Narciso Ib¨¢?ez Serrador: ¡°Lo de ¡®Un, dos, tres¡¯ no lo consigue hoy ni el f¨²tbol¡±

CON CHICHO Ib¨¢?ez Serrador (Montevideo, Uruguay, 1935) sucede que ha sido tantas cosas que un logro tapa otro y nos hemos acostumbrado a conocerlo solo por partes. Fue el padre de Un, dos, tres¡­ responda otra vez, que tambi¨¦n dirig¨ªa, presentaba y hasta doblaba, cantando a la calabaza Ruperta, la mascota del programa. Ese concurso ¡ªcreado en 1972¡ª congregaba ante la pantalla a 24 millones de telespectadores cuando Espa?a ten¨ªa 37 millones de habitantes. Interesaba por igual a padres, abuelos y nietos. La f¨®rmula se export¨® a otros pa¨ªses y Chicho sigui¨® inventando programas pioneros, como Hablemos de sexo o El sem¨¢foro. Pero antes de que protagonizara el big bang de la televisi¨®n espa?ola ¡ªfilmando como en el cine en lugar de con c¨¢mara est¨¢tica¡ª, Chicho ya hab¨ªa rodado las pel¨ªculas que directores del g¨¦nero como ?lex de la Iglesia, Alejandro Amen¨¢bar o Juan Antonio Bayona consideran pioneras. Son esas pel¨ªculas que abrieron camino ¡ªLa residencia y ?Qui¨¦n puede matar a un ni?o?¡ª las que le han valido el Goya de honor que recoger¨¢ el 2 de febrero.

Coqueto y pragm¨¢tico, evita hablar del tema y contesta levantando el pulgar cuando se le pregunta c¨®mo se encuentra, pero desde hace a?os se desplaza en una silla de ruedas. Con el movimiento limitado y una calma que no ha conocido en su vida, su caracter¨ªstica locuacidad se ha convertido en elocuencia, cuando el tema le interesa, y en laconismo, cuando no. Reci¨¦n operado del coraz¨®n, ha vuelto a la casa de Somosaguas que bautiz¨® como El Refugio. Vive rodeado de un equipo que le atiende y cuida, de pocos amigos, de cientos de premios acumulados en las vitrinas y de estanter¨ªas repletas de libros. Cuando llegamos, est¨¢ preparado frente a un caf¨¦, tras la mesa de su despacho, junto al sal¨®n. Sobre el escritorio, un retrato de su segunda mujer, uno de sus hijos y otro de su perro m¨¢s querido, Loco. Tambi¨¦n una docena de figurillas de cerdos.

?Colecciona cerdos? Me regalaron dos y procrearon.

¡°El miedo en la pantalla?es un refugio. Consuela sentir?que hay cosas peores.?Yo he sentido mucho miedo?en la vida, pero nunca en el cine¡±

?Esta es la casa en la que ensayaban Un, dos, tres? A veces, cuando ten¨ªamos que pulir una parte, los invitaba a cenar.

O sea, que por aqu¨ª han pasado Lydia Bosch, Bigote Arrocet, Beatriz Carvajal¡­ Todo el mundo.

Entre sus numerosos talentos puede que el m¨¢s llamativo sea el de descubridor de talentos. Intuy¨® a Victoria Abril, Nuria Roca o Elena Ochoa. ?Qu¨¦ ve¨ªa en ellas? Algo. Humor. O seriedad. Lo que importa es en qu¨¦ puede cada persona llegar a ser n¨²mero uno.

?C¨®mo lo descubr¨ªa? Los animaba a hablar. Al escuchar, siempre aparece un tema recurrente en las conversaciones. Uno se delata cuando habla.

?C¨®mo supo que la doctora Elena Ochoa hablar¨ªa sin tapujos de sexo a un pa¨ªs pacato? Elena parec¨ªa recatada. Pero ten¨ªa subsuelos y s¨®tanos que el programa no descubr¨ªa pero dejaba intuir. Para comunicar, la sugerencia es mejor que la evidencia.

Ib¨¢?ez Serrador fue un ni?o miedoso cuando viv¨ªa en Montevideo. Ten¨ªa p¨²rpura hemorr¨¢gica, y esa enfermedad le imped¨ªa jugar en el patio del colegio. Eso lo aisl¨®. Se convirti¨® en un lector empedernido. Hasta que un d¨ªa decidi¨® que deb¨ªa vencer su timidez o el mundo se lo comer¨ªa. Fue entonces cuando, como en una estrategia de superaci¨®n, se lanz¨® a bromear y a hablar sin parar.

?Es eso lo que ha ense?ado a tantos actores y actrices, a dejar atr¨¢s las dudas para lanzarse al mundo? Yo no ense?aba, pul¨ªa. Buscaba como quien busca piedras en el mar. Tambi¨¦n he tratado de pulir algunas que al final no han resultado ser preciosas.

