Jacqueline Rose: ¡°La culpa materna es tan in¨²til como omnipresente¡±
Reconocida cr¨ªtica literaria y miembro de la British Academy defiende la necesidad de que ser madre sea algo ¡°revolucionario y anarquista"
En Madres: un ensayo sobre la crueldad y el amor (Siruela), Jacqueline Rose, reconocida cr¨ªtica literaria, feminista y miembro de la British Academy, se vale de art¨ªculos de prensa, fragmentos literarios y documentos oficiales para indagar en la culpa que, como sociedad, depositamos sobre las madres, como si ellas fuesen responsables ¨²ltimas de nuestros fracasos personales y colectivos, una diana sobre la que descargar todas nuestras frustraciones, anhelos y sue?os incumplidos. Hablamos con ella sobre el peso de esa culpa injusta, sobre feminismo y sobre la necesidad de una maternidad ¡°revolucionaria y anarquista¡± que ponga en jaque ¡°los arreglos sociales y ps¨ªquicos¡± del mundo.
Pregunta. En su libro trata la responsabilidad que ponemos sobre los hombros de las madres, a las que de alguna manera culpamos por todos los problemas de la sociedad. ?Por qu¨¦ es tan f¨¢cil culpar a las madres?
Respuesta. Las madres son vistas como el origen, el punto de partida primordial de todos los seres humanos y, por lo tanto, son un recordatorio constante de nuestra vulnerabilidad. Tambi¨¦n son vistas como las custodias del futuro, como si su tarea fuera hacer que el mundo fuera un lugar seguro, lo cual, por supuesto, no es posible. Cuando hablo sobre el castigo e, incluso, sobre el odio a las madres, muchas personas se muestran esc¨¦pticas. Hasta que les doy las estad¨ªsticas. Por ejemplo, 54.000 mujeres son despedidas cada a?o en el Reino Unido por estar embarazadas; o la denigraci¨®n de las madres solteras, que se remonta a siglos atr¨¢s y que tuvo una de sus expresiones m¨¢s fuertes en el primer gobierno de Tony Blair, en 1997, cuya propuesta de legislaci¨®n pasaba por reducir los beneficios para las madres solteras, lo que provoc¨® un esc¨¢ndalo y la marcha atr¨¢s del proyecto.
P. Con relaci¨®n a esta culpabilizaci¨®n, en el primer cap¨ªtulo del libro habla de un tema que nunca me hab¨ªa planteado. El recurso a la imagen del sufrimiento de las madres en las cat¨¢strofes naturales. "Se explota su desgracia", escribe, "para que otros salgan ilesos". ?Esta forma de crueldad es consciente?
R. ?Esa es una muy buena pregunta! Creo que es un patr¨®n que se repite. Bertolt Brecht habl¨® sobre esto en relaci¨®n con el terremoto de Tokio-Yokohama de 1923, donde se publicaron im¨¢genes tr¨¢gicas de madres afligidas en los peri¨®dicos sin un an¨¢lisis de qu¨¦ clases de personas eran m¨¢s vulnerables o eran explotadas en la construcci¨®n de casas tan endebles. Lo mismo se repiti¨® en el momento del hurac¨¢n Katrina en Nueva Orleans en 2005. Una madre que llora permite ignorar el tema de la responsabilidad pol¨ªtica. En ese sentido, creo que es un proceso consciente e intencional. El otro ejemplo reciente que utilizo, que es claramente deliberado y calculado, es el del peri¨®dico brit¨¢nico The Sun, que utiliza im¨¢genes de madres migrantes que huyen de la persecuci¨®n para venir al Reino Unido a dar a luz como responsables de la crisis de financiaci¨®n en el Servicio Nacional de Salud.
P. Me asalta la duda de si est¨¢ relacionada esta culpabilizaci¨®n social con el sentimiento de culpa que acompa?a a todas las madres en su vivencia de la maternidad.
R. La culpa materna es tan in¨²til como omnipresente. El famoso pediatra y psicoanalista brit¨¢nico Donald Woods Winnicott escribi¨® justo despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial que la culpa materna hace que las madres sientan que deben negar cualquier ambivalencia de sentimientos que puedan tener hacia sus beb¨¦s y que esto es un desastre ps¨ªquico.
P. ?Cree que este sentimiento de culpa omnipresente tiene mucho que ver con la enorme exigencia a la que est¨¢n sometidas las mujeres cuando se convierten en madres?
R. ?Absolutamente! Las madres, al serlo, se enfrentan a toda una variedad de afectos que probablemente nunca hayan experimentado antes. Y a eso hay que a?adir un factor crucial: el gran peso del trabajo f¨ªsico que involucra el cuidado de un ni?o. Por alguna raz¨®n se asume que las mujeres no solo son madres por instinto, de lo cual se deduce que la mayor carga del cuidado de los ni?os recaiga sobre ellas, sino tambi¨¦n trabajadoras dom¨¦sticas, limpiadoras, compradoras y cocineras. Como una amiga feminista se?al¨® cuando le ped¨ª que viniera a hablar en una sede local del Partido Laborista, ¡°las mujeres pueden tener una relaci¨®n ¨²nica y especial con sus beb¨¦s, pero seguro que no tienen una relaci¨®n especial con las aspiradoras¡±.
