Ennio Morricone, el hombre de las 500 bandas sonoras, cuelga la batuta
Poseedor de un Oscar, ha puesto m¨²sica a pel¨ªculas de Sergio Leone, Oliver Stone, Tarantino o Terrence Malick, pero nunca aprendi¨® ingl¨¦s ni se mud¨® a Hollywod
Para Ennio Morricone, el maestro de las bandas sonoras, la m¨²sica lo es todo. A ella ha dedicado casi por completo las nueve d¨¦cadas de vida que cumpli¨® en noviembre pasado. Mucho m¨¢s tiempo que a su familia. Hijo del trompetista Mario Morricone, su padre se dio cuenta temprano de su talento. A los seis a?os ya estaba componiendo y a los 12 ingres¨® en el conservatorio. Morricone tambi¨¦n ha pasado m¨¢s a?os escribiendo hasta la ¨²ltima nota de las m¨¢s de 500 bandas sonoras que ha compuesto que con su esposa, Mar¨ªa Travia, con quien se cas¨® en 1956. Por eso siempre le dedica todos los premios que recibe, incluido el Oscar de Honor o el que consigui¨® por la m¨²sica de Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino,?porque, como reconoce el compositor italiano, sabe que no le ha puesto f¨¢cil la convivencia todas estas d¨¦cadas.
Incluso ahora, llegada de sobra la hora de la jubilaci¨®n y cuando Morricone dice que no piensa componer m¨¢s, le es imposible separarse de la m¨²sica. Le sigue gustando tanto que a sus 90 a?os se ha embarcado en un viaje de despedida que le llevar¨¢ de Rusia a Alemania adem¨¢s de Polonia, la Rep¨²blica Checa y, por supuesto, su amada Roma. Las cancelaciones se suceden, como le ha ocurrido a lo largo de su carrera a ese eterno gru?¨®n. Al¨¦rgico a la fama, recibe los aplausos m¨¢s como un mal menor, esperando impaciente a que se acaben, que encumbrado en la gloria.
Al igual que la fama, Morricone tambi¨¦n suele esquivar a la prensa. No le falta raz¨®n, como demuestra el ¨²ltimo encontronazo que tuvo con ella, cuando sus palabras fueron tergiversadas en la revista Playboy, que puso en su boca la afirmaci¨®n de que Quentin Tarantino era un cretino. Morricone neg¨® haber dicho nada semejante y la revista tuvo que retractarse.
Por ¨¢spero que pueda ser de trato, defensor de su libertad creativa y ensimismado en su m¨²sica, el compositor siempre es bien recordado. Sergio Leone, para el que compuso temas tan inolvidables como revolucionarios en El bueno, el feo y el malo, Por un pu?ado de d¨®lares o ?rase una vez Am¨¦rica, le describi¨® como un matrimonio perfecto,? ¡°igual que el de los cat¨®licos antes del divorcio¡±. Y el realizador Giuseppe Tornatore, otro de sus m¨¢s frecuentes colaboradores, con el que acept¨® rodar un documental sobre su vida y carrera, le describi¨® no solo como un gran compositor de m¨²sica de pel¨ªculas, sino ¡°como un gran compositor. Punto¡±.
Sin falsa modestia, a Morricone le gusta que le llamen ¡°maestro¡±. Y si hay un elogio que acepta es el de que se reconozca toda su obra. Adem¨¢s del medio millar de bandas sonoras, tambi¨¦n ha compuesto m¨¢s de un centenar de piezas cl¨¢sicas. Por eso suele recordar a Bach, Vivaldi o Mozart como sus ¨ªdolos, entre los que tambi¨¦n cuenta a Goffredo Petrassi, su maestro, al que le gusta dedicar sus creaciones. Morricone tambi¨¦n trabaj¨® durante a?os en el campo de la m¨²sica popular para Mario Lanza, Rita Pavone, Paul Anka, Mireille Mathieu o Demis Roussos, entre otros. Hab¨ªa que alimentar a una familia con cuatro hijos de los que uno se dedica tambi¨¦n a la m¨²sica. El ¡°maestro¡± asegura que fueron precisamente estos trabajos los que dieron a su preparaci¨®n cl¨¢sica ese toque popular que acerca su m¨²sica al p¨²blico. ¡°Cada vez que compongo siento una gran responsabilidad, porque quiero probar algo completamente original y que a la vez sea entendido¡±, explicaba en una entrevista a este diario hace unos a?os. ¡°Esa es mi firma, mi meta, mi principal deseo¡±, a?ad¨ªa.
Los hay que se sorprenden al saber que en el estudio de Morricone nunca hubo un piano. No lo ha necesitado ya que, como dice, ¡°escucha¡± en su cabeza la m¨²sica que compone. Tambi¨¦n asombra que uno de los compositores m¨¢s conocidos de la industria del cine nunca se mudara a Hollywood, incluso cuando le ofrec¨ªan all¨ª casa. Ni tan siquiera se molest¨® en aprender ingl¨¦s. No lo necesit¨® para trabajar con directores como John Carpenter, Brian De Palma, Barry Levinson, Oliver Stone, Warren Beatty, Terrence Malick o Roland Joff¨¦.
Quiz¨¢ esta distancia le cost¨® el Oscar a trabajos como D¨ªas de cielo, La misi¨®n, Los intocables de Eliot Ness o Bugsy, pel¨ªculas por las que fue candidato sin ¨¦xito hasta conseguir la estatuilla por Los odiosos ocho?a los 87 a?os, el ganador de m¨¢s veterano en la historia de los premios. De nuevo, nunca pareci¨® importarle. Prefiri¨® ¡°la felicidad y el disfrute¡± que siempre le proporcion¨® su m¨²sica, esa que como explic¨® a EL PA?S, tiene vida propia m¨¢s all¨¢ de las pel¨ªculas para la que fue compuesta. Y tambi¨¦n le queda la palabra, a juzgar por la publicaci¨®n el pr¨®ximo a?o de su autobiograf¨ªa titulada In My Own Words (en mis propias palabras).?
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