?C¨®mo se le ocurr¨ªa un programa? Pensando en qu¨¦ era lo que no hab¨ªa. Por eso Un, dos, tres ten¨ªa de todo: porque entonces en Espa?a no hab¨ªa muchas cositas. Era f¨¢cil. Todo era una sorpresa. Lo mejor que ten¨ªa es que era imprevisible. Siempre hab¨ªa algo interrumpiendo y volviendo a sorprender. Esa era la clave: ve¨ªas lo que no esperabas ver.

La f¨®rmula es parecida a la de su cine y series de misterio. En el cine de terror, lo que no ves es siempre lo que da miedo, lo que desconocemos.

Recibir¨¢ el Goya de honor por abrir la puerta a ese cine en Espa?a. ?Por qu¨¦ ten¨ªa tanto tir¨®n el miedo durante el franquismo? Quiz¨¢ porque el miedo que te hac¨ªa sentir la pel¨ªcula era mayor que el que uno sent¨ªa a diario. El miedo en la pantalla siempre es un refugio. Consuela sentir que hay cosas peores.

En su distop¨ªa N23 prohib¨ªan leer a los prisioneros. Hoy podr¨ªa parecer un castigo lo contrario: obligar a leer. Para m¨ª, quedarme sin leer hubiera sido una tortura. Leer me refugi¨®, me fortaleci¨® y me llen¨® de ideas. Mis Historias para no dormir fueron el resultado de lo que le¨ª de ni?o. Poe es mi Dios.

?Sigue leyendo? Pero ya no para descubrir. Me gusta lo conocido para encontrar giros que me hab¨ªan pasado inadvertidos. Estoy en una ¨¦poca decadente. Solo recomiendo lo que hace a?os que me gusta.

?Qu¨¦ lectura recomendar¨ªa ahora? La del peri¨®dico. Te conecta con el mundo, te hace vivir el d¨ªa.

?Y una pel¨ªcula de terror? A¨²n tengo que descubrir una que me d¨¦ miedo. He sentido mucho miedo en la vida, pero nunca en el cine.

?Qu¨¦ le ha hecho tener miedo? Casi siempre el futuro. Me daba miedo de ni?o y me da miedo ahora.

?A qu¨¦ lo atribuye? A la falta de experiencia.

?Qu¨¦ hace para vencer el miedo? Bromear. Y trabajar. Se lo debo todo al teatro. All¨ª lo he hecho todo. Y en ese todo incluyo lo que mucha gente desprecia: ser acomodador, maquinista o tramoyista. Cuando uno ha hecho de todo puede corregir a un equipo con argumentos de peso.

?Desempe?¨® todos esos oficios como estrategia? No. Fue por necesidad de aprender, y tambi¨¦n econ¨®mica.

Para ser miedoso, encontr¨® valor para, siendo poco m¨¢s que un adolescente, decirle a su madre que se marchaba a Egipto. Ahora que lo dice, estoy viendo a mam¨¢ reci¨¦n despierta. Le digo que me quiero ir a Egipto y me contesta que tenga cuidado al cruzar la calle. Era una mujer muy inteligente. Seca, pero inteligente.

?Por qu¨¦ quiso ir a Egipto? Me resultaba fascinante, moderno, misterioso. Estuve seis meses. Y aprend¨ª que uno debe siempre enfrentarse a lo misterioso. Hice lo que he hecho toda la vida en los pa¨ªses donde he estado: comprobar si pod¨ªa vivir de mi trabajo.

?Y pudo? S¨ª. Me dediqu¨¦ a vender souvenirs. Regres¨¦ cuando ya hab¨ªa vendido todo lo vendible.

?Cu¨¢ndo se dio cuenta de que Un, dos, tres iba a ser un ¨¦xito? Cuando lo prolongamos. Aunque tambi¨¦n sab¨ªa que deb¨ªa cambiarlo, agregarle ideas. Eso hice durante a?os: sumarle y sumarle.

?Y cu¨¢ndo se dio cuenta de que el programa ya no pod¨ªa continuar? Cuando me cans¨¦ de ¨¦l y empec¨¦ a ver repeticiones en lugar de programas.

?Hoy d¨ªa ser¨ªa imposible un ¨¦xito as¨ª? No. Creo que Un, dos, tres podr¨ªa ser de nuevo un ¨¦xito. Por una raz¨®n: ahora los programas son muy espec¨ªficos. Se limitan a un tema: la m¨²sica, la cocina, las palabras¡­ Un, dos, tres ten¨ªa de todo. Y cuando algo es de verdad completo, si no te gusta por un lado, te gusta por otro.

