La democratizaci¨®n de la energ¨ªa revoluciona el desarrollo en ?frica
?C¨®mo electrificar sin tirar redes el¨¦ctricas por todo el continente africano como ya hicimos en el resto del mundo? Igual que la telefon¨ªa m¨®vil en su d¨ªa, la energ¨ªa solar ser¨¢ capaz
2018 fue el a?o de la energ¨ªa solar como fuente desarrollo. No s¨¦ si el empuje de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la evoluci¨®n y el abaratamiento de la tecnolog¨ªa, los casos de ¨¦xito de las empresas como d.light, M-Kopa o Solar Now o la aceptaci¨®n por el mercado han puesto a la energ¨ªa solar en el disparadero, pero todos los organismos internacionales est¨¢n hablando de ella.
La industria lo dijo hace varios a?os, pero las cosas de palacio siempre van despacio.
Unos 33.000 millones de d¨®lares anuales costar¨ªa llevar energ¨ªa en 2030 para los 2.200 millones de personas que viven en situaci¨®n de pobreza energ¨¦tica, de los cuales 1.200 millones no tienen ning¨²n acceso y el resto solo de vez en cuando, estima la Agencia Internacional de Energ¨ªa (IEA). Lo que supondr¨ªan un total de 700.000 millones de d¨®lares entre 2010 y 2030. Algo impensable en estos momentos.
El acceso a la energ¨ªa es uno de los factores m¨¢s importantes para cambiar la situaci¨®n de pobreza de personas e, incluso, naciones. Seg¨²n el estudio Electrify the Bottom of the Pyramid, publicado en HBR, el incremento en el consumo de energ¨ªa est¨¢ fuertemente correlacionado con mejoras dr¨¢sticas en productividad y desarrollo econ¨®mico (HDI). La electricidad no causa bienestar, pero permite generar tus propias oportunidades. Otro estudio realizado en zonas rurales de India muestra que la electrificaci¨®n ha permitido incrementar los ingresos de sus habitantes un 38% anual. Por otro lado, los datos de la compa?¨ªa de l¨¢mparas solares d.light sugieren que se podr¨ªan generar 1.500 millones de horas productivas, ahorrar 38.000 millones de d¨®lares en otros tipos de energ¨ªa como queroseno o velas, y dar la oportunidad a casi 300 millones de ni?os a estudiar m¨¢s horas y en mejores condiciones proporcionando acceso a la energ¨ªa a los que no la tienen.
Pero ?c¨®mo conseguimos electrificar sin tirar redes el¨¦ctricas por todo ?frica como hemos hecho en el resto del mundo? La experiencia de las empresas de dispositivos solares ha demostrado que los clientes de la base de la pir¨¢mide econ¨®mica (aquellos que viven por debajo de cuatro d¨®lares al d¨ªa) puede pagar, y de hecho pagan precios de mercado, por soluciones para generar energ¨ªa si el mercado las provee de forma fiable y a la altura de sus expectativas.
Los costes y el capital necesario para conectar a las poblaciones sin electricidad con energ¨ªas renovables est¨¢n cambiando r¨¢pidamente. Los componentes fotovoltaicos han bajado m¨¢s de 80% en los ¨²ltimos a?os, los costes de almacenamiento (bater¨ªas) tambi¨¦n est¨¢n disminuyendo, a la vez que la densidad de las zonas tiende a aumentar y el precio de LED ha bajado m¨¢s de un 90% en la ¨²ltima d¨¦cada. Esto ha permitido el lanzamiento de productos a precios tan bajos el d.light A1, una linterna que cuesta cuatro d¨®lares, algo esencial para que sea asequible para estas poblaciones.
La revoluci¨®n energ¨¦tica no va a hacerse realidad si no tenemos en cuenta las necesidades del consumidor
Otros dos factores han hecho posible esta revoluci¨®n: el desarrollo de peque?os electrodom¨¦sticos como frigor¨ªficos, secadores de pelo, televisores y sistemas de irrigaci¨®n que funcionan con energ¨ªa solar a precios razonables y la posibilidad de utilizar la tecnolog¨ªa m¨®vil para pagar los sistemas en peque?as cuotas.
