?Estamos obsesionados con la felicidad?
La proliferaci¨®n de tratamientos y terapias que prometen bienestar es el reflejo de una sociedad que cada vez demanda m¨¢s gu¨ªa psicol¨®gica y espiritual de todo tipo

Constelaciones familiares. Psicolog¨ªa positiva. Biorre?sonancia. Teatro terap¨¦utico. Reiki. Posturolog¨ªa. Terapia regresiva. Programaci¨®n neuroling¨¹¨ªstica. Cuadrinidad. Psiconeuroinmunolog¨ªa. Acupuntura. Flores de Bach. Focusing. Movimiento aut¨¦ntico. Sistema ARC. Feng Shui. Estas son solo algunas de las terapias, psicol¨®gicas o de otra ¨ªndole, hasta medio centenar, por las que transit¨® el paciente Josep Darn¨¦s. ¡°A los 25 a?os me cost¨® afrontar la realidad de la vida y empec¨¦ a ir a psic¨®logos para tratar mi ansiedad¡±, explica, ¡°mi car¨¢cter obsesivo y perfeccionista me hizo ir de un terapeuta a otro durante a?os, hasta llegar a estar hiperterapiado. A ser adicto a las terapias¡±.
Darn¨¦s se observaba constantemente, y en todo lo que suced¨ªa en su interior ve¨ªa motivo de investigaci¨®n e insatisfacci¨®n, no aceptaba el vaiv¨¦n emocional propio de la existencia. Su vida entera giraba en torno a esto: ¡°Cog¨ªa vacaciones para ir a seminarios, los domingos celebraba cine clubs en casa para comentar las pel¨ªculas desde el punto de vista terap¨¦utico, me preparaba para ser coach¡±, relata. ¡°A la gente que no estaba en el tema del crecimiento personal la mir¨¢bamos por encima del hombro, ¨¦ramos un poco esnobs¡±.
Finalmente, Darn¨¦s descubri¨® que aquello no le hac¨ªa feliz sino todo lo contrario ¡ªlleg¨® a enfermar¡ª, y ahora trata de disfrutar de la vida sencilla, sin ¨¢nimo de perfecci¨®n o trascendencia. Su historia de desenganche de las terapias la relata en el libro La burbuja terap¨¦utica (Arpa). Parad¨®jicamente, una de las v¨ªas m¨¢s eficaces para ser feliz es no esforzarse demasiado en ello.
Su caso es extremo, pero puede darnos pistas sobre una sociedad que cada vez demanda m¨¢s gu¨ªa psicol¨®gica y espiritual de todo tipo, desde las terapias psiqui¨¢tricas o psicol¨®gicas basadas en la evidencia hasta otras menos fiables y m¨¢s esot¨¦ricas: astrolog¨ªas varias, tarot u homeopat¨ªa. Tambi¨¦n libros de autoayuda, corrientes new age o sesiones de coaching. La oferta es ampl¨ªsima. ¡°Llegu¨¦ a ver cosas muy extra?as: hipnosis regresivas, habitaciones con 20 t¨ªos pegando a sacos de arena como si fuesen sus padres, hongos alucin¨®genos, grupos sectarios¡±, recuerda Darn¨¦s. ¡°?Me iba a servir todo aquello para algo?¡±.
Influye en la zozobra la aceleraci¨®n tecnol¨®gica que nos lleva a un futuro incierto en el que tal vez no sepamos manejarnos
El ciudadano contempor¨¢neo parece perdido en la oscuridad del bosque, buscando una luz a la que seguir, una esperanza a la que aferrarse. Algunas de las causas por las que vivir es cada vez m¨¢s desquiciante pueden encontrarse en la mayor exigencia de la sociedad actual, que nos empuja constantemente a salir de nuestra zona de confort, perseguir nuestros sue?os y romper nuestros l¨ªmites, porque nada es imposible. Todo depende de nosotros mismos. Todo lo debemos afrontar con una sonrisa.
¡°Mediante la autoayuda se nos quiere hacer creer que basta con cambiar nuestra mente para cambiar el mundo que nos rodea y ser felices, que todo est¨¢ dentro de nosotros mismos¡±, explica el ensayista y antrop¨®logo cultural I?aki Dom¨ªnguez en su manual de antiayuda C¨®mo ser feliz a martillazos (Melusina), en el que propone una filosof¨ªa de la acci¨®n sobre el mundo material m¨¢s que eso de la resiliencia y la visualizaci¨®n. Porque todo ello es, adem¨¢s, muy propicio a los dogmas econ¨®micos del esfuerzo individual y el emprendimiento, de la aceptaci¨®n acr¨ªtica de las circunstancias, del sistema econ¨®mico dominante.
