El chollo, crecer sin repartir
A medida que el porcentaje de trabajadores sindicados disminuye, empeora la suerte de las clases medias y bajas
Hace unos d¨ªas, presentando su ¨²ltimo libro (La Espa?a en la que creo) en una radio, Alfonso Guerra dijo que, en comparaci¨®n con Venezuela, hay dictaduras que son eficaces desde el punto de vista econ¨®mico. Le cayeron chuzos de punta en las redes sociales, como si tal afirmaci¨®n (muchas veces corroborada emp¨ªricamente) supusiese una reivindicaci¨®n de las sociedades totalitarias por parte del antiguo secretario de organizaci¨®n socialista. Nada m¨¢s lejos de su intenci¨®n. Ser eficaz en el terreno de la econom¨ªa significaba tener un alto crecimiento, nada m¨¢s, sin contemplar el bienestar ciudadano. China crece ahora casi al 7%, como lo hizo algunos a?os el Chile de Pinochet o la Espa?a tardofranquista. Se puede crecer mucho y dar lugar a sociedades extraordinariamente desiguales y, por tanto, descohesionadas, conflictivas, en las que los beneficios de esa eficacia no son aprovechados por todos los ciudadanos.
Entre las sociedades m¨¢s desiguales del mundo hay dictaduras y democracias. Ello ocurre, entre otras razones, porque en aquellas dictaduras no existen los sindicatos y en estas democracias no hay sindicatos fuertes. A medida que el porcentaje de trabajadores sindicados disminuye, empeora la suerte de los componentes de las clases bajas o medias. ?Por qu¨¦ deber¨ªa preocupar a cualquier ciudadano, sobre todo a los que no est¨¢n apuntados a un sindicato, que la afiliaci¨®n sindical se sit¨²e en un nivel bajo, y que es posible que disminuya a¨²n m¨¢s debido a las nuevas caracter¨ªsticas del mercado de trabajo? Si a uno le interesan los asalariados, los aut¨®nomos o los parados, necesita interesarse por los sindicatos, la ¨²nica instituci¨®n espec¨ªficamente nacida para protegerlos.
Ya se puede hacer un balance bastante profundo de lo que ha significado la Gran Recesi¨®n durante la ¨²ltima d¨¦cada. La crisis no s¨®lo ha producido un dr¨¢stico debilitamiento en t¨¦rminos pol¨ªticos y econ¨®micos (enormes transferencias de renta, riqueza y poder a favor de las capas m¨¢s favorecidas), sino tambi¨¦n en t¨¦rminos sociales: condiciones de vida, derechos adquiridos, calidad del empleo, movilidad social, lo que se ha denominado ¡°ciudadan¨ªa social¡±. Ello ha sido facilitado por el constante debilitamiento de los sindicatos. Al menos por tres razones: por las nuevas circunstancias relacionadas con la econom¨ªa de las plataformas (econom¨ªa digital); por la propia inoperancia de los sindicatos para adaptarse a las condiciones del mercado laboral del siglo XXI, y por el contenido de las continuas reformas laborales desde la d¨¦cada de los ochenta del siglo pasado, siempre en la misma direcci¨®n. En la de 2011, m¨¢s all¨¢ de la intenci¨®n de promover una devaluaci¨®n salarial generalizada (una especie de plan de estabilizaci¨®n sin reconocer), se activ¨® el desequilibrio en las sociedades, a favor de los intereses empresariales y en contra de las posiciones sindicales.
Estos cambios han provocado una progresiva sustituci¨®n del Derecho del Trabajo por el Derecho Mercantil como base para la regulaci¨®n de las nuevas relaciones laborales, as¨ª como una individualizaci¨®n creciente de las mismas. Los sindicatos est¨¢n para proteger a los asalariados al garantizar una voz fuerte que los represente tanto en el mercado de trabajo como en la democracia (el sistema pol¨ªtico). Cuando son fuertes pueden garantizar que a los trabajadores se les paguen salarios justos, una cierta seguridad en el empleo, que reciban la formaci¨®n para ascender de clase social, que se les tenga en cuenta en los procesos de toma de decisiones de la empresa¡ Tambi¨¦n fomentan la participaci¨®n pol¨ªtica y ayudan a sus afiliados a conseguir pol¨ªticas p¨²blicas como la Seguridad Social, el seguro de desempleo para los parados o el salario m¨ªnimo. Por ello, los sindicatos modernos han vuelto a adquirir algunas caracter¨ªsticas olvidadas, como volver a ser al mismo tiempo ¡ªy desde la independencia¡ª movimientos sociopol¨ªticos.
Su reto en esta ¨¦poca es ayudar a revertir la segunda fase de la desafecci¨®n de la vida p¨²blica. La primera se plasm¨® en la sustituci¨®n del bipartidismo imperfecto por una amalgama de partidos pol¨ªticos, y la segunda, en la ruptura de la legitimidad de muchas instituciones en vigor. Entre ellas, los propios sindicatos.
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