P. Y, sin embargo, se sigue pensando muchas veces que tienen una relaci¨®n especial con las aspiradoras.
R. Una de las cosas m¨¢s extraordinarias es ser testigo de hasta qu¨¦ punto este trabajo de maternidad corresponde todav¨ªa mayoritariamente a las mujeres a pesar de los muchos avances en materia de igualdad logrados por el feminismo en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Es como si el trabajo dom¨¦stico fuera el ¨²ltimo basti¨®n. Creo que hay una verdadera asimetr¨ªa ps¨ªquica entre los sexos en este punto: las mujeres experimentan el trabajo dom¨¦stico como una tarea adicional, es decir, una cosa m¨¢s; mientras que creo que los hombres lo experimentan como una falta o un d¨¦ficit, como si les estuvieran quitando o robando algo. Aunque, por supuesto, algunos hombres participan hoy en mayor medida en el cuidado de los ni?os, creo que a menos que abordemos esta dimensi¨®n ps¨ªquica lo fundamental es que nada fundamental va a cambiar.
P. ¡°Se exhorta a las madres a que vuelvan a prestar atenci¨®n a sus instintos o se queden en casa (¡) o bien a dejar huella en la sala de juntas (¡) como si lo m¨¢ximo a lo que las madres pudieran aspirar fuese a servir de decorado al neoliberaralismo¡±, escribe. ?Por qu¨¦ cree que ha calado tanto esta disyuntiva?
R. Aqu¨ª estoy hablando de una imagen moderna muy espec¨ªfica de la madre perfecta: trabajo perfecto, esposo perfecto, apariencia f¨ªsica perfecta y, por supuesto, ni?os perfectos. Es realmente enfermizo este reflejo de la idea neoliberal del logro material individual como ¨²nico objetivo y valor en la vida; un ideal que, por otra parte, ignora a todas las madres de diferentes razas y clases que llevan vidas m¨¢s complejas y dif¨ªciles (lo que creo que nos incluye a todas), para quienes tal ideal est¨¢ absolutamente fuera de alcance y es de esperar que no se desee por el completo fraude que es.
P. En ese sentido, una reivindicaci¨®n importante de las corrientes feministas neoliberales es la necesidad de que la mujer acceda al mercado de trabajo y abandone por completo las tareas de cuidados no remuneradas. Sin embargo, como afirma otra corriente del feminismo, no es justo que se liberen las mujeres blancas y de clase media si eso supone perpetuar las desigualdades con otras mujeres (generalmente extranjeras y sin papeles). Es un debate que tampoco reh¨²ye.
R. Es fundamental que las historias de estas mujeres indocumentadas y ocultas sean contadas. Es muy sorprendente lo invisibles que son. En este sentido, la pel¨ªcula de Alfonso Cuar¨®n, Roma, es incre¨ªblemente importante ya que expone con notable dignidad y comprensi¨®n la relaci¨®n entre una familia de clase media que se desmorona en M¨¦xico y su sirvienta. Si estas historias fueran sacadas m¨¢s a menudo a la superficie el mito de la madre que puede manejar todo quedar¨ªa expuesto. Adem¨¢s, si mostramos estas historias dejar¨ªa de estar oculto el esc¨¢ndalo inhumano que supone el hecho de que muchas de estas mujeres hayan tenido que abandonar a sus propios beb¨¦s para cuidar a los beb¨¦s blancos. Por supuesto, esto se remonta a los tiempos de la esclavitud, cuando las esclavas amamantaban a los beb¨¦s de sus due?os en detrimento de los suyos. Vivimos en un mundo donde la esclavitud ha regresado.
P. Se queja amargamente de que se vea como una excepci¨®n, una rareza, que las madres participen activamente en la vida p¨²blica y en la pol¨ªtica. ?Nos ir¨ªa mejor si no fuese una excepci¨®n?
R. Las preocupaciones de las madres (alimentaci¨®n adecuada, el futuro, la supervivencia del planeta, la educaci¨®n, por poner algunos ejemplos) deben considerarse fundamentales para cualquier pol¨ªtica viable. Y no menos importante es la cuesti¨®n de los cuidados, que incluye no solo el cuidado de los ni?os, sino tambi¨¦n el cuidado de una poblaci¨®n que envejece cada vez m¨¢s en muchos pa¨ªses occidentales. Todos estos temas no deben dejarse de lado como "temas de la mujer", sino que deben reconocerse como un componente central de cualquier futuro viable para todos.
P. Por ¨²ltimo, me gustar¨ªa preguntarle por la exigencia social a las madres de verter en sus hijos amor en estado puro. "Cuando lo que se espera de alguien, o lo que se le exige, es amor, podemos estar seguros de que de que el amor brillar¨¢ por su ausencia", escribe. ?Es este amor obligado y exigido una perversi¨®n?
R. "La perversi¨®n" es buena. Vuelvo a citar a Winnicott, que en 1949 escribi¨® un brillante art¨ªculo titulado "Odio en la contratransferencia", en el que expuso de manera sorprendente las 18 razones por las cuales una madre tiene que odiar a su beb¨¦. Mi favorita es: ¡°la madre no puede com¨¦rselo o tener relaciones sexuales con ¨¦l'. Con esa frase Winnicott desmantel¨® los peores mitos de la maternidad y nos record¨® a todos que nuestros arreglos civilizados intentan ocultar el erotismo de la relaci¨®n madre-hijo y su intensidad. Para ser madre sin ser c¨®mplice de la falsa fachada de nuestros arreglos sociales y ps¨ªquicos, se debe ser, a riesgo de parecer prescriptivo, un poco revolucionaria y/o anarquista. Me gustar¨ªa que la maternidad fuera reconocida como una forma de sabotaje a la hipocres¨ªa del mundo.
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