Influye en la zozobra la aceleraci¨®n tecnol¨®gica que nos lleva a un futuro incierto en el que tal vez no sepamos manejarnos (quiz¨¢s una distop¨ªa como la retratada en la serie Black Mirror), los vaivenes econ¨®micos y los conflictos que se van configurando a escala global, la falta de asidero en un mundo pasado de vueltas. El creciente desinter¨¦s en las religiones nos deja sin gu¨ªa espiritual en la vida y sin b¨¢lsamo ante el miedo a la muerte. Adem¨¢s, en las redes sociales todo el mundo parece m¨¢s alegre y exitoso que yo. ?Qu¨¦ estoy haciendo mal? ?Qu¨¦ puedo hacer? Visitar un gur¨², iniciarme en la terapia de moda, tratar de cambiar mi conversaci¨®n interna, etc¨¦tera. O ir a que me receten antidepresivos.
Aunque no existen datos espec¨ªficos sobre la demanda de terapias psicol¨®gicas, los psic¨®logos consultados coinciden en que est¨¢ en aumento. Adem¨¢s, existen indicadores que pueden darnos alguna idea: el creciente consumo de psicof¨¢rmacos, el aumento de los suicidios (un 3% en 2017 seg¨²n el INE), y su importancia entre el segmento m¨¢s joven, las listas de espera en los centros de salud mental (aunque esto tambi¨¦n se debe a la falta de recursos).Para Darn¨¦s, la continua b¨²squeda de bienestar se convirti¨® en una fuente de sufrimiento, al tiempo que el exceso de an¨¢lisis generaba problemas all¨ª donde no los hab¨ªa. Marino P¨¦rez, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Universidad de Oviedo y coautor del libro La vida real en los tiempos de la felicidad (Alianza Editorial), ha trabajado sobre este concepto: la hiperreflexividad. ¡°Los individuos se est¨¢n centrando demasiado sobre s¨ª mismos¡±, explica, ¡°cada vez somos m¨¢s conscientes y sensibles a nuestros propios malestares, cuando muchas veces son condiciones humanas completamente normales¡±. As¨ª podemos llegar a patologizar lo que solo son formas de ser y fases del estado de ¨¢nimo. ¡°Vivimos en una sociedad muy individualista en la que ya somos considerados m¨¢s como consumidores que como ciudadanos¡±, dice P¨¦rez, ¡°y los consumidores siempre tienen que estar satisfechos, siempre supervisando su propio bienestar¡±.
Al aumento en la popularidad de las terapias tambi¨¦n contribuye cierta desestigmatizaci¨®n de su uso: las nuevas generaciones tienen menos reparo en contar sus experiencias terap¨¦uticas, cuando en las anteriores hab¨ªa cierta ocultaci¨®n, como si el usuario temiese ser se?alado como un enfermo mental (y como si eso fuera algo de lo que avergonzarse). Al tiempo, la cultura psicol¨®gica de la poblaci¨®n crece y el ciudadano medio est¨¢ m¨¢s familiarizado con sus conceptos y m¨¦todos. Las terapias est¨¢n, adem¨¢s, m¨¢s presentes en los medios de comunicaci¨®n, y no solo en las pel¨ªculas de Woody Allen.
Es el caldo de cultivo perfecto para la irrupci¨®n del intrusismo y las pseudoterapias: ¡°Estamos pidiendo al Gobierno que se regulen las terapias que no est¨¢n reguladas¡±, explica Fernando Chac¨®n, decano del Colegio de Psic¨®logos de Madrid, ¡°tiene que determinarse qu¨¦ terapias son realmente ¨²tiles y cu¨¢les no, para que el usuario lo sepa: no son lo mismo la flores de Bach o las constelaciones familiares que las t¨¦cnicas de relajaci¨®n. Tambi¨¦n hay que asegurarse de que quien las ofrezca tenga la formaci¨®n adecuada¡±.
En las farolas de muchas ciudades se encuentran anuncios de m¨¦todos de crecimiento personal donde se mezcla la f¨ªsica cu¨¢ntica con el esoterismo, y en las estaciones de metro se reparten pasquines de misteriosos gur¨²s africanos dispuestos a acabar, a pesar de su mala ortograf¨ªa, con cualquier herida del coraz¨®n. Hay que tener cuidado. Como explica el decano de los psic¨®logos, no es lo mismo una terapia que funciona, que es inocua, que una que, directamente, hace da?o o hace al paciente alejarse de los tratamientos convencionales o de su c¨ªrculo social, con los peligros que eso entra?a. ¡°Eso deber¨ªa considerarse delito¡±, dice Chac¨®n. Y, como ilustra el caso de Josep Darn¨¦s, no es lo mismo el uso que el abuso.
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