGTBI.
Cuando Thomas habla de su pasado piensa en su juguete favorito, aquel musculoso He-Man y el castillo de los Masters del Universo, y no puede evitar recordar los abusos sexuales de su padrastro de los cuatro a los nueve a?os, sin que su madre se llegara a enterar. ¡°Mi camino a la masculinidad se vio oscurecido por la sombra de mi padrastro¡±, apunta en su confesi¨®n. Tambi¨¦n narra c¨®mo durante toda su adolescencia asumi¨® el apelativo de marimacho que se le conced¨ªa (¡°Eres como un chico, pero mejor¡±, le confes¨® una chica a los 15 a?os). Y c¨®mo se enfrent¨® al cl¨¢sico ¡°nac¨ª en un cuerpo equivocado¡±. Cuando se le recuerda que hay quien dice que en la infancia se vive y despu¨¦s se sobrevive, esboza una sonrisa triste y a?ade: ¡°No en mi caso¡ Fue duro, aunque tambi¨¦n conservo buenos recuerdos. Vi y padec¨ª situaciones oscuras, pero descubr¨ª posibilidades para la escapada. Mi confesi¨®n no es un lamento. Por ejemplo, tuve una profesora de secundaria que me anim¨® a escribir poemas y por su culpa soy escritor. Tambi¨¦n mi madre me anim¨®, leer y escribir se convirtieron en una v¨ªa de conexi¨®n. Adem¨¢s, en aquella ¨¦poca, o m¨¢s bien en la adolescencia, tuve la suerte de disfrutar de dos lecturas fundamentales que me ayudaron a comprender el mundo. Una fue A sangre fr¨ªa, de Truman Capote, que me influy¨® mucho. Pero no tanto como el Frankenstein de Mary Shelley. Me gusta ese monstruo complicado, vencedor de su padre, que en realidad no es un monstruo, es una persona. Al mismo tiempo, su proceso simboliza a modo de par¨¢bola los retos a los que se enfrenta la ciencia¡±.
En su camino a la masculinidad, en una transformaci¨®n que incluy¨® la cirug¨ªa de reasignaci¨®n sexual (tambi¨¦n denominada cirug¨ªa de afirmaci¨®n de g¨¦nero), la sociedad que recibi¨® a Thomas Page McBee distaba de ser la ideal, y en muchos momentos quiso escapar de ella como de ni?o trataba de huir de su padrastro. ¡°En Estados Unidos se educa al ni?o para ser hombre¡±, dice, ¡°y lo t¨®xico no es la masculinidad, sino la manera en que se ense?a a serlo. Por ejemplo, ense?ar a esconder los sentimientos, a dominar, a no estar conectado con la empat¨ªa. Cuando cambi¨¦ de sexo tuve que aprender a ser un hombre, y aunque entonces me sent¨ª mucho m¨¢s en armon¨ªa con mi cuerpo, no estaba conforme con una sociedad que solo aceptaba una manera de serlo. No obstante, la sociedad est¨¢ cambiando, porque esto no es un problema biol¨®gico o de niveles de testosterona, es un problema de educaci¨®n. Tenemos que crear m¨¢s modelos de masculinidad, m¨¢s opciones de ser hombre¡±.
Allison Hobbs, en su libro A Chosen Exile (Un exilio elegido), una de las referencias de Page McBee, escribi¨®: ¡°Los pobres buscan la aprobaci¨®n de los ricos; las mujeres, la de los hombres; los jud¨ªos, la de los gentiles, y los homosexuales, la de los heterosexuales¡±. Thomas parti¨® en busca de la aprobaci¨®n social, pero no para acceder a ning¨²n privilegio, sino para aprender a valerse con los c¨®digos sociales de comportamiento. Por m¨¢s que se hubiera sometido a una cirug¨ªa que reconstruy¨® y alis¨® su pecho, que sus hombros se hubieran alineado, sus muslos hubieran perdido volumen y su barba despuntara, en las primeras citas con chicas asegura que su manera de actuar se asemejaba a la de una planta al sol. ¡°Me desplazaba hacia aquella parte de m¨ª que de alg¨²n modo se ve¨ªa recompensada¡±. Por eso se mostraba agresivo, ambicioso, con una actitud tan valiente. ¡°Al principio no conoc¨ªa bien las reglas¡±, a?ade. ¡°Intentaba tener relaciones, pero siempre fracasaba. Creaba confusi¨®n. No hac¨ªa nada bien. Finalmente aprend¨ª las reglas, y ah¨ª me di cuenta de que tampoco me gustaban¡±. Hasta que apareci¨® Jess. La noche en que conoci¨® a la que hoy es su mujer, Jessica Bloom, sac¨® a relucir todo un muestrario de dudas y torpezas. Ella le detuvo y le dijo que le atra¨ªan las personas y no los cuerpos.