¡°El futuro de la televisi¨®n no es demasiado prometedor.?Todo me parece ya muy visto, como una revista de hace dos semanas que ya est¨¢ le¨ªda¡±

?Hace falta una televisi¨®n m¨¢s de investigaci¨®n que de entretenimiento? Las dos cosas son necesarias. Antes hac¨ªa m¨¢s falta la evasi¨®n.

?Un, dos, tres ten¨ªa algo de anestesia? El ¨¦xito de ese programa es que no hab¨ªa competencia. Pero olvidarse de la realidad no es un m¨¦rito espec¨ªfico, eso lo consigue cualquier novela buena. Verlo no nos hac¨ªa menos cr¨ªticos. Al rev¨¦s, hac¨ªa progresar la televisi¨®n porque los espectadores ve¨ªan m¨¢s y luego exig¨ªan m¨¢s.

Cuando Chicho Ib¨¢?ez Serrador lleg¨® de Montevideo en 1947 con su madre, ten¨ªa 12 a?os. Tras estudiar con los Hermanos de La Salle en Salamanca, comenz¨® a trabajar en el teatro y muy pronto en la televisi¨®n. A lo largo de m¨¢s de 65 a?os ha sido de todo: director, presentador, guionista, actor y doblador: puso voz al conejo Tambor para la versi¨®n hispana de la pel¨ªcula Bambi, de Disney.

?Ese repertorio de intereses ha sido fruto de la pasi¨®n o de la necesidad de buscarse la vida? Es una barbaridad moverse por dinero. Hacer las cosas por dinero da siempre resultados feos.

La mayor¨ªa de la gente trabaja por dinero. Si solo es por dinero, raro ser¨¢ que el resultado no sea feo. No he sido un privilegiado, he sido una m¨¢quina de trabajar muy cr¨ªtico con lo que he hecho. A Dios gracias, he filtrado mucho. Eso ha sido importante: primero, porque pude pulir lo que hice; segundo, porque en lo que dejas de hacer est¨¢ siempre el futuro.

?Ahora a qu¨¦ se dedica? Me he dedicado siempre a buscar. Lo hago dejando la mente en gris.

?En gris? El gris es el blanco con un filtro de lo que uno ya sabe. Se consigue con la experiencia. Con la mente en blanco puede aparecer cualquier cosa. Con la mente en gris sabes lo que est¨¢s buscando.

?Y qu¨¦ busca? Me intriga por qu¨¦ se necesita una soledad casi angustiosa para ir m¨¢s all¨¢ y casi nunca se va. He llegado a la conclusi¨®n de que para ir m¨¢s all¨¢ es mejor la presi¨®n que la soledad.

Viene de una familia de c¨®micos. Su madre [la argentina Pepita Serrador] era actriz, su padre [el asturiano Narciso Ib¨¢?ez Menta] fue adem¨¢s director, y sus dos hijos, Alejandro y Pepa, est¨¢n empezando. Bueno, Pepa hace mucho que empez¨®. Pero es quiz¨¢ la persona con mayor sensibilidad de nuestra familia. Tiene ideas tan grandes que pienso que no va a llegar a realizarlas. No por eso le aconsejo que las deje.

Su padre se cas¨® tres veces. ?Usted ha sido mujeriego? He tenido amor¨ªos porque he sido coqueto. Amores, pocos. Me cas¨¦ dos veces. Y no lo hice con la madre de mis hijos.

?La madre de sus dos hijos qu¨¦ era? Una chica mona.

?A qu¨¦ se dedicaba? Era azafata y me enamor¨¦ de ella.

Sus padres se separaron cuando usted ten¨ªa cuatro a?os. Pero he tenido muy buena relaci¨®n con ambos. Les ten¨ªa un enorme respeto, casi adoraci¨®n. Yo vine a Espa?a con mi madre. Y mi padre se fue a actuar a Nueva York.

?Usted qu¨¦ tipo de padre ha sido? Demasiado lejano. Demasiado bueno. Demasiado blando. He vivido como una obsesi¨®n inyectarles curiosidad por el mundo: por viajar, por entrar a fondo en las personas.

?C¨®mo se llega al fondo de las personas? Charlando. Somos una sociedad que habla muy poco. Hablar sana, educa, despierta, te fuerza a ver m¨¢s all¨¢ de tu mirada.

Una de las reinvenciones de Un, dos, tres, la de 1982, lo dej¨® completamente en manos de mujeres. El presentador hist¨®rico, Kiko Ledgard, fue sustituido por Mayra G¨®mez Kemp, y Don Cicuta y los Taca?ones, por las tres Supertaca?onas, las hermanas Hurtado. No hab¨ªa ca¨ªdo. Era un programa feminista, ?no? Pero no lo hice para reivindicar nada. Lo hice porque he trabajado siempre igual con hombres y mujeres, y me parec¨ªa, y me parece, que un hombre o una mujer pueden hacer cualquier papel en una obra o tener cualquier cargo en una producci¨®n.

