Doctorados como ascensor social
La educaci¨®n superior est¨¢ ganando peso en la agenda de los pa¨ªses iberoamericanos. Un tercio de los nuevos universitarios proceden de los estratos m¨¢s humildes de la sociedad
La educaci¨®n superior est¨¢ ganando peso en la agenda pol¨ªtica de todos los pa¨ªses iberoamericanos, debido al extraordinario crecimiento que ha experimentado en los ¨²ltimos a?os la matr¨ªcula universitaria. Hay ya casi 30 millones de estudiantes en las universidades de la regi¨®n. Seg¨²n estimaciones del Banco Mundial, en torno a un tercio de ellos proceden de los estratos m¨¢s humildes de la sociedad. M¨¢s que nunca, la educaci¨®n superior tiene que ser un ascensor social y debe hacer posible que los egresados se labren una carrera profesional acorde con la cualificaci¨®n adquirida.
La universidad necesariamente tiene que cambiar para responder mejor a los retos actuales y los que est¨¢n por venir. Fen¨®menos como la industria 4.0 o la inteligencia artificial est¨¢n transformando profundamente el mercado de trabajo. Desde hace tiempo venimos asistiendo a la aparici¨®n de nuevas profesiones, una tendencia que va a consolidarse en los pr¨®ximos a?os. M¨¢s importante a¨²n, vamos a asistir a la destrucci¨®n de empleos cualificados, que van a pasar a ser desempe?ados por m¨¢quinas inteligentes o robots.
Este panorama laboral tan incierto incrementa el riesgo de que la universidad no cumpla con esa funci¨®n de promoci¨®n social que se espera de ella, porque no sea capaz de ofrecer la formaci¨®n que sus titulados van a necesitar para desenvolverse con ¨¦xito. Las expectativas de muchos se ver¨¢n frustradas si estos egresados universitarios se ven abocados al subempleo o al paro juvenil, como de hecho ya est¨¢ pasando. Los serios peligros que se pueden derivar de ello fueron muy claramente enunciados por Ana Bot¨ªn en su discurso de clausura del IV Encuentro de Rectores en Salamanca, cuando afirm¨® que hac¨ªa falta m¨¢s y mejor educaci¨®n para combatir extremismos y populismos.
Ha llegado el momento de que se apueste decididamente por pol¨ªticas de mejora de la calidad universitaria. Esto requiere, en primer lugar, que nuestros sistemas universitarios sean m¨¢s transparentes. Para conectar mejor con la sociedad y servir a sus intereses, las universidades de la regi¨®n tienen que ser m¨¢s conocidas y, en los aspectos en los que as¨ª lo ameriten, m¨¢s reconocidas. Tienen que publicar y explicar sus resultados de inserci¨®n laboral, de investigaci¨®n y transferencia. La generaci¨®n de nuevo conocimiento y su aplicaci¨®n son misiones fundamentales de la universidad iberoamericana, pues en nuestra regi¨®n la mayor parte de la investigaci¨®n se realiza en su seno.
La publicaci¨®n del c¨¦lebre informe McKinsey all¨¢ por 2007 supuso una peque?a revoluci¨®n al demostrar que la calidad del sistema educativo depende en gran medida de la calidad de su profesorado. Esto tambi¨¦n se aplica al ¨¢mbito universitario, con la diferencia que un profesor universitario puede ser tambi¨¦n un investigador. Hay posturas encontradas acerca de si hace falta pasar horas investigando en el laboratorio o en la biblioteca para ser un buen profesor. Un debate, en definitiva, sobre la necesidad del doctorado como requisito para desarrollar una carrera docente universitaria. Este debate, a su vez, tiene mucho que ver con las cr¨ªticas que frecuentemente se dirigen contra los famosos rankings de universidades, que se elaboran fundamentalmente a partir de resultados de investigaci¨®n (art¨ªculos publicados, premios Nobel, medallas Fields, impacto de las publicaciones, etc.), pues resulta muy dif¨ªcil desarrollar indicadores objetivos y comparables en todo el mundo capaces de medir la calidad de la docencia de las distintas universidades. Pese a lo cual, nadie duda que los titulados de Harvard, Cambridge o el MIT han recibido una muy buena formaci¨®n en estas instituciones en las que se hace investigaci¨®n de alto nivel.
El incremento de matr¨ªcula experimentado en los ¨²ltimos a?os no est¨¢ llegando al doctorado, y son muy pocos los titulados que optan por la investigaci¨®n
En este sentido, una tesis doctoral prueba la capacidad investigadora de su autor y, en consecuencia, tal dominio de la materia en la que se inscribe su investigaci¨®n que ha podido aportar conocimiento nuevo a la misma. Tambi¨¦n una serie de competencias que parecen especialmente id¨®neas para tiempos de incertidumbre como los descritos anteriormente. Porque la investigaci¨®n consiste en buscar respuesta o soluci¨®n a interrogantes y problemas que a¨²n no las tienen. Adem¨¢s, todo ello no impide que el docente doctor pueda adquirir, igual que los profesores no investigadores, las competencias pedag¨®gicas y did¨¢cticas que le ayuden a transmitir eficazmente todo ese conocimiento a sus alumnos.
Por todo ello, los datos que nos arroja la regi¨®n a este respecto resultan preocupantes: el porcentaje de profesores doctores en las universidades iberoamericanas es muy escaso, de media est¨¢ por debajo del 10%. Con notables excepciones como Brasil, que supera el 40%, o Portugal que se acerca al 60%. Lo m¨¢s preocupante es que el incremento de matr¨ªcula experimentado en los ¨²ltimos a?os no est¨¢ llegando al doctorado, y son muy pocos los titulados que optan por la investigaci¨®n, incluso entre quienes deciden hacer carrera acad¨¦mica en la universidad.
La educaci¨®n superior en Iberoam¨¦rica ha dejado de ser un reducto elitista. Tenemos que conseguir que la investigaci¨®n tambi¨¦n deje de serlo, y que las universidades produzcan m¨¢s doctores. Para conseguirlo, la Organizaci¨®n de Estados Iberoamericanos para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura (OEI) propuso en septiembre a los ministros y ministras de Educaci¨®n iberoamericanos de sus 23 pa¨ªses miembro, el programa Paulo Freire plus (PF+) para incentivar, a trav¨¦s de becas, la realizaci¨®n de programas de doctorado en universidades de un pa¨ªs de la regi¨®n distinto al de origen de los estudiantes.
Otras iniciativas y propuestas en este sentido ofrecen movilidades muy breves (de uno o dos meses) a quienes ya est¨¢n realizando estudios de doctorado, o bien se realizan intercambios con un mero car¨¢cter bilateral. El Paulo Freire plus tiene un verdadero car¨¢cter regional, al permitir que el alumno elija cualquier universidad de destino de Iberoam¨¦rica.
La universidad iberoamericana demanda propuestas m¨¢s ambiciosas como la del Paulo Freire plus, que le permitan reforzar su m¨²sculo investigador y dar un salto de calidad, para as¨ª satisfacer las expectativas que tenemos depositadas en ella.
Ana Capilla es Coordinadora de Educaci¨®n Superior y Ciencia de la Organizaci¨®n de Estados Iberoamericanos para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura (OEI).
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