En estas circunstancias, soluciones de distribuci¨®n de energ¨ªas renovables y sin una red que proteger o amortizar, pueden obviar las de redes el¨¦ctricas actuales. Igual que la telefon¨ªa m¨®vil consigui¨® esquivar la red telef¨®nica f¨ªsica (LAN), la energ¨ªa solar es capaz de saltar la infraestructura el¨¦ctrica con todo lo que conlleva: coste, tiempo, degradaci¨®n del medioambiente, contaminaci¨®n en su forma de producci¨®n, etc. La curva de adopci¨®n de la energ¨ªa solar se podr¨ªa parecer a la de los tel¨¦fonos m¨®viles que en 1998 solo lo ten¨ªa un 1% de la poblaci¨®n, el mismo porcentaje que la energ¨ªa solar ahora. Hoy, m¨¢s de la mitad de ?frica subsahariana tiene uno.
En los mercados afectados por la pobreza energ¨¦tica, este tipo de energ¨ªa renovable y democr¨¢tica es mucho m¨¢s eficiente econ¨®micamente que cualquier soluci¨®n de red fija. En primer lugar, el tiempo de instalaci¨®n es pr¨¢cticamente inmediato frente a los cinco a diez a?os que se tarda en construir una red. Por otro lado, focaliz¨¢ndose en soluciones en las que los consumidores son los que eligen su fuente de energ¨ªa, los costes son compartidos en el mercado, y no soportados por el Gobierno o grandes inversores. La estimaci¨®n del coste de esta soluci¨®n est¨¢ en 70.000 millones de d¨®lares, un 10% de lo que la IAI ha estimado que costar¨ªa llevar energ¨ªa a quienes no la tienen.
La democratizaci¨®n de la energ¨ªa es cr¨ªtica para proveer acceso universal a millones de personas; adem¨¢s, no tiene que esperar ning¨²n desarrollo o captaci¨®n de fondos. Pero esta revoluci¨®n no va a hacerse realidad si no tenemos en cuenta al consumidor de la base de la pir¨¢mide africana, sus caracter¨ªsticas y, sobre todo, sus necesidades.
La mejora en lo que se llama ¡°la escalera de la energ¨ªa¡±, hace que un cliente pase de gastar entre tres y seis d¨®lares al mes en l¨¢mparas de queroseno a pagar entre cuatro y 40 por una l¨¢mpara solar con una vida media de tres a?os. Esto supone un coste medio de dos d¨®lares por KW/h. Un ahorro espectacular. Si pasamos de tener un aparato a tener un sistema de varias placas solares, con varios interruptores y bombillas, adem¨¢s de cargador de bater¨ªas y radio, el coste pasa a 60 c¨¦ntimos de d¨®lar por KW/h. Por eso, es clave el desarrollo econ¨®mico de los clientes y de las comunidades para que incrementen sus necesidades de energ¨ªa y as¨ª la productividad, y tambi¨¦n para las empresas que trabajan a lo largo de esa escalera.
A¨²n con sus bondades, el negocio no crece solo. Toda la industria, los Gobiernos, las ONG y la inversi¨®n de impacto tienen que unir fuerzas para construir un sector boyante. Para la industria, la prioridad debe ser desarrollar productos de m¨¢xima calidad en los que el consumidor conf¨ªe y que pueda pagar. Para ello es prioritario ofrecer el producto con una fuente de financiaci¨®n, ya sea a trav¨¦s del pago por consumo o en cuotas.
Las ONG necesitan focalizar sus esfuerzos en ayudar a desarrollar este mercado, impartiendo educaci¨®n y confianza al consumidor en estas soluciones. A¨²n con claros beneficios tanto en la calidad de la luz emitida como en los costes o seguridad, las personas de la base de la pir¨¢mide no gastan sus ¨ªnfimos recursos en algo en lo que por defecto no conf¨ªan en que vaya a funcionar. No est¨¢n acostumbrados a comprar nada por primera vez, ya que no tienen alternativas a su alcance y tienen que estar muy seguros de que vale la pena la inversi¨®n (incluso de cuatro d¨®lares) a largo plazo.
Por otra parte, los Gobiernos deber¨ªan incluir a las renovables en sus pol¨ªticas energ¨¦ticas y favorecer su implementaci¨®n en la base de la pir¨¢mide a trav¨¦s de directrices espec¨ªficas. La inversi¨®n de impacto es necesaria para desarrollar empresas que fabriquen, distribuyan y vendan estas soluciones.
Como dice un vendedor de d.light todo orgulloso en un peque?o pueblo de ?frica: ¡°Si llegamos a un punto en el que todo el mundo genera su propia energ¨ªa, eso es lo que nos va a dar la democracia energ¨¦tica. Todo el mundo podr¨¢ elegir cuando encender y apagar, si quiere acumularla o vender el exceso. Esa libertad en las manos de los consumidores es la revoluci¨®n¡±.
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