El s¨ªndrome del impostor: por qu¨¦ Michelle Obama piensa que su carrera es un fraude
Quienes lo sufren perciben sus logros como inmerecidos y creen que su incompetencia profesional ser¨¢ descubierta pronto
Nadie esperaba lo que sucedi¨® el pasado diciembre, en un auditorio londinense atestado de estudiantes de un instituto de secundaria para ni?as en situaci¨®n de exclusi¨®n social. Dos de las mujeres m¨¢s relevantes del momento, Michelle Obama y la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, un referente en la lucha contra la discriminaci¨®n sexual, impart¨ªan una conferencia que comenz¨® con unas palabras sorprendentes. "Todav¨ªa sufro el s¨ªndrome del impostor", reconoci¨® Obama, abriendo los ojos del p¨²blico a una sombr¨ªa y desconocida dimensi¨®n del ¨¦xito.?
Para los presentes, Obama era la encarnaci¨®n del ¨¦xito del esfuerzo, el que relata en su reciente autobiograf¨ªa, que narra su camino desde el gueto de Chicago a las prestigiosas facultades de Derecho de Princeton y Harvard. Las elitistas universidades precedieron su entrada en la lista de los diez mejores abogados de EE UU, una excitante carrera electoral a la Casa Blanca y dos legislaturas como primera dama mod¨¦lica, pero no parece que hubiera disfrutado por completo de su brillante trayectoria. Son demasiados ¨¦xitos como para ser inmerecidos, y a¨²n as¨ª esa es la opini¨®n que expuso Obama.
Porque quien convive con el s¨ªndrome del impostor percibe que las metas que ha alcanzado son el fruto de la suerte o de la casualidad, y se atribuye una falta de competencia que puede ser desenmascarada en cualquier momento. Otras personalidades, como la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg; la jueza de la Corte Suprema de los EE UU Sonia Sotomayor; el CEO de Starbucks, Howard Schultz, y las actrices Emma Watson, Natalie Portman y Meryl Streep han confesado lidiar con este tipo de pensamientos t¨®xicos. Pero eso no ha hecho que el s¨ªndrome deje de ser un tab¨² que se hace fuerte en el silencio de la intimidad, y cada vez m¨¢s.
Un problema que trastoca brillantes carreras profesionales
Seg¨²n la escritora, conferenciante y coach experta en liderazgo Pilar Jeric¨®, el origen del s¨ªndrome del impostor est¨¢ en la autoexigencia. Quienes lo sufren, por muy buenos que sean en el trabajo, muestran un patr¨®n de pensamiento basado en la idea insistente de ser un fraude como profesional, o de que sus habilidades no son dignas de atenci¨®n. Es un fen¨®meno tan frecuente como inconfesable, y su incidencia es cada vez mayor. "Es un problema que se est¨¢ acentuando mucho con las redes sociales, por la obsesi¨®n con la apariencia y la necesidad continua de publicar una versi¨®n id¨ªlica de uno mismo".
Y no hace falta ser rico y famoso para tenerlo; le puede afectar a cualquiera, aunque es m¨¢s frecuente entre las mujeres. Algunas incluso tienen que echar el freno es su carrera profesional. Mar¨ªa Arribas, CEO de GetHERtalent, una empresa especializada en reincorporar al mercado laboral a mujeres que han hecho un par¨¦ntesis de a?os en su carrera, aclara que esta manera de verse a uno mismo "est¨¢ muy relacionada con la actual cultura laboral donde se da tanta importancia a saber venderse, y que hace que hoy en d¨ªa hasta un reci¨¦n graduado se califique como experto".
Arribas asegura que ve muchos casos de s¨ªndrome del impostor en mujeres de alta cualificaci¨®n que han hecho una pausa laboral. "Suelen pensar que no est¨¢n capacitadas para afrontar nuevos retos y llegar a ocupar mejores puestos. La ¨²nica manera de trabajar en esos casos es con otra persona que te haga ver que puedes aspirar a m¨¢s de lo que crees. Por eso es tan importante que nos apoyemos", explica. En otras palabras, es la conexi¨®n con los dem¨¢s lo que de verdad da el impulso y hace que se caigan los velos que oscurecen el verdadero potencial de una persona¡. pero eso quiz¨¢ sea mucho pedir en la cultura empresarial que impera en Espa?a.
Un inconveniente tab¨² que limita a los directivos espa?oles
La psic¨®loga cl¨ªnica Elizabeth Cox explica en internet que la manera de reducir la alta incidencia del s¨ªndrome del impostor es contar con la confesi¨®n de mentores y directivos que tambi¨¦n hayan sufrido ese problema. El testimonio del CEO de Starbucks Howard Schultz, en una entrevista a The New York Times, es un gran ejemplo. El consejero admiti¨® que muchos de sus problemas de autoestima proced¨ªan de la idea de saber que siempre iba a haber un porcentaje de trabajadores dentro de su compa?¨ªa que, hiciese lo que hiciese, nunca le considerar¨ªan apto para el cargo. En el mismo art¨ªculo, no tuvo reparos en calificarse a s¨ª mismo como inseguro.