En sus programas, muchos de los profesionales que abr¨ªan camino eran latinoamericanos: Ledgard era peruano; Mayra es cubana; Bigote Arrocet, chileno, y usted mismo, uruguayo. La suya fue una inmigraci¨®n muy distinta de la actual. Fue una importaci¨®n. Yo estoy a favor del movimiento de las personas. El llegar o no es una cuesti¨®n de trabajo y conocimiento. Nosotros tra¨ªamos algo que aqu¨ª no hab¨ªa.

?Pol¨ªticamente d¨®nde est¨¢? En una izquierda serena. Siempre he estado ah¨ª.

Y sin embargo fue el rey de la televisi¨®n durante el franquismo. A la censura le interesaba la distracci¨®n. Y ten¨ªa poca imaginaci¨®n. No entend¨ªa mucho de met¨¢foras. Era una censura torpe que solo castigaba lo evidente. Y, claro, nadie hac¨ªa lo evidente.

Uno de los legados de Un, dos, tres son las muletillas que utilizamos en el lenguaje: ¡°Y hasta aqu¨ª puedo leer¡±, ¡°Son amigos y residentes en Madrid¡±. Un, dos, tres fue durante a?os un territorio com¨²n, un aglomerado que nos uni¨® a pesar de nuestras diferencias. Eso hoy no lo consigue ni el f¨²tbol.

De la gente que descubri¨®, ?con qui¨¦n mantiene relaci¨®n? Con bastantes, pero sobre todo con Mayra. La tengo y la tendr¨¦. Fue muy c¨®modo y muy grato trabajar juntos.

Dijo de usted que era un genio caprichoso. El programa deb¨ªa cambiar y sumar para mantenerse vivo. Creo que al final lo entendi¨®.

?Qu¨¦ hace ella? Nada por problemas de garganta. Yo deber¨ªa ver m¨¢s a Mayra. Pero no nos vemos ni hablamos por tel¨¦fono porque no quiero forzarla a hablar. Ella deber¨ªa entregarme el Goya.

Quienes han trabajado con usted lo describen como un maestro, incluso un genio, muy exigente. Lo he sido.

?Se arrepiente de algo? No.

Termin¨® su carrera en Televisi¨®n Espa?ola como jefe de programas. Pero abandon¨® el puesto precipitadamente. Fue un error. La gesti¨®n no es la invenci¨®n que me motiva. De ah¨ª nos fuimos a hacer teatro a Argentina.

?C¨®mo ve el futuro de la televisi¨®n? No demasiado prometedor. Todo me parece ya muy visto, como una revista de hace dos semanas ya le¨ªda. Eso quiere decir que hay espacio para otros programas, pero yo no s¨¦ cu¨¢les.

?De d¨®nde ha aprendido lo que sabe? Del camino.

?M¨¢s de ponerse a prueba, de los libros o del propio teatro? Si tuviera que elegir una cosa sola, dir¨ªa que son los libros los que ense?an.

?Qui¨¦n le empuj¨® a leer? Mi abuelo paterno. Tambi¨¦n era actor, muy malo. Imagino que ser¨ªa un buen lector, pero no lo s¨¦. El caso es que me le¨ªa a Dumas y cuando dej¨® de hacerlo yo quise m¨¢s y continu¨¦ solo.

Tiene muchos perros. Ahora solo tres: C¨¢llate, Gordito¡­ Recuerdo una respuesta que Juan Ram¨®n Jim¨¦nez me dio en Puerto Rico. Dijo que no ten¨ªa perro porque no soportaba la idea de que lo matara un coche. Pens¨¦ que ten¨ªa un gran coraz¨®n. Era muy dulce Juan Ram¨®n, m¨¢s dulce que lo que escrib¨ªa.

Ten¨ªa miedo al futuro. Como yo.

Su madre le pidi¨® perd¨®n en una carta p¨®stuma por no haber estado a su lado todo lo que hubiera querido. Con los hijos uno nunca hace lo suficiente. Mi madre estuvo todo lo que yo necesit¨¦. Una vez, y solo una, me dio una bofetada y en el instante de darla se arrepinti¨®. Le doli¨® m¨¢s a ella que a m¨ª. Mi padre era todo lo contrario, era la diversi¨®n, la charla y revivir su juventud en Estados Unidos. De eso habl¨¢bamos siempre: de ¨¦l.

?En esa carta p¨®stuma su madre le dio alg¨²n consejo? ¡°Recuerda que en la vida todo debe parecerte un milagro¡±, me escribi¨® como despedida. No he conseguido que todo me lo parezca, pero cuando logro algo que cre¨ªa muy dif¨ªcil pienso siempre que ha sido un milagro. Pensar en la vida como un milagro es la clave para la felicidad.?