El Antropoceno en Marte
La presencia de astronautas podr¨ªa inaugurar una ¨¦poca de efectos humanos duraderos en el planeta rojo
El impacto de las actividades humanas en la Tierra ha servido para proponer que estamos iniciando un nuevo tiempo geol¨®gico, la Edad de los Humanos, o Antropoceno. ?Podemos empezar a pensar en cuantificar el impacto humano en Marte?
?Desde cu¨¢ndo existe un impacto evidente en el registro geol¨®gico de la Tierra provocado por las actividades humanas? Seg¨²n el comit¨¦ de ge¨®logos encargado de estudiar y definir el caso, desde mediados del siglo XX: habr¨ªa sido entonces cuando comenz¨® el Antropoceno, el periodo geol¨®gico actual, posterior al Holoceno. El Antropoceno a¨²n no es una unidad geol¨®gica definida formalmente, pero el t¨¦rmino se ha generalizado en la literatura popular y cient¨ªfica, y en los medios de comunicaci¨®n, desde que fue popularizado en el a?o 2000.
Durante el Antropoceno, un gran n¨²mero de procesos y condiciones geol¨®gicas de la Tierra habr¨ªan sido profundamente alterados por las actividades humanas. Los impactos de los humanos estar¨ªan empezando a dejar huella en el registro estratigr¨¢fico, de forma un¨ªvoca, con extensi¨®n global, con un elevado potencial de preservaci¨®n y con una base s¨ªncrona.
Desde hace unas pocas d¨¦cadas, y por primera vez en la historia, el impacto de las actividades humanas puede empezar a ser cuantificado en otros cuerpos del Sistema Solar. Y el caso de Marte merece una atenci¨®n particular. Hasta ahora, la exploraci¨®n de Marte ha sido tarea exclusiva de robots, que han dejado un impacto apenas perceptible en su superficie. Pero un cambio fundamental est¨¢ ya en marcha: la llegada de humanos a Marte se prev¨¦ para dentro de menos de dos d¨¦cadas, y la presencia de astronautas podr¨ªa inaugurar una ¨¦poca de efectos humanos duraderos en Marte. Tres ser¨¢n los impactos m¨¢s inmediatos y profundos.
El primer impacto, y potencialmente el m¨¢s obvio y significativo, es la contaminaci¨®n microbiana, que ser¨¢ inevitable desde el momento en que un astronauta ponga un pie en Marte. Las estancias de humanos en Marte durante meses requerir¨¢n el uso de m¨®dulos y rovers, as¨ª como la provisi¨®n y transporte de agua y alimentos, un continuo aporte de aire, almacenamiento y procesamiento de residuos y excrementos, y un largo etc¨¦tera. El riesgo de contaminaci¨®n ser¨¢ elevad¨ªsimo, con riesgo de afectar al planeta de forma global.
Adem¨¢s, es posible que los primeros asentamientos se produzcan al menos parcialmente bajo la superficie, en grutas o cuevas, o en peque?as excavaciones locales, porque estar bajo tierra otorgar¨¢ a los astronautas una protecci¨®n adicional contra la radiaci¨®n y las fluctuaciones t¨¦rmicas extremas de la superficie. La desventaja de esta estrategia humana de volver a colonizar un planeta empezando por habitar sus cavernas es que las condiciones naturales hostiles para la vida terrestre en la superficie tampoco actuar¨¢n sobre las comunidades bacterianas que se parapeten con los astronautas bajo tierra, y el riesgo de biocontaminaci¨®n de Marte ser¨¢ mayor.
Un segundo impacto tendr¨¢ lugar poco despu¨¦s, en el momento en que empecemos a buscar y utilizar recursos naturales in situ. La extracci¨®n y procesamiento de materiales primarios para obtener recursos con los que alimentar nuestros astronautas y nuestras m¨¢quinas transformar¨¢ para siempre la superficie de Marte. Empezaremos con erosiones locales del regolito, peque?as avalanchas y colapsos del terreno, y el proceso continuar¨¢ con la modificaci¨®n de ¨¢reas amplias cuando comencemos a cavar minas, apilar sedimentos y aplanar colinas.
Este segundo impacto, adem¨¢s, contribuir¨¢ a amplificar el primero: al extraer recursos, contribuiremos a generar zonas nuevas donde nuestros microorganismos acompa?antes podr¨¢n medrar. Por ejemplo, si perforamos la superficie para explorar un posible acu¨ªfero subterr¨¢neo, nuestros polizones microbianos viajar¨¢n con nosotros por la subsuperficie marciana.
Y el tercer impacto inmediato ser¨¢ la introducci¨®n de contaminantes. Para que una base marciana est¨¦ completamente operativa dando cobijo al menos a cuatro astronautas, se requerir¨¢ una fuente de energ¨ªa muy superior a la que precisa la exploraci¨®n rob¨®tica actual. Para abastecer esas ingentes necesidades, la utilizaci¨®n de generadores nucleares ser¨¢ casi inevitable en un planeta tan alejado del Sol. Y los accidentes ocurren, tanto en el transporte como en la utilizaci¨®n de los generadores.
En definitiva, el despliegue tecnol¨®gico que conllevar¨¢ hacer la vida humana posible fuera de la Tierra ser¨¢ tan enorme y las alteraciones del paisaje marciano para adaptarlo a nuestras necesidades ser¨¢n tan profundas que cambiaremos la piel de Marte para siempre. Tenemos un ejemplo en nuestro propio planeta: la Ant¨¢rtida, que comparte ciertas similitudes con Marte en cuanto a clima, terreno y grado de aislamiento. Aunque la presencia humana en el continente helado est¨¢ limitada en gran medida a la investigaci¨®n cient¨ªfica, y existen pol¨ªticas muy definidas para la conservaci¨®n del entorno, el efecto del Antropoceno ya es visible en la Ant¨¢rtida.
Predecir y comprender las alteraciones que produciremos los humanos en Marte es clave para interpretar y mitigar el impacto antropog¨¦nico en el planeta. Disponemos del tiempo, los recursos y la inteligencia para hacerlo de una forma ordenada.
Alberto Gonz¨¢lez Fair¨¦n es investigador en el Centro de Astrobiolog¨ªa (CSIC-INTA) en Madrid y en el Departamento de Astronom¨ªa de la Universidad Cornell en Nueva York.
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