Tambi¨¦n es conocido el caso de Sheryl Sandberg, una experimentada ejecutiva en la alta direcci¨®n de compa?¨ªas como McKinsey, Disney, Google y Facebook, quien ha relatado sus problemas con el s¨ªndrome del impostor en libros, charlas en Davos y entrevistas. Sandberg, art¨ªfice del movimiento Lean in, destinado al empoderamiento femenino en el ¨¢mbito de la empresa, describe el problema como una lucha que lleva d¨¦cadas librando, desde que era alumna en la Universidad de Harvard. El pulso que la directiva mantuvo consigo misma era tan fuerte que tuvo que obligarse a s¨ª misma a sentarse en la mesa de una sala de reuniones porque pensaba que no era lo suficientemente buena para ocupar una silla.
El CEO de Starbucks admiti¨® que pensar que siempre habr¨¢ alguien que le considere indigno de su puesto le ha provocado problemas de autoestima
Es una bofetada de realidad muy distinta del relato de los ejecutivos espa?oles, donde no caben este tipo de revelaciones. Pilar Jeric¨® comenta que "en Espa?a tenemos una cultura muy basada en la apariencia. Es el juego de que no se vea lo que hay dentro". Luego est¨¢ el tema de la mala gesti¨®n del fracaso, que es moneda corriente en el pa¨ªs. "Se percibe en el sector de las conferencias; somos muchos los que hablamos de la importancia del optimismo, pero pocos los que tambi¨¦n hablamos de haber pasado malos momentos", dice. Y eso que el lado positivo del fracaso tambi¨¦n tiene su p¨²blico.
La realidad es que cuando la experta hace procesos de acompa?amiento directivo, Jeric¨® se da cuenta de que problemas como el s¨ªndrome del impostor no solo existen, sino que se dan con much¨ªsima frecuencia. "Por eso es tan saludable que personalidades como Michelle Obama hagan este tipo de revelaciones que no se refieren a un tema puntual, sino a algo tan complejo como sentir que tu papel no encaja en la persona que eres", opina.
La CEO de GetHerTalent Mar¨ªa Arribas coincide con ella: "Si un alto cargo hiciese una declaraci¨®n como la de estos ejecutivos estadounidenses, tendr¨ªa aceptaci¨®n en la poblaci¨®n general pero en los entornos directivos estar¨ªa hasta mal visto. Aqu¨ª vigilamos al m¨¢ximo c¨®mo nos expresamos y hemos cogido la costumbre de dar la vuelta a los discursos, sustituyendo palabras como ¡®fracaso¡¯ por ¡®aprendizaje¡¯. Esa manera de hablar acaba haciendo m¨¢s complicado abordar este tipo de cosas".
En su conferencia, Michele Obama tambi¨¦n ofreci¨® su receta para desactivar esos pensamientos t¨®xicos. "He estado en las mesas y comit¨¦s m¨¢s poderosos que pod¨¢is imaginar. Tambi¨¦n en ONG, fundaciones, multinaciones, y cumbres del G-20. Tengo un asiento en la ONU. Os aseguro que nadie es tan brillante como aparenta", resumi¨®.
No es una enfermedad, y quien lo admite se hace un favor
Las psic¨®logas cl¨ªnicas Pauline Rose Clance y Suzane Imes describieron el s¨ªndrome del impostor por primera vez tras estudiar a un grupo universitarios con excelentes cualificaciones, en 1978. Tres d¨¦cadas despu¨¦s, en 2011, una revisi¨®n de la literatura cient¨ªfica sobre el fen¨®meno, publicada en la revista International Journal of Behavioral Science, determin¨® que un 70% de los trabajadores estadounidenses habr¨ªan experimentado alguna vez este patr¨®n. Pero era m¨¢s frecuente entre las mujeres y las personas pertenecientes a minor¨ªas.
"Nadie es tan brillante como aparenta", dice Michelle Obama para animar a las personas a no autolimitarse
El s¨ªndrome no est¨¢ ligado a la enfermedad mental, y sus efectos solo aparecen en los entornos laborales, por eso no forma parte del Manual Diagn¨®stico y Estad¨ªstico de Enfermedades Mentales, un compendio elaborado por la Asociaci¨®n Americana de Psiquiatr¨ªa (APA, en sus siglas en ingl¨¦s) que sirve como referencia a los psiquiatras de todo el mundo. Eso no significa que no sea importante tenerlo en cuenta.
Seg¨²n la explicaci¨®n de la psic¨®loga Elizabeth Cox en internet, los mecanismos psicol¨®gicos de los afectados activan frenos internos que imposibilitan compartir grandes ideas, optar a ciertos puestos de trabajo o pedir merecidos ascensos. Es un virus que ataca el talento y merma las oportunidades. Por eso empresas como Google han puesto en marcha talleres como #IamRemarkable, un proyecto para ayudar a los empleados a tener seguridad sobre sus logros profesionales.
"Se trata de una iniciativa que surgi¨® de una formaci¨®n interna para trabajadores de Google procedentes de colectivos vulnerables", comenta la Head of Industry de la compa?¨ªa, Mav¨ª Nafr¨ªa. Fueron dos empleadas de Google Europa quienes decidieron sacarlo de la empresa y llevarlo a otras empresas para convertirlo en movimiento, pensando en nuestra filosof¨ªa de hacerlo todo abierto y gratis, cuenta Nafr¨ªa. "En Espa?a de momento lo estamos destinando solo a mujeres. Generamos preguntas y debates, en diferentes sesiones, presenciales y en l¨ªnea. Recibimos muy buenas opiniones de las participantes. Al final, este trabajo de autoconfianza es lo que luego hace posible negociar un ascenso, una subida salarial o un horario", explica Nafr¨ªa. Pero el primer paso para subir es reconocer el problema.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.