En esa indagaci¨®n, el abrazo es uno de los grandes temas del libro. El abrazo entre amigos, entre boxeadores, la cantidad de personas que pegan porque no tienen quien las abrace, la soledad como una enfermedad terrible. ¡°Todo esto est¨¢ muy asociado con la masculinidad¡±, explica. ¡°Los hombres son menos tocadores que las mujeres y les cuesta m¨¢s decir que se sienten solos. Yo lo s¨¦ por mi experiencia, mi transformaci¨®n. Ahora la gente me toca menos. Y la soledad encamina al suicidio, y puedo decir que los hombres experimentan m¨¢s la soledad que las mujeres¡±.
De este modo, Thomas Page McBee arriesg¨® su cuerpo para ganarse el derecho a existir en ¨¦l. Emprendi¨® una aventura para explorar en la p¨¦rdida y conocerse a s¨ª mismo, consciente de que no existe un ¨²nico prototipo de hombre. En esa odisea encontr¨® dos aliados en cierto modo cat¨¢rticos, el boxeo y la literatura. Hoy considera a los entrenadores que conoci¨® en los gimnasios subterr¨¢neos miembros de su familia, y al ver su experiencia en letras y papel siente que ha conectado con la gente a trav¨¦s de la escritura.
¡°Estoy sorprendido de ver cu¨¢nto me ha ense?ado el boxeo a ser yo mismo en mi cuerpo. Gracias al boxeo conozco mis fortalezas y mis debilidades. Mi cuerpo no es perfecto, pero lo siento m¨ªo. En un ring la violencia es consensuada, no pegas a alguien que no quiere estar involucrado ni que es m¨¢s d¨¦bil. Es una decisi¨®n conjunta. La literatura, por su parte, es el gran regalo, permite estar en la mente de otra persona y desencadenar lo que siente, vivir en otras emociones. La literatura me hace sentir parte de la familia humana y saber que no hay nada de m¨ª que sea igual en otro¡±.
¡°Se supone que los hombres tienen que saberlo todo sin pedir ayuda. Pero la inocencia es, sobre todo, ser capaz de preguntar. Para m¨ª es liberador¡±
A mediod¨ªa, el solitario ST Coffee empieza a llenarse de gente. El sol ara?a el cristal y obliga a Page McBee a torcer la mirada. Observa la pizza que ha dejado a medias, a la que no volver¨¢. Recordamos a Joan Didion, que dec¨ªa que la inocencia se termina cuando a uno le roban la ilusi¨®n de caerse bien a uno mismo. Thomas sonr¨ªe y asiente a un tiempo, e insiste en que por ese motivo el libro trata de meterse en la mente de un principiante. ¡°Se supone que los hombres tienen que saberlo todo sin pedir ayuda¡±, dice, ¡°y la inocencia es sobre todo ser capaz de preguntar, de preguntarse. Para m¨ª es liberador decir: ¡®No s¨¦ nada de este tema, ?c¨®mo tengo que actuar, c¨®mo debo actuar?¡¯. Inocencia es cuestionarse, es no dar las cosas por supuestas¡±.
Thomas Page McBee habla a borbotones y en su discurso mezcla canciones de Paul Simon; escritores ilustres que han utilizado la figura del loco, como Dos?toievski, o la historiadora estadounidense Nell Irvin Painter (¡°La raza es una idea, no un hecho¡±) y su constataci¨®n de que nadie nace vi¨¦ndose a s¨ª mismo como hombre, o como estadounidense, o como heterosexual, o como blanco. ¡°Nos convertimos en los cuerpos que somos y el transcurso de la historia nos atraviesa, a toda velocidad, como si se tratase de una enfermedad o de una revoluci¨®n¡±. Hegel sosten¨ªa que el arte es la individualizaci¨®n de lo universal. Al respecto, Page McBee ha individualizado un problema universal como es la aprobaci¨®n social y la nueva concepci¨®n de la masculinidad. Durante buena parte de Un hombre de verdad, la palabra m¨¢s repetida es crisis, en relaci¨®n con econom¨ªa, valores, masculinidad. Por encima de ellas planea la intenci¨®n del autor de contar una historia global a partir de su propia experiencia como hombre transexual al que la mayor¨ªa ve como un alien y provocar empat¨ªa. ¡°Para muchas personas resulta dif¨ªcil prescindir de la idea de que el g¨¦nero es una marca de nacimiento. Yo soy una desagradable prueba de que no es as¨ª. Si me preguntas en qu¨¦ consiste exactamente la idea de g¨¦nero, te dir¨¦ que soy una paradoja porque creo que g¨¦nero es algo que nosotros creamos. Yo he tenido dos transiciones para llegar a ser yo mismo y pienso que ambas son verdaderas. G¨¦nero es una creaci¨®n cultural y al mismo tiempo es el primer aspecto de nuestra personalidad porque es lo primero que se ve de nosotros¡±.
