La posici¨®n de Europa en el cosmos
El nuevo jefe de la ESA cree que la vida est¨¢ ah¨ª fuera esperando a que la descubramos. Ojal¨¢ tenga raz¨®n
Imagina el titular: ¡°Descubierta vida m¨¢s all¨¢ de Ori¨®n¡±, bueno, o algo similar, algo que revelara la primera evidencia de que la vida surge all¨ª donde las condiciones lo permiten, de que no estamos solos en la galaxia, de que no somos el producto de una inconcebible casualidad c¨®smica. ?No ser¨ªa esa la noticia del siglo? Y la del milenio, tal vez. Siempre ha habido una corriente cient¨ªfica favorable al argumento de que estamos solos en el cosmos. El f¨ªsico brit¨¢nico Stephen Webb recopil¨® un censo exhaustivo de esos argumentos en su libro de 2003 Where is everybody? (?D¨®nde est¨¢ todo el mundo?), donde ofrec¨ªa 50 posibles soluciones a la ¡°paradoja de Fermi¡±, que en t¨¦rminos modernos consiste en lo siguiente: si la vida surge donde se dan las condiciones, y evoluciona hasta la inteligencia en unos miles de millones de a?os, ?los marcianos ya deber¨ªan estar aqu¨ª! Y entonces ?d¨®nde est¨¢ todo el mundo? ?Por qu¨¦ no encontramos evidencias de vida extraterrestre en el cielo nocturno? Lee en Materia lo ¨²ltimo sobre la paradoja de Fermi, en la forma de una entrevista con el nuevo jefe de la ESA (agencia espacial europea, en sus siglas inglesas), G¨¹nter Hasinger.
Hasinger te hace estallar la cabeza. Predice que en diez o veinte a?os detectaremos vida bacteriana extraterrestre. Por supuesto, si en veinte a?os no hemos encontrado nada de eso, Hasinger ya no ser¨¢ jefe de la ESA, y las reclamaciones acabar¨¢n en la bandeja de entrada del maestro armero. Pero lo cierto es que, en nuestros tiempos de adocenamiento terrenal, los astrof¨ªsicos suelen ser la gente con m¨¢s osad¨ªa y una mirada m¨¢s clara y esperanzada hacia el futuro. Es muy de agradecer.
La vida en la Tierra es la ¨²nica que conocemos, y eso le da un brillo m¨ªstico o un estatus de excepci¨®n que, si bien se mira, constituye el ¨²ltimo refugio de la mente religiosa. Si somos ¨²nicos, tendremos seguramente una relaci¨®n directa con Dios nuestro creador. Tras un siglo de bioqu¨ªmica, sin embargo, estamos en condiciones de afirmar que el origen de la vida terrestre tiene muy poco de casualidad arbitraria. Los ladrillos que constituyen nuestro cuerpo son las mol¨¦culas m¨¢s sencillas y obvias que puede formar la materia inorg¨¢nica, hasta el punto de que muchas de ellas cayeron en la Tierra primigenia literalmente del cielo: los amino¨¢cidos de nuestras prote¨ªnas que trajeron los cometas, los nucle¨®tidos de nuestros genes, los ¨¢cidos de tres carbonos que encarnan el ciclo de Krebs, la clave central del metabolismo de todos los seres vivos. La vida, tal y como la conocemos en nuestro planeta, parece el paso l¨®gico que el mundo, cualquier mundo, puede dar despu¨¦s de la qu¨ªmica inorg¨¢nica. La biolog¨ªa no funcionar¨ªa si estuviera estudiando un milagro estad¨ªstico. ¡°Creed en la universalidad de la bioqu¨ªmica¡±, dijo el premio Nobel Arthur Kornberg.
As¨ª que Hasinger debe tener raz¨®n. En veinte a?os tendremos las evidencias de que no estamos solos. Si es que no lo estamos.
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