Malos tiempos para el Pacto Mundial de las Migraciones
Los intentos globales por lograr una migraci¨®n segura han chocado con la oposici¨®n de muchos pa¨ªses donde los partidos de extrema derecha han entrado en la ¨®rbita pol¨ªtica
El mes de diciembre pasado, 156 pa¨ªses firmaron en la ciudad marroqu¨ª de Marrakech el Pacto Mundial para una Migraci¨®n Segura, Ordenada y Regular. El conocido de modo m¨¢s com¨²n como Pacto Migratorio Mundial (PMM) ven¨ªa precedido de los trabajos desarrollados en el seno de las Naciones Unidas, donde en su Asamblea General de julio de 2018 ya se aprob¨® un primer borrador del texto contenido en la Declaraci¨®n de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes.
El Pacto se articula en torno a dos dimensiones fundamentales: una, el reconocimiento de que la migraci¨®n resulta un factor clave de desarrollo; la otra, que los derechos humanos deben primar en el abordaje de los flujos migratorios. Bajo esta ¨®ptica, el Pacto desgrana una larga serie de evidencias y propuestas en torno a la migraci¨®n considerada como un fen¨®meno global.
De entre sus 23 objetivos destacan algunos como los siguientes: minimizar los factores adversos y estructurales que obligan a las personas a abandonar su pa¨ªs de origen; empoderar a los migrantes y las sociedades para lograr la plena inclusi¨®n y la cohesi¨®n social; o eliminar todas las formas de discriminaci¨®n y promover un discurso p¨²blico con base emp¨ªrica para modificar las percepciones de la migraci¨®n. Y como indica su t¨ªtulo, el Pacto tambi¨¦n incluye objetivos relativos a la ordenaci¨®n y control de la migraci¨®n: por ejemplo, gestionar las fronteras de manera integrada, segura y coordinada; utilizar la detenci¨®n de migrantes solo como ¨²ltimo recurso y buscar otras alternativas; o bien, colaborar para facilitar el regreso y la readmisi¨®n en condiciones de seguridad y dignidad.
Admitiendo la inevitabilidad de las migraciones, el PMM trata fundamentalmente de ofrecer un marco favorable para reducir los costes humanos y sociales que estas comportan. La filosof¨ªa del Pacto descansa en priorizar las migraciones regulares como factor de desarrollo global, frente a la migraci¨®n irregular y desordenada, y en hacerlo de modo que se restrinjan las amenazas y el rechazo que a menudo pesan sobre los inmigrantes. Sin embargo, pese a los intentos por mantener un cierto equilibrio entre las medidas protectoras de los migrantes y aquellas dirigidas a controlar la movilidad, el Pacto se ha encontrado con la oposici¨®n de un significativo grupo de pa¨ªses, incluso cuando ¨¦ste no tiene siquiera un car¨¢cter vinculante.
El m¨¢s relevante de quienes han manifestado su rechazo es Estados Unidos, que inmerso en su debate sobre el muro con M¨¦xico encabeza la oposici¨®n a cualquier iniciativa que no pase por frenar de manera determinante la migraci¨®n. La obsesi¨®n de Trump por blindar su frontera sur y alejar a los migrantes latinoamericanos se ha convertido en un faro para otros pa¨ªses.
El presidente Pi?era se encarg¨® de cuestionar el Pacto afirmando que el derecho a migrar no es un derecho humano
Precisamente, en Am¨¦rica Latina se han levantado otras de las voces significativas contra el Pacto, como ocurre con Chile y Rep¨²blica Dominicana. En el primer caso, un pa¨ªs con una reducida tasa de emigraci¨®n y una baja pero creciente inmigraci¨®n llegada desde los pa¨ªses de su entorno o Hait¨ª, el presidente Pi?era se encarg¨® de cuestionar el Pacto afirmando que ¡°el derecho a migrar no es un derecho humano¡±.