Sarah DiMuccio, una investigadora norteamericana de la Universidad de Nueva York, ofreci¨® en un art¨ªculo publicado en la revista universitaria Psychology of Men & Masculinity una definici¨®n cultural que se aven¨ªa bien con los sentimientos de Page McBee. DiMuccio, despu¨¦s de un periodo de investigaci¨®n en Dinamarca, descubri¨® que los daneses dec¨ªan ¡°ser un hombre¡± en oposici¨®n a ¡°ser un ni?o¡±, mientras que en Estados Unidos se dice ¡°ser un hombre¡± como lo opuesto a ser una mujer. Algo con lo que McBee est¨¢ completamente de acuerdo, porque ¡°si ser femenino es lo opuesto a ser un hombre¡±, dice, ¡°entonces muchas de las cualidades que los norteamericanos asocian a las mujeres, como la empat¨ªa, que es propia tanto de ni?os como de ni?as, no solo se ponen en cuesti¨®n durante la infancia, sino que se destruyen¡±.
La madre de Thomas Page McBee, ajena a los abusos sexuales que inflig¨ªa su segundo marido, sol¨ªa decirle: ¡°T¨² fuiste mi ni?o milagroso, t¨² tienes un coraz¨®n de oro¡±. La relaci¨®n entre ella y Thomas, la manera en que ambos toman el g¨¦nero como excusa para posponer y a la postre evitar la conversaci¨®n pendiente, que la muerte (por alcoholismo) de ella se llev¨® por delante, es uno de los aspectos m¨¢s conmovedores del libro. ¡°A veces la gente pregunta qui¨¦n es tu modelo masculino y yo no tengo un modelo masculino. Mi madre era mi modelo de g¨¦nero porque siempre hizo cosas que se supon¨ªa que las mujeres no hac¨ªan. Gracias a ella aprend¨ª que los esquemas pod¨ªan romperse. Ella era cient¨ªfica cuando ninguna mujer lo era, trabajaba para el Gobierno americano cuando las mujeres no trabajaban para el Gobierno americano. Trabaj¨® para General Electrics y se gradu¨® en la universidad. Me permiti¨® y me anim¨® a ser yo mismo. Ahora que soy adulto me doy cuenta de lo afortunado que soy. Cuando falleci¨®, yo hab¨ªa cambiado de sexo tiempo antes y no tuve la oportunidad de crear una nueva relaci¨®n con ella de hijo a madre; era el mismo, pero ya no era una mujer y ya no tuvimos ocasi¨®n de conocernos de nuevo. Reflexiono mucho en lo que podr¨ªa pensar de m¨ª ahora¡ Creo que estar¨ªa feliz¡±.
Hoy d¨ªa, Thomas Page McBee es un hombre reci¨¦n casado; mantiene una estrecha relaci¨®n con su hermana peque?a, Clare; se muestra satisfecho al comprobar que las mujeres de su vida piensan que es mejor persona por haberse convertido en el hombre que era, e insiste en que la familia, como el g¨¦nero, es una cuesti¨®n de contexto. Ejerce de boxeador amateur y periodista en distintos medios, y viaja por Estados Unidos dando charlas y reivindicando la vulnerabilidad de los hombres como un bien preciado de la masculinidad. Su mujer, Jess, tiene en parte la culpa de Un hombre de verdad porque aquella noche en que Thomas Page McBee estuvo a punto de recibir una paliza en la calle Orchard, ¨¦l estaba buscando un restaurante para invitarla a cenar. Cuando se lo cont¨®, ella le calm¨® dici¨¦ndole: ¡°Tu sensibilidad y tu ternura me resultan muy masculinas¡±.?
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