M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa de explicar es el caso de Rep¨²blica Dominicana, que contando con una importante di¨¢spora en el exterior tambi¨¦n se ha opuesto al Pacto, aunque sus temores residen sobre todo en la inmigraci¨®n procedente de su vecino Hait¨ª. Y queda pendiente Brasil, donde la inmigraci¨®n procedente de Venezuela aument¨® considerablemente en los ¨²ltimos a?os y, aunque el gobierno en funciones tras las elecciones firm¨® el Pacto, el nuevo presidente Bolsonaro ya ha anunciado su abandono.
Pero si en un ¨¢rea geopol¨ªtica el PMM ha experimentado el mayor rechazo, esta es Europa. En especial han sido los pa¨ªses de la Europa del Este los m¨¢s reticentes, al igual que lo fueron con la acogida de refugiados contraviniendo los compromisos en el seno de la Uni¨®n Europea, tal como ha ocurrido con Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Estonia, Hungr¨ªa, Letonia, Lituania, Polonia y Rep¨²blica Checa, pa¨ªses gobernados en su mayor¨ªa por fuerzas pol¨ªticas conservadoras o populistas y con bajas tasas de poblaci¨®n inmigrante.
Tambi¨¦n Suiza, Austria e Italia, que ha dejado pendiente la adhesi¨®n al Pacto de la decisi¨®n de su Parlamento, y que es de prever que lo rechazar¨¢ teniendo en cuenta los tintes xen¨®fobos de su actual Gobierno, no han impreso su firma. Por si esto fuera poco, el Gobierno de B¨¦lgica s¨ª firm¨® inicialmente el acuerdo, pero la divisi¨®n en el Ejecutivo de coalici¨®n por este motivo ha acabado provocando la dimisi¨®n del primer ministro socialista, presionado por la extrema derecha flamenca. Adem¨¢s, fuera de Europa, tambi¨¦n Israel, apelando como siempre a razones de seguridad, y Australia, que ha pasado de ser un pa¨ªs abierto a la inmigraci¨®n a desarrollar pol¨ªticas cada vez m¨¢s restrictivas y selectivas, se han auto-excluido del Pacto.
Australia ha pasado de ser un pa¨ªs abierto a la inmigraci¨®n a desarrollar pol¨ªticas cada vez m¨¢s restrictivas
Como podemos ver, son sobre todo los pa¨ªses que han experimentado recientemente procesos de involuci¨®n democr¨¢tica, con la llegada al poder de partidos en la ¨®rbita de la extrema derecha, o simplemente con la influencia de ¨¦stos sobre sus Gobiernos o de los mismos lobbies y grupos ultraconservadores que abominan de la diversidad y las mezclas, los que han mostrado una mayor beligerancia con el Pacto. El giro pol¨ªtico de muchos de estos pa¨ªses, apelando en no pocos de ellos al discurso de la amenaza de una inmigraci¨®n que, sin embargo, no resulta ser elevada en buena parte de los mismos, ha ayudado a condicionar de modo m¨¢s amplio no solo la percepci¨®n de la migraci¨®n, sino tambi¨¦n las reformas igualitarias y por los derechos en otros ¨¢mbitos.
El PMM parece pues ir a contracorriente de los nuevos vientos pol¨ªticos que corren a ambos lados del Atl¨¢ntico. Una pancarta desplegada en M¨¦xico para protestar contra la llegada de la caravana de migrantes centroamericanos resum¨ªa muy bien este esp¨ªritu en ascenso: ¡°Los derechos humanos son para los humanos derechos¡±. La idea de que resulta cuestionable incluso el grado de humanidad y moralidad de los propios migrantes sienta las bases para legitimar la suspensi¨®n de los derechos humanos entre los mismos. Esta pol¨ªtica de la deshumanizaci¨®n, que sit¨²a a los migrantes en un pelda?o social inferior y los cataloga como un peligro, supone un choque frontal con el trato humano que demanda el Pacto para aquellos.
Esperemos que en Espa?a la nueva fiebre derogadora de los avances sociales, inoculada por la emergente extrema derecha y asumida velozmente por otros grupos pol¨ªticos, no alcance tambi¨¦n a un Pacto al que nuestro pa¨ªs se ha sumado decididamente y que resulta m¨¢s necesario que nunca para desdramatizar y armonizar el abordaje de las migraciones.
Joan Lacomba es profesor titular del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Valencia.
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